Читать книгу El peronismo y la consagración de la nueva Argentina - Carlos Piñeiro Iñíguez - Страница 18
1.3.a) Los sectores militares actuantes
ОглавлениеDe testimonios como el ya citado de Llambí se desprende que los sectores vinculados con los generales Molina y Menéndez se mantenían, a pesar de sus previos fracasos, en una tesitura conspirativa. Distinta, al menos en los meses previos a junio de 1943, parecía la actitud de otros jefes “nacionalistas” del Ejército, que se habían visto favorecidos por la ofensiva de Castillo para desplazar a los sectores justistas a partir del nombramiento del general de división Pedro Pablo Ramírez como ministro de Guerra, en noviembre de 1942. A la sombra de Ramírez, también los integrantes de lo que pronto sería el GOU pasaron a ocupar cargos de importancia. El nuevo ministro nombró a su yerno, el capitán Filippi, como su secretario privado, y al teniente coronel González como su secretario ayudante. Al frente del Servicio de Informaciones del Ejército fue designado Urbano de la Vega. Otro nombramiento significativo fue el del coronel Emilio Ramírez como director de la Escuela de Suboficiales. Los restantes pases, que concentraron en la Capital, pero sin mando de tropas, a los principales dirigentes del GOU, parecen apoyar la idea de que pensaban en una fecha más lejana para producir un levantamiento. El general Ramírez le aseguraría a Orona que no tuvo conocimiento de la existencia del grupo ni de sus planes hasta semanas antes de su enfrentamiento con el presidente Castillo. Ese testimonio indica que fue el comandante de la Primera División, general Juan Carlos Bassi, quien denunció ante el ministro la acción proselitista del GOU y le dio un ejemplar de sus “Bases” que había llegado a sus manos. Fuese en ese momento o antes como parece surgir del testimonio de Enrique P. González, lo cierto es que el general Ramírez no tomó medida alguna para impedir la actividad del grupo51.
Ya entonces, y contradiciendo las acusaciones de “filo-fascismo” o “nazismo” que luego se echarían sobre el grupo y, en particular, sobre “Gonzalito”, este había establecido contacto con políticos opositores. El nexo principal del teniente coronel González era con el dirigente radical Juan I. Cooke, a quien le informó de los planes para un levantamiento militar en setiembre. Cooke, a su vez, mantenía al tanto de sus negociaciones a hombres del socialismo, según el testimonio de Américo Ghioldi52.
No eran los únicos contactos entre políticos y militares en esos días. Los radicales Emilio Ravignani y Ernesto Sammartino estaban en tratativas con el general de brigada Arturo Franklin Rawson, jefe de Caballería y hombre vinculado, por relaciones familiares y personales, tanto a conservadores como a radicales alvearistas. En sus testimonios, Rawson dará a entender que desconocía la existencia del GOU, y que venía trabajando con el general de brigada Diego Isidro Mason y otros oficiales. Esta conspiración incluía a altos jefes navales, más precisamente, a los contraalmirantes Benito y Sabá H. Sueyro. El lugar habitual de reunión de Rawson con los hermanos Sueyro, la confitería del Hotel Jousten, en Corrientes 280 de la Capital, llevaría a que, posteriormente, se los conociese como “los generales del Jousten”. Aunque se lo consideraba nacionalista, después del ingreso de Estados Unidos en la guerra, Rawson, al decir de José María Rosa, se “había inclinado, como otros generales nacionalistas, tal vez por la necesidad de obtener armas, a una conveniente ‘unidad americana’. Se proponía reunir un ‘consejo de notables’ para estudiar y resolver el posible rompimiento con el Eje”. En este sentido, los “generales del Jousten” aparecían como un sector aliadófilo que no confiaba en Patrón Costas. Coincidían en esto último con otros jefes con mando de tropa, cuyas posiciones políticas en otros sentidos no eran tan precisas. Entre ellos se destacaba el coronel Elbio Carlos Anaya, jefe de la guarnición de Campo de Mayo y vinculado al sector liberal del Partido Conservador. Anaya, nacido en 1887, egresado del Colegio Militar en 1909 como subteniente de Caballería, en 1912 estuvo presente en la fundación de Presidencia Roque Sáenz Peña (Chaco) y nueve años después, ya capitán, fue el segundo del coronel Héctor Benigno Varela en la represión de las huelgas de Santa Cruz, en la llamada “Patagonia Trágica”. Oficial de Estado Mayor, era comandante de la Primera División de Caballería y estaba próximo al ascenso a general, siendo el oficial más antiguo de la guarnición de Campo de Mayo en ese momento53.
Estos sectores y grupos terminaron confluyendo al combinarse las ya mencionadas razones que generaban un profundo malestar en los cuadros militares con circunstancias que tuvieron como catalizadores a hombres del radicalismo. En la última semana de mayo de 1943 hubo al menos dos reuniones entre el general Ramírez y dirigentes radicales, solicitada por estos últimos. Según el testimonio de José Heriberto Martínez, la primera, el día 26, se realizó en casa del presidente de la Comisión de Guerra y Marina de la Cámara de Diputados, Mario Castex, y de la que habrían participado Cooke y Juan Carlos Vázquez, además del teniente coronel González. Según su propio testimonio, “Gonzalito” reunió en su casa a unos siete dirigentes con el general Ramírez. Entre los asistentes habría estado Laurencena, Cantilo y Boatti. Allí los hombres de la Unión Cívica Radical (UCR) sondearon la posibilidad de que el general fuese el candidato presidencial de la fórmula presentada por el Partido, sin obtener una respuesta favorable, aunque tampoco una negativa rotunda. Estos contactos llegaron a oídos del presidente Castillo, quien reclamó explicaciones, que no lo dejaron satisfecho. Más aún, una declaración de prensa del ministro, con el fin alegado de tranquilizar los rumores que ya circulaban, echó más leña al fuego54. El 3 de junio estaba en preparación un decreto dando por finalizadas las funciones de Ramírez al frente del Ministerio. El teniente coronel González tuvo esa información esa misma mañana, transmitida por su amigo, el cronista del diario La Razón acreditado en Casa de Gobierno, Oscar Lomuto, quien tendría una destacada presencia en años posteriores, como funcionario del peronismo. Lomuto le informó que Castillo había encargado la redacción del correspondiente decreto al ministro de Marina, almirante Fincati, quien se haría cargo también de la cartera de Guerra de manera interina. De inmediato, González le pidió al general Ramírez que lo dejase “en libertad para tomar contramedidas”. Con esa autorización, que establecía como límite que, en caso de golpe de Estado, debía ponerse al frente a un general, González comenzó a actuar55.