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SALMO 5

SALMO DE LA MAÑANA

Título: «Al músico principal; sobre Nehilot. Salmo de David». La palabra hebrea הַנְּחִיל֗וֹת hannəḥîlōwṯ proviene de נְחִילוֹת nechilah y de la raíz חָלִיל chalil que significa “perforar” o “abrirse paso a través de” dando a entender “un tubo perforado” o flauta; lo que nos lleva a concluir que este salmo fue ideado probablemente para ser cantado con acompañamiento de instrumentos de viento tales como el cuerno, la trompeta, corneta o flauta. Sin embargo, es conveniente señalar que carecemos de toda certeza con respecto a la correcta interpretación de estos antiquísimos títulos de los salmos, y que la Septuaginta1 lo traduce como: “para aquel que obtiene la heredad”,2 y Aben Ezra3 estima que se trata de una referencia a alguna vieja y conocida melodía con la que este salmo debía cantarse.4 Sin embargo, los mejores exégetas y eruditos reconocen que la interpretación estricta del título de este salmo sigue siendo oscura. Lo cual no es de lamentar, ya que nos proporciona evidencia interna de la notable antigüedad del Salterio. A lo largo de los cuatro primeros salmos hemos podido comprobar que el tema es un tenaz contraste entre la posición, carácter y perspectivas de los justos y de los impíos. Y el Salmo 5 sigue la misma línea.5 El salmista lleva a cabo una comparación entre él mismo, hecho justo por la gracia de Dios, y los malvados que se le oponen.6 Y la mente piadosa ve en ello una hermosa representación del Señor Jesús, de quien se dice en los días de su carne ofreció “ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte”.7

C. H. SPURGEON

Estructura: Este Salmo debe dividirse en dos partes: del versículo uno al séptimo (5:1-7), y del ocho al doce (5:8-12). En la primera parte David implora con vehemencia al Señor que preste oído a su oración; y en la segunda vuelve sobre lo mismo.8

C. H. SPURGEON

Versión poética:

VERBA MEA AURIBUS PERCIPE DOMINE

¡O Señor justo, escucha mis palabras

escucha el ruego que hacia ti dirijo;

oye mis encendidas oraciones,

pues eres Rey del mundo, y el Dios mío.

A ti, Señor, acudiré confiado

en todos mis temores y peligros,

y tú también escucharás temprano,

el triste son de mis humildes gritos.

Y vosotros, oh míseros mortales,

que tenéis corazón empedernido,

¡hasta cuándo dejáis a las pasiones

la fuerza de su bárbaro dominio!

Todos los días luego que amanezca,

postrado ante tus pies, y sometido

invocaré con ruegos fervorosos

de tu misericordia los auxilios.

Te invocaré con labios inocentes,

porque aunque eres un Dios dulce y benigno

también eres Dios santo, y aborreces

a toda iniquidad, todo delito.

Tú no puedes sufrir que los malvados

estén nunca a tu lado, ni contigo,

ni consientes que puedan presentarse

ante tus ojos, porque no son dignos.

Sí, mi Dios, tú aborreces a los malos,

tú miras con horror a los inicuos,

y los falsos e injustos calumniantes

no podrán escapar de tus castigos.

Tú abominas al hombre artificioso,

y al que vierte la sangre vengativo;

pero yo que te adoro confiado

de tu misericordia en los auxilios,

entraré de tu casa en lo sagrado,

y de amor y respeto revestido

te adoraré en tu templo soberano,

y gozaré de tu favor propicio.

Guía, Señor, mis pasos porque siempre

siga de tu justicia los caminos,

y que viendo mi culto reverente

se llenen de rubor mis enemigos.

Porque en sus labios la verdad no habita,

y con sus corazones pervertidos

solo piensan en gustos depravados,

y en maquinar odiosos artificios.

Sus bocas son como sepulcro abierto,

cuyo interior hediondo y corrompido

solo exhala vapores pestilentes,

que inficionan a todos los sentidos.

Sus lenguas como espadas afiladas,

atroces despedazan con sus filos,

júzgalos pues Señor, que ya es el tiempo,

juzga presto a esos pérfidos malignos.

Haz que se desvanezcan sus intentos,

que se malogren todos sus designios,

y pues tan insolentes te irritaron,

haz que paguen tan bárbaro delito.

Y haz que se alegren todos los felices,

que de ti confiados te han servido,

pues tú Dios justo habitarás con ellos,

y ellos habitarán siempre contigo.

Ellos se gloriarán de haberte amado

de haber fiado en tu poder divino,

pues saben que derramas bendiciones

en los que en ti confían sometidos.

Señor, tu alta bondad es el escudo

con que nos libras de los enemigos,

pues en ella se rompen, o se embotan

de su malignidad todos los tiros.

DEL “SALTERIO POÉTICO ESPAÑOL”, SIGLO XVIII

Vers. 1. Escucha, oh Jehová, mis palabras; considera mi gemir. [Escucha, oh Jehová, mis palabras; considera mi lamento. RVR] [Escucha mis palabras, oh Señor; considera mi lamento. LBLA] [Escucha, oh YHVH, mis palabras, considera mi susurro. BTX] [Atiende, Señor, a mis palabras; toma en cuenta mis gemidos. NVI] [Señor, escucha mis palabras, atiende mi queja. BLP] [Oh Señor, óyeme cuando oro; presta atención a mi gemido. NTV]

Escucha, oh Jehová, mis palabras; toma en cuenta mis gemidos. Hay dos tipos de oraciones: las que expresamos con palabras, y las que albergamos en nuestro interior en forma de meditaciones silenciosas no expresadas. Las palabras no son lo esencial, sino tan solo la cobertura, la vestimenta de la oración.9 Moisés clamó a Dios frente al Mar Rojo pese a no pronunciar una sola palabra.10 Aunque, sin duda, el uso del lenguaje evita que la mente se distraiga, da soporte al potencial del alma, y anima a la devoción. En este versículo vemos que David echa mano de ambas modalidades de oración: la una pide a Dios que lo “escuche”, y la otra que lo “considere”.

Considera mi meditación,11 ¡qué frase tan expresiva! Si he pedido lo justo y correcto: concédemelo; y si he fallado omitiendo pedir aquello que más necesitaba y me convenía, llena tú ese vacío en mi oración: considera mi meditación. ¡Que tu santidad perfecta considere mi súplica como presentada a través de los méritos gloriosos de mi Mediador, digno de toda alabanza; que tu sabiduría infinita la sospese después en la balanza de su equidad perfecta, juzgue mi sinceridad valorando el estado de necesidad en que me encuentro; y me responda a su debido tiempo en el amor tu misericordia! Aún cuando no haya palabras puede haber intercesión prevalente; y ¡ay! puede haber también en la multitud de palabras una ausencia de súplica veraz.12 Cultivemos el espíritu de oración, que está por encima y es mejor aún que el hábito de la oración. Ya que puede darse el caso de mucha oración pero carente de sinceridad y con poca devoción.13 Debemos comenzar a orar antes de arrodillarnos, y no cesar después de levantarnos.

C.H. SPURGEON

Escucha, oh Jehová, mis palabras; considera mi meditación.14 Buena parte de los seres humanos no hacen sino balbucear oraciones vanas, lánguidas e ineficaces, indignas de los oídos del Dios bendito; por lo que nada tiene de extraño que las pronuncien con desgana, sin la menor esperanza en el éxito de las mismas, y sin prestarles la debida atención ni la diligencia que merecen, más allá de simples palabras lanzadas al viento, que es en realidad lo que son. Nada más lejos del proceder del hombre sabio y piadoso, que jamás actúa imprudentemente ni procede con frialdad o nadería en un tema tan serio como el de la oración.15 Sus plegarias tienen siempre un propósito concreto, en el que se concentra con deseos asiduos y repetidos. Y no tan solo ora pidiendo la gracia de poder orar con sinceridad para obtener respuesta, sino que cree firmemente que la obtendrá, lo que le lleva a doblar su entusiasmo y a poner mayor firmeza y constancia en sus peticiones, a fin de engañarse a sí mismo con una esperanza hueca.

ROBERT LEIGHTON [1611-1684]

Arzobispo de Glasgow

“Meditations Critical and Practical on Psalm IV Psalm XXXII and Psalm CXXX”, 1825

“Mi meditación”. La idea de “meditación” es la correcta, ya que prepara debidamente el alma para la súplica; la llena con el licor del espíritu, haciendo que la oración fluya en la mente y a continuación se desborde en palabras. David reflexiona en primer lugar, y después pone la lengua en movimiento: “Ardía mi corazón dentro de mí; mientras meditaba, se encendió el fuego; entonces dije con mi lengua: Señor, hazme saber mi fin, y cuál es la medida de mis días”.16 Y para dejarnos claro que había sido la meditación la madre legítima que había dado a luz y criado su oración, nos proporciona el nombre y los apellidos completos de la criatura: “Escucha, oh Jehová, mis palabras; considera mi meditación”. La meditación es como llenar un recipiente, y la oración es vaciarlo. “Y por la tarde Isaac salió a meditar al campo; y alzó los ojos”.17 La Septuaginta,18 la Biblia de Ginebra,19 y Tremelio,20 en sus notas marginales indican “salió a orar” en tanto que palabra hebrea לָשׂ֥וּחַ lāśūaḥ de שׂ֫וּחַ suach, puede entenderse indistintamente como “orar” y “meditar”; lo que nos indica que en la terminología bíblica son palabras muy afines, parte de un mismo concepto, cual gemelos salidos de un mismo embrión. La meditación es el mejor comienzo para la oración, y la oración es la mejor conclusión de la meditación. Cuando el cristiano, como Daniel,21 abre primero de par en par las ventanas de su alma a la contemplación, consideración y reflexión, es cuando puede arrodillarse y proceder a la oración.

GEORGE SWINNOCK [1627-1673]

“The Christian Man’s Calling”, 1665

Vers. 1-2. Escucha, Señor, mis palabras; considera mi gemir (…) porque a ti elevo mi oración. Es importante observar aquí el orden y la fuerza de las expresiones del salmista. Por un lado tenemos: “mis palabras”, “mis gemidos” y “mi oración”; por el otro: “escucha”, “considera” y “atiende”.22 Todas estas expresiones evidencian la urgencia y la energía de los sentimientos y peticiones de David. En primer lugar, tenemos el “escucha”, es decir, óyeme. Pero de poco sirve ser escuchado si nuestras palabras, nuestro “gemido” (o rugido como dice más literalmente el hebreo), y nuestra “oración”, no son “tomados en consideración”. En pocas palabras, el salmista viene a decir: me dirijo a ti con profunda ansiedad y preocupación, pero no soy capaz de expresarme como quisiera y, en consecuencia, no estoy seguro de hacerme entender como desearía. Por tanto, trata tú de captar en mis sentimientos aquello que no soy capaz de expresarte con palabras. Y por ello agrego a mis “palabras” mi “gemido”, a fin de que puedas extraer de él todo aquello que no soy capaz de decirte con vocablos, esperando así que mi “llanto” facilite tu comprensión y consideración. Y una vez lo hayas considerado, oh Señor, “atiende mi oración”, no dejes de dar respuesta a lo que de mí has escuchado y considerado. No hay razón alguna para concluir de la manera de expresarse del salmista, que en el caso de Dios las acciones de escuchar, entender y atender sean funciones distintas, como es el caso en nosotros los seres humanos; pero sí que nuestros sentimientos hacia Dios han de presentar esta diferenciación progresiva. Es decir, en primer lugar el deseo de ser escuchados; a continuación y una vez nuestras oraciones han sido escuchadas, que sean consideradas; y finalmente, una vez consideradas, que no sean desechadas, sino atendidas.

MARTÍN LUTERO [1536-1546]

Vers. 2. Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, porque a ti oraré [Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, porque a ti oraré. RVR] [Está atento a la voz de mi clamor, Rey mío y Dios mío, porque es a ti a quien oro. LBLA] [Atiende a la voz de mi clamor, Rey mío y Elohim mío, porque a Ti oraré. BTX] [Escucha mis súplicas, rey mío y Dios mío, porque a ti elevo mi plegaria. NVI] [Rey mío, Dios mío, oye mi grito de socorro, que a ti dirijo mi ruego. BLP] [Escucha mi grito de auxilio, mi Rey y mi Dios, porque solo a ti dirijo mi oración. NTV]

La voz de mi clamor. En otro salmo encontramos la expresión: “La voz de mi llanto”.23 El llanto tiene voz propia: un quejido lastimero en tono estridente, capaz de perforar los oídos y llegar hasta el corazón de Dios; y el clamor tiene también su voz: una elocuencia inaudible que, brotando de lo más hondo de nuestro corazón, es capaz de partir el alma y alcanzar al corazón de Dios. ¡Ay, hermanos y hermanas! A menudo se nos hace inviable expresar nuestras oraciones con palabras, y no somos capaces de exhalar más que un clamor, un suspiro: pero el Señor escucha ese suspiro y entiende toda la profundidad de su significado. Para un Padre amoroso el clamor de sus hijos suena a música, y ejerce en su corazón una influencia prodigiosa irresistible.

Rey mío y Dios mío. Prestemos a estos dos pronombres personales: “Rey mío y Dios mío” la debida atención que merecen, puesto que son la médula espinal de su plegaria, la esencia ósea de su petición.24 Constituyen el argumento fundamental del por qué Dios debe responder a nuestras oraciones: porque es nuestro Rey y nuestro Dios. No le somos pueblo extraño: es Rey en nuestra patria, y es habitual que los reyes escuchen y atiendas las apelaciones de su pueblo. No le somos ajenos, somos sus adoradores y él es nuestro Dios: nuestro por Pacto, por promesa, por juramento, y por sangre.

Porque a ti oraré. David expresa aquí su firme compromiso de buscar a Dios y únicamente a Dios. Dios ha de ser la meta prioritaria de nuestros anhelos, el único objetivo de nuestro culto, el recurso exclusivo de nuestra alma en tiempos de necesidad. Dejemos a un lado las cisternas rotas de los impíos,25 y bebamos únicamente de la fuente divina de agua de vida.26

A ti oraré. El salmista toma una resolución firme: mientras le quede un aliento de vida no cesará de orar a Dios. Jamás dejará de suplicar, aunque no haya respuesta.

C.H. SPURGEON

Vers. 3. Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de ti, y esperaré. [Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de ti, y esperaré. RVR] [Oh Señor, de mañana oirás mi voz; de mañana presentaré mi oración a ti, y con ansias esperaré. LBLA] [Oh YHVH, oirás mi voz de mañana, de mañana la presentaré ante Ti, y ansiosamente esperaré. BTX] [Por la mañana, Señor, escuchas mi clamor; por la mañana te presento mis ruegos, y quedo a la espera de tu respuesta. NVI] [Señor, por la mañana escuchas mi súplica; de madrugada ante ti la presento y me quedo esperando. BLP] [Señor, escucha mi voz por la mañana; cada mañana llevo a ti mis peticiones y quedo a la espera. NTV]

Oirás mi voz. Fijémonos en que esto no es tanto una oración como una resolución. No voy a quedar mudo, no voy permanecer silente, no voy a contener mi discurso: voy a clamar a ti, porque el fuego que hay en mi interior me empuja a orar. Antes morir que vivir sin oración. Ningún hijo de Dios está poseído por un demonio mudo.27

De mañana.28 Es la hora más adecuada para intimar con Dios. Una hora en la mañana vale por dos del atardecer. Dejemos que la gracia descienda sobre el alma cuando el rocío está todavía fresco sobre la hierba. Consagremos a Dios el amanecer de nuestros días y la mañana de nuestras vidas. La oración ha de ser la llave que abra cada uno de nuestros días y cierre nuestros párpados cada noche.29 La devoción debe ser a la vez lucero del alba y astro del atardecer.30

Dirigiré mi oración a ti.31 Si nos limitamos a lo que dice nuestra versión inglesa, la mejor explicación a esta frase la hallamos en la figura de un arquero: Pondré mi oración sobre el arco, apuntaré al cielo, y una vez la haya disparado cual flecha me concentraré en mirar arriba para ver hacia dónde ha ido. Pero en el hebreo אֶֽעֱרָךְ־לְ֝ךָ֗ ’e‘ĕrāḵ-ləḵā, de עָרַך arak, “desplegar, presentar”, tiene un significado todavía más profundo: “presentaré mi oración”. Se trata la misma palabra hebrea que se utiliza para definir la disposición sobre el altar de la leña para el fuego y las piezas de la víctima para el sacrificio;32 y se utiliza también para la disposición de los panes de la proposición sobre la mesa.33 Significa simplemente esto: “Presento ante ti mi ruego”. Es decir, lo depositaré sobre el altar por la mañana, al igual que el sacerdote deposita el sacrificio de la mañana.34 Dispondré mi oración; o, como el viejo maestro John Trapp35 lo expresa: «Pondré en orden mis oraciones». Esto es, voy a organizarlas, a desarrollar todo su potencial y situar cada una en su marco adecuado, a fin de que pueda orar con todas mis fuerzas y de manera aceptable.

Y miraré hacia arriba.36 O como mejor corresponde traducir el texto hebreo “Quedaré a la espera”. Aguardaré la respuesta. Después de haber orado, esperaré a que llegue la bendición. El salmista utiliza aquí un verbo hebreo: וַאֲצַפֶּֽה wa’ăṣappeh de צָפָה tsaphah que utiliza también en otro pasaje donde nos habla de los que aguardan la mañana.37 Así dice que estará expectante y vigilante de la respuesta, ¡Sí, Señor, desplegaré mi oración cual víctima sobre el altar, alzaré la mirada hacia arriba, y aguardaré la respuesta: fuego del cielo que consuma el sacrificio! La última parte de este versículo da pie a dos preguntas. ¿No será que nos perdemos buena parte de la dulzura y eficacia de la oración, debido a la ausencia de una cuidadosa meditación previa, y de una posterior expectativa esperanzadora? Con frecuencia nos apresuramos en exceso a la hora de acudir a la presencia de Dios, de forma poco premeditada y carentes de humildad. Nos comportamos como aquellos súbditos que se presentan ante su rey sin haber elaborado previamente su petición. ¿Y nos extrañamos de que tan a menudo nos quedemos sin respuesta? Deberíamos tener mucho más cuidado en mantener el flujo de la meditación manando constantemente, ya que es el agua que impulsa y hace girar el molino de la oración. Es de necios levantar las compuertas de un arroyo seco y esperar que los engranajes comiencen a moverse. Orar sin el debido fervor es pretender cazar con un perro muerto; orar sin la debida preparación es practicar la cetrería con un halcón ciego. La oración es obra del Espíritu Santo, pero la lleva a cabo con medios concretos. Dios creó al hombre, pero utilizó como material para formarlo el polvo de la tierra; el Espíritu Santo es el autor de toda oración, pero utiliza los pensamientos del alma ferviente a modo de oro con el que revestir y adornar su recipiente. No permitamos que nuestras oraciones y alabanzas sean simples destellos puntuales de emoción ardiente y precipitada, sino la llama constante de un fuego bien encendido y bien abastecido.

Pero además, ¿no será también que fallamos a la hora de esperar el resultado de nuestras peticiones? Hacemos como el avestruz, que pone sus huevos y los abandona, olvidándose de sus crías. Sembramos la semilla y luego somos demasiado indolentes como para recoger la cosecha. ¿Cómo podemos esperar que el Señor abra las ventanas de su gracia y derrame sobre nosotros su bendición, si no somos capaces de abrir las ventanas de nuestra expectativa y mirar hacia arriba en busca del favor prometido? Dejemos que la meditación santa y piadosa junte sus manos con una expectativa ilusionada y paciente, y comprobaremos como la respuesta a nuestras oraciones aumenta sustancialmente.

C.H. SPURGEON

De mañana oirás mi voz.

Justo cuando abras tus ojos a la luz del día,

dale a tu alma licencia para hacer lo mismo;

pues el cuerpo no hace más que preceder al alma,

y es también deber del espíritu abrir el corazón ante su Dios.

Despliégate ante tu Creador cual hacen las flores ante la luz del sol,

dedícale a él tus primeros pensamientos; y después,

mantente aferrado a él durante el día, hasta el anochecer,

cuando vuelvas a cerrar de nuevo los parpados y tu alma repose.

Cuídate de no dormir más allá de la salida del sol;

pues la oración debe amanecer junto con el día.

El alba es la hora propicia para entablar comunión con cielo;

el maná se malograba después de la aurora,38 y el calor marchita las flores.

Levántate temprano, adelantándote al sol; y acuéstate pronto para evitar pecados;

ya que las puertas del cielo se abren cuando las de este mundo se cierran.

Observa las cosas creadas, escucha su silencio, percibe sus murmullos;

y verás que no hay manantial de agua, ni hoja verde,

que no entone su propio himno matutino.

Cada matorral y cada roble reconocen a su Creador, y le cantan.

¿Y tú no puedes cantar? ¡Oh, deja un lado tus preocupaciones y locuras!

Sigue su ejemplo y verás cómo el día se te hace más agradable y más próspero.

HENRY VAUGHN, [1621-1695]

“Silex Scintallians: sacred poems and pious ejaculations”, 1847

De mañana oirás mi voz. “Mi oración llega ante ti por la mañana” exclama Hemán ezraíta en otro salmo.39 La mañana el momento más propicio para la devoción, cuando nuestro estado de ánimo está más fresco y libre de las distracciones. ¿Qué mejor oportunidad, y más apropiada, para nuestros deberes sagrados a la que tan justamente merece el calificativo de “las alas del alba”?40

EDWARD REYNER [1600-1668]

“Rules for the Government of the Tongue”, 1656

De mañana. «Antiguamente, “en los días de nuestros padres”41 –dice al respecto el Obispo Burnet–,42 cuando alguien llamaba temprano a la puerta de su vecino solicitando hablar con el dueño de la casa, era costumbre habitual que los sirvientes contestaran: ‘El señor está orando’ con la misma libertad y franqueza con que hoy en día contestan: ‘El señor todavía no se ha levantado’».

C.H. SPURGEON

Oh Jehová, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de ti, y esperaré. O, dicho de otro modo: “pondré en orden mis palabras y monitorizaré mi oración”, esto es: me mantendré a la espera, aguardando vigilante, reiterando mi petición una y otra vez, añadiendo súplica tras súplica, hasta convertirme como Jacob en un príncipe de Dios,43 y haber ganado la batalla antes de que raye el alba. Pues aquí la metáfora se aplica por igual tanto a contender físicamente como a suplicar a Dios en oración. Más aún, en este caso el texto bíblico nos da pie a tomar el significado literalmente y sin necesidad de figuras retóricas: “Ordena tus palabras, ponte en pie” se le dice a Job.44 Ser metódico y ordenado siempre es bueno en todo, bien sea que apliquemos un método explícito o implícito. A veces lo mejor es el método implícito y hemos de cultivar ese arte hasta perfeccionarlo y dominarlo. Pues al expresarnos, de manera especial en el discurso y la predicación, el método es esencial. Ya que a pesar de que alguien ha dicho muy acertadamente (refiriéndose a ciertos oradores más preocupados por el método que por la materia) que “la homilética nunca ha convertido a nadie”,45 cuando nos dirigimos a los demás, el método y el orden en las ideas y las palabras es fundamental. Nuestros discursos no pueden ser un torrente desordenado de palabras buenas, sino un flujo progresivo de ideas y expresiones coordinadas; no un torbellino de vocablos bien sonantes, sino una brisa suave de conceptos bien dispuestos y cohesionados entre sí, o, por decirlo de otro modo, en su debido orden y concierto.

JOSEPH CARYL [1602-1673]

Me presentaré delante de ti, y esperaré. En estas palabras observamos dos cosas: (1) la postura de David con respecto a la oración; y (2) la actitud después de la oración. En primer lugar, su postura respecto a la oración: “Me presentaré delante de ti” En segundo lugar, su postura después de la oración, “y esperaré”. Cabe destacar que el salmista/profeta, hace aquí uso de dos palabras de trasfondo militar. Ante todo, no piensa limitarse solo a orar, sino que decide poner orden sus oraciones, esto es, colocarlas en formación de batalla; pues este es el sentido del verbo hebreo אֶֽעֱרָךְ־לְ֝ךָ֗ ’e‘ĕrāḵ-ləḵā de עָרַך arak.46 En segundo lugar, y una vez hecho esto, tenía intención de proceder como un centinela en su torre de vigilancia, para comprobar constantemente si su estrategia había tenido éxito o no, si por fin despuntaba el día o no; pues este es el sentido del verbo hebreo וַאֲצַפֶּֽה wa’ăṣappeh de צָפָה tsaphah.47 Una vez presentadas sus oraciones debidamente ordenadas, en formación de combate, decide otear el horizonte, mirar por todos lados hasta descubrir cuál sería la puerta que Dios le abriría, de qué punto cardinal procedería la respuesta a su oración. El que ora y ora pero no permanece vigilante oteando el horizonte para ver de dónde procederá la respuesta a sus oraciones; el que dispara hacia el cielo las flechas de sus plegarias pero jamás se preocupa de ver qué curso siguen y donde caerán; es un necio o un loco, o peor aún, muy débil en la fe o simplemente muy perverso.

THOMAS BROOKS [1608-1680]

Me presentaré delante de ti, y esperaré. David dirige su oración a Dios y aguarda mirando hacia arriba;48 no hacia abajo, al mundo y su corrupción, sino hacia arriba, a Dios, buscando lo que él tuviera a bien decirle: “Escucharé lo que dirá Dios el Señor”.49 Que esta resolución del profeta/salmista sea también la tuya: “Mas yo pondré mis ojos en el Señor, esperaré en el Dios de mi salvación; mi Dios me oirá”.50

WILLIAM GREENHILL [1591-1677]

“An Exposition of the Five First Chapters of the Prophet Ezekiel with Useful ObservationsThereupon.Delivered in Several Lectures in London”, 1649

Presentaré mi oración a ti, y con ansias esperaré. Es decir, voy a negociar, voy a poner en juego mis activos espirituales, y a esperar las ganancias; presentaré mis oraciones, y no voy a darlas por perdidas, sino que seguiré mirando hacia arriba aguardando la respuesta. Dios tiene por costumbre conducir a los seres humanos de vuelta al hogar por un sendero muy distinto al camino por el cual ellos deambulaban. El hombre cayó del favor Dios por desconfianza al poner al Creador bajo sospecha;51 Dios lo trae de vuelta a base de confianza,52 mediante pensamientos positivos sobre él. Oh, ¡cuán ricamente cargado regresará el navío que tan lejos zarpara haciendo su entrada majestuosa en puerto hogareño! ¿Acaso no esperas y anhelas su retorno?

GEORGE SWINNOCK [1627-1673]

“The Christian Man’s Calling”, 1665

Presentaré mi oración a ti, y con ansias esperaré. Tras la oración, la fe lleva a cabo una acción de soporte; proporciona al alma el apoyo necesario para aguardar la respuesta. Dice el salmista: “Levantaré mis ojos hacia arriba y esperaré”; ¿esperaré qué?, evidentemente, la contestación. Un corazón incrédulo dispara sus oraciones al azar, no se preocupa de hacia dónde se dirige su flecha o del resultado de su plegaria; la fe, en cambio, llena el alma de expectativas. El mercader que embarca una porción de su patrimonio en un navío que zarpa hacia ultramar, cuenta tan firmemente con su regreso con las correspondientes ganancias, que habla de ello con la misma seguridad que habla de la otra parte que retuvo y realmente tiene mano; así también la fe, confía tan firmemente en la respuesta positiva a las peticiones que ha mandado en oración al cielo, que habla de ellas con la misma certeza que de las misericordias recibidas anteriormente y que de hecho tiene ya a su disposición. Esta expectativa que la fe provoca en el alma inmediatamente después de la oración tiene la función de tranquilizarla durante intervalo entre el envío y el regreso. Dicho en otras palabras: la suerte del navío de la oración y su regreso a puerto con su rica carga dependen de la fortaleza de la fe. Con frecuencia la fe se levanta de la oración gritando de inmediato: Victoria. Porque produce en el alma del creyente un sentimiento tan fuerte de la realidad existencial de aquello por lo cual ha orado, que sobrepasa todo razonamiento; suficiente para que el cristiano pueda acallar con esa expectativa de la respuesta todas sus dudas presentes y pensamientos negativos. Y ello hace que prorrumpa en alabanzas por las mercedes recibidas mucho antes de haberlas recibido (…) Es debido a la falta de fe, a la carencia de levantar los ojos hacia el cielo, que tantas oraciones fracasan y se pierden. Si dudas, ¿por qué oras? Y si crees, ¿por qué no esperas? Al orar, aparentemente depositas tu confianza en Dios; al no esperar, se la estas arrebatando de nuevo. ¿Acaso no es esto tomar su nombre en vano?53 ¡Cristiano, afírmate en tus oraciones mediante una expectativa santa, basada en la promesa, de que recibirás aquello por lo cual has rogado! (…) Mardoqueo, sin lugar a dudas, había elevado numerosas oraciones por Ester; ¿y qué hizo? esperó sentado ante la puerta del rey54 aguardando lo que Dios, en su divina providencia, tuviera a bien responderle. Hagamos nosotros lo mismo.

WILLIAM GURNALL [1617-1679]

“Christian in complete armour, or, a treatise of the saints war against the Devil”, 1655

Vers. 4. Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad; el malo no habitará junto a ti. [Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad; el malo no habitará junto a ti. RVR] [Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad; el mal no mora contigo. LBLA] [Porque Tú no eres un DIOS que se complace en la impiedad, la maldad no habita contigo. BTX] [Tú no eres un Dios que se complazca en lo malo; a tu lado no tienen cabida los malvados. NVI] [No eres un Dios que desee la maldad, en ti no encuentra refugio el malvado. BLP] [Oh Dios, la maldad no te agrada; no puedes tolerar los pecados de los malvados. NTV]55

Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad; el malo no habitará junto a ti. Habiendo expresado pues de ese modo su resolución a orar, el salmista despliega su oración. Y lo primero que hace es abogar en contra de sus enemigos, crueles y despiadados, utilizando el argumento que estima como el más poderoso: Pide a Dios que los aleje en base a que también a Dios le son desagradables. «Cuando oro en contra de los que me tientan, –dice David–, estoy orando en contra de aquello que Dios mismo aborrece». ¡Señor, el mal no te complace, así que te ruego me libres de él!

De ello aprendemos una verdad solemne: el odio que un Dios justo debe sentir hacia el pecado: No se complace en la maldad. Por muy grandilocuente, pomposa, y presuntuosa que aparente ser, todo su brillo carece de encanto para Dios. Los seres humanos fácilmente se inclinan ante la villanía deslumbrados por el éxito, y se olvidan del fragor y la perversidad de la batalla ante la ostentación triunfo; pero el Señor de toda santidad no es semejante a nosotros.

El malo no habitará junto a ti. Es decir, no le darás cobijo ni compartirás con él morada, ni en la tierra, ni en el cielo. Los malos no pisarán la mansión de Dios. ¡Oh, qué insensatos somos tratando de agasajar a la vez a dos huéspedes hostiles el uno al otro, como son Cristo Jesús y el diablo! Tengamos por seguro que Cristo no habitará jamás en el salón principal de nuestro corazón, mientras sigamos con nuestros pensamientos agasajando al diablo en el sótano.

C.H. SPURGEON

Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad. Así como la persona que corta con un cuchillo sin filo es el ejecutor del corte, pero no el responsable de que este salga defectuoso y el cuchillo mellado, pues el causante de esto es el propio cuchillo; el músico que pulsa un instrumento desafinado es quien provoca el sonido pero no la discordancia, pues la responsable de esta es una cuerda desafinada; o, el jinete que monta sobre un caballo cojo y se tambalea es quien perpetra el tambaleo, pero no el movimiento que lo ocasiona, ya que el origen de este está en el caballo; así también Dios es autor de todas las cosas, pero no del mal que estas puedan eventualmente ocasionar. Quien diseña y construye instrumentos y herramientas de metal o de madera no es quien origina el óxido y la carcoma que eventualmente los corroe, estos vienen por otras causas. Y los males del hombre no son obra del perito celestial; el Dios todopoderoso no es el autor del pecado y la iniquidad; y no puede ser justamente culpado de que sus criaturas decidan revolcarse en el barro y mancillarse a sí mismas con la impureza del pecado, pues él las diseñó y las creo perfectas.56

JOHN SPENCER [1559-1614]

“Things Old and New”, 1658

Vers. 4-6. La alienación y separación del Señor de los malvados se describe en estos versículos progresivamente en seis etapas. En primer lugar, “no se complace en ellos”; en segundo lugar, “no habita junto a ellos”; en tercer lugar los arroja de su presencia: “los insensatos no estarán delante de tus ojos”; en cuarto lugar su corazón se vuelve contra ellos: “aborreces a todos los que hacen iniquidad”; en quinto lugar su mano se vuelve contra ellos: “destruirás a los que hablan mentira”; y en sexto lugar su espíritu se enerva contra ellos y se aleja de ellos: “al hombre sanguinario y engañador le abominará Jehová”. Este distanciamiento es de hecho un castigo peculiar (más no por ello menos cierto) a todos “los que hacen iniquidad”. Y esta expresión, “los que hacen iniquidad” se puede entender dos maneras. En primer lugar, aplicada los pecadores intencionales, es decir, no a los pecadores de todos los niveles ni a todos los niveles de pecadores, sino a pecadores en su más alto grado: pecadores extremos, pecadores contumaces decididos a pecar, que hacen del pecado su forma de vida. Por decirlo de otra manera, pecadores refinados, que pecan con habilidad y diligencia para ganarse un nombre en los ambientes del pecado; que se esfuerzan lograr dentro de la industria del pecado el calificativo de “obreros aprobados” sin tener de qué avergonzarse,57 pese a ejecutar constantemente acciones de las cuales un ser humano cabal lo único que puede sentir es vergüenza. Estos son, en el sentido estricto de la Escritura, “los que hacen iniquidad”. Pecadores notorios, que “hacen del pecado su modo de vida y su negocio”. Pues a pesar de que todo pecado debe ser considerado obra de iniquidad, tan solo algunos pecadores en particular merecen el calificativo de “hacedores iniquidad”: solo los que hacen del pecado su vocación. En el libro de Apocalipsis se nos habla particularmente de aquellos que: “aman y practican la mentira!58 Pues que una persona concurra eventualmente en una mentira no quiere decir que ame y practique la mentira. Pero se da la circunstancia de mentirosos compulsivos, que son realmente amantes y practicantes de la mentira. A tales artífices del arte de pecar se les describe en otro salmo con las siguientes palabras: “de corazón maquinan iniquidades; hacen pesar la violencia de sus manos en la tierra”.59 Fijémonos que el salmista no dice que tengan la iniquidad en su corazón, sino que la maquinan; su corazón es como un taller clandestino, una fábrica subterránea en la que funden y fraguan sus propósitos inicuos hasta convertirlos en acciones perversas.

JOSEPH CARYL [1602-1673]

Vers. 5. Los insensatos no estarán delante de tus ojos; aborreces a todos los que hacen iniquidad. [Los insensatos no estarán delante de tus ojos; aborreces a todos los que hacen iniquidad. RVR] [Los que se ensalzan no estarán delante de tus ojos; aborreces a todos los que hacen iniquidad. LBLA] [Los arrogantes no se presentarán ante tu vista, aborreces a todos los que hacen iniquidad. BTX] [No hay lugar en tu presencia para los altivos, pues aborreces a los malhechores. NVI] [No resisten tu mirada los necios, odias a los malhechores. BLP] [Por lo tanto, los orgullosos no pueden estar en tu presencia, porque aborreces a todo el que hace lo malo. NTV]60

Los insensatos no estarán delante61 de tus ojos. Pecadores y necios vetados. Un pecado leve es una necedad grave, y la mayor de las necedades es un grave pecado. Razón por la cual semejantes fantoches han de ser excluidos de la corte celestial. Los reyes de la tierra solían rodearse de necios y bufones en sus séquitos, pero el Dios único y sabio no alberga necios ni tolera bufonadas en su palacio arriba en los cielos.

Aborreces a todos los que hacen iniquidad. Lo que Dios siente hacia los que obran iniquidad no es una leve aversión, sino un odio profundo y arraigado. Y ser blanco del odio divino es algo terrible. ¡Seamos pues fieles y honestos a la hora de advertir y amonestar debidamente a los malvados que nos rodean, ya que caer en las manos de un Dios airado es algo ciertamente horrendo!62

C.H. SPURGEON

Aborreces a todos los que hacen iniquidad. ¡Cuán asombroso es el pecado, capaz de transformar al Dios de amor y Padre de todas las misericordias en enemigo de sus propias criaturas, hasta el punto de que solo pueda ser expiado por la sangre bendita del Hijo de Dios! Aunque esta es una realidad que debería ser ampliamente sabida por todos aquellos que conocen y creen la Biblia, lo cierto es que la extraordinaria gravedad del pecado únicamente la perciben y asimilan quienes conocen más profundamente las escrituras, y por ello nunca alcanzará a ser reconocida plenamente en este mundo.63

THOMAS ADAM [1701-1784]

“Private Thoughts on Religion”, 1824

Aborreces a todos los que hacen iniquidad. Para comprender mejor lo que Dios piensa del pecado basta con leer algunos de los numerosos pasajes en la Escritura que expresan claramente su aversión y odio al mismo: “Seis cosas aborrece Jehová, y aun siete abomina su alma”.64 De ahí surgen todas las plagas y juicios horrendos pronunciados contra él con voz de trueno por su boca llameante al enunciar su ley más sagrada.65 Y no solo aborrece la iniquidad en sí misma, sino que también los “obradores de iniquidad” se convierten en objetivo de ese odio.

WILLIAM GURNALL [1617-1679]

“Christian in complete armour, or, a treatise of the saints war against the Devil”, 1655

Aborreces a todos los que hacen iniquidad. Si el odio de Dios se vuelve en contra de los que hacen iniquidad, ¡cuán intenso y profundo será contra la iniquidad en sí misma! Si sentimos aversión a un bicho venenoso, mayor será nuestra aversión al veneno. Toda la intensidad del odio divino se vuelca contra el pecado, y así deberíamos odiarlo también nosotros, intensamente; puesto que, si es abominación a Dios, ha de serlo también para nosotros. “Seis cosas aborrece Jehová, y aun siete abomina su alma: Los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos derramadoras de sangre inocente, el corazón que maquina pensamientos inicuos, los pies presurosos para correr al mal, el testigo falso que habla mentiras, y el que siembra discordia entre hermanos”.66

WILLIAM GREENHILL [1591-1677]

“An Exposition of the Five First Chapters of the Prophet Ezekiel with Useful Observations Thereupon. Delivered in Several Lectures in London”, 1649

Aborreces a todos los que hacen iniquidad. Aquellos a quienes el Señor aborrece perecerán irremisiblemente. Pero él odia únicamente a los pecadores impenitentes: “Aborreces a todos los que hacen iniquidad” Ahora bien, ¿quiénes son propiamente estos “hacedores de iniquidad”, tan ansiosos de llevarla a cabo, y tan apegados y amantes de su labor, que no se muestran mínimamente dispuestos a abandonarla siquiera ante el riesgo de perecer a causa de ella? Cristo mismo nos lo deja muy claro: “apartaos de mí todos vosotros, hacedores de iniquidad”.67 Aquellos contra quienes el Señor testificará en su ira perecerán, pues Dios despedaza a quien odia.68 ¿Y acaso el odio no es lo más apropiado para tales pecadores impenitentes? ¿Acaso no se ganan a pulso una ira que justamente merecen por su obstinación y corazón empedernido?69 ¿Va el Señor a cobijar en el seno de su amor a quienes aborrece su alma? No; su porción es destrucción.70 Si todas las maldiciones de la ley, todas las amenazas del Evangelio, todos los juicios ya sea en la tierra y o en el infierno, están contra ellos porque no han querido enmendarse, decididamente, perecerán. Si el brazo del Señor les hiere en la cabeza con toda su fuerza, morirán irremisiblemente.71 (…) Evitemos todo aquello que Cristo aborrece. Pues si aprobamos y nos recreamos en cosas inicuas que Cristo aborrece, ¿cómo podemos esperar que nos ame? ¿Y qué es lo que Cristo aborrece? El salmista nos lo aclara en otro salmo: “Has amado la justicia y aborrecido la iniquidad”;72 es decir, uno de los atributos de Cristo es odiar la iniquidad (…) Y si Cristo aborrece la iniquidad, aborrece también a los que “hacen iniquidad”. En consecuencia, no podemos amarlos, intimar con ellos, deleitarnos en su compañía, porque son personas malignas que se burlan abiertamente de la piedad y obstruyen su eficacia.73 Quien se empeñe en relacionarse e intimar con los inicuos ha de saber que Cristo no tendrá parte ni suerte con él.74 Si deseas mantener una dulce comunión con Cristo y con sus acciones fructíferas de amor, no puedes mantener comunión con las obras estériles de las tinieblas, ni con los que de ellas participan.

DAVID CLARKSON [1621-1686]

Vers. 6. Destruirás a los que hablan mentira; al hombre sanguinario y engañador abominará Jehová. [Destruirás a los que hablan mentira; al hombre sanguinario y engañador le abominará Jehová. RVR] [Destruyes a los que hablan falsedad; el Señor abomina al hombre sanguinario y engañador. LBLA] [Destruyes a los que hablan falsedad, YHVH abomina al hombre sanguinario y engañador. BTX] [Tú destruyes a los mentirosos y aborreces a los tramposos y asesinos. NVI] [Aniquilas a los mentirosos; al cruel y al traidor, el Señor lo aborrece. BLP] [Destruirás a los que dicen mentiras; el Señor detesta a los asesinos y a los engañadores. NTV]

Destruirás a los que hablan mentira. Los que viven en la falsedad y los que obran maldad han de ser debidamente castigados. Todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre. Podrán mentir impunemente burlando las leyes humanas, pero no escaparán de la ley divina. Los mentirosos tienen las alas muy cortas, su vuelo terminará súbitamente y caerán sin remedio en las turbulencias del fuego de destrucción.

El Señor abomina al hombre sanguinario y engañador. A los sanguinarios embriagará con su propia sangre, y los que comenzaron engañando a sus semejantes acabarán engañándose a sí mismos.75 Un viejo refrán popular dice así: «Sanguinarios y engañadores cavan su propia fosa».76 Y en este caso concreto cabe decir que la voz del pueblo es voz de Dios. ¡Que fuerte y rotundo suena ese “abomina”! ¿Acaso no es suficiente para demostrarnos con claridad lo profundo y arraigado del odio de Jehová hacia los que obran iniquidad?

C.H. SPURGEON

Destruirás a los que hablan mentira. Bien sea que la mentira vaya en broma o serio. Aquellos que mienten de broma (sin arrepentirse) irán al infierno en serio.

JOHN TRAPP [1601-1669]

“A commentary or exposition upon the books of Ezra, Nehemiah, Esther, Job and Psalms”, 1657

Destruirás a los que hablan mentira. En el mismo bosque de Efraín donde Absalón entabló batalla contra David su padre, crecía la encina de la que quedaría colgado y sería causa de su muerte;77 y el mulo en que cabalgaba con la esperanza de escapar fue su verdugo, pues el mulo lo llevó a la encina; y el cabello del que tanto se jactaba fue la cuerda de la cual quedaría ahorcado.78 Poco se imaginan los malvados que todo aquello que ahora poseen y de lo que tanto se ufanan se convertirá para ellos en trampa mortal, cuando Dios comience a castigarlos.

WILLIAM COWPER [1566-1619]

“Three Treatises concerning Christ”, 1612

Vers. 7. Mas yo por la abundancia de tu misericordia entraré en tu casa; adoraré hacia tu santo templo en tu temor. [Mas yo por la abundancia de tu misericordia entraré en tu casa; en tu santo templo me postraré, lleno de tu temor. RVR] [Mas yo, por la abundancia de tu misericordia entraré en tu casa; me postraré en tu santo templo con reverencia. LBLA] [Pero yo entraré en tu Casa en la abundancia de tu misericordia, y en tu temor me postraré hacia el templo de tu santidad. BTX] [Pero yo, por tu gran amor puedo entrar en tu casa; puedo postrarme reverente hacia tu santo templo. NVI] [Pero yo, por tu inmenso amor, acudiré a tu morada y me postraré venerándote en tu santuario. BLP] [Gracias a tu amor inagotable, puedo entrar en tu casa; adoraré en tu templo con la más profunda reverencia. NTV]

En este versículo finaliza la primera parte del Salmo. El poeta ha doblado su rodilla en oración; ha planteado ante Dios como argumento a favor de su liberación, el carácter perverso y destino funesto de los malos; y ahora, lo contrasta con la condición de los justos.

Mas yo por la abundancia de tu misericordia entraré en tu casa. No voy a quedarme a una distancia prudencial, penetraré en tu santuario con la misma libertad y confianza que entra un niño en la casa de su padre. Mas no en base a mis propios méritos, no, pues acarreo a mis espaldas multitud de pecados; por tanto, entraré en la abundancia de tu misericordia.79 Me acercaré a ti con plena confianza a través de tu gracia inconmensurable. Los juicios de Dios están todos contados y enumerados, pero sus misericordias son infinitas; mide su ira a peso, pero otorga su misericordia a raudales.

En tu santo templo me postraré, lleno de tu temor. Esto es, el templo de tu santidad. Cuando el salmista escribió estas palabras, el templo material en la tierra no había sido construido aún, no había más que un simple tabernáculo. Pero David tenía la costumbre de elevar sus ojos espiritualmente hacia el templo de la santidad de Dios, donde Jehová mora en luz inefable entre las alas de los querubines.80 Daniel abrió sus ventanas hacia Jerusalén,81 pero nosotros abrimos nuestro corazón al cielo.82

C.H. SPURGEON

En tu santo templo me postraré, lleno de tu temor. Así como un temor instintivo hace que los espíritus piadosos huyan de las tentaciones externa refugiándose en el corazón, así también un santo temor a errar en el cumplimiento de un deber tan importante como es la adoración a Dios, olviden en el culto de las cosas mundanas yuedrte merecen? eenla mentira hace que nuestros pensamientos se olviden durante el culto de las cosas mundanas y se concentren en el deber sagrado que están llevando a cabo.83 Según sea la calidad del grabado y relieve en el sello, así será el resultado impreso sobre el lacre o cera; si el temor de Dios está profundamente grabado en nuestro corazón, no hay duda que la impresión en el cumplimiento de nuestros deberes santos referentes al culto cristiano será la adecuada.

WILLIAM GURNALL [1617-1679]

“Christian in complete armour, or, a treatise of the saints war against the Devil”, 1655

En tu santo templo me postraré, lleno de tu temor. El templo era sombra y prefigura del cuerpo de nuestro Señor Jesucristo, el Mediador, únicamente a través del cual son aceptas ante el Padre nuestra adoración y nuestras oraciones. Solomon mantenía ya esa idea en lo tocante al templo que había edificado.84

THOMAS MANTON [1620-1677]

“The Preference of Duities”

Mas yo por la abundancia de tu misericordia entraré en tu casa; en tu santo templo me postraré, lleno de tu temor. ¡Benditas palabras! ¡Bendito versículo! En él las expresiones y el sentido presentan un marcado contraste. Porque si dos virtudes hay que hacen básicamente que las cosas funcionen, son: la ESPERANZA y el TEMOR. Son, por así decirlo, como aquellas dos fuentes que Caleb otorgó a Otoniel, “una de arriba y la otra de abajo”.85 El temor viene de arriba, de contemplar las amenazas y temibles juicios de Dios; de un Dios ante cuya mirada nadie está limpio, y para el cual todos somos pecadores y merecedores de condenación. Pero la esperanza surge desde abajo, al contemplar sus promesas y dulces misericordias, como está escrito: “Acuérdate, oh Jehová, de tus piedades y de tus misericordias, que existen desde el principio y son eternas”.86 Entre estos dos pilares: temor y esperanza, hemos de mantenernos siempre cual dos hitos que nos marcan el territorio, sin apartarnos jamás ni a la derecha ni a la izquierda. Pues hacerlo es muy propio de los hipócritas, que en lugar de cultivar el temor y la esperanza practican todo lo contrario: la autosuficiencia y presunción.

MARTÍN LUTERO [1536-1546]

Vers. 8. Guíame, Jehová, en tu justicia, a causa de mis enemigos; endereza delante de mí tu camino. [Guíame, Jehová, en tu justicia, a causa de mis enemigos; allana tu camino delante de mí. RVR] [Señor, guíame en tu justicia por causa de mis enemigos; allana delante de mí tu camino. LBLA] [Guíame, oh YHVH, en tu justicia, a causa de los que se oponen contra mí, haz llano tu camino delante de mí. BTX] [Señor, por causa de mis enemigos, dirígeme en tu justicia; empareja delante de mí tu senda. NVI] [Señor, guíame con tu justicia porque tengo enemigos, allana ante mí tu camino. BLP] [Guíame por el camino correcto, oh Señor, o mis enemigos me conquistarán; allana tu camino para que yo lo siga. NTV]87

Y entramos en la segunda parte, en la que el salmista repite sus argumentos, andando de nuevo el mismo camino.

Señor, guíame. Cual niño aferrado a la mano de su padre, cual ciego dirigido por el brazo de su amigo. Cuando Dios va en cabeza, caminar detrás suyo siempre es seguro y agradable.

“En tu justicia”. No en mi justicia, porque la mía es imperfecta, sino en la tuya; porque tú eres la justicia misma.88

Allana delante de mí tu camino.89 No que allanes “mi camino” sino “tu camino”. Hermanos, cuando aprendemos a renunciar a nuestro propio camino, a nuestra manera particular de hacer las cosas, y comenzamos a transitar por el camino de Dios, es señal clara y feliz de que la gracia está en nosotros; y no es misericordia pequeña ni desdeñable poder contemplar con visión clara delante de nosotros el camino de Dios. Pues los errores en el cumplimiento de nuestro deber, pueden fácilmente sumergirnos en un mar de pecados antes de que nos demos cuenta y sepamos siquiera por qué.90

C.H. SPURGEON

Vers. 9. Porque en la boca de ellos no hay sinceridad; sus entrañas son maldad, sepulcro abierto es su garganta, con su lengua hablan lisonjas. [Porque en la boca de ellos no hay sinceridad; sus entrañas son maldad, sepulcro abierto es su garganta, con su lengua hablan lisonjas. RVR] [Porque no hay sinceridad en lo que dicen; destrucción son sus entrañas, sepulcro abierto es su garganta; con su lengua hablan lisonjas. LBLA] [Porque no hay sinceridad en la boca de ellos, todas sus entrañas son insidias, sepulcro abierto es su garganta, con su lengua hablan lisonjas. BTX] [En sus palabras no hay sinceridad; en su interior solo hay corrupción. Su garganta es un sepulcro abierto; con su lengua profieren engaños. NVI] [No es su boca sincera, su interior es perverso, una tumba abierta es su garganta, aduladora es su lengua. BLP] [Mis enemigos no pueden decir la verdad; su deseo más profundo es destruir a los demás. Lo que hablan es repugnante, como el mal olor de una tumba abierta; su lengua está llena de adulaciones. NTV]

Porque en la boca de ellos no hay sinceridad; sus entrañas son maldad, sepulcro abierto es su garganta, con su lengua hablan lisonjas. Esta descripción tan gráfica del hombre depravado la hace suya (sumándole algunas otras referencias bíblicas) el apóstol Pablo en el capítulo dos de su carta a los Romanos, entendiéndola no solo como descripción de los enemigos de David, sino de toda la raza y naturaleza humana en general. Tengamos en cuenta la energía de la figura que utiliza: “sepulcro abierto es su garganta”, esto es una fosa putrefacta y repugnante, llena de miasmas y apestando a la muerte.91 Más no bastándole con la idea de putrefacción ligada al término sepulcro, lo refuerza con el calificativo “abierto”, esto es, con todos sus gases malignos escapando por la abertura y esparciendo su contaminación letal y destructiva por doquier.92 Así es la garganta de los malvados, y lograr que la mantuvieran siempre cerrada, sería una acción de misericordia y enorme beneficio para la humanidad. Si pudiéramos sellar herméticamente la boca de los malos cual hacemos con los sepulcros, obligándoles a permanecer en continuo silencio, evitaríamos muchísimo daño. Pero no, “sepulcro abierto es su garganta”, y en consecuencia, toda la maldad que exhala su corazón se esparce libremente. ¡Cuánto peligro implica un sepulcro abierto para los caminantes! Pues fácil resulta tropezar en él y encontrarse de repente rodeado de cadáveres.93 ¡Ah! Cuidaos bien de las personas malvadas y perversas, pues no hay nada que no estén dispuestas a decir o hacer con tal se arruinaros la vida; tratarán por todos los medios de aniquilar vuestra personalidad y enterrar vuestra reputación en la horrible fosa de su propia garganta malvada. Pero no queremos dejar de añadir al respecto un pensamiento agradable: En el día de la resurrección habrá resurrección no solo de los cuerpos, sino también del carácter y personalidad de cada uno. Y esto es de enorme consuelo para todo aquel que en este mundo ha sido objeto de difamaciones y calumnias, pues: “Entonces los justos resplandecerán como el sol”.94 El mundo puede proceder con vileza y enterrar nuestra reputación en lodo putrefacto; pero si tenemos la conciencia tranquila, sabiendo que en todo momento hemos procedido con rectitud, el día en que las tumbas entreguen a sus muertos,95 este sepulcro abierto que es la garganta del pecador, será obligado también a rectificar sus calumnias y admitir nuestro carácter celestial, entonces seremos honrados ante los ojos de todos los hombres.

Con su lengua hablan lisonjas. Que también cabe traducir como: “Tienen lengua aceitosa” o “lengua seductora”.96 Una lengua seductora es un peligro enorme, y muchos han sido los hechizados por ella. Hay personas que cual osos hormigueros, atraen y atrapan a los incautos con sus dilatadas lenguas, empapadas con el aceite de palabras seductoras, para devorarlos. Cuando el lobo lame al cordero es porque se está preparando para mojar los dientes en su sangre.

C.H. SPURGEON

Porque en la boca de ellos no hay sinceridad; sus entrañas son maldad, sepulcro abierto es su garganta, con su lengua hablan lisonjas. Si el alma entera del ser humano está contagiada con una enfermedad tan infecciosa, si cada partícula de la misma se halla tomada por un virus tan letal, ¡qué tarea tan difícil y compleja es la de restaurar a los hombres la vida y el vigor espiritual! ¡Que tarea tan inmensa es la que lleva a cabo el Espíritu Santo de Dios sanando este ser contaminado hasta transformarlo en un alma purificada y aceptable a él! Curar unos pulmones o un hígado dañado se considera una gran proeza, pese a no tratarse más que una parte del cuerpo; ¡pero sanar algo que de pies a cabeza es todo podredumbre! “En su boca no hay sinceridad; sus entrañas son maldad; su garganta sepulcro abierto, su lengua habla falsedad” ¡Qué tarea tan gigantesca es la de sanar semejante despojo! Algo que únicamente la habilidad y el poder de Dios puede llevar a cabo.

THOMAS GOODWIN [1600-1679]

“Christ Our Mediator”

Sepulcro abierto es su garganta. Una figura que describe de manera muy gráfica la conducta nefanda de los inicuos.97 Nada hay más repulsivo y abominable de los sentidos que un sepulcro abierto, cuando un cuerpo muerto comienza a descomponerse exhalando vapores contaminados. Lo que sale de su la boca está infectado y absolutamente putrefacto; así como los gases fétidos que brotan de un sepulcro demuestra la corrupción que bulle en su interior, así es también las conversaciones corruptas de los pecadores.

ROBERT HALDANE [1764-1842]

“Expositions of the Epistle to the Romans”, 1835

Sepulcro abierto es su garganta. Esto nos amonesta y advierte de que: (1) Los discursos y palabrerías del hombre natural no regenerado son poco recomendables, en tanto que están contaminados y hacen siempre más daño que bien a los que los escuchan; pues así como los sepulcros putrefactos exhalan olores fétidos, los hombres inicuos no pronuncian otra cosa que palabras soeces y corrompidas. (2) Así como los sepulcros consumen los cuerpos depositados en su interior, los inicuos destruyen a sus semejantes con sus palabras crueles; son cual acantilado que devora a todos los navíos que se le aproximan haciéndolos pedazos. (3) Así como los sepulcros, pese a haber devorado infinidad de cadáveres están siempre ávidos y listos para tragar más, y nunca se muestran satisfechos; así también los inicuos, a pesar de haber hundido a muchos con sus palabras, nunca cesan en su furia, siempre andan buscando alguien más a quien devorar.

THOMAS WILSON [1601-1653]

“A Complete Christian Dictionary”, 1661

Sus entrañas son maldad. Sus corazones son almacenes para el diablo.

JOHN TRAPP [1601-1669]

“A commentary or exposition upon the books of Ezra, Nehemiah, Esther, Job and Psalms”, 1657

Vers. 10. Castígalos, oh Dios; caigan por sus mismos consejos; por la multitud de sus transgresiones échalos fuera, porque se rebelaron contra ti. [Castígalos, oh Dios; caigan por sus mismos planes; por la multitud de sus transgresiones échalos fuera, porque se rebelaron contra ti. RVR] [Tenlos por culpables, oh Dios; ¡que caigan por sus mismas intrigas! Échalos fuera por la multitud de sus transgresiones, porque se rebelan contra ti. LBLA] [¡Oh Elohim, castígalos! ¡Caigan por sus propios consejos! ¡Extravíense en la multitud de sus transgresiones, porque se han rebelado contra Ti! BTX] [¡Condénalos, oh Dios!¡Que caigan por sus propias intrigas!¡Recházalos por la multitud de sus crímenes, porque se han rebelado contra ti!. NVI] [Castígalos, Señor, que fracasen sus planes; expúlsalos por sus muchos crímenes, porque se han rebelado contra ti. BLP] [Oh Dios, decláralos culpables y haz que caigan en sus propias trampas; expúlsalos a causa de sus muchos pecados, porque se rebelaron contra ti. NTV]

Contra ti. No contra mí, sino contra ti. Si se tratara de mis enemigos los perdonaría, pero a tus enemigos no puedo perdonarlos. Debemos perdonar a nuestros enemigos, pero perdonar a los enemigos de Dios no está en nuestra mano. Semejantes expresiones del salmista han sido tachadas por algunos de impropias; las consideran vengativas, impregnadas de un espíritu de revancha, y les chirrían en los oídos. Deberían recordar que más allá de cómo deseos podrían traducirse como profecías; pero no vamos a valernos de ello como evasiva. Pues nunca hemos sabido de un solo lector de la Biblia que, como resultado de leer estos pasajes, se haya sentido inflamado por un espíritu de venganza, y lo más propio es probar la naturaleza de un escrito por sus efectos sobre el lector. Cuando escuchamos a un juez condenar a un asesino, por muy severa que sea la sentencia, no nos sentimos por ella justificados para condenar unilateralmente a otros por daños particulares que nos hayan causado. El salmista habla aquí como juez ex officio; habla como boca de Dios, y por tanto, sus palabras no pueden servirnos a nosotros de excusa, en modo alguno, para recriminar y maldecir a quienes nos hayan ofendido personalmente. Y en este sentido más vergonzosa de maldecir a otro es a través de una bendición fingida y aparente. No podemos por menos que esbozar una sonrisa divertida ante la malicia inofensiva del viejo clérigo de Roma que maldijo al emperador de Francia al otorgarle aparentemente su bendición.98 Le bendijo de forma pero le maldijo en el fondo. Y consideremos, en contraste, la honesta y saludable advertencia de David que hallamos en este pasaje, en apariencia imprecatoria, pero destinada a ser una bendición para el pecador al avisarle de su maldición inminente. ¡Atiende bien, oh impenitente, y sepas desde ahora que todos tus amigos piadosos darán su asentimiento solemne a la sentencia terrible que el Señor pronunciará sobre ti en el día de la destrucción! Nuestro veredicto será aplaudir las condenas de maldición que el Juez de toda la tierra tronará sobre los impíos.

C.H. SPURGEON

Castígalos, oh Dios;99 caigan por sus mismos planes; por la multitud de sus transgresiones échalos fuera, porque se rebelaron contra ti. Siempre que en las Escrituras encontremos frases que aparentemente respiran venganza, nunca debemos entenderlas o interpretarlas de otra manera que como la conformidad y asentimiento exhalado por almas justas ante la justicia de su Dios, que clama justa venganza contra el pecado. En este sentido hay que entender también las palabras de Cristo contra la higuera estéril,100 que no son otra cosa que un eco del punto y final de su aquiescencia intercesora. Es como si exclamara: «Ya no voy a interceder más, su condena es justa, cortadla de raíz, es decir: destrúyelos, Señor; arrójalos fuera en (o, por) la multitud de sus transgresiones, porque se rebelaron contra ti». Y cabe entender que invita a todos sus santos a simpatizar en su decisión; como leemos en Apocalipsis: “Alégrate sobre ella, cielo, y vosotros, santos, apóstoles y profetas; porque Dios ha pronunciado juicio a vuestro favor contra ella”.101 Por la misma razón, cuando uno de los miembros del cuerpo de Cristo, en total consonancia con su Cabeza, contempla la higuera estéril desde esta su misma perspectiva, y ve la gloria de Dios dispuesta a infligirle el golpe fatal, puede también exclamar justamente: Que descargue el hacha su golpe.102 Si Abraham hubiera permanecido junto al ángel que destruyó Sodoma, y ​​hubiera visto cómo la justicia divina demandaba, en defensa del nombre de Jehová, la destrucción y ruina de estos rebeldes impenitentes, habría gritado: «Que descienda la lluvia de fuego; que el azufre y el granizo ardiente los consuman» Y no por espíritu de venganza; ni por falta de amor y ternura hacia sus almas, sino movido por su fervor y preocupación en salvaguarda y defensa de la gloria de su Dios. Bajo nuestro punto de vista, esta es la clave que aclara los pasajes difíciles que en este sentido encontramos en el libro de los Salmos, donde nos damos de bruces con múltiples imprecaciones y maldiciones invocadas sobre la cabeza de los impíos. No son más que el asentimiento a la ejecución de las maldiciones pronunciadas en el monte Ebal, respecto a las cuales leemos en el libro del Deuteronomio,103 que se exigía: “Y dirá todo el pueblo: Amén”; una simple incursión encaminada a describir la profunda y santa abominación que el Señor experimenta hacia el pecado, y el “Aleluya” y “Amén” de asentimiento expresados en el texto de Apocalipsis 19:3 hacia sus acciones de justicia.

ANDREW ALEXANDER BONAR [1810-1892]

“Christ and His Church in the Book of Psalms”, 1859

Castígalos, oh Dios; caigan por sus mismos planes; por la multitud de sus transgresiones échalos fuera, porque se rebelaron contra ti. (Comentario aplicable a todos pasajes imprecatorios en general que encontramos en el libro de los Salmos.) Señor, cuando en mis devociones diarias leo los Salmos de David, dame la sabiduría necesaria para ajustar los impulsos de mi alma de acuerdo con su contenido. En aquellos Salmos en los que confiesa sus pecados, implora tu perdón, te alaba por misericordias recibidas anteriormente, o bien ora solicitando futuros favores; en todos estos casos, concédeme la facultad de elevar el tono de mi alma hasta lograr afinarla a su mismo tono, el más alto que me sea posible. Pero cuando llegue a estos salmos que los que maldice a sus enemigos, oh, Señor, permíteme bajar de tono y afinarla en clave algo más baja. Porque tales palabras fueron inspiradas para ser pronunciadas únicamente en boca de David. Y yo, aunque comparto con él físicamente la misma respiración y aliento, no tengo el mismo espíritu de tu ungido como para poder pronunciarlas. En modo alguno permitas que me engañe a mi mismo afirmando que me es lícito unirme a David en maldecir a tus enemigos, no vaya a ser que mi corazón engañoso mezcle y confunda mis propios enemigos con los tuyos, y así, lo que para David era un acto de piedad, en mi caso se convierta en una acción maliciosa, en la que oculte mis deseos de venganza bajo la capa de una piedad falsa.

THOMAS FULLER [1608-1661]

“The Cause and Cure of a Wounded Conscience”, 1647

Vers. 11. Pero alégrense todos los que en ti confían; den voces de júbilo para siempre, porque tú los defiendes; en ti se regocijen los que aman tu nombre. [Pero alégrense todos los que en ti confían; den voces de júbilo para siempre, porque tú los defiendes; en ti se regocijen los que aman tu nombre. RVR] [Pero alégrense todos los que en ti se refugian; para siempre canten con júbilo, porque tú los proteges; regocíjense en ti los que aman tu nombre. LBLA] [Pero, ¡alégrense todos los que en Ti confían! ¡Den voces de júbilo para siempre porque Tú los defiendes! ¡Regocíjense en Ti los que aman tu Nombre! BTX] [Pero que se alegren todos los que en ti buscan refugio; ¡que canten siempre jubilosos! Extiende tu protección, y que en ti se regocijen todos los que aman tu nombre. NVI] [¡Que se alegren los que en ti confían, que por siempre se regocijen! Protege a los que te aman, para que se gocen en ti. BLP] [Pero que se alegren todos los que en ti se refugian; que canten alegres alabanzas por siempre. Cúbrelos con tu protección, para que todos los que aman tu nombre estén llenos de alegría. NTV]

Pero alégrense todos los que en ti confían; den voces de júbilo para siempre, porque tú los defiendes; en ti se regocijen los que aman tu nombre Al comparar este versículo con el precedente, encontramos de nuevo ese marcado contraste entre el castigo de los impíos y el gozo de los justos que ya hemos observado en los salmos anteriores y mencionado en la introducción.104 La alegría es el gran privilegio de los creyentes. Y cuando los pecadores sean destruidos esta alegría será completa. Ahora ellos ríen tan solo para llorar después; nosotros lloramos, pero nos regocijaremos eternamente. Cuando ellos aúllen nosotros cantaremos, y mientras ellos giman nosotros daremos “voces de júbilo para siempre”. Y nuestra alegría santa cuenta con una base sólida, pues, Señor, nos “regocijamos en ti”. El manantial de nuestra alegría es el Dios eterno. Amamos a Dios, y por tanto, nos deleitamos en él. Nuestro corazón se siente relajado en nuestro Dios. Para el creyente todos los días son espléndidos, porque nos alimentamos de él. Tenemos música en casa, música en el corazón, y música en el cielo, porque el Señor Jehová es nuestra fortaleza y nuestra canción; y ha venido a ser nuestra salvación.105

C.H. SPURGEON

Vers. 12. Porque tú, oh Jehová, bendecirás al justo; como con un escudo lo rodearás de tu favor. [Porque tú, oh Jehová, bendecirás al justo; como con un escudo lo rodearás de tu favor. RVR] [Porque tú, oh Señor, bendices al justo, como con un escudo lo rodeas de tu favor. LBLA] [Porque Tú, oh YHVH, bendices al justo, y como un escudo lo rodeas de tu favor. BTX] [Porque tú, Señor, bendices a los justos; cual escudo los rodeas con tu buena voluntad. NVI] [Porque tú, Señor, bendices al justo y tu bondad lo rodea como escudo. BLP] [Pues tú bendices a los justos, oh Señor; los rodeas con tu escudo de amor. NTV]

Porque tú, oh Jehová, bendecirás al justo; como con un escudo lo rodearás de tu favor. Jehová ha constituido a los que forman su pueblo en herederos de la bendición, y nadie puede arrebatarles su herencia. Les bendecirá con toda la plenitud de su poder, y todos sus atributos se combinarán en saciarles con la alegría divina. Y no solo aquí y ahora o temporalmente, pues la bendición alcanza a un futuro prolongado y desconocido.106

Porque tú, oh Jehová, bendecirás al justo. Se trata de una promesa de alcance infinito, con una amplitud ilimitada, y de un valor inapreciable e indecible.107 En cuanto a la defensa que el creyente precisa en este mundo de constantes batallas, está aquí prometida y garantizada en la mejor manera posible. En tiempos antiguos se utilizaban escudos enormes que cubrían todo el cuerpo por entero, rodeando al guerrero completamente. Por ello David exclama, “como con un escudo lo rodearás de tu favor”. Según afirma Ainsworth108 la frase implica también la idea de ser coronado, en el sentido de vestir un yelmo o casco real, que es al mismo tiempo nuestra gloria y nuestra defensa.109 ¡Oh Señor, concédenos en tu benevolencia esta doble coronación gloriosa!

C.H. SPURGEON

Como con un escudo lo rodearás de tu favor. Aunque venga contra nosotros un adversario fuerte y armado hasta los dientes, y nos arroje sus dardos encendidos, si Dios nos tiene “rodeados con el escudo de su favor”, ¿qué daño podrá causarnos?110 Él puede desarmar fácilmente al tentador, neutralizar su malicia, y pisotearlo bajo nuestros pies. Pero si Dios no está con nosotros, si no nos concede la gracia suficiente, va a ser muy difícil que podamos enfrentarnos con éxito a un enemigo tan poderoso, tan sutil y tan astuto. ¡Cuando pretendemos lidiar con él contando solo con nuestras propias fuerzas, fracasamos irremisiblemente y nos llevamos la peor parte! ¡Cuántas caídas, heridas y contusiones nos ha acarreado confiar demasiado en nuestras propias habilidades! ¡Cuántas veces, en cambio, hemos podido contar con la ayuda poderosa de Dios con solo pedirla humildemente! ¡Y cuán seguros estamos de la victoria, si Cristo ruega por nosotros para que nuestra fe no falte!111 ¿Dónde hallaremos mejor refugio que en Dios nuestro Creador? Cuando ese león feroz y altivo comienza a rugir,112 tan solo podrá inquietarnos y aterrorizarnos por un tiempo,113 hasta que Aquel que se lo permite114 decida tirar de nuevo de la cadena con que lo tiene atado!115

TIMOTHY ROGERS [1660-1729]

“A Discourse on Trouble of Mind, and the Disease of Melancholy”, 1691

Con un escudo lo rodearás. Cuando Martin Lutero viajaba hacia Augsburgo para entrevistarse con el poderoso cardenal Cayetano, que lo había citado para que respondiera de sus graves afirmaciones heréticas,116 uno de los ayudantes del cardenal le preguntó dónde pensaba refugiarse en caso de que su protector, el Elector de Sajonia, que se encontraba en un momento político difícil, le abandonara. A lo que el gran reformador contestó sin dudarlo: «Bajo el escudo de los cielos». Ante semejante respuesta, el insidioso clérigo enmudeció, y dando media vuelta, se fue por donde había venido.

C.H. SPURGEON

Con un escudo lo rodearás. El escudo no es para la defensa de ninguna parte del cuerpo en particular, como es el caso de las demás partes de una armadura: el yelmo para para la cabeza; la coraza para el pecho, etc. cada una especialmente diseñada y acoplada a una parte concreta del cuerpo; pero el escudo es un elemento destinado a la defensa del cuerpo entero. Para lograrlo, era de grandes dimensiones; por su amplitud adoptaba distintos nombres, como scutum, clípeo o pavés, porque solía cubrir todo el cuerpo del combatiente. Y en el caso de que el escudo no fuera lo suficientemente grande como para cubrir de una sola vez todo el cuerpo, solía ser un elemento móvil que un soldado hábil sabía mover fácilmente para parar cualquier golpe o dardo encendido, viniera de donde viniera. Es un ejemplo perfecto para describir lo que la fe representa en la vida del cristiano: una defensa total y completa, de todas y cada una cada parte de las partes del creyente al que protege. El escudo es una doble protección: no solo protege el cuerpo del soldado, sino que protege también a la propia armadura; es decir, protege su cabeza manteniendo la fecha alejada del casco, protege el pecho manteniendo la espada o lanza alejada de la coraza. Así, es también la fe, es armadura sobre la armadura, una gracia que protege a todas las otras gracias.

WILLIAM GURNALL [1617-1679]

“Christian in complete armour, or, a treatise of the saints war against the Devil”, 1655


1 Se refiere a la BIBLIA DE LOS SETENTA (LXX), también conocida como Septuaginta o Versión Alejandrina. El nombre de Septuaginta se debe a que solía redondearse a 70 el número total de sus 72 traductores, según cuenta la tradición. Es la principal versión en idioma griego por su antigüedad y autoridad. Su redacción se inició en el siglo III a.C. (c. 250 a.C.) y se concluyó a finales del siglo II a.C. (c. 150 a.C.). Se cree que fue hecha para los judíos que hablaban griego, pues en esa época eran bastante numerosos en Alejandría, aunque la orden provino del rey Ptolomeo II Philadelfo [284-246 a.C.], monarca griego de Egipto, con destino a la biblioteca de Alejandría. El Pentateuco fue traducido en esa época y el trabajo duró dos o tres siglos. Una escuela de traductores se ocupó de los Salmos, en Alejandría, hacia 185 a.C; después tradujeron Ezequiel, los doce profetas menores y Jeremías. Trataron posteriormente los libros históricos (Josué, Jueces, Reyes), y finalmente de Isaías.

2 En griego: εἰς τὸ τέλος ὑπὲρ τῆς κληρονομούσης ψαλμὸς τῷ Δαυιδ. La Vulgata traduce: “In finen pro ed, quae hereditatem consequitur, Psalmus David”, “Para el fin, por aquella que obtiene la herencia, Salmo de David”. Sobre el encabezamiento de este Salmo, y los títulos de los Salmos en general, dicen los Padres de la Iglesia:

–JERÓNIMO DE ESTRIDÓN [347-420]: «Hay quienes consideran que los títulos de los salmos son superfluos y no son texto inspirados. Pero se trata de una opinión sin fundamento. Podrían tener razón si estos títulos no figuraran en el texto hebreo, el griego y latino; pero siendo que ya formaban parte del texto hebreo, me sorprende que se atrevan a decir que en las Escrituras pueda haber algo que no tenga sentido o razón de ser (…) ¿Quién es esta que obtiene la herencia en “el fin”? En mi opinión se refiere a la Iglesia. David no hace más que anticipar en su cántico desde un principio lo que la Iglesia obtendrá al final».

–AGUSTÍN DE HIPONA [354-430] sigue la misma línea de interpretación: «Se trata de una alusión a la Iglesia, quien por medio de nuestro Señor Jesucristo recibe como herencia la vida eterna (…) en este salmo es la voz de la Iglesia la que se expresa, como heredad de Dios, pidiendo protección (…) sintiéndose llamada, clama al Señor implorando su ayuda para sobrellevar la maldad de este siglo y llegar finalmente hasta él».

–DÍDIMO EL CIEGO [313-398] en su “Fragmenta in Psalmos” adopta una interpretación de carácter más amplio, viendo como receptores de esta “herencia” no solo la Iglesia como colectivo sino también a cada creyente de un modo personal: «Un cántico inspirado por la gracia divina a favor de cada creyente en particular, y de la Iglesia en general, como receptores de la herencia divina, no una herencia de carácter material, sino espiritual».

3 Se refiere al erudito judío español, el rabino ABRAHAM BEN MEIR IBN EZRA [1092-1167] más conocido por el nombre de Aben Ezra, uno de los intelectuales más ilustres de la Edad Media, apodado “El Sabio”, “El Grande” y “Doctor Admirable”. Nació en Tudela (Navarra, España) en la época de dominio musulmán y salió de la península Ibérica en el 1140 escapando de la persecución desencadenada por los almohades. Mantuvo desde entonces una vida errante que lo llevó al Norte de África, Israel, Francia e Inglaterra. Se desconoce el lugar de su muerte, algunos piensan que en Calahorra y otros afirman que en Roma o Tierra Santa. Sus trabajos intelectuales y literarios abarcan muchos campos del saber: filosofía, astronomía, medicina, poesía, lingüística y de manera especial la exégesis bíblica. Su método de exégesis, basado en la aproximación al sentido del texto partiendo de principios gramaticales, marcó un hito en la exégesis bíblica, por lo que sus comentarios al texto bíblico son especialmente conocidos y apreciados.

4 Lo mismo sucede tradicionalmente con los himnos en el mundo anglosajón. Un repertorio de melodías básicas y bien conocidas encajaban con la métrica de distintos himnos y solía elegirse una en particular para cantarlo con ella adjudicando a esta melodía un nombre en particular, de modo que junto al título de cada himno suele venir el nombre de la melodía (o melodías) con la que es habitual cantarlo. Algunas melodías han quedado definitivamente asociadas a un himno en particular, por ejemplo, el himno “El Señor es mi Pastor” (Salmo 23) suele cantarse siempre en inglés con una vieja melodía conocida como Crimond, en honor de su autora JESSIE SEYMOUR IRVINE [1836-1887] hija del pastor de este pequeño pueblo en el noroeste de Escocia que lleva este nombre. Y el himno “Santo, Santo, Santo” con la conocida como Nicaea (Nicea) en recuerdo y honor del Concilio de Nicea en el año 325 donde los Padres de la Iglesia formularon la doctrina de la Trinidad en oposición a la herejía de Arrio.

5 ATANASIO DE ALEJANDRÍA [296-373] en su carta a su discípulo Marcelino sobre la naturaleza y valor de los salmos le dice refiriéndose a este salmo: «Si intuimos que los inicuos disponen lazos y trampas en nuestro camino, levantémonos temprano por la mañana y entonemos el Salmo 5, para que nuestra oración llegue pronto a oídos del Eterno». El Tomo I de “El Tesoro de David” incluye una traducción completa de la Carta de Atanasio a Marcelino. [Tomo I - pp. 49].

6 Un tema que expone claramente desde el Salmo 1: “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores (…) Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas (…) No así los malos, que son como el tamo que arrebata el viento (…)”

7 Hebreos 5:7.

8 AGUSTÍN DE HIPONA [354-430] lo resume del siguiente modo: «Este salmo tiene cinco partes. Primera: Una oración pidiendo ser escuchado que incluye los versículos uno y dos (5:1-2). Segunda: Una relación de todo aquello que podría empañar u obstaculizar la percepción de que la súplica ha sido escuchada por Dios, versículos del tres al seis (5:3-6). Tercera: la esperanza de estar en la casa de Dios y su paulatino acercamiento a ella con santo temor (5:7). Cuarta: en su avance le preocupa el obstáculo que implican sus enemigos y pide la guía y dirección necesarias para manejarlo correctamente porque teme verse arrastrado por sus lisonjas (5:8-9). Quinta. Una profecía sobre el final que aguarda a los impíos y el castigo que se infligirán a sí mismos; y otra sobre el premio reservado a los justos que habiendo sido llamados y rodeados del escudo divino han resistido con valentía todas las tribulaciones (5:10-12)».

9 Dice al respecto AGUSTÍN DE HIPONA [354-430]: «“Atiende mi gemido”. Un gemido salido de lo más íntimo del corazón, sin estridencias, pero de tal intensidad que llega hasta la morada secreta de Dios. El gemido silencioso del alma es siempre más intenso que la voz física, porque la voz física tiene que introducirse por los oídos; mientras que el gemido, la voz espiritual del alma, penetra directamente en los sentimientos».

10 Éxodo 14:11-22. Así se expresa también JUAN CRISÓSTOMO [347-407]: «Este “gemido” nada tiene que ver con el volumen de la voz sino con la intencionalidad del alma. Dios le pregunta a Moisés: “¿por qué clamas?”. No le dice “por qué pides”, porque no había pedido nada, solo se había dado en su interior un suspiro, un sentimiento vehemente, pero Dios lo había detectado. Con ello aprendemos que no depende del grito que la oración sea escuchada, sino de la disposición del corazón y la intencionalidad de la mente».

11 Así traduce la versión inglesa KJV el término hebreo הֲגִֽיגִי hăḡîḡî de הֲגִיג hagig: “consider my meditation”, aunque prácticamente todas las versiones españolas traducen “gemido” o “lamento”. SCHÖKEL lo traduce por “susurro”: “percibe mi susurro; y KRAUS por “suspiro”: “presta atención a mi suspiro”. De hecho el término הֲגִיג hagig como sustantivo solo aparece aquí y en el Salmo 39:3, en cuyo caso sí parece estar más claro, como señala SCHÖKEL, que se trata de meditación o de «una actividad interior realizada en silencio o en murmullo», por lo que tanto la Reina-Valera como otras versiones españolas lo traducen como “meditación”: “En mi meditación se encendió fuego” (RVR); o “mientras meditaba, se encendió el fuego” (LBLA); “Al meditar en esto, el fuego se inflamó” (NVI).

12 Mateo 6:7.

13 Lucas 18:9-14.

14 MATTHEW HENRY [1662-1714] dice al respecto: «El salmista invoca a Jehová como un Dios que escucha las oraciones, así lo ha hecho desde el momento en que los hombres comenzaron a invocar el nombre de Jehová (Génesis 4:26), y así continúa tan dispuesto a escuchar oraciones como siempre lo estuvo. David lo invoca aquí bajo ese nombre en los versículos 1, 3, 8, 12, como el Ser Supremo, Eterno, Salvífico, al que debemos la más rendida oración y el más absoluto amor; y en el versículo 2, como “Rey mío y Dios mío”, al que había jurado homenaje de pleitesía y bajo cuya regia protección se había puesto. Creemos que el Dios a quien oramos es no solo Dios, sino también Rey, y lo hemos de tener en cuenta en nuestras plegarias.

15 Esta misma idea de que antes de dirigirnos al Señor en oración deberíamos sospesar cada una de las palabras que vamos a decir porque Dios las escrutará una a una, se refleja claramente en algunos de los comentaristas de la antigüedad. JUAN CRISÓSTOMO [347-407] dice al respecto: «Cuando acudas a Dios en oración adopta la actitud humilde de un mero suplicante que implora misericordia inmerecida, evitando afianzar tu petición en méritos propios; o peor a aún, justificarla en las actitudes y proceder de otros. Pues si lo haces ya no acudes en calidad de suplicante sino como exigente; y peor aún, como acusador». Deberíamos tener muy en cuenta la oración del Salmista en el versículo ocho (5:8): “Señor, guíame en tu justicia”. No es a nosotros a quienes corresponde acusar y juzgar, quien juzga es Dios. (Recomendamos sobre este tema la lectura del comentario de Agustín de Hipona al versículo ocho).

16 Salmo 39:3-4.

17 Génesis 24:63.

18 Ver nota 2 de este mismo Salmo 5.

19 Se refiere a la versión de la Biblia al inglés con notas y ayudas para el estudio conocida como GENEVA BIBLE o BIBLIA DE GINEBRA, llevada a cabo por diversos eruditos ingleses refugiados en Ginebra, en época de Calvino y Beza, huyendo de la persecución contra los protestantes desatada en Inglaterra por María I conocida por ello en Inglaterra como “La Sanguinaria”, y bajo la supervisión de WILLIAM WHITTINGHAM [1524-1579]; fue la primera Biblia impresa en inglés para difusión entre el pueblo. La edición del Nuevo Testamento apareció en Ginebra en 1557, y la Biblia completa en 1560, aunque no fue impresa en Inglaterra hasta el 1575. Precedió por tanto en casi 50 años a la KJV y fue la Biblia usada por William Shakespeare, John Milton, John Knox y John Bunyan. Fue la versión de la Biblia más usada por los puritanos de la época, llevada a Estados Unidos por los peregrinos del Mayflower.

20 Se refiere a GIOVANNI EMMANUELE TREMELLIO o IMMANUEL TREMELIUS [1510-1580], judío nacido en Ferrara, Italia, y posteriormente convertido al cristianismo, erudito hebraísta conocido por su traducción de la Biblia del hebreo y siríaco al latín junto con FRANCISCUS JUNIUS, apodado “El Viejo” [1545-1602], un erudito teólogo hugonote.

21 Daniel 6:10.

22 Los términos hebreos en este caso son por un lado: אֲמָרַ֖י ămāray de אֵ֫מֶר emer, “palabras”; הֲגִֽיגִי hăḡîḡî de הֲגִיג hagig, “rugido, gemido, lamento”; שַׁוְעִ֗י šaw‘î de שֶׁ֫וַע sheva, “llanto, clamor, petición de ayuda”; y אֶתְפַּלָּֽל ’eṯpallāl de פָּלַל palal, “oración, plegaria”; por el otro: הַאֲזִ֥ינָה ha’ăzînāh de הֶאֱזִין azan, “aguzar la oreja o el oído”; בִּ֣ינָה bînāh de בִּין bin, “considerar, comprender”; הַקְשִׁ֤יבָה haqšîḇāh de קָשַׁב qashab, “atender, prestar atención”. También hemos utilizado en este caso una versión libre del texto bíblico para facilitar la comprensión del comentario de Lutero. Como podrá comprobar el lector, las distintas versiones españolas difieren considerablemente entre sí. Debe tenerse en cuenta además que Lutero escribió originalmente este comentario en latín, que luego se tradujo al alemán y que Spurgeon utilizó una traducción del alemán al inglés. Por nuestra parte, en esta edición tratamos de transmitir el sentido correcto en español. Esperamos haberlo conseguido y que los lectores hispanos puedan captar todo el sentido de esta hermosa y magistral exposición del gran reformador al Salmo 5.

23 Salmo 6:8.

24 SCHÖKEL dice al respecto: «Da al Señor un doble título “Dios mío y Rey mío”. El primero expresa una relación personal, a la vez que implica una profesión de fe: ‘eres mi Dios, no tengo otros dioses, contigo mantengo relaciones personales’. El título de rey incluye el poder judicial, porque en el antiguo Israel no estaban separados el poder ejecutivo y el judicial, antes bien una de las tareas principales de gobernar era juzgar. El rey tenía en su palacio un tribunal ordinario, supremo para el reino (2 Samuel 15:1-6; 1 Reyes 3:16-28)».

25 Jeremías 2:13.

26 Juan 4:13-14; 7:37-39.

27 Lucas 11:14.

28 SCHÖKEL observa que era habitual comenzar a administrar justicia por la mañana, como se desprende del texto de Jeremías 21:12: “Casa de David, así dijo Jehová: Haced de mañana juicio”. Por lo que en este sentido resulta apropiado que diga: “de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de ti”

29 Dice JUAN CRISÓSTOMO [347-407]: «“es preciso levantarse antes del amanecer a darte gracias y orar antes de que salga el sol” (Sabiduría 16:28). ¿Verdad que no permitirías que alguien de menor rango que tú se te adelante y se postre ante tu soberano antes de que tú lo hagas? ¿Y vas a quedarte durmiendo en tu cama mientras el sol sale y adora al Creador? ¿Vas a ceder la preferencia a una creación que es inferior a ti, que fue hecha para ti (Salmo 8:5-6)? Purifica tu alma de buena mañana acercándote en oración a tu Señor antes de lavarte las manos y la cara. ¿No sabes que así como el cuerpo se limpia con agua el alma se limpia con oración? ¡Lava tu alma antes de lavar tu cuerpo!».

30 Se refiere al planeta Venus, que aparece brillante tanto en los amaneceres como cuando se pone el Sol.

31 La versión inglesa KJV traduce: “I will direct my prayer unto thee”.

32 Levítico 1:12

33 Éxodo 25:30; Levítico 24:6.

34 Éxodo 29:39; Ezequiel 46:13-15.

35 Se refiere a JOHN TRAPP [1601-1669], escritor y comentarista puritano famoso por su comentario a toda la Biblia en cinco volúmenes: “Commentary on the Old and New Testaments” publicado en Londres en 1654, y que se ha seguido publicado ininterrumpidamente hasta el día de hoy, por lo que ha sido y sigue siendo utilizado y apreciado por miles de pastores. Se ha dicho que juntamente con el “Comentario de Matthew Henry”, el de Trapp constituye una de las mejores exposiciones a toda la Biblia que se han escrito. Se trata de un autor citado por la mayoría de autores cristianos desde el siglo XVII, especialmente por Spurgeon, que lo hace con mucha frecuencia.

36 Así traduce la versión inglesa KJV: “And will look up”.

37 Parece dar a entender que se refiere al Salmo 130:6, pero no es así puesto que en el Salmo 130:6 el salmista utiliza otro verbo שָׁמַר shamar. Quien sí utiliza este mismo verbo es el profeta Habacuc cuando dice: “Estaré en mi puesto de guardia, y sobre la fortaleza me pondré; y velaré para ver lo que él me dirá” (Habacuc 2:1).

38 Éxodo 16:17-22.

39 Se refiere al Salmo 88, y más concretamente al versículo 13: “Mas yo a ti he clamado, oh Jehová, y de mañana mi oración se presenta delante de ti”. El Salmo 88 es considerado como el más triste, desesperanzador y oscuro de todos. Es el único en la Biblia atribuido directamente a Hemán el ezraíta. ¿Quién era este Hemán el ezraita? Spurgeon lo atribuye en principio al Hemán mencionado en 1 Reyes 4:31; 1 Crónicas 2:6; visto como un hombre sabio y talentoso en la música, a pesar de que en el Salmo 88 revela el intenso sufrimiento que atravesó hasta el punto de sentirse como un “abandonado entre los muertos” (Salmo 88:5). Pero tampoco lo da por seguro puesto que tenemos a otro Hemán, hijo de Joel nieto del profeta Samuel y descendiente de Coat, mencionado en 1 Crónicas 6:33; y contemporáneo de David, (estaba entre los que trajeron el arca a Jerusalén) según 1 Crónicas 15:19; 16:41-42; y Spurgeon admite que podría tratarse de cualquiera de los dos.

40 Salmo 139:9

41 Esdras 9:7; Mateo 23:30.

42 Se refiere al filósofo e historiador escocés GILBERT BURNET [1643-1715], Obispo de Salisbury.

43 Génesis 32:24-28.

44 Job 33:5. O como mejor traduce la NVI: “prepárate y hazme frente”.

45 En el original “Method never converted any man”. Suponemos que se trata de una paráfrasis de Caryl.

46 Ver al respecto Jueces 20:22; 1 Samuel 17:8; 2 Samuel 10:8; 1 Crónicas 19:9; 12:37.

47 Ver al respecto Salmo 130:6.

48 Así traduce la versión inglesa KJV: “I will direct my prayer unto thee and will look up”. Este es el sentido literal de hebreo “miraré hacia arriba”. FRANCISCO LACUEVA [1911-2005] dice al respecto en el “Comentario de Matthew Henry”: «como quien espera que se le responda de lo alto (Salmo 85:8; Habacuc 2:1); con gratitud, si se le concede su petición; con paciencia, si se le difiere, y orar siempre, en todo caso, sin desfallecer, como mandó el Señor.

49 Salmo 85:8, LBLA.

50 Miqueas 7:7.

51 Génesis 3:4-7

52 Números 21:8-9; Juan 3:14; Romanos 10:13.

53 Éxodo 20:7; Deuteronomio 5:11.

54 Ester 2:19.

55 SHÖEKEL en su versión lo traduce de la siguiente manera: “Pues tú no eres un Dios que quiera el mal ni el malvado es tu huésped”.

56 Ver con respecto a este tema en la nota 83 los comentarios de AGUSTÍN DE HIPONA [354-430] y DÍDIMO EL CIEGO [313-398] sobre el versículo ocho (5:8) de este mismo Salmo.

57 Como fácilmente entenderá el lector se trata de una aplicación irónica de las palabras de Pablo en 2 Timoteo 2:15.

58 Apocalipsis 22:15.

59 Salmo 58:2.

60 SCHÖKEL lo traduce de la siguiente manera: “ni se mantendrán los arrogantes ante ti. Detestas a los malhechores”.

61 En hebreo יִתְיַצְּב֣וּ yiṯyaṣṣəḇū de יָצַב yatsab: “no estarán de pie”, o “no se erguirán”.

62 Hebreos 10:31.

63 Sobre este versículo comenta JERÓNIMO DE ESTRIDÓN [347-420]: «Aborreces a todos los que hacen iniquidad” Si Dios aborrece a los que hacen iniquidad, y todos los seres humanos somos pecadores, deberíamos concluir que nos aborrece a todos. Entonces, si nos aborrecía, ¿por qué tuvo a bien salvarnos por medio de su gracia (Romanos 3:23-24; Efesios 5:2-8)? Fijémonos bien en las palabras del salmista, pues no dice “los que hicieron iniquidad” sino “los que hacen iniquidad”. A quienes el Señor aborrece no es a los que habiendo estado un día en pecado fueron salvos por su gracia y se han apartado de él: a estos los ama; a quienes aborrece es a los que perseveran en el pecado y siguen practicando iniquidad: a estos aborrece: “¿Qué, pues, diremos? ¿Permanezcamos en el pecado para que la gracia abunde? ¡En ninguna manera! Los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?» (Romanos 6:1-2. Ver también: Romanos 6:15-16; Gálatas 5:13; Hebreos 10:26-27; 1 Pedro 2:16).

64 Proverbios 6:16. Ver también: Deuteronomio 7:22; Apocalipsis 2:6, 15.

65 Éxodo 20:18-26; Deuteronomio 5:22-33.

66 Proverbios 6:16-19.

67 Lucas 13:27

68 Job 16:8-9.

69 Romanos 2:5, NVI.

70 Proverbios 21:15.

71 Salmo 68:21.

72 Salmo 45:7.

73 2 Corintios 6:14-18.

74 Hechos 8:20-25.

75 Dice al respecto JERÓNIMO DE ESTRIDÓN [347-420]: «Todo hereje es sanguinario y engañador: es sanguinario porque con sus mentiras destruye las almas de cuantos se dejan embaucar por sus afirmaciones y falsas doctrinas; es engañador porque recurre a sutiles ardides y añagazas para simular que es palabra de Dios lo que no va más allá de ser sus propios razonamientos y conclusiones».

76 En el original “Bloody and deceitful men dig their own graves”.

77 2 Samuel 18:6, 9.

78 2 Samuel 14:25-26.

79 En su “Fragmenta, Homiliae y Selecta in Psalmos” ORÍGENES [185-254] dice con respecto a estas palabras: «Puesto que “los insensatos no pueden estar delante de tus ojos; y aborreces a todos los que hacen iniquidad (5:5) para entrar en tu santo templo no tengo otra opción que la de acogerme a la “la abundancia de tu misericordia”. Y puesto que no entraré en tu casa por ninguna otra razón o mérito fuera de la abundancia tu misericordia, me postraré con toda la humildad y reverencia que se conoce como “temor de Dios”, De ese modo te adoraré en espíritu y en verdad». (Salmo 15:17; Isaías 57:15; Juan 4:24).

80 Salmo 18:10; 80:1; 99:1;

81 Daniel 6:10.

82 A mediados de 1270 el devoto rey de Francia LUIS IX [1214-1270], más conocido como SAN LUIS DE FRANCIA, emprendió la Octava Cruzada con el propósito de recuperar los lugares santos de Jerusalén (a pesar de que la Séptima Cruzada organizada por él mismo entre 1248 y 1254 había acabado en rotundo fracaso). Sitió la ciudad de Túnez pero su ejército fue presa de una epidemia de disentería de la cual él cayó víctima. El 25 de Agosto de 1270, tendido sobre un lecho de ceniza, tras admitir su fracaso entregó su espíritu mascullando estas palabras de David: “Mas yo por la abundancia de tu misericordia entraré en tu casa; en tu santo templo me postraré, lleno de tu temor”.

83 Esta misma idea la comparte JUAN CRISÓSTOMO [347-407] cuando dice: «“En tu santo templo lleno de tu temor”. No bostezando y con desgana, como hacen la mayoría, sino con reverencia y santo temor. Porque quien ora en el santo temor de Dios aparta de sí todos los demás pensamientos impíos, y con ello predispone la misericordia divina a concederle su petición»

84 1 Reyes 8:27-49.

85 Josué 1:15.

86 Salmo 25:6.

87 SCHÖKEL lo traduce de la siguiente manera: “Por tu justicia guíame, Señor, en respuesta a mis detractores; allana ante mí tu camino”

88 Sobre este versículo comentan los Padres de la Iglesia:

–AGUSTÍN DE HIPONA [354-430]: «Guíame a tratar con mis enemigos según tu justicia. No con la justicia propia de criterios humanos, sino “tu justicia”. Porque desde la perspectiva de los hombre el devolver mal por mal tiene se entiende como justicia; pero no en el criterio de Aquel que “hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos” (Mateo 20:45). En este sentido, cuando Dios castiga a los pecadores no les infiere un mal directo procedente de sí mismo, le basta con retirarles su protección dejándoles abandonados a su propia maldad, y por su propia maldad acaban infligiéndose ellos mismos su castigo: “He aquí, el impío concibió maldad, gestó iniquidad, y dio a luz fraude. Pozo ha cavado, y ha ahondado; y en el hoyo que hizo caerá. Su iniquidad se volverá sobre su cabeza” (Salmo 7:14-15). Dios no engendra el mal, el mal lo engendra el propio hombre; Dios imparte justicia en calidad de juez, pero cuando ejecuta la sentencia y castiga a los transgresores de la ley, no les infiere él un mal, deja que se castiguen a sí mismos con sus propias miserias. Cuando el hombre devuelve mal por mal, siente satisfacción al aplicar aquello que considera un justo castigo; pero Dios, a diferencia del hombre, no se complace en la acción de aplicar el castigo, por ello, cuando quiere castigar a un malvado, hace que se castigue a sí mismo, como leemos en este mismo salmo un poco más adelante: “Castígalos, oh Dios; caigan por sus mismos planes” (Salmo 5:11)».

–DÍDIMO EL CIEGO [313-398] incide en la misma idea comentando el versículo cuatro de este mismo salmo (5:4): «“Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad; el malo no habitará junto a ti” Es evidente que ningún mal procede de Dios, como algunos creen erróneamente partiendo de la falsa idea que tanto el bien como el mal eran parte de su divina sustancia [se refiere a las ideas herejes de VALENTÍN EL GNÓSTICO en el siglo II]. Dios es el bien infinito, y ciertamente de la boca y voluntad del Altísimo tan solo puede salir el bien, porque el bien y el mal no son compatibles y no pueden habitar juntos».

89 RICARDO ARCONADA en “Salmos” hace la siguiente paráfrasis: «Que tu actuar providencial, Señor, siempre conforme a justicia, que premia al bueno y castiga al malo, luzca ante mí con experiencia vivencial»

90 Los Padres de la Iglesia comentan:

–ORÍGENES [185-254]: «Quien decide obrar en rectitud y seguir el camino del bien cuenta con numerosos adversarios, enemigos tanto materiales como espirituales, que se sienten agredidos y atormentados por su recto proceder (Mateo 8:29; Efesios 6:12). Consciente de esto, el profeta no se atribuye a sí mismo la capacidad para enfrentarse a ellos, invoca a Dios diciendo: “Allana delante de mí tu camino”.

–JERÓNIMO DE ESTRIDÓN [347-420] lo interpreta del siguiente modo: «¿Y cuál es ese “camino” que pide el salmista a Dios que le allane? La lectura e interpretación de las Sagradas Escrituras: “allana delante de mí tu camino”, abre mi mente para que pueda entenderlas correctamente (2 Timoteo 2:15). Porque todo aquel que interpreta de modo incorrecto las Escrituras yerra y sucumbe en el camino de Dios».

–JUAN CRISÓSTOMO [347-407]: «Házmelo comprensible y evidente, para que me sea cómodo y fácil de seguir».

91 Dice al respecto TEODORETO DE CIRO [393-458] en su “Interpretatio in Psalmos”: «Los sepulcros cerrados mantienen la putrefacción en su interior, pero al abrirlos, el olor fétido que desprenden se hace insoportable. Así es también con las personas hipócritas, falsas y aduladoras: mientras callan mantienen en su interior la putrefacción de sus engaños y blasfemias, pero cuando abren la boca y exhalan sus lisonjas, el hedor que desprenden es tan insoportable que a la persona justa y recta se le hace inviable permanecer a su lado».

92 JUAN CRISÓSTOMO [347-407] añade: «No se limita a decir “sepulcro”, que ya sería una descripción lo suficientemente horrenda, sino que añade “abierto”, para para incrementar el sentido de repugnancia (…) si enterramos los cadáveres lejos de las ciudades para evitar putrefacción, con más ahínco deberíamos expulsar lejos de nosotros las palabras hediondas de la lisonja y a todos cuantos las profieren».

93 La figura no tiene mucho sentido en nuestra época. Pero en épocas pasadas era habitual cavar fosas en cualquier lugar para enterrar a los muertos, principalmente junto a los caminos. Y la posibilidad de tropezar con el hueco abierto de una tumba e incluso caer en su interior, de manera especial cuando se caminaba a campo abierto, era muy real.

94 Mateo 13:43.

95 Apocalipsis 20:13.

96 Proverbios 6:24.

97 AGUSTÍN DE HIPONA [354-430] hace esta peculiar interpretación: «“Sepulcro abierto”. Atraen a los incautos mediante engaños y lisonjas y los inducen a pecar de la manera más sutil: asimilándolos paulatinamente a sus propias costumbres, hábitos y pautas de comportamiento, es decir: los “tragan”. Por ello el salmista les aplica con propiedad el nombre de sepulcros abiertos; pues sus víctimas, al quedar atrapadas en el pecado y alejadas de la vida verdadera, son muertos espirituales; y los mismos sepulcros dan acogida a los cadáveres de quienes primero han dado muerte induciéndoles al pecado con sus lisonjas, tragándoselos luego hasta asimilarlos con su propia putrefacción».

98 Hemos traducido el texto según figura en el original inglés aunque no hemos logrado encontrar referencias históricas de este hecho citado por Spurgeon. Suponemos que se refiere a NAPOLEÓN BONAPARTE [1769-1821], y el PAPA PIO VII [1742-1823], que mantuvieron una relación muy conflictiva y turbulenta llegando al punto de tenerle preso por más de dos años en el Palacio de Fontainebleau.

99 La versión griega de los LXX o Septuaginta dice: κρίνω αὐτός, que la Vulgata traduce al latín como: “judica illos Deus”, “júzgalos Dios”. JUAN CRISÓSTOMO [347-407] comenta al respecto: «No dice “castígalos” sino “júzgalos” y pon fin a sus maldades. Lo cual, en cierto sentido, más que una condena o deseo de venganza, no deja de ser una manera de ayudarles y de pedir por ellos: Señor desbarata sus planes para que no puedan seguir acumulando maldad y haciéndose daño a ellos mismos». Así ha de ser toda oración de un cristiano, en humildad y mansedumbre. Decir “castígalos” es dictar nosotros la sentencia; decir “júzgalos” es exponer el problema dejando la decisión en las manos de Dios.

100 Mateo 21:18-19; Marcos 11:12-14, 20.

101 Apocalipsis 18:20.

102 Mateo 3:10; Lucas 3:9.

103 Deuteronomio 27:15-26.

104 Salmo 1:1-3 y Salmo 1:4-6. Salmo 2:1:3 y Salmo 2:4-12. Salmo 3:3-6 y Salmo 3:7-8. Salmo 4:2-3 y Salmo 4:2 y Salmo 4:3.

105 Éxodo 15:2; Salmo 118:14; Isaías 12:2.

106 CASIODORO [485-583] en su “Expositio Psalmorum” hace esta admirable reflexión: «No podía el salmista encontrar una forma más bella y delicada de concluir este precioso salmo que con estas palabras: “lo rodeas de tu favor”. Son de tanta enjundia que por más libros que se escribieran sobre ellas no bastarían para explicar la profundidad de su significado. “De tu favor” dice, sí, porque el “llamamiento” de Dios antecede a cualquier mérito por nuestra parte; no llama a los merecedores o dignos, sino que es Él quien los hace merecedores y dignos. Es por eso que nuestra salvación se considera una acción de la gracia, de lo contrario sería un acto de justicia. Es “su favor” el que nos rodea cual escudo y nos atrae hacia él. Por nosotros mismos no podemos hacer nada provechoso, ni pensarlo siquiera, si antes no lo recibimos del Autor de todo bien, como nos dice el apóstol: “no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios” (2 Corintios 3:5)».

107 AGUSTÍN DE HIPONA [354-430] le da la siguiente interpretación: «“Bendecirás al justo”: Esta bendición otorgada a los justos consiste en ser justificados y glorificados. Pero no pueden ser justificados sin una llamada previa, que no es atribuible a la voluntad personal, sino exclusivamente a la gracia de Dios. Por cuanto: “Todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23); pero: “a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó” (Romanos 8:30). Por tanto, la llamada no es imputable a nuestros méritos, sino únicamente a la buena voluntad y misericordia divina. Es por ello que el salmista añade: “como con un escudo lo rodearás de tu favor”. Es decir: la buena voluntad y la misericordia de Dios van por delante de nosotros para llamarnos al arrepentimiento. Por eso exclama el apóstol: “¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica (…) Y si Dios está por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no eximió ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” (Romanos 8:31-33) “Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, habiendo sido reconciliados, seremos salvos por su vida” (Romanos 8:10). Este es el escudo más impenetrable que existe y ante cuya visión el enemigo retrocede, por mucho que trate, zarandeándonos con tentaciones y tribulaciones, de hundirnos en la desesperanza y llevarnos a dudar de nuestra propia salvación».

108 Se refiere a HENRY AINSWORTH [1571-1622], teólogo inglés no conformista, nacido en Swanton Morley, Norfolk, educado en el Caius College de Cambridge y posteriormente exilado y afincado en Ámsterdam. Erudito y reconocido especialista en hebreo bíblico, fue autor de numerosas obras, entre las que destacan sus traducciones anotadas o comentarios a Génesis (1616); Éxodo (1617); Levítico (1618); Números (1619); Deuteronomio (1619) Salmos (incluyendo una versión métrica, 1612); y el Cantar de los Cantares de Salomón (1623). Su obra Psalms, The Book of Psalms: Englished both in Prose and Metre with Annotations [Ámsterdam, 1612], que incluye en una separata treinta y nueve melodías monofónicas de salmos, es conocida como el Ainsworth Psalter, “El Salterio de Ainsworth”, único libro de música que los peregrinos puritanos llevaron a Nueva Inglaterra en 1620, posteriormente revisado y convertido en el Bay Psalm Book, y que tuvo una influencia fundamental en la primitiva salmodia norteamericana

109 Esta idea parte de la versión griega de los LXX o Septuaginta que usa aquí la palabra στεφανόω y dice: ὅπλον εὐδοκία στεφανόω ἐγώ que la Vulgata traduce al latín como “Domine ut scuto bonae voluntatis coronasti nos”, “Nos has coronado, Señor, con tu buena voluntad como con un escudo”. JERÓNIMO DE ESTRIDÓN [347-420] lo interpreta de este modo: «¿Tiene sentido –os preguntaréis– coronar a alguien con un escudo? Se corona con laurel, con flores, con oro y piedras preciosas. Pero, ¿cómo se puede coronar con un escudo? Sí, porque el escudo del Señor es una “corona de favores y misericordias” (Salmo 103:4). Dios mismo es nuestro escudo y es a la vez nuestra corona; nos protege con el escudo de su favor, y nos corona por su justicia con la victoria».

110 Romanos 8:31.

111 Lucas 22:31-32.

112 1 Pedro 5:8-9; 2 Timoteo 4:17.

113 Apocalipsis 12:12

114 Job 1:12;.

115 Apocalipsis 20:1-2. La interpretación amilenial de estos versículos considera que Satanás está ya atado durante la edad presente, y por tanto, hay que entender el comentario del autor en este sentido.

116 Se refiere al viaje de Lutero a Augsburgo en Octubre de 1518 para entrevistarse con el legado papal CARDENAL TOMÁS CAYETANO [1469-1534], a petición de su protector FEDERICO III EL SABIO, Elector de Sajonia [1463-1525], bajo promesa firme recibida de parte del Cardenal de que trataría a Lutero «con paternal mansedumbre», y se lo devolvería sano y salvo aunque se negara a retractarse.

El Tesoro de David: la revelación Escritural a la luz de los Salmos

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