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La verdadera historia de los cátaros, Anne Brenon
ОглавлениеAntes de emprender la lectura de este libro, había leído varios estudios de especialistas que no acabaron de aclararme puntos oscuros del catarismo. Con ello, no quiero significar que los esfuerzos de autores como Fernando Neil hayan sido baldíos. Llegar a mis manos este libro ejemplar ha sido ingresar plenamente en el misterio cátaro. He de confesar que tenía un tanto descorrido el velo de dicho misterio, pero cuántos eran los matices ignorados. Ahora sé que los buenos hombres no fueron dualistas a secas, sino dualistas y cristianos, hasta el punto de que estimaban posible y plausible una lectura dualista del Nuevo Testamento. A mí jamás me asombró tal posibilidad, porque la vi expresa poéticamente en Blake, sobre todo en su Evangelio eterno.
Siempre pensé (y no iba desencaminado) que en una concepción como la cátara, que tacha de malo, totalmente malo, al mundo y a su Creador, no cabe redención alguna, y menos esperanza milenarista. Este libro me confirma que la Iglesia cátara no tenía vocación de predicar la esperanza en una justicia terrenal.
Respecto al juicio que les merecían los diferentes libros que componen las escrituras, los cátaros fueron bastante consecuentes. Condenaban el Génesis, las crónicas y la mayoría de los Profetas. Reconocían un indiscutible interés al Éxodo y aceptaban el contenido de «angst»[5] (angustia) de los Salmos y el nihilismo del Eclesiastés. No negaron jamás la importancia del Éxodo, un libro que siempre estimé tan mágico como Números. Los Evangelios merecieron siempre su respeto y nunca desmerecieron, en su conciencia crítica, el Apocalipsis y las epístolas paulinas. En cambio, a las fiestas fundamentales (Pascua, Navidad o Pentecostés) no les daban una importancia tan concreta como la concedida por la cristiandad.