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1. DELIMITACIÓN CONCEPTUAL DE “MENORES” EN LA ERA DIGITAL: EDAD Y DESARROLLO PSICOAFECTIVO

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El Reglamento Europeo sitúa en los 16 años el acceso y el uso de los medios digitales21, sin embargo, se permite que las legislaciones nacionales bajen ese límite hasta los 13 años. En concreto, en la legislación española se considera que el consentimiento del tratamiento de los datos personales en el medio digital sea a partir de los 14 años, salvo aquellos supuestos específicamente reflejados en la ley donde se requiera la asistencia de sus tutores. Ahora bien, a diferencia de otros ámbitos donde la edad de consentimiento marca la posibilidad legal de acceso a un determinado ámbito (ej., conducir, adquirir bebidas alcohólicas), los menores pueden ser usuarios lícitos del mundo digital desde su nacimiento22 (ej., ver un vídeo musical infantil en una plataforma audiovisual), si bien para determinados servicios (ej., realizar una compra online) necesitan la tutela de un adulto. Dado que en este capítulo se quieren analizar los riesgos y beneficios que suponen para los menores el empleo de los medios digitales desde el punto de vista psicoafectivo, deberían considerarse los grupos de edad previos a la adultez según las clasificaciones de las etapas del desarrollo, independientemente de si durante las mismas ostentan o no el consentimiento sobre sus derechos digitales, ya que se encuentra consenso en considerar que existen cambios suficientes como para establecer una frontera etaria con la adultez. Para establecer los grupos de edad, la Psicología del Desarrollo tiene en cuenta el grado de autonomía emocional y conductual, las capacidades cognitivas (o también denominados procesos psicológicos básicos, a saber: atención, percepción, memoria, pensamiento, lenguaje, motivación, emoción y aprendizaje), el nivel de interacción social y el nivel de desarrollo de la corteza cerebral, de manera que en la actualidad se consideran cinco tramos de edad previos a la adultez23: prenatal (antes del nacimiento), infancia y niñez (hasta los 2 años), temprana infancia (hasta los 6 años), infancia medía y tardía (desde los 6 años hasta el inicio de la pubertad) y adolescencia (comienza con la pubertad y hasta los 18 años).

Así pues, en un principio podría decirse que los grupos de edad sobre los que conviene analizar beneficios y riesgos son aquellos comprendidos entre los 0 y 18 años. No obstante, la adultez no abarca desde los 18 años hasta el final de la vida, sino que puede dividirse en varias etapas (temprana, media y tardía), y recientemente se ha sugerido diferenciar el periodo comprendido entre los 18 y 25 años, para pasar a denominarse “adultez emergente”, un estadio intermedio entre adolescencia y adultez, o más bien una adolescencia extendida. Una de las evidencias para esta etapa recae en un estudio masivo sobre 8,44 millones de adolescentes estadounidenses llevado a cabo entre los periodos 1976 a 2016, donde se encontró que los adolescentes de sociedades con niveles económicos elevados y largas esperanzas de vida, independientemente de su etnia, género o país de origen, cada vez extienden más el tiempo durante el que no llevan a cabo acciones típicamente asociadas a adultos, lo que ha llevado a proponer que se extendiera el periodo de desarrollo psicoafectivo pleno hasta los 25 años24. La primera autora de ese estudio comentaba en una entrevista25 que el motivo que seguramente habría contribuido a esta situación de adolescencia extendida hasta los 25 sería precisamente la relación de esta población con el mundo digital: “los adolescentes (…) están pegados a sus ordenadores y teléfonos móviles durante la mayor parte del día. Quizás sus intereses de socialización y sexuales simplemente se han movido al mundo digital a través de mandarse mensajes, fotografías de desnudos o consultar pornografía online (…)”. Esto ha llevado incluso al nacimiento de sociedades científicas exclusivamente dedicadas a estudiar los cambios que se producen en la estructura socioafectiva de las personas en esta época de la vida, como la Society for the Study of Emerging Adulthood (Sociedad para el estudio de la Adultez Emergente), en cuya página web puede leerse: [somos una] organización multidisciplinar e internacional con el foco puesto en la teoría e investigación relativa a la adultez emergente, la cual incluye el rango de edad aproximado entre los 18 y los 29 años”. Esta idea de una adolescencia extendida, de hecho, es compartida con otras disciplinas afines. Por ejemplo, en el estudio criminológico de la delincuencia juvenil, que suele tener en cuenta en sus planteamientos etiológicos el nivel de desarrollo de los individuos26, existe consenso en considerar como tal a los actos ilícitos cometidos por individuos de hasta 25 años. La curva edad-delito, una representación gráfica que sitúa en el eje de abscisas los grupos de edad y en el eje de ordenadas el nivel de delito, así lo respalda año tras año: los periodos de mayor delincuencia son la adolescencia y la adultez emergente (es decir, de los 15 a los 25 años)27, después de los cuales el nivel delictivo comienza a caer, y lo interesante es que las diversas explicaciones teóricas dadas a este fenómeno suelen atribuirlo a aspectos relacionados con el desarrollo psicoafectivo (ej., impulsividad, configuración neuronal, relaciones con los iguales o falta de autocontrol).

Todos estos datos son de relevancia para nuestro análisis porque, si bien tradicionalmente, y de forma lógica, la mayoría de edad legal coincidía con la edad a partir de la cual se consideraba adulta a una persona a nivel de desarrollo para ejercer ciertas actividades, si la evidencia apunta a que el desarrollo psicoafectivo no es pleno hasta los 25 años28, quizá sería conveniente replantear los tramos de edad de especial protección a nivel legislativo y de políticas sociales. En la actualidad en España existen diferentes edades de consentimiento, derechos o responsabilidad según los ámbitos considerados: audiencia en procesos contenciosos de separación o divorcio (12 años, art. 770.4 de Ley 1/2000, de 7 de enero, de Enjuiciamiento Civil), responsabilidad penal (14 años, Ley Orgánica 5/2000, de 12 de enero, reguladora de la responsabilidad penal de los menores), consentimiento sexual y nubilidad previa emancipación (16 años, art. 183 Código Penal), consumo de bebidas de alcohólicas, conducción de vehículos motorizados y emisión de voto29 (18 años, leyes autonómicas y Real Decreto 818/2009, de 8 de mayo, por el que se aprueba el Reglamento General de Conductores y la Ley Orgánica 5/1985, de 19 de junio, del Régimen Electoral General, respectivamente), por mencionar algunos. Quizá cabría preguntarse si los actores legislativos y sociales, a la vista de la evidencia disponible sobre datos de desarrollo psicoafectivo como los que se plantean, donde se sugiere la extensión de la adolescencia y por tanto el retraso en la plena adquisición de las capacidades cognitivas y afectivas, deberían revisar y, en todo caso, actualizar, algunas de estas edades. Para ello, convendría tomar cada una de las áreas para las que se establece un límite de edad y, en un trabajo interdisciplinar con profesionales involucrados en el estudio de los menores (ej., psicólogos, pediatras, pedagogos…), desgranar qué capacidades cognitivas y afectivas requieren cada uno de tales ámbitos, para posteriormente consultar la evidencia disponible y concluir a partir de qué edad todas esas capacidades se encuentran adquiridas. Siguiendo esta lógica, en el presente capítulo, a efectos de población menor de edad en el ámbito digital, se considerará de manera indiscriminada a las personas de entre 0 y 25 años, considerando la evidencia de su retraso madurativo en sociedades de larga esperanza de vida y alto nivel económico, como es la española. En la Tabla 1 aparecen ordenadas alfabéticamente las áreas cognitivas y afectivas30 que se consideran relacionadas con el uso de los medios digitales en esta franja de edad, y que serán sobre las que se estimen riesgos y beneficios más adelante.

Tabla 1. Áreas cognitivas y afectivas en desarrollo desde los 0 a los 25 años que pueden mediar en el empleo de medios digitales.

Áreas psicoafectivasDefinición
AprendizajeAdquisición de información, comportamientos o habilidades novedosos después de la práctica, la observación u otras experiencias, como lo demuestra el cambio en el comportamiento, el conocimiento o la función cerebral
AsertividadEstilo de comunicación adaptativo en el que las personas expresan sus sentimientos y necesidades directamente, mientras mantienen el respeto por los demás
AutocontrolCapacidad de dirigir la conducta de uno mismo y de restringir o inhibir los propios impulsos. En circunstancias en las que la ganancia a corto plazo se enfrenta a una mayor ganancia a largo plazo, el autocontrol es la capacidad de optar por el resultado a largo plazo
AutoestimaGrado en que las cualidades y características contenidas en el autoconcepto de uno mismo se perciben como positivas. Refleja la autoimagen física de una persona, la visión de sus logros y capacidades, los valores y el éxito percibido al vivir de acuerdo con ellos, así como las formas en que los demás ven y responden a esa persona
AtenciónEstado en el que los recursos cognitivos se centran en determinados aspectos del entorno más que en otros
Búsqueda de contacto con iguales y presión socialLos iguales comparten una o más características, como la edad o el estatus social. Interactúan entre sí en un nivel de igualdad y ejercen influencia en las actitudes, emociones y comportamiento de los demás. La presión social es la influencia ejercida por un grupo de pares sobre sus miembros individuales para encajar o ajustarse a las normas y expectativas del grupo
Búsqueda de sensaciones y toma de riesgosTendencia a buscar y participar en actividades emocionantes como un método para aumentar la estimulación y la excitación. Patrón de comportamiento consistente en involucrarse innecesariamente en actividades o conductas que son peligrosas o altamente sujetas al azar
CreatividadCapacidad para producir o desarrollar trabajos, teorías, técnicas o pensamientos originales
Empatía y Teoría de la menteComprender que los demás tienen intenciones, deseos, creencias, percepciones y emociones diferentes a las propias y que tales intenciones, deseos, etc., afectan las acciones y comportamientos de las personas. Comprender a una persona desde su marco de referencia en lugar del propio
Gestión emocionalEstrategia de manejo del estrés en la que una persona se centra en regular sus reacciones emocionales negativas a un factor estresante. El individuo intenta controlar los sentimientos utilizando una variedad de herramientas cognitivas y conductuales (ej., meditación, reencuadre positivo, autoculparse, búsqueda de apoyo, aislamiento social)
IdentidadSentido de sí mismo del individuo definido por (a) un conjunto de características físicas, psicológicas e interpersonales que no se comparten por completo con ninguna otra persona y (b) una variedad de afiliaciones y roles sociales. La identidad implica un sentido de continuidad, o la sensación de que uno es la misma persona hoy que ayer o el año pasado (a pesar de los cambios físicos o de otro tipo)
Impulso sexualEstado de excitación que precipita el deseo de gratificación sexual y, por lo general, de reproducción sexual
Pensamiento críticoForma de pensamiento dirigido y centrado en problemas en el que el individuo prueba ideas o posibles soluciones para errores o inconvenientes. Es esencial para actividades como examinar la validez de una hipótesis o interpretar el significado de los resultados de la investigación
Reflexividad-impulsividadDimensión del estilo cognitivo basada en la observación de que algunas personas abordan las tareas de manera impulsiva, prefiriendo actuar de inmediato sobre sus primeros pensamientos o impresiones, mientras que otras son más reflexivas, prefiriendo considerar una gama de alternativas antes de actuar.
ResilienciaProceso y resultado de adaptarse con éxito a las experiencias de la vida difíciles o desafiantes, especialmente a través de la flexibilidad mental, emocional y conductual y el ajuste a las demandas externas e internas
ToleranciaAceptación de otros cuyas acciones, creencias, capacidades físicas, religión, costumbres, etnia, nacionalidad, etc., difieren de las propias
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