Читать книгу De Berlin a Paris en 1804 - August Friedrich Ferdinand von Kotzebue - Страница 6
ENTRE WURTEMBERG Y DUBEN
Оглавление¿Habrá existido algún viajero que haya atravesado este distrito sin quejarse y maldecir del estado de las carreteras sajonas? ¿Se hallará alguna persona que aun cuando no haya viajado por esta comarca no sentiría sus oídos repletos, con exceso, de tales quejas y maldiciones? Si los chinos que, como es sabido, odian a los extranjeros y no les permiten penetrar en su país, quisieran hacerles difícil el viaje por medio de malos caminos, nada podrían idear más bien hecho; pero aquí se celebran al año tres grandes ferias en Leipzig y son miles y miles los extranjeros que se ven obligados a llevar los productos de sus diferentes países por caminos intransitables, mientras los diversos derechos e impuestos que han de pagar por ello, hacen que rebosen las arcas del tesoro; es también extraño el razonamiento con el que mi postillón wurtembergués me explicó esto, y en forma curiosa: «Claro—dijo, atascando su pipa con tabaco y envolviendo mis amargas quejas en una nube de humo—, si las carreteras son tan malas y permanecen en este estado es, simplemente, porque el Elector es católico; el príncipe de Dessau hubiera cambiado esto hace ya tiempo».
Cierto que nunca se me hubiera ocurrido atribuir a semejante circunstancia el pésimo estado de las carreteras en Sajonia. Me reí, aunque no me agradó, en verdad, ver que un luterano fuese tan intolerante. Antes, los católicos eran estigmatizados como heréticos, pero en breve veremos que ha de ocurrir lo contrario. Como contraste con el postillón luterano, solamente os referiré lo que una criada católica romana me dijo en Neuhof, pequeña ciudad del distrito de Fulda.
—¿Es católico este pueblo?—le pregunté.
—Sí—fue su respuesta—. Pero el príncipe no lo es.
—Entonces me parece que no se salvará—continué bromeando.
—¿Por qué no? Es un buen hombre. Todos deseamos ir al cielo.
—¡Claro!, pero los católicos serán los primeros en entrar.
—No crea Vd. eso—dijo la muchacha—: todos los que somos buenos entraremos.
¿No es ésta la verdadera filosofía de la vida? Puedo asegurar a Vd., sin embargo, que en otros aspectos la filosofía de la referida muchacha era tan estúpida como la de un pato.
En los bosques entre Wurtemberg y Duben, puede leerse un aviso prohibiendo, a las personas que vengan de Wurtemberg, estropear los árboles. ¿Por qué se dirigirá esta advertencia especialmente a los emigrantes, que es gente pobre? No quiero extenderme más sobre tal asunto, pero es curioso advertir que el número de emigrantes de Wurtemberg debe ser tan grande que hasta en otros estados también existen edictos referentes a su paso por ellos.