Читать книгу Cartas II. Cartas a Ático (Cartas 162-426) - Cicéron - Страница 44

189 (IX 19) (Arpino, 1 ó 2 de abril del 49)

Оглавление

Cicerón saluda a Ático.

Yo, puesto que se nos niega Roma, he preferido imponer la toga blanca a mi Marco en Arpino, y ello ha gustado a mis conciudadanos. Aunque vi que estaban tristes y afligidos todos, ellos y los que encontré por el camino; tan lamentable y tan terrible resulta el ‘análisis a fondo’ de este enorme mal. Se realizan reclutamientos; se les lleva a los cuarteles de invierno. Esas cosas que incluso cuando son hechas por gentes de bien, y en una guerra justa, y con moderación, resultan, no obstante, desagradables por sí mismas, ¿cuán amargas crees que resultan ahora, cuando son realizadas por rufianes, en una abominable guerra civil y con la mayor petulancia? Mas guárdate de pensar que exista en Italia un solo hombre sin escrúpulos que no esté de su parte. Yo personalmente los he visto al completo en Formias y por Hércules que no me parecieron humanos; y los conozco a todos, pero nunca los había visto en un mismo lugar.

[2] Sigamos, pues, hasta donde nos apetece, y dejemos todo lo mío: vayamos junto a la persona que agradecerá mi llegada más que si hubiera huido con él. Pues entonces teníamos las mayores esperanzas, pero ahora yo, desde luego, ninguna; y excepto yo, nadie se va de Italia a no ser que considere a César su enemigo. Y por Hércules no hago esto a causa de la república, que tengo por destruida hasta los cimientos, sino para que nadie me considere desagradecido con quien me sacó de las dificultades en las que él mismo me había metido, y a la vez porque no puedo ver lo que ocurre o lo que con seguridad va a ocurrir. Es más, incluso pienso que ya se han hecho algunos decretos del senado y, ¡ojalá que a propuesta de Vulcacio! 142 . Pero, ¿qué más da?; en efecto, todos tienen la misma opinión. No obstante, el más cruel será Servio, que mandó a su hijo para abatir a Gneo Pompeyo o al menos para capturarlo, con Poncio Titiniano. Si bien éste lo hizo por miedo; en cambio, el otro… Pero dejemos de encolerizarnos y démonos cuenta de una vez de que no nos queda más que el resuello, cosa que no quisiera en absoluto.

Nosotros, como el Adriático está bloqueado, [3] navegaremos por el Tirreno y si hay dificultades en Puteoli, nos dirigiremos a Crotón o Turios, y, ciudadanos de bien amantes de la patria, sufriremos la hostilidad del mar. No veo ningún otro procedimiento de llevar esta guerra. Nos esconderemos en Egipto. No podemos equiparamos en ejército. No hay ningún indicio fiable de paz. Pero ya se ha lamentado esto bastante.

Tú quisiera que des una carta a Cefalión acerca de todo [4] cuanto se ha hecho y también incluso sobre las habladurías de la gente, a no ser que se hayan quedado completamente mudos. Yo he seguido tus consejos, sobre todo al mantener la dignidad que debía en nuestra entrevista y permanecer firme en mi postura de no acudir a la Urbe. Por lo demás, escribe, te lo ruego, con el mayor detalle (pues ya estamos en las últimas), qué te parece, qué piensas; aunque ya no hay ninguna duda. Con todo, si alguna cosa, o mejor dicho, cuantas cosas te vienen a la mente, me gustaría que me las escribas.

Cartas II. Cartas a Ático (Cartas 162-426)

Подняться наверх