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Islas y costas “en hundimiento”

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El tercer escenario de Kälin (2010) trata de las movilidades climáticas “como consecuencia del aumento del nivel del mar y su topografía baja, estas áreas (islas) pueden volverse inhabitables” (p. 85). En el contexto de este proyecto, tal escenario se ha modificado; como en este libro se analizan las movilidades internas, se aplica a islas que son parte del territorio mexicano pero no a Estados insulares. El caso de las costas que ya se han hundido por el aumento del nivel del mar entraría también en este tercer escenario, lo cual no considera Kälin, pero la literatura nos ha mostrado su relevancia para las movilidades climáticas forzadas.

El aumento en el nivel del mar está cada vez más documentado, y muchos estudios informan y aportan proyecciones sobre su amplitud:

Las estimaciones del aumento medio mundial del nivel del mar en el Informe Especial sobre Escenarios de Emisiones (“Special Report on Emissions Scenarios”) del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (ipcc) oscilan entre los 22 y los 34 centímetros, entre 1990 y 2080. Un aumento mucho más rápido del nivel del mar (más de un metro por siglo) podría deberse al derretimiento acelerado de la capa de hielo de Groenlandia o al colapso de la capa de hielo de la Antártida occidental, aunque esto no se considera probable durante el siglo xxi. Se ha estimado que, en ausencia de otros cambios, un aumento del nivel del mar de 38 centímetros multiplicaría por cinco el número de personas afectadas por inundaciones provenientes de marejadas ciclónicas. (McGranahan et al., 2007, p. 20).[15]

La literatura ha dado testimonio de que, en todo el mundo, los asentamientos en zonas costeras poco elevadas son muy vulnerables a los riesgos por el aumento del nivel del mar, sobre todo si se toma en cuenta su alta densidad poblacional, que además sigue creciendo (McGranahan et al., 2007).[16] En relación con esto, se distinguen patrones que varían según los países por su nivel de desarrollo (medido por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, ocd​), y según las regiones (McGranahan et al., 2007). La degradación del ambiente por la urbanización en estas zonas asimismo agrava el aumento del nivel del mar (McGranahan et al., 2007). E igualmente se ha identificado la relación entre el aumento del nivel del mar y las inundaciones en zonas de valles con ríos y deltas (Hugo, 2011, p. S30).

La Semarnat y el inecc han reconocido la importancia de este problema en México:

Una consecuencia asociada con el aumento de la temperatura de los mares y el deshielo de los casquetes polares, debido al calentamiento global, es la elevación del nivel medio del mar y la exacerbación de los procesos de erosión en las costas arenosas, dando lugar a la degradación de importantes ecosistemas costeros como manglares y humedales, dunas y playas, además de afectaciones a la infraestructura costera, viviendas, carreteras, muelles, puertos, puentes, etc., siendo mucho mayor el efecto tanto en zonas bajas costeras como en islas.

En México, un estudio de vulnerabilidad realizado en la costa del estado de Tabasco, encontró que los sitios con mayor vulnerabilidad por inundación se encuentran frente a los sistemas lagunares costeros más importantes del estado, a saber, Carmen-Pajonal Machona y Mecoacán. Por otra parte, otro estudio encontró que la zona costera de Tabasco y Campeche presenta una extrema vulnerabilidad geomorfológica con posible inundación ante el ascenso del nivel del mar.

En otro estudio sobre evaluación de impactos del cambio climático en las islas de México y su área de influencia, se estimó que, ante un escenario hipotético de elevación de cinco metros en el nivel del mar, el país corre el riesgo de perder 4.3% de su zona económica exclusiva debido a la inundación del arrecife Alacranes y el cayo Arenas, ubicados en el mar Caribe.

Las zonas que podrían presentar mayor impacto ante un ascenso estático del nivel del mar con escenarios de uno y dos metros de aumento para el país son: las llanuras costeras del Golfo de México, del Pacífico y la Península de Yucatán. (Semarnat e inecc, 2018, pp. 313, 463).

En cuanto a las islas mexicanas, “Entre 1 y 3.8% de la superficie insular nacional quedaría sumergida en caso de presentarse escenarios con incremento del nivel del mar de 1 y 5 m, respectivamente” (Semarnat e inecc, 2018, pp. 472-473).

La degradación de los ecosistemas costeros —causado en parte por el cambio climático— es preocupante, ya que juegan un papel crucial en la atenuación de varios efectos debidos al cambio climático, como el aumento del nivel del mar y los eventos hidrometeorológicos extremos:

Entre ellos se pueden mencionar la protección contra inundaciones por tormentas, control de crecidas, la prevención de la erosión a lo largo de las costas, recarga de aguas subterráneas, suministro de agua dulce, el reciclamiento de los nutrientes, así como la captura y almacenamiento de carbono azul en sus sedimentos, biomasa viva (aérea y subterránea) y necromasa, en magnitudes mayores que los ecosistemas terrestres. […] Adicionalmente, se ha evidenciado que la conservación y restauración de los ecosistemas de carbono azul costero también contribuyen a la adaptación al cambio climático de las comunidades que los habitan, principalmente porque son barreras naturales de protección que retienen la erosión causada por vientos y mareas y reducen el impacto de fenómenos naturales extremos, incrementando la resiliencia de las comunidades costeras, y también por ser zonas de protección, crianza y desove de especies comerciales de peces, lo que actúa como soporte de la seguridad alimentaria de las poblaciones costeras. (Semarnat e inecc, 2018, pp. 316-317).

En México, esta problemática en las zonas costeras se vuelve relevante, porque se trata de 93 000 km2 (5% del territorio) donde vivían más de 24 millones de personas en 2015 (Semarnat e inecc, 2018, p. 349).

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