Читать книгу Dignidad y equidad amenazadas en la sociedad contemporánea - Clara Martínez García - Страница 28

Martha Nussbaum, profesora de ética del derecho, se pregunta si las leyes deben de proteger a las personas frente al estigma social y de la vergüenza asociada a éste47: “Lo que propongo, de hecho, es algo que creo que nunca lograremos plenamente: una sociedad que reconozca su propia humanidad y que no nos oculte de ella, ni a ella de nosotros; una sociedad de ciudadanos que admitan que tienen necesidades y son vulnerables, y que descarten las grandiosas demandas de omnipotencia y completud que han permitido en el corazón de tanta miseria humana, tanto pública como privada”. Nussbaum plantea en su ensayo que a lo largo de la historia los humanos han tratado de someter a grupos de minorías aludiendo a la diferencia entre lo humano y lo animal, entre razas superiores y razas inferiores. Es el caso de la propaganda antisemita medieval estaba claro, basaban su confrontación en que los judíos eran pegajosos, blandos o femeninos; lo mismo ocurrió durante la propaganda antijudía alemana: proyectaban sobre ellos atributos que provocaban aversión y temor; sobre la base de esa repugnancia es donde se construye la exclusión. Tengamos en cuenta que etológicamente la repugnancia es una reacción adaptativa instintiva48 que aparece ante asuntos que pueden ser peligrosos y conviene evitar (el olor a putrefacción en alimentos o agua, por ejemplo, produce esta reacción evitativa instintiva). Asociar asco y repugnancia a un grupo hace que éste sea alejado casi instintivamente, sometiéndole a una marginación absolutamente justificada, visto desde la perspectiva del grupo dominante.

La autora presta especial atención a la vergüenza asociada al estigma. Ya hemos visto cómo la vergüenza es una emoción que se desarrolla a lo largo del primer año de vida del niño, según se va produciendo el proceso de individuación en donde va ganando terreno el sentimiento de sí mismo frente a la realidad objetiva. Las inevitables derrotas del narcisismo primario hacen que el niño vaya teniendo la experiencia de que no es un ser ideal objeto te toda admiración, de que él sólo no puede afrontar la vida con éxito. Se trata de una vivencia fundamental para el desarrollo de una personalidad consciente de que necesita de otros para lograr objetivos y, en último término, la felicidad. “La vergüenza es la conciencia de inadecuación que precede a cualquier aprendizaje particular de normas sociales”49; hemos de caer en la cuenta de que no hablamos de humillación. Para la autora la humillación es la cara activa pública de la vergüenza una exposición innecesaria que, cuando sucede, puede ser causa de disfunciones personales y relacionales.

Vistas así las cosas, es indudable que la vergüenza posee un rol en la vida social que puede ser beneficioso si obedece al propósito de regular comportamientos sobre la base de alcanzar ideales compartidos. El sufrimiento y la impotencia ajenos, para una persona sanamente constituida, conecta con los primitivos sentimientos equivalentes haciendo que brote la necesidad de salir en su rescate, bien sea de un modo directo bien indirectamente mediante la promoción de leyes que minimicen esa indefensión.

Ahora bien, también hemos hablado de ello, en todas las sociedades se crean y fomentan estigmas basados en un consensuado concepto de normalidad así el grupo “normal” se siente reasegurado y a salvo. El vector estigmatizado puede ser de orden físico: minusvalías varias, obesidad, fealdad, torpeza; puede ser por las condiciones de vida (pobreza, desempleados); la raza; la orientación sexual, etc. Marcar a otros en su fragilidad, avergonzarles públicamente, por tanto, humillarles, es un modo de experimentar que la vulnerabilidad inherente al todo ser humano está en otro sitio y no tanto en quien se siente perteneciendo al grupo de los normales. Es aquí donde se arraiga lo que Nussbaum denomina “pánicos morales”. Bajo esta denominación ella se refiere a “las situaciones en las que se hace blanco, a ciertos grupos desviados, de un tratamiento agresivo a manos de la policía y otras autoridades, porque se cree que representan un peligro grave e inmediato para la sociedad, pero el peligro en gran medida es imaginario, como lo son las características supuestamente peligrosas del grupo al que se apunta”50.

Aquí es donde se concede gran importancia a un adecuado papel de la ley: una de sus funciones sería proteger a los ciudadanos de la vergüenza humillante y de los “pánicos morales” a los que pueden verse enfrentados. Sería función del estado proteger a los ciudadanos de la vergüenza y el estigma, pero, para ello, es fundamental cuestionar las aspiraciones de omnipotencia narcisista de los grandes colectivos autodenominados normales. Esto es importante porque, de no ser así, los sistemas legislativos y ejecutivos estarían al servicio de estos grupos dejando de lado a aquellos que den muestra de algún aspecto que pueda ser estigmatizado. A juicio de Nussbaum, no deberíamos permitir que la ficción narcisista de perfección o de invulnerabilidad sirva como justificación para negar el derecho a estar en el mundo a grandes cantidades de personas, cuya mayor vulnerabilidad es el resultado de ordenamientos sociales organizados en torno de las necesidades de un grupo dominante51.

Al subrayar el modo en el que algunos contextos sociales manejan aspectos como el asco, la vergüenza, la humillación, vamos cayendo en la cuenta de qué debe de valorar y desarrollar una sociedad, si desea promover una cultura de la dignidad humana universal para sus ciudadanos: la capacidad de disfrutar de relaciones de interdependencia, en vez de las de dominación; la capacidad de reconocer el carácter de seres incompletos, animales y mortales, de uno mismo y de los demás. A través de la educación pública y de la creación general de instituciones públicas y de una cultura pública, la sociedad puede hacer mucho para alentar estas capacidades y desalentar las que llevan a relaciones sociales desiguales y jerárquicas52.