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LOS ARCOS DE LOS PIES

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La mayoría estamos familiarizados con el arco que tenemos en la parte medial o interior del pie, llamado arco longitudinal medial (LM) o simplemente arco medial. Sin embargo, en realidad hay tres arcos. Hay un segundo arco en el lateral o exterior del pie, llamado arco longitudinal lateral (LL), y un tercero llamado arco transverso (AT), que cruza el extremo distal de los cinco metatarsianos (base de los dedos).


Figura 2.5: El arco medial del pie.

Aunque el segundo y el tercer arco mencionados no son tan obvios ni críticos como el arco medial, juntos crean una calidad sinérgica importante para el pie y su capacidad para soportarnos donde conectamos con la tierra. Echémosles un vistazo más de cerca para intentar comprender qué mantiene su forma y salud.

Si tuviéramos que unir los puntos para crear estos arcos, veríamos tres: uno en el talón (calcáneo), otro en la base del dedo gordo (extremo o cabeza distal del primer metatarsiano) y el tercero en la base del dedo meñique (extremo o cabeza distal del quinto metatarsiano). Este triángulo delinea los tres arcos: medial, lateral y transverso.


Figura 2.6: Delineación de los tres arcos del pie.

Los arcos no funcionan de forma individualizada ni permanecen estáticos en las líneas que usamos para delinearlos. Los arcos medial y lateral están conectados entre sí, ya que ambos juntos abarcan toda la longitud del pie como una serie de arcos paralelos. Dicho de otra forma, forman un arco continuo a lo largo del pie. De igual forma, el arco transverso es, en realidad, una serie de arcos paralelos que van desde la parte trasera del pie a la parte delantera (consulta la figura 2.7). Se trata de una estructura realmente sofisticada y no debería sorprendernos. Durante miles de años, los arcos han sido una forma muy fuerte y poderosa de construir estructuras. Imaginémonos, por ejemplo, el acueducto de Segovia. Esta serie de arcos, que transportaba agua por toda la ciudad a finales del siglo I, mide más de 915 metros y es una prueba viviente de lo fuertes que son los arcos.

Figura 2.7: La estructura del pie, como la de un arco, es tridimensional.


Figura 2.8: Testimonio de la fortaleza de los arcos en forma del Coliseo de Roma.

Además de los arcos, existe otra forma arquitectónica poderosa pero simple que se puede encontrar en el pie: un punto en la parte superior del astrágalo en el que se unen tibia y pie. El peso también pasa por aquí, desde la tibia por el astrágalo hasta entrar en el pie. Así que ahora tenemos un elemento tridimensional con una pirámide de tres lados.


Figura 2.9: El pie es como un arco y distribuye el peso de forma parecida a una pirámide.

Cuando pienso en una pirámide, me imagino las pirámides de Egipto, que llevan ahí desde el 3200 a. C. Jamás he oído que una de estas pirámides de cuatro lados se haya derrumbado. Así que, ¿podemos convertir nuestro pie en algo con forma parecida? Por supuesto que sí. Solo hay que poner dos puntos en el talón en vez de uno. ¿Alguna vez has oído a un profesor de yoga hablar de los talones interior y exterior? No quiero alejarme demasiado de lo que existe desde el punto de vista anatómico, pero no es difícil imaginar una pirámide de cuatro lados. El caso es que la fuerza y resiliencia que podemos ver en las pirámides también existen en el pie. Por supuesto, el pie es mucho más dinámico, ya que tiene que cambiar de forma según lo vayamos usando. Cuando andamos, prácticamente todo el peso pasa por ambos pies, y si corremos, es posible que pase por uno solo más de tres veces el peso de nuestro cuerpo.

Cada vez que das un paso o echas el peso en un solo pie, se reparte en tres direcciones a lo largo de las tres líneas básicas que ya hemos visto. Se alarga en el arco medial y lateral, y se ensancha en el arco transverso. A medida que el peso baja por la tibia hacia el pie, aproximadamente la mitad del peso se concentra en el talón y la otra mitad en el antepié. La movilidad y adaptabilidad de los 26 huesos y las 32 articulaciones del pie permiten que cambie de forma y se adapte a la superficie que tiene debajo.


Figura 2.10: Gracias a los talones interior y exterior, ahora tenemos una pirámide de cuatro lados.

Anatomía funcional del Yoga

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