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La gravedad, esa gran olvidada

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Ya hemos hablado del potencial de los músculos a la hora de contraerse y de acercar ambos extremos, y hemos visto los diferentes tipos de contracciones. Sin embargo, también debemos tener en cuenta la gravedad. En cierta forma, la función de la gravedad en todo esto es tan obvia que a veces se nos olvida. Piensa en ello. Si levantamos una extremidad, pesa por culpa de la gravedad. Si soltamos los músculos que hemos usado para levantar esa extremidad, volverá a su sitio. ¿Por qué? Por la gravedad. Simple, ¿no? Sí. Pero las cosas se complican cuando empezamos a tener en cuenta otros movimientos.

Para empezar, volvamos a nuestro ejemplo de Laghu Vajrasana (consulta la figura 1.7). Cuando empiezo a echar la cabeza hacia atrás en dirección al suelo, estoy utilizando una contracción excéntrica de los cuádriceps para bajar. Los músculos de los muslos deben trabajar para resistirse a la gravedad. Dicho de otra forma, la distancia entre la tibia y la pelvis se alarga a medida que la rodilla se dobla y me muevo hacia el suelo. Cuando estoy en la postura, mantengo la contracción isométrica de estos tejidos: los músculos están trabajando para resistirse a la atracción de la gravedad. Cuando vuelvo a incorporarme, el músculo se contrae y la distancia entre los extremos de los músculos se acorta. A esto lo llamamos contracción concéntrica. Una vez más, la gravedad es la fuerza contra la que están trabajando dichos músculos.

Nuestra primera reflexión sobre Laghu Vajrasana nos ofreció un buen ejemplo de músculo que trabaja de tal forma que lo que tradicionalmente se cree que es el origen se mueve respecto a la inserción. Ahora ya hemos fijado la idea de contracción concéntrica, excéntrica e isométrica, más la fuerza de la gravedad. Hagamos lo mismo con otra postura para que quede más claro.

Un ejemplo simple pero eficaz (y que ahora ya conoce todo el mundo) es la pinza de pie, Uttanasana. Cuando me inclino para tocarme los dedos de los pies, los músculos se contraen para resistirse a la gravedad y al peso de la parte superior del cuerpo. Si estos músculos no se contrajeran, simplemente se aceleraría la inclinación hacia delante como si me desplomara porque los músculos no se resistirían a la velocidad.

El nombre anatómico para esta inclinación hacia delante es flexión en la articulación de la cadera. ¿Significa eso que los flexores de la cadera son los responsables de la inclinación hacia delante? No. Los responsables de este movimiento son la gravedad y el peso de la parte superior del cuerpo. Cuando me inclino poco a poco, los músculos de la parte trasera del cuerpo, sobre todo los isquiotibiales, se activan y alargan contra el peso y la gravedad para poder bajar con control. Así que, técnicamente, los extensores de la cadera (es decir, los isquiotibiales) son los responsables de controlar el movimiento de inclinación hacia delante (flexión). Una vez que estoy en la postura, puedo utilizar los flexores de la cadera para profundizarla, pero la transición, de hecho, la controlan lo que los anatomistas considerarían los músculos opuestos. Quiero reiterar que eso se debe a la gravedad.

Al volver a la posición inicial erguido, estos mismos músculos (los isquiotibiales) se contraen y acortan. Quizá recuerdes que los isquiotibiales van desde el isquion (tuberosidad isquiática) hasta algo por debajo de la rodilla, en la tibia. Su principal función en la articulación de la cadera es extenderla. Cuando lo hacen estando inclinado hacia delante, trabajan para erguirte. Este es un ejemplo de contracción concéntrica de los isquiotibiales. Se trata de una contracción que te levanta en contra de la fuerza de la gravedad. También es un buen ejemplo de extremo, tradicionalmente considerado como origen, que se convierte en inserción.

Una vez más, esta acción parece contraria a lo que normalmente aprenderíamos como acción de los isquiotibiales. ¿Por qué? Por lo general se nos dice que la tuberosidad isquiática es el origen y que la zona por debajo de la rodilla es la inserción. Por consiguiente, el fémur es el hueso que se mueve y no la pelvis. En el caso de la inclinación hacia delante, la pelvis rota en torno a la cabeza del fémur (en la enartrosis). Por lo tanto, cuando se activan los isquiotibiales, la pelvis vuelve a subir y a rotar en torno a la cabeza del fémur. Como resultado, la parte superior del cuerpo vuelve a erguirse.

Esto es algo interesante que seguramente no aprenderías en un libro de anatomía típico porque, en vez de con un cuerpo estático en posición anatómica, estamos trabajando con un cuerpo dinámico en movimiento. Es poco probable que te lo expliquen así, si es que lo hacen. Para los que practicamos yoga, este pequeño concepto es realmente importante. Sobre la esterilla, rara vez nos movemos a o desde posición anatómica. A veces estamos boca abajo, sobre el costado o en una combinación de ambos, y nuestra posición puede cambiar qué músculos usamos para movernos.

Anatomía funcional del Yoga

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