Читать книгу El aire de los libros - Cristóbal Serra - Страница 22

Vers un nouveau prophétisme, Raymond Abellio

Оглавление

Ensayo sobre el papel político de lo sacro y la situación de Lucifer en el mundo moderno

Este es un libro que pretende esclarecer, como reza el subtítulo, lo sacro, lo profético y lo luciferino. Tarea ímproba, según nuestro juicio, en la que se empeñó el autor de La fosa de Babel y de este ensayo revelador. A este mismo empeño se entregó Juan Larrea en sus múltiples escritos, que descomponían a Pablo Neruda según se lee en su «Oda a Juan Tarrea». El apellido Tarrea es un ludibrio, porque alude a que Larrea compró una rica colección de cerámica peruana, que donó a España en plena guerra civil. Precisamente, Larrea, refiriéndose al energumenismo profético de Unamuno, lo justifica con estas palabras: «¿No será porque hay un nuevo mundo que crear, porque hay una nueva luz de conciencia a que amanecer, una supervisión inminente de que disfrutar…?».

Espoleado por esas quimeras, Abellio, espíritu menos apasionado que Papini y que Larrea, lleva a término atrevidas búsquedas, y trata de conciliar lo que quizá el italiano y el vasco no conciliaron. En este estudio, Abellio no puede figurar como escritor ortodoxo, pues choca su concepto de profeta con el que haya podido mantener la Iglesia a lo largo de su historia, tan influyente en el mundo. Si bien no se muestra muy apartado de la teología católica al oponer a la evolución la involución, caída hacia el interior, afirmo que no abunda con la Iglesia ante el fenómeno profético, por cuanto dice: «Una vez constituida la Iglesia con una administración compleja, tiende a considerar a los profetas como un fermento de anarquía».

Dejándonos de diferencias de este orden, lo cierto es que Abellio aclara como pocos quién es Lucifer y qué es lo propiamente luciferino. Caracteriza a Lucifer por su condición paródica y simiesca. Es el que lleva la luz (se sobreentiende: en los bajos fondos) mientras que Dios dice: «Yo soy la Luz». Su vocación es habitar sobre la circunferencia terminal del cono que cree fija, definitiva, y dar vueltas en dicho círculo, de un modo desenfrenado, multiplicando las experiencias más contradictorias. Lo curioso de este símil es que permite a Abellio colocar a las masas telúricas o emocionales descendientes del cristianismo y del marxismo vulgares junto a los luciferianos.

Esta idea cuadra con esta apreciación profética, inadmisible para la Roma pontificia: «Perennidad post-diluviana de la Iglesia de Roma, cuando no será Roma, limpia de toda suerte de embelecos y lunares rajásicos» («rajásico» es término del Gita que equivale a activo, entregado a la acción). El Bhagavad-Gita ha repartido los hombres según sus tres grandes tendencias primordiales, sin tener en cuenta tendencias intermedias, que cuentan menos en la economía del mundo. Estas tres tendencias son las tres gunas de este Bhagavad-Gita hindú, que solo por este acierto merece ser leído. Según esta terminología cómoda, los hombres son tamas (ignorantes o inertes), rajas (activos), sattvas (iluminados). Los rajásicos son los creadores, los grandes impulsores, a quienes una definición vulgar de la libertad considera como muy «libres». Los luciferianos son rajásicos, son los que más cerca pueden estar de los iluminados sattvas, pero, como estos, cuando son inferiores, poseen pleno conocimiento intelectual, aunque no trascendido. Son los atisbos de Abellio los que me han llevado a subrayar palabras, para mí, liberadoras. Helas aquí. Luciferinos: cerebrales y disociadores. Lucifer es una emanación de Dios. El profetismo es la más profunda noche. El Hijo del Hombre ha de venir a poner patas arriba el sentido del ciclo. Es preciso para ello que primero lo detenga, que le dé fijeza. En Estados Unidos se encuentra la guarida inexpugnable del cristianismo vulgar. Marxismo, puro intelectualismo racionalista. Los marxistas de la masa, racionalistas vulgares. Los guerreros, todos ellos telúricos. Partidos guerreros: el comunista, el nacional, el fascista. Apocalipsis: final de un ciclo de manifestación.

El aire de los libros

Подняться наверх