Читать книгу Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento - Profetas Menores - C. F. Keil - Страница 18
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7 Pero de la casa de Judá tendré misericordia: los salvaré por Yahvé, su Dios. No los salvaré con arco, ni con espada, ni con guerra, ni con caballos ni jinetes.
Con esta referencia a la suerte distinta que espera a Judá, el profeta corta de los israelitas toda la falsa confianza en Dios que ellos podían tener. Al descubrir la liberación prometida al reino de Judá, por medio de Yahvé, su Dios, Israel tiene que aprender que Yahvé no es ya su Dios, pues él ha roto su alianza con la raza idolátrica de los israelitas. La expresión “por Yahvé, su Dios”, en vez del pronombre en primera persona (por mí, como, por ejemplo en Gen 19, 24), aparece aquí con énfasis especial para mostrar que Yahvé solo extiende su ayuda todopoderosa a los que le reconocen y adoran como su Dios10.
Las palabras que siguen, es decir, “no les salvaré con arco…” sirven también para poner de relieve el castigo con el que Dios amenaza a los israelitas. Estas palabras indican que Dios no necesita armas de guerra o fuerzas militares para ayudar y salvar, porque estos recursos terrenos, en los que Israel confía (Os 10, 13), no pueden ofrecer defensa, ni liberación de los enemigos que vendrán para atacarla. La palabra hm'êx'l.mib., milchâmâh, guerra, está vinculada con arco y espada, pero no se limita a indicar unas armas de guerra, sino que incluye todo lo que pertenece a ella: la inteligencia de los comandantes, la bravura de los héroes, la fuerza el mismo ejércitos etc. En ese contexto se mencionan de un modo especial caballos y caballeros, porque ellos constituyen la fuerza principal de un ejército en aquel tiempo.
En un primer momento, la amenaza contra Israel y la promesa hecha a Judá se refieren ante todo, como indica claramente Os 2, 1-3, al tiempo que vendrá inmediatamente, cuando estalle el fuego del juicio contra el reino de las diez tribus, es decir al ataque próximo contra Israel y Judá por parte del poder imperial de Asiria, poder ante el que sucumbirá Israel, mientras Judá será milagrosamente salvada (2 Rey 19; Is 37, 1). Pero, en un sentido más amplio, este pasaje se aplica a todos los tiempos, es decir, a todos los que olvidan al Dios vivo, sobre los que caerá la destrucción, pues no podrán apoyarse en la misericordia de Dios en momentos de necesidad.