Читать книгу El Tesoro de David: la revelación Escritural a la luz de los Salmos - Eliseo Vila - Страница 7

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SALMO 6

SALMO DEL ENFERMO

Título: «Al músico principal; en Neginot, sobre Seminit. Salmo de David.» Este salmo se conoce comúnmente como el primero de los Salmos Penitenciales, (los otros seis son el 32, 38, 51, 102, 130 y 143), y ciertamente su lenguaje encaja a la perfección en labios de un penitente, pues expresa a la vez el dolor (versículos 3, 6, 7), la humillación (versículos 2 y 4), y el odio al pecado (versículo 8), que son señales inequívocas del espíritu contrito cuando se vuelve de nuevo hacia a Dios.1 ¡Engendra en nosotros, oh Espíritu Santo, el verdadero arrepentimiento que no necesita arrepentirse!

El título de este salmo es “Al músico principal; en Neginot, sobre Seminit.2 Salmo de David”, es decir, al músico principal; con instrumentos de cuerda, en la octava. Algunos afirman que se refiere al tono de barítono o tenor, que sin duda se adapta muy bien a esta oda fúnebre. Pero nosotros preferimos admitir que desconocemos por completo el significado de estos términos musicales arcaicos del hebreo bíblico, y que incluso el término “Selah” sigue transliterándose por falta de una traducción absolutamente fiable. Lo cual no debería plantearnos, sin embargo, dificultad alguna en nuestra labor expositiva. Pues lo que nos perdemos a causa de esta limitada ignorancia es con toda probabilidad muy poco y, además, sirve para confirmar nuestra fe, ya que prueba la antigüedad remota de estos Salmos que contienen palabras tan ancestrales cuyo significado ignoran incluso los mejores estudiosos de la lengua hebrea. Sin duda, son una demostración incidental (accidental me atrevería a decir, de no ser porque creo firmemente que son diseñados e inspirados por Dios), de su naturaleza, de la autenticidad de lo que profesan ser: composiciones del rey David en los tiempos más antiguos.3

C. H. SPURGEON

Estructura: Observamos que el Salmo 6 es fácilmente divisible en dos partes. La primera nos expone los motivos del salmista para su acuciante angustia, del versículo uno hasta el final del siete. A partir del versículo ocho hasta el final, el tema es completamente distinto. El salmista cambia de clave musical y eleva el matiz de su melodía; deja el tono menor para introducir acordes más sublimes. En clara demostración de la más absoluta confianza, afina su arpa en tono mayor, elevándola una octava para declarar abiertamente que Dios ha escuchado su oración librándole de todas sus angustias.4

C. H. SPURGEON

Versión poética:

DOMINE NE IN FURORE TUO ARGUAS ME

¡O Dios, me acojo a tu amoroso pecho,

¡O Padre! Imploro tu favor divino

no me arguyas, Señor, de mis errores

ni con ira corrijas mis delirios.

Usa conmigo de misericordia:

sabes que soy enfermo y quebradizo

que conturbado estoy hasta los huesos:

sáname pues, ¡oh médico divino!

También está turbada esta alma triste,

que con tanta piedad has redimido;

pero tú, Dios dulcísimo, ¿hasta cuándo

la has de dejar en tan feroz martirio?

¡Ay Dios mío! convierte presuroso;

libra mi infeliz alma del peligro;

y sálvala, Señor, que es obra tuya,

de quien tu misma sangre precio ha sido.

Mira que de la muerte en los horrores

no hay quien se acuerde de tus beneficios,

ni ¿quién confesará tu santo nombre

del infierno en los lúgubres abismos?

Yo he gemido hasta aquí, lavar pretendo

todas las noches con el llanto mío

el lecho en que me acuesto, y con él quiero

de mi estrado regar todo el recinto.

Mis ojos se han turbado, contemplando

que el furor de mis locos desvaríos,

necio, ha lisonjeado a mis contrarios

y entre ellos ignorante he envejecido.

Apartaos de mí todos los malos,

que me enseñáis a ser, y sois inicuos:

que ya el Señor piadoso me ha mirado,

y la voz de mis lágrimas ha oído.

Oyó el Señor por fin los tiernos ecos

de mi deprecación, y ya benigno

de su clemencia en el inmenso seno,

mi rendida oración ha recibido.

Avergüéncese, pues, y se conturben

con vehemencia mis crueles enemigos:

retírense los viles velozmente,

y para siempre queden confundidos.

DEL “SALTERIO POÉTICO ESPAÑOL”, SIGLO XVIII

Salmo completo. David se vio sometido con frecuencia a la enfermedad y al acoso de sus enemigos, pero en todos los salmos que hacen referencia a estas aflicciones, observamos que tales situaciones extremas le llevaron siempre a reflexionar sobre su propia iniquidad y la ira de Dios. Rara vez cayó enfermo o fue perseguido sin que ello le motivara a un examen de conciencia y a hacer memoria de su pecado. Algo evidente en este Salmo que compuso acuciado por una grave enfermedad, como se desprende de los versículos del 1 al 8, donde expresa claramente el desfallecimiento de su alma bajo el temor a la ira de Dios (6:1). Todas sus otras dolencias no hacen más que alimentar con su caudal esta corriente principal impetuosa y turbulenta, cual pequeños arroyuelos que vierten sus aguas en un gran río, cambiando al hacerlo de nombre y naturaleza. La preocupación provocada por los síntomas de su enfermedad, por graves y dolorosos que estos fueran, palidece y se evapora ante una preocupación mucho mayor: el temor a la ira de Dios por la condición cuestionable y peligrosa de su alma. Una situación que se repite en el Salmo 38, y en muchos otros pasajes.

RICHARD GILPIN [1625-1699]

“Daemonologia Sacra: Or, A Treatise of Satan’s Temptations”, 1677

Vers. 1. Jehová, no me reprendas en tu enojo, ni me castigues con tu ira. [Jehová, no me reprendas en tu enojo, ni me castigues con tu ira. RVR] [Señor, no me reprendas en tu ira, ni me castigues en tu furor. LBLA] [Oh YHVH, no me reprendas en tu ira, ni me castigues en tu ardiente indignación. BTX] [No me reprendas, Señor, en tu ira; no me castigues en tu furor. NVI] [Señor, no me reprendas airado, no me castigues con furia. BLP] [Oh Señor, no me reprendas en tu enojo ni me disciplines en tu ira. NTV]

Señor, no me reprendas en tu ira. Consciente de que merece ser reprendido, el salmista anticipa que el reproche le caerá encima de una forma u otra, si bien no para condena, sí para convicción y santificación. «El trigo se limpia aventándolo, y el alma con castigos».5 Sería una locura orar contra la mano dorada que nos enriquece por sus golpes. No pide, pues, que el reproche sea descartado, ya que con ello iría el riesgo perderse la bendición implícita; pero sí que el reproche no venga acompañado “Señor, no me reprendas en tu ira”. Que me eches en cara mi pecado es beneficioso; pero, oh Señor, no lo hagas en el cenit de tu irritación, no sea que el corazón de tu siervo desfallezca y acabe hundiéndose en la desesperación. Así clama también Jeremías: «Castígame, oh Jehová, mas con medida; no con tu furor, para que no me reduzcas a poca cosa».6 Sé que debo ser castigado, y aunque me encojo para evitar el golpe de la vara, soy consciente que redundará en mi beneficio; pero, oh, Dios mío, “no me reprendas airado”, no sea que la vara se convierta en espada, y al golpearme con fuerza me des muerte. Oremos para que los castigos de nuestro Dios de gracia, si bien no hay forma de evitarlos por completo, vengan cuanto menos suavizados por el conocimiento de que no caen sobre nosotros “en su ira”, sino arropados en su dulce pacto de amor.

C.H. SPURGEON

Jehová, no me reprendas en tu enojo. Dios tiene dos medios distintos para llevar a sus hijos a la obediencia: su Palabra, por medio de la cual les habla; y su vara, con la que los castiga. La Palabra precede a la vara, con ella les amonesta por boca de sus siervos que ha enviado a lo largo de todas las edades invitando a los pecadores al arrepentimiento, y respecto a los cuales el propio David exclama en otro salmo: “Que el justo me reprenda”.7 Así como un padre lo primero que hace con un hijo desencaminado es reprenderlo, así hace el Señor con nosotros. Pero cuando hacemos caso omiso a las advertencias de su Palabra, entonces cual corresponde hacer a todo buen padre, toma la vara y nos sacude. Nuestro Salvador trató de despertar por tres veces en el huerto de Getsemaní a los tres discípulos que dormitaban, pero al comprobar que no hacían caso alguno, les notificó que Judas y su infame pandilla habían llegado para despertarlos con palos y espadas, dado que su dulce voz no lo había conseguido.

ARCHIBALD SYMSON [1564-1628]

“A Sacred Septenarie or A godly and fruitful exposition on the seven Psalmes of repentance”, 1623

Jehová, no me reprendas en tu ira.8 El salmista no rechaza por completo el castigo, porque es consciente de que sería poco razonable, y en caso de hacerlo, el juicio le resultaría más desfavorable que beneficioso. Pero siente miedo a la ira de Dios que amenaza a los pecadores con su ruina y perdición, y por ello, trata de evitarla. Ante la más que probable indignación y enojo divino, David plantea tácitamente la alternativa del castigo paternal, suave y compasivo, algo que sí estaba dispuesto a soportar.

JUAN CALVINO [1509-1564]

Jehová, no me reprendas en tu ira.

¿La ira del Señor? ¡Oh, pavoroso pensamiento!

¿Cómo puede una frágil criatura humana afrontar

la galerna de su enojo? ¡Ay! ¿A donde huir

para escapar del castigo que tan justamente merece?

¡Que escape hacia la cruz! Pues solo allí la gran expiación

protege al pecador, cuando acude suplicante, implorando

perdón con arrepentimiento sincero y fe incuestionable.

Entonces desaparece de la faz de Dios

el ceño fruncido, que cual nube tempestuosa,

extiende su negrura ocultando el resplandor del sol.

ANÓNIMO

Jehová, no me reprendas en tu ira. Esto es, no descargues aún sobre mí aquello con lo que has amenazado en tu ley, donde la ira no aparece como decreto ni ejecución, sino como simple advertencia del juicio. Así leemos en Oseas: “No ejecutaré el ardor de mi ira”9 es decir, no voy a consumar aquello que he declarado. Eventualmente Dios ejecuta el castigo sobre los malvados; no se limita a advertirlo: lo ejecuta, por tanto, la ira se asocia con la ejecución del castigo.

RICHARD STOCK [1569-1626]

“A stock of divine knowledge, being a lively description of the divine nature, or, The divine essence, attributes, and Trinity particularly explained”, 1641

Ni me castigues en tu furor.

¡Guárdame la vida y la paz interior,

cuando deba sentir la vara de castigo!

No me mates, pero aniquila mi pecado,

para que tenga certeza de que eres mi Dios.

¡Concede a mi alma un anticipo dulce

de aquello que en breve podré contemplar!

Que la fe y el amor clamen por vez postrera

“Ven, Señor, me entrego plenamente a ti!” 10

RICHARD BAXTER [1615-1691]

Vers. 2. Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy enfermo; sáname, oh Jehová, porque mis huesos se estremecen. [Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque desfallezco; sáname, oh Jehová, porque mis huesos se estremecen. RVR] [Ten piedad de mí, Señor, pues languidezco; sáname, Señor, porque mis huesos se estremecen. LBLA] [¡Ten misericordia de mí, oh YHVH, porque desfallezco! Sáname, oh YHVH, porque mis huesos se estremecen. BTX] [Tenme compasión, Señor, porque desfallezco; sáname, Señor, que un frío de muerte recorre mis huesos. NVI] [Señor, apiádate de mí que estoy débil; fortaléceme, pues me siento sin fuerzas. BLP] [Ten compasión de mí, Señor, porque soy débil; sáname, Señor, porque mis huesos agonizan. NTV]

Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque desfallezco. A pesar de que merezco la destrucción, deja que tu misericordia se apiade mi fragilidad. Este es el camino correcto para tratar con Dios si queremos prevalecer: no alegar nuestra propia bondad o grandeza, sino reconocer el pecado invocando nuestra pequeñez. Simplemente clamar: “desfallezco” Señor, por tanto, dame fuerzas y no me aplastes. No desates contra mí, bajel tal frágil, la furia de tu tempestad. Tempera el viento que sopla sobre este cordero recién esquilado.11 Sé tierno y compasivo con esta pobre flor marchita, y no le quiebres el tallo. Es la típica frase de un enfermo para instar piedad de un compañero enfrentado a él: Trátame con benignidad, porque estoy débil y “desfallezco”. El sentido y convicción de su pecado habían aniquilado el orgullo del salmista de tal modo, hasta tal punto le había arrebatado esa fortaleza de la que tanto se jactaba, que sentía debilidad incluso para obedecer la ley; la tristeza que se había apoderado de su ser le minaba de tal forma que se sentía débil incluso para aferrarse a la promesa: “Desfallezco”. El original hebreo es aún más explícito:12 “me hundo”, “caigo en picado”; o también: “me siento seco como una planta marchita”. ¡Ay! amados, bien sabemos nosotros lo que esto significa; pues también hemos visto nuestra fama mancillada y nuestro esplendor cual flor marchita.

Sáname, oh Jehová, porque mis huesos se estremecen. El salmista ora pidiendo sanidad; pero no una simple mitigación de los dolores que le aquejaban y tenía que soportar, sino una curación completa de su enfermedad y de todos los males y heridas derivadas de la misma. Sus huesos se “estremecían”, o se “aterrorizaban”, como reza más literalmente el hebreo.13 Su terror había llegado a tal extremo que le temblaban todos los huesos; no solo su carne se agitaba, sino que también su esqueleto, los sólidos pilares soporte de su hombría, comenzaron a tambalearse: “Mis huesos se estremecen”. Ah, cuando un alma logra sentir el pecado basta para que los huesos se estremezcan; basta para que el cabello de cualquiera se encrespe al contemplar las llamas del infierno debajo de sus pies, a un Dios airado sobre su cabeza, y al peligro y la duda rodeándole. Bien podía exclamar el salmista: “Mis huesos se estremecen”.

C.H. SPURGEON

Ten misericordia de mí, oh Jehová, David no vislumbra vía de escape en la tierra ni en el cielo que le permita evadir la ira divina, y por tanto, se entrega en manos del propio Dios, intuyendo que Aquel que le ha herido es el único que puede sanarle. No se esconde con Adán bajo un arbusto,14 no se refugia con Saúl en la cueva de la pitonisa,15 ni huye con Jonás a Tarsis;16 simplemente apela frente a un Dios airado al Dios de la misericordia, interpone ante Dios al propio Dios. La mujer que fue condenada por el rey Felipe apeló la sentencia de un Felipe borracho ante el Felipe sobrio.17 David apela contra una virtud de Dios: su justicia, con otra virtud: su misericordia. La sentencia de un tribunal humano es apelable ante el trono de la justicia divina; pero una vez condenado por el trono de la justicia divina, ¿a quién cabe acudir sino al propiciatorio, al trono de la misericordia que es la última instancia y recurso al que cabe apelar? “¿A quién tengo yo en los cielos, sino a ti? Y fuera de ti, ¿qué tengo en la tierra”.18 Bajo el término “misericordia”, David incluye todo lo demás, como dijo Jacob a su hermano Esaú: “Dios me ha hecho merced, y me lo ha concedido todo”.19 ¿Deseas algo que esté en la mano de Dios conceder? Clama implorando misericordia, de cuya fuente brotará todo lo bueno que precisas.

ARCHIBALD SYMSON [1564-1628]

“A Sacred Septenarie or A godly and fruitful exposition on the seven Psalmes of repentance”, 1623

Porque desfallezco. La retórica que emplea David para inducir a Dios a que le sane, no deja de ser sorprendente: “desfallezco”. Un argumento sacado de su propia debilidad, y que de ser usado ante cualquier persona hubiera sido contraproducente; pero que ante Dios es un argumento contundente con grandes posibilidades de prevalecer. Si un enfermo acudiera a un médico contándole solo quejas y lamentos sobre lo gravoso de la enfermedad, este le diría, “que Dios le ampare”; si un explotado fuera a pedir consejo a un abogado mostrándole su estado y sus acciones, le estaría mostrando el quid de la cuestión;20 o si alguien acudiera a un comerciante buscando vestimentas, tendría que tener dinero en mano o aportar un fiador; o para obtener el favor cortesano. Pero, ante Dios, es completamente distinto; el argumento con mayor fuerza es la necesidad, la pobreza, la miseria, la debilidad, las lágrimas, la ausencia de méritos, y la confesión; no hay mejor vía para hacerse con todo aquello que ha prometido (…) Las lágrimas de nuestra desgracia son flechas certeras que perforan el corazón de nuestro Padre celestial, despertando su piedad e inclinando a nuestro favor el plato de la balanza. Los mendigos muestran abiertamente sus llagas y mutilaciones ante los ojos de los transeúntes, con la clara intención de moverles a que se apiaden de ellos. De igual modo, despleguemos ante Dios nuestras miserias, para que él, bondadoso Samaritano, a la vista de nuestras heridas, se apiade de nosotros y nos ayude a su debido tiempo.

ARCHIBALD SYMSON [1564-1628]

“A Sacred Septenarie or A godly and fruitful exposition on the seven Psalmes of repentance”, 1623

Sáname, oh Jehová. David no acude al médico de vicio, como haría un hipocóndrico, sino porque su enfermedad es real y muy grave, sus síntomas son intensos; tan intensos y violentos que le habían perforado los huesos y el alma:21 “Mis huesos se estremecen (…) mi alma también está muy turbada”, por tanto “sáname”. Este es el motivo que le lleva a plantear su segunda petición: “sáname, oh Jehová, porque mis huesos se estremecen”.22

JOHN DONNE [1573-1631]

“Sermons preached uponthe Petitential Psalms”

“Mis huesos se estremecen” El Señor puede hacer que aún la parte más protegida, más dura y menos sensible del cuerpo humano, sienta el furor de su ira cuando así le place; como vemos aquí en el caso de David: “Mis huesos se estremecen”.

DAVID DICKSON [1583-1663]

“Explanation of the First Fifty Psalms”, 1653

El término hebreo עֲצָמָֽי ăṣāmay de עָ֫צֶם etsem, “huesos”, aparece con frecuencia en los Salmos; y si lo analizamos veremos que es utilizado en tres sentidos diferentes:

1. Aplicado algunas veces al cuerpo físico de nuestro bendito Salvador, como leemos: “Horadaron mis manos y mis pies, contar puedo todos mis huesos”,23 en referencia al cuerpo de Cristo colgando de la Cruz.

2. Otras veces también en referencia a su cuerpo místico que es la Iglesia. En este sentido denota todos los miembros del cuerpo de Cristo que se mantienen firmes en la fe, y que no serán alterados por persecuciones o tentaciones por severas que estas sean: “Todos mis huesos dirán: Jehová, ¿quién como tú, que libras al afligido del más fuerte que él, y al pobre y menesteroso del que le despoja?”.24

3. Y en algunos pasajes determinados el término “huesos” se aplica no al cuerpo sino al alma; es decir, al hombre interior de cada cristiano en particular. En este caso implica la potencia y fortaleza del alma, el coraje y determinación que la fe en Dios proporciona a los justos. Este es el sentido con que se utiliza en este segundo versículo del Salmo 6: “Sáname, oh Jehová, porque mis huesos se estremecen”.25 Y así lo entienden Agustín, Ambrosio y Juan Crisóstomo.

FRANCIS HENRY DUNWELL [1819-1880]

“Parochial Lectures on the Psalms”, 1855

Vers. 3. Mi alma también está muy turbada; y tú, Jehová, ¿hasta cuándo? [Mi alma también está muy turbada; y tú, Jehová, ¿hasta cuándo? RVR] [Mi alma también está muy angustiada; y tú, oh Señor, ¿hasta cuándo? LBLA] [Y mi alma está turbada en gran manera, Y Tú, oh YHVH... ¿hasta cuándo? BTX] [Angustiada está mi alma; ¿hasta cuándo, Señor, hasta cuándo? NVI] [Y estoy profundamente abatido. Señor, ¿hasta cuándo? BLP] [Mi corazón está angustiado; ¿cuánto falta, oh Señor, para que me restaures? NTV]

Mi alma también está muy turbada. La enfermedad del alma es la madre de todas las enfermedades. No importa que los huesos tiemblen si el alma permanece firme, pero cuando el alma se siente también “muy turbada” el resultado es pura agonía.

Y tú, oh Señor, ¿hasta cuándo? Una frase que termina abruptamente, porque las palabras le fallaron, el dolor acalló la poca vitalidad que le quedaba. Con todo, el salmista seguía conservando cierta esperanza, pero exclusivamente en su Dios. Por ello clama: “Señor, ¿hasta cuándo?”. La gran esperanza del alma penitente es la venida de Cristo revestido con los ropajes sacerdotales de la gracia; y, de una u otra forma, la aparición de Cristo es y ha sido siempre la esperanza de los santos. La frase favorita de Calvino era: “Domine usquequo” - “Señor, ¿hasta cuándo?”, sin que ninguna de sus duras penalidades a lo largo de una situación de angustia lograra arrancar de él otra palabra que: “Señor, ¿hasta cuándo?”.26 Es también el clamor de las almas bajo el altar, ¿Hasta cuándo, Señor?”.27 Y debe ser el grito de todos los santos que aguardan las glorias del milenio: “¿Por qué tarda su carro en venir? ¿Por qué las ruedas de sus carros se detienen?”28Señor, ¿hasta cuándo?” Aquellos que hemos experimentado la convicción de pecado, sabemos bien lo que implica que los minutos se te transformen en horas, y las horas en años, mientras aguardas que la misericordia haga acto de presencia. Aguardábamos ansiosos el despuntar de la gracia, más que los centinelas la mañana;29 y nuestros espíritus inquietos preguntaban fervorosos: “Señor, ¿hasta cuándo?”.

C.H. SPURGEON

Mi alma. Quienes comparten un mismo yugo en el pecado comparten un mismo yugo en el dolor: el alma es castigada por instigadora, el cuerpo por ejecutor; y tanto el que incita como el que comete, el causante y el instrumento, tanto el incitante como el ejecutor serán castigados.

JOHN DONNE [1573-1631]

“Sermons preached upon the Penitential Psalms”

¿Hasta cuándo? De esto sacamos tres conclusiones:

En primer lugar, que hay un tiempo medido y señalado por Dios en el que sus hijos deben soportar sus respectivas cruces, antes de cuyo cumplimiento no serán librados, y lo deben soportar con paciencia, sin tratar de acelerar su liberación hurtando tiempo a Dios, ni alterar los ritmos del Santo de Israel. Los israelitas permanecieron en Egipto un total de cuatrocientos treinta años. José estuvo más de tres años en la cárcel hasta que llegó el tiempo señalado de su liberación. Los judíos se quedaron en Babilonia setenta años. Igual que el médico prescribe a sus pacientes tanto períodos concretos en los que deben ayunar y hacer dieta, como otros en los que pueden recrearse comiendo, así conoce Dios el período conveniente tanto de nuestra humillación como de nuestra exaltación.

En segundo lugar, vemos la impaciencia de nuestra naturaleza humana sumida en sus miserias; nuestra carne sigue rebelándose contra el Espíritu, hasta tal punto que en ocasiones llega a entablar una discusión con Dios, tratando de razonar con él y cuestionar sus designios, como leemos en los casos de Job, Jonás, y según parece también aquí con David.

En tercer lugar, que a pesar de que el Señor retrase su venida para aliviar la situación de sus santos, si reflexionamos, veremos que tiene razones sobradas para ello; pues cuando estábamos en el hervor de nuestros delitos y pecados, repetidamente nos advirtió y amonestó a voz en grito por boca de sus siervos los profetas: “¿Hasta cuándo, oh simples, amaréis la simpleza, y los burladores se deleitarán en hacer burla, y los necios aborrecerán el conocimiento?”.30 Y nosotros no los escuchamos ni les prestamos atención; y por tanto, ahora que estamos en el hervor de nuestros sufrimientos, meditándolo bien no debe extrañarnos si Dios hace oídos sordos cada día del año hasta que seamos librados; entendamos más bien que es el justo trato que merecemos: él clamó y nosotros no escuchamos, ahora nosotros clamamos y él no nos escucha.

ARCHIBALD SYMSON [1564-1628]

“A Sacred Septenarie or A godly and fruitful exposition on the seven Psalmes of repentance”, 1623

¿Hasta cuándo? Así como los santos en el cielo tienen su propio usque quo: “¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre de manos de los que moran en la tierra?”;31 también los santos en la tierra tienen su usque quo: ¿Hasta cuándo, Señor, no levantarás la ejecución de este juicio sobre nosotros? Pues nuestras oraciones apelativas no son de obligado cumplimiento para Dios, ni son siquiera orientativas, no le dicen qué camino debe seguir, ni alteran sus tiempos; sino que, como sucede con nuestras oraciones peticionarias, están sometidas a la voluntad de Dios y han de tener en ellas ese ingrediente indispensable, esa hierba de la gracia, que Cristo incluyó en su propia oración, el veruntamen, “pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”;32 y han de tener ese otro ingrediente que Cristo añade a nuestra oración modelo: fiat voluntas, “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”.33 En el cielo no hay resistencia alguna a la voluntad divina; en cambio, lo que sí hay es una solicitud, un apremio, un ansia de aceleración de la ejecución del juicio y la gloria de la resurrección. Por tanto, a pesar de que no nos es dado evitar aquí en la tierra sus reprensiones y correcciones, sí podemos humildemente presentar ante Dios nuestros sentimientos relativos a su descontento con nosotros, ya que es precisamente este sentido de aprehensión de sus reprensiones una de las razones principales por las que nos las envía. Nos corrige para que desarrollemos un sentido de sensibilidad ante sus reprensiones; para que cuando seamos humillados bajo su mano, digamos con el profeta: “Habré de soportar la ira de Jehová, porque pequé contra él, hasta que juzgue mi causa y me haga justicia”;34 y entonces es posible que diga a su ángel reprensor, como dijo a su ángel destructor, “Basta ahora; detén tu mano”;35 y puede que quiebre la vara, igual que en aquella ocasión envainó la espada.36

JOHN DONNE [1573-1631]

“Sermons preached upon the Penitential Psalms”

Vers. 4. Vuélvete, oh Jehová, libra mi alma; sálvame por tu misericordia. [Vuélvete, oh Jehová, libra mi alma; sálvame por tu misericordia. RVR] [Vuélvete, Señor, rescata mi alma; sálvame por tu misericordia. LBLA] [Vuélvete YHVH, y rescata mi alma, sálvame por tu misericordia. BTX] [Vuélvete, Señor, y sálvame la vida; por tu gran amor, ¡ponme a salvo! NVI] Mírame, Señor, y ponme a salvo; que tu amor me libre de la muerte. BLP] [Vuelve, oh Señor, y rescátame; por tu amor inagotable, sálvame. NTV]

Vuélvete, oh Jehová, libra mi alma.37 En tanto que la causa principal de sus miserias y agonías era la ausencia de Dios, entiende que únicamente su retorno sería suficiente para resolver su problema.38

Sálvame por tu misericordia. Sabía muy bien dónde buscar ayuda y cual era el brazo del que debía asirse. No se agarra de la mano izquierda de Dios, la de la justicia; sino a la derecha de misericordia. Conocía su maldad demasiado bien como para pensar en méritos propios, o apelar a cualquier otra cosa fuera de la gracia de Dios, y exclama: “por tu misericordia”. ¡Que alegato tan extraordinario! ¡Y cuan certero para prevalecer ante Dios! Pues si apelamos a su justicia, ¿qué podremos alegar? Pero nos aferramos a su misericordia siempre, a pesar de la inmensidad de nuestra culpa, nos queda el recurso de clamar: “Sálvame por tu misericordia”.

Observemos la frecuencia con que David apela aquí al nombre de Jehová: cinco veces en cuatro versículos. ¿Acaso no es una demostración de que ese nombre glorioso emana consuelo para el santo cuando es tentado? Eterno, infinito, inmutable, que existe por sí mismo, todos son atributos vinculados al nombre de Jehová, y todos rebosan consuelo para el creyente.

C.H. SPURGEON

Vuélvete, oh Jehová, libra mi alma. En este, digamos, asedio que hace el salmista a Dios para lograr su propósito, vemos que va estrechando el cerco. Comienza el salmo con una oración apelativa: no pide, tan solo ruega que Dios no haga nada: “no me reprendas… ni me castigues”. Al rey le cuesta menos otorgar perdón que conceder una pensión; menos dar una reprimenda que otorgar perdón; y menos aún hacer la vista gorda no sacando el tema a relucir; esto último es lo más fácil y menos costoso. Como el matemático que afirmó que podría mover el mundo con una palanca si conseguía un punto de apoyo;39 así es también con la oración: cuando una petición encuentra su punto de apoyo en Dios, prevalece con Dios, mueve a Dios y con ello todas las demás cosas. Así pues, David, habiendo logrado su punto de apoyo estrecha más el cerco pasando de la oración apelativa a la oración postulante: ya no se conforma con que Dios no proceda en su contra, que no le reprenda con ira o le castigue con furor; da un paso más, ahora pide abiertamente que proceda en su favor: “libra mi alma”. Dios le había consentido contemplar los “secretos del imperio”,40 los secretos de cómo gobierna el universo:41 lo gobierna en base a precedentes. Pero ¿qué precedentes? No los precedentes de sus predecesores, pues no tiene predecesores;42 no los precedentes de otros dioses, porque no hay otros dioses fuera de él;43 y no obstante, se guía por precedentes. ¿Qué precedentes? Los suyos propios, se guía por cómo ha procedido anteriormente:44 habenti dat,45 al que ya ha recibido le da aún más. Y está siempre dispuesto a ceder y conceder, cuando la palanca de la oración lo presiona apoyada en cómo él ha procedido anteriormente. Pues aunque en él, obrar el bien no tiene otro propósito que aprender a obrarlo cada vez más y mejor, sigue obrándolo bajo su propio patrón, y no deja pasar un solo día sin trazar una línea,46 sin crear algo nuevo a nuestro favor partiendo de lo creado anteriormente. Pero en su caso, a diferencia de otros grandes creadores humanos, sus copias superan con creces los originales; y sus postreras misericordias son mayores que las precedentes. Aquí es donde encaja la estrategia de David, introduciendo en segundo lugar su oración postulante, que está por encima de la oración apelativa: “Vuélvete, oh Jehová, libra mi alma; sálvame por tu misericordia”.

JOHN DONNE [1573-1631]

“Sermons preached upon the Penitential Psalms”

Vers. 5. Porque en la muerte no hay memoria de ti; en el Seol, ¿quién te alabará?. [Porque en la muerte no queda recuerdo de ti; en el Seol, ¿quién te alabará? RVR] [Porque no hay en la muerte memoria de ti; en el Seol, ¿quién te dará gracias? LBLA] [Porque no habrá memoria de Ti en la Muerte, y en el Seol ¿quién te alabará? BTX] [En la muerte nadie te recuerda; en el sepulcro, ¿quién te alabará? NVI] [Pues si uno muere pierde tu recuerdo; pues ¿quién puede alabarte en el reino de los muertos? BLP] [Pues los muertos no se acuerdan de ti; ¿quién puede alabarte desde la tumba? NTV]

Porque en la muerte no queda recuerdo de ti; en el Seol, ¿quién te alabará?47 David estaba inmerso en una crisis de temor a la muerte: a la muerte física y tal vez también la muerte eterna. Así se desprende de sus palabras tremendistas: “Porque en la muerte no queda recuerdo de ti; en el Seol, ¿quién te alabará?” Los cementerios son espacios silenciosos; las bóvedas de las tumbas no resuenan con canciones; y las bocas que cubren la tierra húmeda son mudas. «¡Señor! –exclama el salmista– si me concedes la vida seguiré alabándote; si muero, mi alabanza, al menos mi alabanza mortal, quedará interrumpida; y si perezco en el infierno, ya nunca más llegará a ti mi acción de gracias, pues de la fosa ardiente del infierno no emanan cantos de gratitud. Ciertamente, tú seguirás siendo glorificado a pesar de mi condena eterna, pero Señor, ya no podré glorificarte voluntariamente, y habrá un corazón menos que te bendiga entre los hijos de los hombres». ¡Ah! pecadores temblorosos, que el Señor os ayude a utilizar con eficacia este argumento! Ya que acrecienta la gloria de Dios que el pecador sea preservado. Cuando imploramos el perdón, no estamos pidiendo a Dios nada indebido que mancille su pabellón, o ponga en entredicho la pureza de su escudo de armas. Porque el Señor se deleita en la misericordia. Es su atributo peculiar más valorado. Su piedad le honra. ¿Acaso no afirmamos nosotros que la misericordia “bendice al que la recibe y al que la otorga”?48 Y en cierto sentido divino, esto es verdad en Dios que cuando concede misericordia se glorifica a sí mismo.

C.H. SPURGEON

Porque en la muerte no queda recuerdo de ti; en el Seol, ¿quién te alabará? Señor, cálmate y reconcíliate conmigo (…) pues si decides quitarme la vida imponiéndome el horrible castigo de tener que morir antes de haberte alabado, me pregunto, ¿redundará esto en incremento de tu honor y tu gloria? ¿No será infinitamente más glorioso para ti perdonarme la vida, hasta que con verdadera contrición logre recuperar tu favor, y desde entonces viva para alabarte y engrandecer tu misericordia y tu gracia? ¿No te será más valioso que difunda por doquier la grandeza de tu misericordia al haberme perdonado, a mí tan grande pecador, y en adelante de testimonio de ti confesándote mediante acciones vitales de santa obediencia? Eso demostraría el poder de tu gracia al obrar en mí una transformación tan maravillosa. Pero nada de ello sucederá si me destruyes, tan solo la evidencia de tus justos juicios manifestados en tu venganza hacia los pecadores.

HENRY HAMMOND [1605-1660]

“Paraphrase and Annotations on Book of Psalms”, 1659

Vers. 6. Me he consumido a fuerza de gemir; todas las noches inundo de llanto mi lecho, riego mi cama con mis lágrimas. [Me he consumido a fuerza de gemir; todas las noches inundo de llanto mi lecho, riego mi cama con mis lágrimas. RVR] [Cansado estoy de mis gemidos; todas las noches inundo de llanto mi lecho, con mis lágrimas riego mi cama. LBLA] [Estoy agotado de tanto gemir, todas las noches inundo mi lecho; con mis lágrimas empapo mi cama. BTX] [Cansado estoy de sollozar; toda la noche inundo de lágrimas mi cama, ¡mi lecho empapo con mi llanto! NVI] [Estoy cansado de llorar, cada noche baño en lágrimas mi cama, con mi llanto inundo mi lecho. BLP] [Estoy agotado de tanto llorar; toda la noche inundo mi cama con llanto, la empapo con mis lágrimas. NTV]

El salmista ofrece aquí una descripción espeluznante de su prolongada agonía: “Me he consumido a fuerza de gemir”. Gimió hasta quedarle ronca la garganta; imploró hasta que la oración se convirtió en desgarro. El pueblo de Dios puede gemir, pero jamás refunfuñar. Sí, puede y debe gemir primero agobiado, para poder gritar de alegría después en el día de la liberación.

Todas las noches inundo de llanto mi lecho, riego mi cama con mis lágrimas. Pensamos que esta traducción queda lejos de poder considerarse acertada. Debería ser: “Haré que mi lecho nade en lágrimas cada noche”49 (cuando la naturaleza necesita descanso y quedo a solas con mi Dios). El sentido es este: mi dolor es tan acuciante incluso ahora mismo, que si Dios no le pone remedio pronto librándome de él no podré soportarlo, y mis lágrimas irán en aumento, hasta que mi cama flote arrastrada por ellas y quede a la deriva. Se trata, por tanto, no de una descripción de la realidad presente, sino de lo que anticipaba le podía suceder si Dios no lo remediaba. Pues, al implorar misericordias presentes, ¿no podrían convertirse en argumentos a favor de nuestra fe aquellos presentimientos que tengamos sobre el futuro?

C.H. SPURGEON

Me he consumido a fuerza de gemir. Tuvo que ser muy duro para David, un hombre fuerte y de mente tan preclara, verse de tal modo desalentado y abatido. ¿Acaso no había prevalecido contra Goliat,50 contra el león y el oso,51 haciendo gala de su astucia, coraje y fortaleza? ¡Y ahora le vemos acurrucado sollozando, gimiendo y lloriqueando como un niño! La razón es simple y tiene que ver con la naturaleza de sus oponentes. Mientras sus adversarios fueron hombres y bestias salvajes, por poderosos que fueran, salió más que vencedor; pero cuando tuvo que enfrentarse con Dios, contra quien había pecado, se dio cuenta de que era menos que nada.

Todas las noches inundo de llanto mi lecho. Las lluvias son más abundantes y mejores que el rocío; con todo, una simple escarcha es más que suficiente cuando Dios empapa con ella nuestros corazones infundiéndonos un espíritu penitente.52 Si no tenemos como David ríos de llanto que inunden nuestro lecho; si no alcanzamos como María Magdalena a regar con lágrimas sus pies,53 si no podemos aspirar, como nos aconseja Jeremías,54 a que nuestra cabeza sea un estanque y nuestros ojos dos manantiales de los que broten lágrimas de arrepentimiento día y noche; o somos incapaces de llorar amargamente como Pedro;55 si nuestro lamento es por falta de lamento y nuestro gemido surge de nuestra ineptitud para gemir; no importa: nuestro más imperceptible sollozo de dolor y tenues lágrimas de contrición, si son verdaderas y no de hipocresía, nos harán aceptables ante a Dios.56 La mujer con flujo de sangre que tocó a escondidas el borde del manto de Cristo57 no fue menos aceptada y ponderada por el Redentor que Tomás, que puso sus dedos en la herida de los clavos y la lanza.58 No, Dios no busca cantidad sino calidad, no se fija en el volumen sino en la sinceridad de nuestro arrepentimiento.

Riego mi cama con mis lágrimas. El escenario de su pecado se convierte en lugar de su arrepentimiento. Y así debe ser, sí, cuando contemplamos el lugar donde hemos perpetrado nuestra ofensa, una espada ha de traspasarnos el corazón, y allí mismo caer de rodillas implorando el perdón divino. Adán pecó en el huerto del Edén,59 y Cristo bañó con sudor de sangre y lágrimas el huerto de Getsemaní.60 “Meditad en vuestro corazón estando en vuestra cama, y convertíos al Señor”.61 Siendo que en el pasado os habéis tendido sobre vuestra cama para idear cosas malas, arrepentíos ahora haciendo de ella un santuario para Dios; santificad con vuestras lágrimas todo lugar que hayáis contaminado por el pecado. Y busquemos a Jesucristo en nuestra propia cama, como la esposa del Cantar de los Cantares cuando exclama: “Por las noches busqué en mi lecho al que ama mi alma”.62

ARCHIBALD SYMSON [1564-1628]

“A Sacred Septenarie or A godly and fruitful exposition on the seven Psalmes of repentance”, 1623

¡Mi lecho empapo con mis lágrimas! No solo mojo sino inundo; no solo lavo sino empapo. Las ovejas fieles del gran Pastor “suben del lavadero, y ninguna entre ellas estéril”.63 Las ovejas de Jacob, después de haber concebido en los abrevaderos de agua, parían corderos fuertes y listados.64 Y asimismo David, que había errado y se había desviado cual oveja perdida,65 hace de su cama un lavadero, por lo que no es tampoco estéril en obediencia, ni menos fructífero en arrepentimiento. En el templo de Salomón se colocaron las fuentes de bronce66 para lavar la carne de los animales que iban a ser sacrificados en el altar.67 Y aquí vemos que el padre de Salomón hace también un lavadero con sus lágrimas, una pila de su cama, un altar de su corazón, y un sacrificio, no de carne muerta de animales, sino que ofrece su propio cuerpo vivo como su culto racional a Dios.68 El verbo hebreo que utiliza aquí el salmista: אַשְׂחֶ֣ה ’aśḥeh de שָׂחָה sachah significa propiamente “nadar”, va mucho más allá de “lavar”. Por ello la versión de Ginebra69 traduce: “hago que mi lecho nade en mis lágrimas cada noche”. Así como los sacerdotes solían bañarse en el estanque de metal fundido70 para limpiarse y purificarse antes de llevar a cabo los ritos sagrados en el templo, así el profeta principesco lavaba su lecho, nadaba en su lecho, o mejor aún, hacía que su cama nadara en sus lágrimas cual en un mar de dolor y tristeza penitente por su pecado.

THOMAS PLAYFERE [1561-1609]

“The sick-mans couch: A sermon preached before the most noble Prince Henrie at Greenewich, March 12”, 1604

¡Mi lecho empapo con mis lágrimas! Empapemos nuestra cama todas las noches con nuestras lágrimas. No nos limitemos a mojarla levemente con chorros intermitentes, porque como el fuego, resurgirá y las llamas irán a más. El pecado es como una vela maloliente recién apagada: no tarda en encenderse de nuevo. Puede sufrir un golpe o una herida, pero se lame y echa a andar de nuevo como hacen los perros; un poco de tolerancia y se multiplica como las cabezas de Hidra.71 Por lo tanto, cualquiera que sea la calumnia con la que el pecado nos ha contaminado durante el día, lavémosla íntegramente con las lágrimas que vertamos en la noche.

THOMAS ADAMS [1583-1653]

“Mystical bedlam, or the world of mad-men”, 1615

Vers. 6, 7. Los problemas del alma conllevan por regla general profundos dolores del cuerpo, y el que los padece se siente herido y angustiado por todos lados. “Nada hay sano en mi cuerpo a causa de tu ira” exclama David en otro salmo.72 Y Job lo reitera con estas palabras: “las saetas del Todopoderoso están clavadas en mí, cuyo veneno bebe mi espíritu”.73 El dolor en el corazón atenaza el cuerpo físico debilitando sus facultades y haciendo sus movimientos más lentos; y la persona afectada acaba por desfallecer y consumirse poco a poco. Por ello exclama otro salmista, Hemán ezraíta,74 “mi alma está saturada de males, y mi vida está al borde del Seol”.75 Esta angustia interior hace que nuestras fuerzas decaigan y nuestra resistencia se derrita cual cera ante el fuego; la tristeza ofusca el espíritu, oscurece el juicio, ciega la memoria, nubla la parte lúcida de la mente, convierte lo agradable en desagradable y hace que la lámpara de la vida se extinga progresivamente. En semejante condición la persona palidece, se torna lánguida, sombría y abatida como presa de gran temor y consternación; y sus movimientos se ralentizan, como si todo ánimo y energía le hubieran abandonado Un corazón alegre beneficia al cuerpo cual medicina; pero un espíritu triste carcome los huesos. De ahí que en la Escritura encontremos con tanta frecuencia frases como: “Se volvió mi verdor en sequedades de estío”;76 “estoy como un odre ahumado”;77 “abatida hasta el polvo está mi alma”;78 “mi rostro está inflamado con el llanto, y mis párpados ensombrecidos”;79 “de noche taladra mis huesos el tormento, y los dolores que me roen no reposan. Con gran fuerza me agarra de la ropa; me ciñe como el cuello de mi túnica. Él me derribó en el lodo, soy semejante al polvo y a la ceniza”.80 A veces, los problemas del alma comienzan a partir de la debilidad o enfermedad del cuerpo. Una larga y penosa dolencia, sin ninguna perspectiva de solución, hace que en el transcurso del tiempo hasta el alma más esforzada se angustie y desfallezca. David estaba acostumbrado a lidiar con la enfermedad y la ira de sus enemigos; pero cuando le vemos afrontar situaciones de esta índole en los Salmos, vemos que siempre lo relacionó con su pecado y, a causa de este, a una aprehensión de la ira de Dios. Un ejemplo claro lo tenemos en el presente salmo: basta con comparar los versículos 1 y 2 con el 5 y 6 para entender los motivos sus las consecuencias. Todas las angustias del salmista corren en una misma dirección y desembocan en un mismo pensamiento: que Dios se había convertido en su enemigo. Con frecuencia, cuando nuestro dolor es largo e intenso, ineludible y sin solución aparente, comenzamos a cuestionar la sinceridad de nuestra actitud hacia Dios, muy a pesar de que al principio sintamos aversión o rechazo a ello. Pero la debilidad prolongada del cuerpo hace que el alma se vuelva más susceptible a la irritación y al rechazo.

TIMOTHY ROGERS [1660-1729]

“A Discourse on Trouble of Mind, and the Disease of Melancholy”, 1691

Vers. 7. Mis ojos están gastados de sufrir; se han envejecido a causa de todos mis angustiadores. [Mis ojos están gastados de sufrir; se han envejecido a causa de todos mis angustiadores. RVR] [Se consumen de sufrir mis ojos; han envejecido a causa de todos mis adversarios. LBLA] [Mis ojos están enturbiados de tanto sufrir, se han envejecido a causa de todos mis adversarios BTX] [Desfallecen mis ojos por causa del dolor; desfallecen por culpa de mis enemigos. NVI] [Mis ojos se consumen de dolor, envejecen de tanta tristeza. BLP] [El dolor me nubla la vista; tengo los ojos gastados a causa de todos mis enemigos. NTV]

Mis ojos están gastados de sufrir; se han envejecido a causa de todos mis angustiadores. Así como la visión de un anciano se oscurece con el transcurso los años, David afirma que sus ojos están enrojecidos y se han vuelto débiles a causa del llanto.81 A menudo la condena moral ejerce tales efectos secundarios sobre el cuerpo físico, que incluso los órganos externos presentan deterioro.82 ¿Puede esto explicar las convulsiones y ataques de histeria que algunos han experimentado durante los avivamientos en Irlanda al sentir una profunda convicción de pecado?83 ¿Tanto ha de sorprendernos que algunas almas impactadas caigan de pronto al suelo dando gritos y comiencen a llorar desaforadamente, cuando vemos que el propio David nadaba en lágrimas, y envejeció súbitamente bajo el peso de mano de Dios? ¡Ay hermanos! ¡Verse de pronto uno mismo como un pecador condenado por el tribunal de Dios no es algo que pueda tomarse a la ligera! El lenguaje y expresiones que encontramos en este Salmo no son ni forzadas ni desmedidas, antes bien perfectamente naturales en alguien que se ve a sí mismo inmerso en tan deplorable situación.

C.H. SPURGEON

Mis ojos se consumen de dolor. Muchos utilizan estos ojos maravillosos que Dios les ha dado a modo de velas encendidas para iluminar su camino al infierno. Y Dios les corresponde en calibrada justicia: al ver sus mentes cegadas por la concupiscencia de su ojos, los deseos de su carne, y la soberbia de su vida, les envía una enfermedad que debilita su visión, antaño tan aguda al servicio del diablo. En el fondo es su propia lascivia la causa de que se debilite en ellos algo tan esencial como es la vista.

A causa de todos mis angustiadores. Cuando los piratas avistan un bajel vacío, pasan de largo; pero si va cargado con mercancías preciosas, se lanzan al abordaje. De igual modo, si un hombre no posee la gracia en su interior, Satanás pasa de largo considerándolo una presa inútil; pero si comprueba que va cargado de virtudes espirituales preciosas, como el amor, la gracia y el temor de Dios, tratará inexorablemente de arrebatárselas por todos los medios posibles.84

ARCHIBALD SYMSON [1564-1628]

“A Sacred Septenarie or A godly and fruitful exposition on the seven Psalmes of repentance”, 1623

Mis ojos se consumen de dolor. Esos mismos ojos que miraron y codiciaron con lascivia la mujer de su prójimo, se ven ahora debilitados y oscurecidos por el dolor y la ignominia. Lloró hasta quedar prácticamente ciego.

JOHN TRAPP [1601-1669]

A commentary or exposition upon the books of Ezra, Nehemiah, Esther, Job and Psalms”, 1657

Vers. 8. Apartaos de mí, todos los hacedores de iniquidad; porque Jehová ha oído la voz de mi lloro. [Apartaos de mí, todos los hacedores de iniquidad; porque Jehová ha oído la voz de mi llanto. RVR] [Apartaos de mí, todos los que hacéis iniquidad, porque el Señor ha oído la voz de mi llanto. LBLA] [¡Apartaos de mí, hacedores de maldad! Porque YHVH ha oído la voz de mi llanto. BTX] [¡Apártense de mí, todos los malhechores, que el Señor ha escuchado mi llanto! NVI] [¡Alejaos de mí, malvados, porque el Señor ha escuchado mi llanto! BLP] [Váyanse todos los que hacen el mal, porque el Señor ha oído mi llanto. NTV]

Apartaos de mí, todos los hacedores de iniquidad; porque Jehová ha oído la voz de mi llanto. Hasta aquí todo ha sido tristeza y desconsuelo, en adelante:

¡Descolgad vuestras arpas de los sauces 85

vosotros, santos que andáis temblorosos! 86

Es preciso que haya momentos de llanto, pero han de ser cortos. ¡Salid, salid ya de vuestras mazmorras y levantaos de los estercoleros!87 ¡Dejad a un lado el saco y la ceniza!88 Porque el llanto puede durar toda la noche, pero pronto vendrá la alegría de la mañana.

Arrodillado ante Dios, David encontró la paz, y tan pronto se levanta comienza a barrer a los malvados de su casa: “Apartaos de mí, todos los hacedores de iniquidad”. El mejor remedio que tenemos contra los malvados es separarnos de ellos cuanto más mejor. «Largaos, no puedo mantener comunión con vosotros». El arrepentimiento exige de la praxis. No basta con lamentar la profanación del templo de nuestro corazón, es preciso expulsar a los vendedores y compradores azotándoles con cuerdas y volcar las mesas de los cambistas.89 El pecador perdonado odia los pecados que costaron la sangre de su Salvador. La gracia y el pecado son vecinos irreconciliables, y bien la una o el otro deben ir fuera.

Porque Jehová ha oído la voz de mi llanto.90 ¡Qué alarde poético en hebreo y qué expresivo y hermoso suena también en nuestro idioma: “la voz de mi llanto”! ¿Acaso el llanto tiene voz? ¿Hablamos llorando? Y si es así, ¿en qué idioma pronuncia en llanto sus palabras? En ese idioma universal entendido no solo en toda la tierra sino incluso arriba en el cielo. Cuando una persona llora, ya sea judía o gentil, bárbaro o escita, esclavo o libre,91 lo que expresa tiene un mismo significado. El llanto es la elocuencia de la tristeza. Un orador axiomático y comprensible no necesita intérpretes: todo el mundo lo entiende. ¿Acaso no es dulce y consolador saber que nuestras lágrimas hablan por sí mismas incluso cuando nos faltan las palabras? Aprendamos a ver las lágrimas como oraciones líquidas, y el llanto como un goteo constante de intercesión tenaz, capaz de abrirse paso hasta el mismísimo corazón de la misericordia, a pesar de las muchas dificultades pétreas que se le interpongan en el camino. ¡Dios mío, cuando no me vea capaz de “alegar” voy a “llorar”, porque sé que tú oirás la voz de mi llanto!

C.H. SPURGEON

Apartaos de mí, todos los hacedores de iniquidad.92 Largaos con viento fresco y las alforjas vacías, porque el fin que buscabais, esto es, mi muerte, por ahora no lo vais a conseguir; porque el Señor ha oído la voz de mi llanto, es decir, me ha concedido la gracia por la que le rogué lágrimas.

THOMAS WILCOCKS [1549-1608]

“A Right Godly and Learned Exposition upon the whole Booke of Psalmes”, 1586

Apartaos de mí, todos los hacedores de iniquidad. ¿Acaso no es responsabilidad de los miembros de la iglesia evitar un exceso de familiaridad con personas mundanas? Soy consciente de que el ser humano es una criatura social, pero esto no disculpa la falta de cuidado de algunos a la hora de elegir sus amistades. Las aves del cielo y las bestias del campo también gozan de agruparse en compañía, pero eluden la heterogénea: «Las aves del mismo plumaje siempre vuelan juntas».93 Me causa preocupación ver cómo muchas personas que pasan por prominentes, de un elevado prestigio en la gracia y santidad, no distinguen muy bien la diferencia entre lo natural y lo regenerado, el pecado y la gracia, el viejo y el nuevo hombre,94 y valoran todas las amistades al mismo nivel.

LEWIS STUCKLEY [1621-1687]

“The Gospel Glass”, 1667

Apartaos de mí, todos los hacedores de iniquidad; porque Jehová ha oído la voz de mi llanto. ¡Qué cambio tan repentino en el ánimo del salmista! Razón tenía Lutero en afirmar: «La oración hace al alma lo que la sanguijuelas al cuerpo: chupa el veneno y baja la hinchazón».95 «La oración, –afirma otro autor–, actúa de exorcista, conjurando el pecado y la miseria» Y Bernardo96 exclama al respecto: «¡Cuántas veces habré comenzado a orar casi desesperado, para concluir triunfante, con la garantía del perdón!». Eso mismo es lo que hace aquí David, “Apartaos de mí, todos los hacedores de iniquidad; porque Jehová ha oído la voz de mi llanto”. ¡Qué mensaje tan rotundo a sus enemigos! ¡Fuera! ¡Largaos! ¡Esfumaos! Un vocabulario habitual para demonios y perros, pero apropiado también para personajes de la calaña de Doeg97 y Semeí.98 Y eso mismo dirá el Hijo de David a sus enemigos cuando llegue el día del Juicio.99

JOHN TRAPP [1601-1669]

“A commentary or exposition upon the books of Ezra, Nehemiah, Esther, Job and Psalms”, 1657

Jehová ha oído la voz de mi llanto. El llanto tiene voz propia, y así como la música se escucha de más lejos y suena más armoniosa sobre el agua que sobre tierra firme,100 también las oraciones empapadas en lágrimas claman con mayor intensidad en los oídos de Dios, y emiten una música más dulce que cuando están ausentes de llanto. Después de que Antípatro101 escribiera a Alejandro Magno,102 una extensa carta contra su madre Olimpia de Epiro,103 el insigne conquistador griego le respondió: «Una sola lágrima de mi madre es suficiente para lavar todos sus errores». Así es también con Dios. Una sola lágrima penitente es un embajador incuestionable, y nunca regresa del trono de la gracia con las manos vacías.

JOHN SPENCER [1559-1614]

“Things Old and New”, 1658

Apartaos de mí, todos los hacedores de iniquidad. El salmista llama a los malos “hacedores de iniquidad”, porque siempre están dispuestos a pecar; aprovechan cualquier marea104 y su espíritu les arrastra constantemente a obrar el mal. Y no superficialmente sino a fondo; no se limitan a morder el anzuelo con aprehensión y solo un poco (como hacen a menudo las personas buenas), sino que se lo tragan entero con avidez, de la punta a la paleta y si pueden hasta el flotador. Se sumergen en el pecado y lo practican a conciencia, hacen de pecar su oficio y su modo de vida, por lo que son “hacedores de iniquidad”.

JOSEPH CARYL [1602-1673]

Jehová ha oído la voz de mi llanto. Puede que alguno diga «mi constitución me impide llorar, antes conseguiría exprimir una roca que arrancar de mis ojos una lágrima». Bien, pero si no eres capaz de llorar por tu pecado, ¿tampoco puedes experimentar aflicción? Lo que vale realmente es el sentimiento, la actitud, el duelo interior. Puede haber dolor intenso donde no hay lágrimas; el recipiente del arrepentimiento puede estar lleno a rebosar aunque carezca de respiradero. El Señor no valora tanto los ojos que lloran sino el corazón quebrantado;105 aunque yo personalmente jamás interrumpiría una sola lágrima de nadie que vea llorar de contrición. Dios contempló las lágrimas de Ezequías: “y he visto tus lágrimas”.106 Y las lágrimas de David sonaron a música en los oídos de Altísimo: “el Señor ha oído la voz de mi llanto”. Lágrimas resbalando cual perlas de los ojos de un penitente son un espectáculo sublime, digno de ser contemplado por ángeles.

THOMAS WATSON [1620-1686]

“Saint’s Spiritual Delight”, 1660

Jehová ha oído la voz de mi llanto. Con frecuencia Dios escucha la voz de nuestras miradas suplicantes, y la voz de nuestras lágrimas, mucho mejor que la de nuestras palabras; pues en ellas es el propio Espíritu el que intercede por nosotros.107 Esos gemidos y lágrimas108 que dicen aquello que no alcanzamos a pronunciar; inexpresables, 109 como lee Tertuliano110 en ese texto. Lágrimas simples y devotas, portadoras de una piedad profunda y contrición intensa, imposibles de hacer llegar con palabras a oídos de Dios; lágrimas tan hondas que a veces ni siquiera somos capaces de verter, no ya con palabras, sino como propias lágrimas. Pero así como Dios ve el agua del manantial en las entrañas de la tierra mucho antes de que salga burbujeando a la superficie, ve también las lágrimas en el corazón del ser humano mucho antes de que resbalen por sus mejillas; y escucha el llanto interior de esa alma afligida, traspasada de tal modo por el dolor que ni siquiera se siente capaz de derramar lágrimas. Esa maravillosa capacidad expresiva de los ojos, que les permite transmitir sin vocablos el dolor que alberga el corazón, es una ventana al interior a través de la cual Dios contempla un corazón húmedo en unos ojos secos. El Señor escucha voluntad de arrepentimiento en simples suspiros, en balbuceos que no llegan a palabras, pero en los que tanto se deleitan los padres cuando sus hijos aún no alcanzan a hablar. El pecador penitente utiliza paradójicamente un lenguaje ininteligible para forjar una oración más expresiva. Y es precisamente ese tipo oraciones de David, oraciones con voz pero sin palabras, a las que Dios había prestado oído, y que lo llevan a exclamar agradecido y henchido de santa confianza: “El Señor ha oído… el Señor oirá”.111

JOHN DONNE [1573-1631]

“Sermons preached uponthe Petitential Psalms”

Vers. 9. Jehová ha oído mi ruego; ha recibido Jehová mi oración. [Jehová ha escuchado mi ruego; ha acogido Jehová mi oración. RVR] [El Señor ha escuchado mi súplica; el Señor recibe mi oración. LBLA] [YHVH ha escuchado mi súplica, YHVH ha recibido mi oración. BTX] [El Señor ha escuchado mis ruegos; el Señor ha tomado en cuenta mi oración. NVI] [El Señor ha escuchado mi ruego, el Señor ha acogido mi súplica. BLP] [El Señor ha escuchado mi ruego; el Señor responderá a mi oración. NTV]

Jehová ha escuchado mi súplica. El Espíritu Santo había fraguado en la mente del salmista la certeza de que su oración había sido escuchada. Algo que con frecuencia es privilegio de los santos: cuando oran a Dios la oración de fe,112 a menudo experimentan la certeza inequívoca de que su oración ha prevalecido. Leemos de Lutero que habiendo batallado duro con Dios en oración, salió repentinamente de su habitación saltando y llorando a la vez que gritaba: “Vicimus, vicimus”,113 es decir, hemos vencido, hemos prevalecido ante Dios.114 La certeza absoluta de una respuesta positiva a nuestras oraciones no es una quimera, cuando el Espíritu Santo la infunde en nuestro corazón sabemos que es realidad indiscutible, y no dudaríamos de ella aún cuando todos los que hay a nuestro alrededor se burlasen de nuestra pretensión y osadía.115

El Señor acogerá mi oración Utiliza la experiencia presente como base de estímulo y aliento en situaciones futuras: “Ha escuchado – acogerá”,116 pasado y futuro. Alma creyente, toma buena nota de este razonamiento del salmista y trata de imitarlo.

C.H. SPURGEON

Jehová ha escuchado mi súplica. El salmista repite por tres veces su confianza en que sus oraciones han sido escuchadas y acogidas [Ha oído (6:8)… Ha escuchado (6:9)… Ha acogido (6:9)... ].117 Lo cual es posible guarde una relación con que rogara asimismo por tres veces pidiendo ayuda [No me reprendas (6:1)… Ten misericordia (6:2)… Vuélvete (6:4)... ]; como hizo también el apóstol Pablo,118 y Cristo mismo del cual David era el anti-tipo.119 Pero también porque de ese modo expresa su absoluta certeza de ello, la fortaleza de su fe en ello, y la exuberancia de su alegría a causa de ello.

JOHN GILL [1697-1771]

“Exposition of the Old Testament”, 1748

Vers. 10. Se avergonzarán y se turbarán mucho todos mis enemigos; se volverán y serán avergonzados de repente. [Se avergonzarán y se turbarán mucho todos mis enemigos; retrocederán y serán avergonzados de repente. RVR] [Todos mis enemigos serán avergonzados y se turbarán en gran manera; se volverán, y de repente serán avergonzados. LBLA] [Todos mis enemigos serán avergonzados y muy confundidos; serán vueltos atrás, y repentinamente avergonzados. BTX] [Todos mis enemigos quedarán avergonzados y confundidos; ¡su repentina vergüenza los hará retroceder! NVI] Mis enemigos, confusos y aterrados, huirán, quedarán de repente humillados. BLP] [Que todos mis enemigos sean deshonrados y aterrorizados; que retrocedan de golpe, avergonzados. NTV]

Se avergonzarán y se turbarán mucho todos mis enemigos; retrocederán y serán avergonzados de repente.120 Más que ante una imprecación estamos de hecho ante una profecía; este versículo es preciso leerlo en clave de futuro: «Todos mis enemigos serán avergonzados y quedarán confundidos, retrocederán aterrorizados porque su condenación caerá sobre ellos de repente». El día de la muerte será día de Juicio, ambas cosas son seguras y pueden ser repentinas. Los antiguos romanos solían decir: «Los pies de las deidades vengadoras calzan sandalias de lana».121 La venganza divina se acerca a su víctima con pasos silenciosos y descarga su golpe destructor de manera repentina y abrumadora. Y aún visto como una imprecación, no debemos olvidar que el lenguaje de la antigua dispensación no es el de la nueva. Los seguidores de Cristo oramos a favor de nuestros enemigos, no contra ellos.122 ¡Dios tenga piedad de ellos y los conduzca al camino recto! Pero este Salmo, al igual que los precedentes, lo que hace es mostrar los distintos estados de los justos y de los injustos. ¡Oh Señor, que seamos contados con los justos, con los que son tu pueblo, desde ahora y para siempre!

C.H. SPURGEON

Se avergonzarán. Aún admitiendo que se tratara de una imprecación, de una maldición, aún así sería medicinal y tendría en su propia naturaleza rationem boni,123 un componente caritativo, pues no les desea ningún daño físico, tan solo que sean avergonzados.124 Pero se trata más bien de prædictorium, un arrebato de manifestación profética, advirtiéndoles que si se empeñan en seguir ignorando que el Señor escucha las súplicas de sus siervos y les pone bajo su protección; que si no toman buena nota de que Dios le había escuchado y rescatado, como rescata siempre a sus hijos, y seguían empeñados en masacrarle, caerían irremisiblemente sobre ellos los juicios más implacables; cuyo resultado sería incierto, puesto que cuando Dios actúa sobre sus enemigos tan solo hay dos desenlaces posibles: o rectifican su proceder y se avergüenzan, o se obstinan en su maldad y son destruidos.

Se turbarán. El segundo verbo que utiliza: וְיִבָּהֲל֣וּ wəyibbāhălū de בָּהל bahal “se turbarán”, nos indica que aquello que desea para sus enemigos no es peor de lo que el mismo había experimentado, ya que se trata del mismo verbo hebreo: בָּהל bahal, que utiliza en los versículos dos y tres (6:2-3), aplicado a si mismo: Ossa turbata: Mis huesos se estremecen; y Anima turbata: Mi alma está muy turbada.125 Y teniendo en cuenta que David había hallado en su “turbación” una vía de reencuentro, de aproximación a Dios, no cabe calificar de imprecación maliciosa el desear lo mismo para sus enemigos, que a decir verdad, estaban todavía más enfermos del alma que él. Como sucede con las tempestades en alta mar: cuando llega la calma cabría pensar que el peligro ha pasado, y sin embargo, las corrientes del mar de fondo o de leva continúan siendo muy peligrosas; tanto peligro hay, pues, en la tempestad como en la calma, si interpretamos erróneamente los motivos de la disciplina y corrección de Dios sumiéndonos en la perplejidad y persistiendo en nuestra obstinación. Pero cuando entendemos que la aflicción que padecemos tiene un componente santo, y descubrimos que nuestro estremecimiento y turbación van correlacionados con la indignación divina, la ira de Dios cesa de soplar, la tormenta amaina definitivamente; esa alma atribulada entra en vías de ser restaurada y recobrar la calma, disfrutando de la seguridad y tranquilidad de conciencia que sigue a tan santa aflicción.

JOHN DONNE [1573-1631]

“Sermons preached uponthe Petitential Psalms”

Se avergonzarán y se turbarán mucho todos mis enemigos; retrocederán y serán avergonzados de repente. Muchos de los Salmos penitenciales terminan de ese modo: instruyendo al creyente en su deber de mirar siempre hacia adelante y consolarse en la futura contemplación de ese día glorioso cuando su batalla habrá terminado; cuando el pecado y la tristeza no serán más;126 Cuando la confusión eterna cubrirá de repente a los enemigos de la justicia; cuando el saco y cilicio del penitente será sustituido por una túnica de gloria, y cada una de sus lágrimas se convertirá en una joya resplandeciente en su corona; cuándo los suspiros y gemidos dejarán paso a los cánticos celestes afinados armoniosamente al conjunto de arpas de los ángeles; y la fe será sustituida por la visión plena del Omnipotente.

GEORGE HORNE [1730-1792]

“A Commentary on the Psalms in which Their Literal Or Historical Sense, as They Relate to King David, is Illustrated”, 1825


1 Cuando en 1174 ENRIQUE DE PLANTAGENET, más conocido por ENRIQUE II DE INGLATERRA [1133-1189], temeroso ante la revuelta de sus hijos apoyados por una invasión francesa, buscó recuperar el favor divino negociando que le levantaran la excomunión decretada contra él por haber incitado al asesinato sacrílego del arzobispo THOMAS BECKET [1116-1170] en el atrio de la catedral de Canterbury el 29 de diciembre de 1170, se le impuso la penitencia de peregrinar vestido de saco hasta a la tumba de su antiguo adversario y posteriormente, desnudo, ser azotado públicamente por los monjes. El rey entró en Canterbury, besó la piedra donde Becket había caído en un charco de sangre, y a continuación, a modo de clamor penitencial, recitó el Salmo 6. Cuentan los historiadores que la humillación del rey fue tan profunda y la escena tan impresionante que los cronistas de la época no sabía cómo describirla y recurrieron al texto de otro salmos (Salmo 104:32; 144:5) para transmitir la sensación que les había causado: «Todo Canterbury tembló ante la presencia de Aquel que toca los montes y humean». “The Church Historians of England”. Vol. IV - Part II: “Chap. XXXV - Of the memorable penance of the King of England, and of its consequences”, 1856.

2 1 Crónicas 15:21; Salmo 12:1. En hebreo עַֽל־הַשְּׁמִינִ֗ית ‘al-haššəmînîṯ. El título en la Vulgata latina es: “In finem in carminibus, Psalmus David, pro octava” “Para el fin entre los cánticos, Salmo de David, para la Octava”. Las opiniones sobre el significado de “Seminit” son muy diversas. La mayoría de los rabinos lo entienden como un instrumento de ocho cuerdas, y así lo traduce KRAUS: “sobre una lira de ocho cuerdas”. Pero otros opinan que tiene que ver con el tono de la voz, un canto o contra canto en octava; y hay quienes lo identifican concretamente con alguno de los doce coros o conjuntos de instrumentos que había en el Templo. Algunos comentaristas cristianos de los primeros siglos lo espiritualizaron, haciendo su típica interpretación cristológica, viendo en este “para la Octava” el “Octavo Día” de la creación, afirmando que será el de la resurrección y el Juicio Final, es decir, el día de la eternidad. En este sentido AGUSTÍN DE HIPONA [354-430] hace la siguiente reflexión: «La expresión “para la Octava” es bastante confusa. Hay quienes la han entendido como una alusión al Día del Juicio, es decir, de la Segunda Venida de nuestro Señor para juzgar a los vivos y a los muertos. Y algunos pretenden que este acontecimiento tendrá lugar en el plazo de siete mil años a contar desde Adán, que equivaldría a siete días de mil años tras los cuales llegaríamos al “Octavo día”. Pero el Señor nos advirtió que: “de aquel día y hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino solo el Padre” (Mateo 24:36). Y en otro pasaje el apóstol deja suficientemente claro: “que el día del Señor vendrá del mismo modo que un ladrón en la noche” (1 Tesalonicenses 5:2), y nadie puede arrogarse el conocimiento de esa fecha en base a cálculos matemáticos y cómputos terrenales (…) Por tanto, si se nos dice que incluso el Hijo desconoce este día –no porque en realidad lo desconozca, sino porque lo desconoce para aquellos a quienes no les incumbe conocerlo–, es decir, no se lo revela, ¿qué pretenden con tales conjeturas, que no sé ni de qué manera calificar, reivindicando poder predecir el día del Señor a base de cálculos matemáticos?».

3 El título no aclara nada sobre la ocasión para la que fue escrito. Algunos comentaristas de la antigüedad opinaban que David compuso este salmo (Salmo 104:32) en medio de una grave enfermedad después de su adulterio con Betsabé. Con la salud enflaquecida, el peso de su pecado, y las desgracias que en consecuencia le habían sobrevenido, pide socorro a Dios, y confiado plenamente en su misericordia, advierte a sus enemigos que en vano esperan su ruina.

4 ATANASIO DE ALEJANDRÍA [296-373] en su carta a su discípulo Marcelino sobre la naturaleza y valor de los salmos le dice refiriéndose a este salmo: «Si lo que nos amenaza e inquieta es la negra nube del castigo divino, recitaremos el Salmo 6». El Tomo I de “El Tesoro de David” incluye una traducción completa de la Carta de Atanasio a Marcelino. [Tomo I - pp. 49].

5 La frase es del poeta y clérigo inglés GEORGE HERBERT [1593-1633] en “Jacula Prudentum” (1651), una recopilación de proverbios y sentencias. El texto original dice: “Corn is cleaned with wind, and the soul with chastenings”.

6 Jeremías 10:14.

7 Salmo 141:5.

8 El pensamiento de JUAN CRISÓSTOMO [1569-1626] respecto a este texto es que, cuando leemos palabras como “ira”, “furor”, “cólera” o “enojo” aplicadas a Dios, en modo alguno podemos entenderlas en el sentido que les damos desde nuestra perspectiva humana. Porque aplicados a Dios, incluso tales términos son exponentes de su infinita misericordia y condescendencia. El Espíritu Santo los utiliza solo para hacer compresibles a nuestras mentes limitadas cualidades de la naturaleza divina que de otra forma jamás alcanzaríamos a entender «Cuando nos dirigimos a un niño ¿no tratamos de imitar su lenguaje y balbuceamos como él? Así también el Espíritu Santo emplea estos términos para hacernos asequible su mensaje. La ira, el enojo, el furor, son pasiones humanas que responden a impulsos ligados a nuestras limitaciones humanas. Y el Dios omnipotente está muy lejos de todo esto: “¿Me provocarán ellos a ira?, dice Jehová. ¿No se exasperan más bien a sí mismos, para su propia vergüenza? (Jeremías 7:19)». Las Escrituras dejan muy claro que Dios nada tiene que ver con nuestras limitaciones, que son el origen de nuestras pasiones: “¿A quién, pues, me haréis semejante o me compararéis?, dice el Santo” (Isaías 40:25). «Por tanto, cuando leas: “no me reprendas en tu enojo” no te forjes la idea de un Dios movido por las mismas pasiones que el hombre, que se encoleriza cuando las cosas no salen como él deseaba y arremete apasionadamente contra los culpables. Entiende mejor lo que el salmista quiere decir: “Señor, en tu infinita misericordia, no apliques a la multitud de mis delitos y pecados todo el rigor implacable de tu justicia infinita, santa y perfecta”».

9 Oseas 11:9; Mateo 3:10-12.

10 En el original inglés: «O keep up life and peace within, / If I must feel thy chastening rod! / Yet kill not me, but kill my sin, / And let me know thou art my God. / O give my soul some sweet foretaste / Of that which I shall shortly see! / Let faith and love cry to the last, / “Come, Lord, I trust myself with thee!”».

11 En el original: “Temper the wind to the shorn lamb”. Se trata de un viejo proverbio inglés que hace referencia al pastoreo. Las condiciones ambientales adversas debido al efecto combinado de bajas temperaturas, humedad y vientos en el momento de la esquila son una de las principales causas anuales de mortalidad de corderos y otros animales recién esquilados.

12 En hebreo אֻמְלַ֫ל ’umlal de אֻמְלַל umlal.

13 En hebreo נִבְהֲל֣וּ niḇhălū de בָּהַל bahal, “desmayado, turbado, aterrorizado”, como se desprende de su uso en otros pasajes (Génesis 45:3; Jueces 20:41; 1 Samuel 28:21). KRAUS traduce: “mis huesos se deshacen” aunque considera que lo correcto sería traducir “están asustados”.

14 Génesis 3:8.

15 1 Samuel 28:7-8.

16 Jonás 1:3.

17 Se refiere a FELIPE II DE MACEDONIA [389-336 a.C.] padre de Alejandro Magno [356-323 a.C.]. Cuenta el historiador VALERIUS MAXIMUS en su “Facta et Dicta Memorabilia” (15 d.C.) Libro 6, Capítulo 2, que cierta mujer que había sido duramente condenada por el monarca estando este en estado de embriaguez, al retirarse de su presencia musitó: “Apelaría ante Felipe, si estuviera sobrio”. El coraje de la mujer y sus palabras fueron de boca en boca, hasta que finalmente llegaron a oídos del propio Felipe, que avergonzado, revisó el caso y le otorgó una sentencia justa.

18 Salmo 73:25.

19 Génesis 33:11.

20 En inglés “a Golden question”.

21 En latín en el original: “ad ossa et ad animam”.

22 Éxodo 15:26. En el libro del Eclesiástico encontramos esta interesante recomendación: «Hijo mío, cuando estés enfermo no seas impaciente; pídele a Dios, y él te dará la salud. Huye del mal y de la injusticia, y purifica tu corazón de todo pecado. Ofrece a Dios sacrificios agradables y ofrendas generosas de acuerdo con tus recursos. Pero llama también al médico; no lo rechaces, pues también a él lo necesitas. Hay momentos en que el éxito depende de él, y él también se encomienda a Dios para poder acertar en el diagnóstico y aplicar los remedios eficaces. Así que un hombre peca contra su Creador, cuando se niega a que el médico lo trate» (Eclesiástico 38:9-15 DHH).

23 Salmo 22:16-17. En hebreo עַצְמוֹתָ֑י aṣmōwṯāy de עָ֫צֶם etsem.

24 Salmo 35:10. En hebreo עַצְמוֹתַ֨י aṣmōwṯāy de עָ֫צֶם etsem.

25 Es decir, “mi alma desfallece”.

26 Se refiere en especial a los últimos años de vida de Calvino en los que se vio aquejado de una enfermedad dolorosa durante la cual no pronunció una sola palabra de queja impropia de un cristiano, sino que limitándose a levantar los ojos al cielo exclamaba “Usquequo Domine”: “Señor, ¿hasta cuándo?” Pero incluso cuando estaba en salud, estas palabras eran para él una especia de motto o consigna en referencia a todos los problemas. [TEODORO DE BEZA, Johannis Calvin Opera Omnia. Vita, Tomo I. Ginebra, 1575].

27 Apocalipsis 6:9-10.

28 Jueces 5:28.

29 Salmo 130:6.

30 Proverbios 1:22.

31 Apocalipsis 6:10.

32 Lucas 22:42. Texto en latín de la Vulgata: “veruntamen non ficut ego volo, fed ficut tu”.

33 Mateo 6:10.

34 Miqueas 7:9.

35 2 Samuel 24:16.

36 1 Crónicas 21:27.

37 AGUSTÍN DE HIPONA [354-430] ve en este “Vuélvete” un doble retorno: «Una vez adoptada la actitud de retorno a Dios, el alma ruega que también Dios se vuelva hacia ella, de acuerdo con su promesa: “Volveos a mí, dice Jehová de los ejércitos, y yo me volveré a vosotros” (Zacarías 1:3) ¿O hemos de entender ese “vuélvete” en el sentido de: “ayúdame a volver”? Súplica que tendría su lógica si consideramos el esfuerzo y penalidades que tal regreso entraña. El Señor esta siempre dispuesto, como dice el profeta: “Cierto como la aurora, él vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia de primavera que riega la tierra” (Oseas 6:3). Él no se aleja de nosotros, somos nosotros quienes le damos la espalda quienes nos alejamos de él (…) y una vez sumidos en las tinieblas, el retorno desde la noche de las miserias de este mundo a la serenidad de la luz divina se nos hace fatigoso; por eso dice: “Vuélvete, Señor”, es decir: “ayúdame a regresar”. (…) por lo cual, después de haber dicho: “Vuélvete”, añade: “libra mi alma”, ayúdala a salir del barro de este mundo y superar sus dudas y titubeos, atráela hacia ti».

38 MAINE DE BIRAN [1766-1824] filósofo y metafísico francés, uno de los grandes promotores de lo que se conoce como Espiritualismo, afirmaba que sin la ayuda de Dios el hombre sería incapaz de subsistir, por lo que consideraba este versículo dos del Salmo 6 como su favorito: “Vuélvete, Señor, rescata mi alma; sálvame por tu misericordia”.

39 Se refiere a ARQUÍMEDES DE SIRACUSA [287-212 a.C.] matemático, físico, ingeniero, inventor y astrónomo griego, considerado uno de los científicos más importantes de la antigüedad clásica. Se le atribuye la conocida frase: “Dadme una palanca y un punto de apoyo y moveré el mundo”.

40 En latín en el texto original, “Arcana imperii”. Frase latina que se acuñó para designar los Secretos de Estado o de Gobierno imprescindibles para el buen funcionamiento del Imperio, pero conocidos tan solo por unos pocos y ocultos a todos los demás. En general suele aplicarse en todas las ciencias, artes y oficios a ciertos conocimientos particulares conocidos tan solo por los experimentados y que suelen transmitirse solo por un largo aprendizaje o vía iniciática.

41 Romanos 16:25; 1 Corintios 2:7.

42 Génesis 1:1; Juan 1:1-3; Colosenses 1:17.

43 Deuteronomio 4:35,39; 32:39; 2 Samuel 7:22; 1 Reyes 8:60; Salmo 86:10; Isaías 43:10; 45:5.

44 Jeremías 7:14-15.

45 Se refiere al texto latino de Mateo 25:29: “omni enim habenti dabitur et abundabit ei autem qui non habet et quod videtur habere auferetur ab eo”; en la Reina-Valera: “Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado”. Ver también al respecto Mateo 13:12; Marcos 4:25; Lucas 8:18.

46 En latín en el texto original, “nulla dies sine línea”, “Ni un solo día sin trazar una línea”. Se trata de la versión latina de un antiguo proverbio griego que se atribuye al pintor griego APELES DE COLOFÓN [352-308 a.C.] y que ERASMO DE ROTTERDAM [1466-1566 a.C.] recoge con diversas variantes en su Adagia. En términos generales viene a decir “no dejes pasar un solo día sin hacer algo creativo o provechoso”. Apeles era muy dado a este tipo de frases. Según cuenta el historiador romano Plinio el Viejo, en cierta ocasión un zapatero criticó la forma y el diseño de unas sandalias que Apeles había pintado en uno de sus cuadros, y el pintor humildemente le dio las gracias y lo corrigió de inmediato. Ello envaneció al zapatero y lo llevó a criticar también el trazado de las piernas, a lo que Apeles replico: «Ne supra crepidam sutor judicaret», “El zapatero no debe juzgar más arriba de las sandalias”. Se cuenta que esta frase es el origen del viejo refrán español: «Zapatero, a tus zapatos».

47 Una idea muy clara no solo en los Salmos sino también otros pasajes: Dios es el que nos libra de la muerte para que podamos alabarle: Salmos 6:5; 30:9, 115:17; 88:10-12; Isaías 38:18.

48 La frase es de WILLIAM SHAKESPEARE [1564-1616] en la obra “El Mercader de Venecia”, Acto IV, Escena I, en boca de Portia: “Mercy is a double blessing. It blesses the one who gives it and the one who receives it”. Aunque la raíz del concepto ya la encontramos en boca de Pablo al despedirse de los cristianos de Mileto: “y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: ‘Más bienaventurado es dar que recibir’. (Hechos 20:35).

49 En hebreo אַשְׂחֶ֣ה ’aśḥeh de שָׂחָה sachah, “nadar”.

50 1 Samuel 17:50-51.

51 1 Samuel 17:34-36.

52 El poeta inglés del siglo XIV WILLIAM LANGLAND [1332-1400] famoso por su poema alegórico “Piers Plowman” en el que critica la explotación de la que eran objeto en su época de los campesinos por parte de los nobles y de la Iglesia traducido a numerosos idiomas incluido en español como “Pedro el labrador”. En la Sección XV de su poema cita este versículo del Salmo 6 diciendo: «Dios purifica a los hombres de su orgullo, frotándolos en un lavadero de lágrimas y gemidos: “Me he consumido a fuerza de gemir; todas las noches inundo de llanto mi lecho, riego mi cama con mis lágrimas”.

53 Lucas 7:38. Aunque los evangelios sinópticos no mencionan el nombre de esta mujer, simplemente se dice que era una mujer pecadora, la tradición de la Iglesia la ha identificado siempre con María de Magdala, de la cual habían salido siete demonios, mencionada en Lucas 8:1-3 y que estuvo presente en la crucifixión de Jesús según leemos en Mateo 27:61 y Marcos 15:47.

54 En este caso no se refiere al profeta bíblico Jeremías sino a JEREMY TAYLOR [1613-1667] que se expresa con estas palabras en “The Psalter of David -The Great Penitential Litanies - 18”.

55 Lucas 22:62.

56 Dice JUAN CRISÓSTOMO [1569-1626]: Lo que nos salva es la misericordia, pero debemos hacernos dignos de esa misericordia mediante un arrepentimiento genuino y un comportamiento acorde con ella: “¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? (Romanos 6:1). Es por ello que el profeta exclama: “inundo de llanto mi lecho, riego mi cama con mis lágrimas”.

57 Mateo 9:20-22; Marcos 5:25-29; Lucas 8:43-48.

58 Juan 20:24-29.

59 Génesis 3:1-7.

60 Lucas 22:44.

61 Salmo 4:4

62 Cantares 3:1.

63 Cantares 4:2.

64 Génesis 30:37-43.

65 Salmo 119:176

66 En hebreo כִּיּוֹרִים֮ kîyōwrîm de כִּיּוֹר kiyyor; “fuente, pila o lavadero” (2 Crónicas 4:6).

67 2 Crónicas 4:6.

68 Romanos 12:1.

69 Se refiere a la versión de la Biblia al inglés con notas y ayudas para el estudio conocida como GENEVA BIBLE o BIBLIA DE GINEBRA, llevada a cabo por diversos eruditos ingleses refugiados en Ginebra, en época de Calvino y Beza, huyendo de la persecución contra los protestantes desatada en Inglaterra por María I conocida por ello en Inglaterra como “La Sanguinaria”, y bajo la supervisión de WILLIAM WHITTINGHAM [1524-1579]; fue la primera Biblia impresa en inglés para difusión entre el pueblo. La edición del Nuevo Testamento apareció en Ginebra 1557, y la Biblia completa en 1560, aunque no fue impresa en Inglaterra hasta 1575. Precedió por tanto en casi 50 años a la KJV y fue la Biblia usada por William Shakespeare, John Milton, John Knox y John Bunyan. Fue la versión de la Biblia más usada por los puritanos de la época, llevada a Estados Unidos por los peregrinos del Mayflower. El versículo seis del Salmo 6 lo traduce del siguiente modo: “I fainted in my mourning: I cause my bed every night to swim, and water my couch with my tears”.

70 2 Crónicas 4:2.

71 Se refiere a la HIDRA DE LERNA, según la mitología griega un monstruo acuático con forma de serpiente de muchas cabezas y aliento venenoso a la que dio muerte Heracles (Hércules en la mitología romana) en uno de sus famosos doce trabajos. Al llegar a la ciénaga cercana al lago Lerna donde la Hidra habitaba, Hércules se cubrió la boca y la nariz con una tela para protegerse de su aliento venenoso y disparó flechas en llamas a su refugio para obligarla a salir, enfrentándose a ella con una hoz. Pero descubrió con sorpresa que era imposible darle muerte, pues por cada cabeza que le cortaba le crecían dos nuevas; entonces pidió ayuda a su sobrino Yolao, quien tuvo la idea de usar una tea ardiendo para quemar el muñón del cuello de cada cabeza que le cortaba. Hércules cortó todas las cabezas y Yolao quemó los cuellos abiertos, y así, entre ambos dieron muerte a la Hidra, algo que se consideraba imposible.

72 Salmo 38:3.

73 Job 6:4.

74 El Salmo 88 es considerado como el más triste, desesperanzador y oscuro de todos. Es el único en la Biblia atribuido directamente a Hemán el ezraíta. ¿Quién era este Hemán el ezraíta? Spurgeon lo atribuye en principio al Hemán mencionado en 1 Reyes 4:31; 1 Crónicas 2:6; visto como un hombre sabio y talentoso en la música, a pesar de que en el Salmo 88 revela el intenso sufrimiento que atravesó hasta el punto de sentirse como un “abandonado entre los muertos” (Salmo 88:5). Pero tampoco lo da por seguro puesto que tenemos a otro Hemán, hijo de Joel nieto del profeta Samuel y descendiente de Coat, mencionado en 1 Crónicas 6:33; y contemporáneo de David, (estaba entre los que trajeron el arca a Jerusalén) según 1 Crónicas 15:19; 16:41-42; y Spurgeon admite que podría tratarse de cualquiera de los dos.

75 Salmo 88:3.

76 Salmo 32:4.

77 Salmo 119:3.

78 Salmo 119:25.

79 Jon 16:16.

80 Job 30:17-19.

81 Salmo 31:9; Lamentaciones 3:48-51. En Eclesiástico 31:13 leemos: “¿qué ha sido creado peor que el ojo? por eso, por cualquier cosa llora”, (Eclesiástico 31:13 BJ).

82 JUAN CRISÓSTOMO [1569-1626] lo interpreta en este sentido: «Cuando dice aquí “mis ojos se consumen de dolor” se refiere a los ojos del alma, a la facultad de rememorar sus pecados y razonar sobre la iniquidad de los mismos. El arrepentimiento mantiene los delitos cometidos delante de sus ojos llevándole a reflexionar sobre la justa ira de Dios y la misericordia inmerecidamente recibida, lo cual prolonga la agonía de su arrepentimiento preservándole en un santo temor al pecado: “El temor y el temblor vinieron sobre mí, y el espanto me ha cubierto” (Salmo 55:5). Pero ese temor fruto del arrepentimiento, no es perjudicial, sino beneficioso, mantiene el alma en constante estado de alerta proporcionando un ancla de seguridad y firmeza: quien vive temeroso del mal se alejará de él. Pues así como un navío sin ancla queda a merced de los vientos y acaba hundiéndose, así también el alma que no vive temerosa del mal acaba siendo arrastrada por él, como advierte el apóstol: “habiendo llegado a ser insensibles, se entregaron a la sensualidad para cometer con avidez toda clase de impurezas” (Efesios 4:19 LBLA) ».

83 Se refiere al avivamiento que tuvo lugar en Irlanda en 1859, que vino acompañado de aparentes manifestaciones del Espíritu que causaban en los recién convertidos reacciones físicas evidentes en forma de gritos, convulsiones corporales y otros síntomas similares a los de un ataque de histeria. A tal extremo llegó la situación que incluso se organizaron excursiones turísticas a Irlanda para contemplar el fenómeno de primera mano. El suceso dio lugar a un análisis y debate por parte de teólogos y neurólogos de la época, y los periódicos más importantes publicaron extensos reportajes y artículos de opinión sobre su origen. Tal fue el caso del londinense “The Times” en su edición del 17 de Setiembre de 1859, con un extenso y elaborado artículo que fue reproducido por numerosos medios informativos de la época a lo largo y ancho de todo el imperio británico, como el “The Hobart Town Dayli Mercury” en Tasmania, Australia.

84 Dice JUAN CRISÓSTOMO [1569-1626]: «La vida cristiana es una lucha constante contra una multitud de enemigos que se hacen cada vez más poderosos cuanto más cedemos nosotros a sus tentaciones. El apóstol Pablo nos advierte en este sentido al decirnos que: “no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los dominadores de este mundo de tinieblas, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12). Por tanto, revestidos de toda la armadura de Dios (Efesios 6:11) debemos rechazar vigorosamente sus ataques, y en modo alguno pactar ni reconciliarnos jamás con ellos».

85 Salmo 137:2.

86 Cita las dos primeras líneas de la primera estrofa de un popular himno de AUGUSTUS TOPLADY [1740-1778] más conocido por ser el autor de otro famoso himno: “Roca de la Eternidad”. La estrofa completa dice así en inglés: “Your harps, ye trembling saints, / Down from the willows take; / Loud to the praise of love Divine / Bid every string awake”.

87 Job 2:8.

88 Génesis 37:34; Josué 7:6; 2 Samuel 1:11; Ester 4:1; Jonás 3:6; Mateo 11:21.

89 Mateo 21:12-13; Marcos 11.15-16; Lucas 19.45-46; Juan 2.13-17.

90 En hebreo: כִּֽי־שָׁמַ֥ע יְ֝הוָ֗ה קֹ֣ול בִּכְיִֽי kî-šāma‘ Yahweh qōwl biḵyî.

91 Gálatas 3:28; Colosenses 3:11.

92 Algunos comentaristas ven en Mateo 7:13 y Lucas 13:27 una cita de estas palabras en boca de Jesús.

93 En el original inglés: “Birds of a feather flock together”. Antiguo proverbio inglés que data del siglo XVI. El primero en utilizarlo, según los registros escritos, fue el escritor puritano WILLIAM TURNER [1509-1568] en su sátira polémica: “The Huntyng and Fynding Out of the Romish Fox” (1543) en la que habla de “dar caza” a los obispos anglicanos de tendencia católica romana que mantenían en oculto su fidelidad al Papa durante el reinado de Enrique VIII. En español tenemos diversos dichos que reflejan la misma idea: «Son harina del mismo costal», «Dios los cría y ellos se juntan» o «Dime con quién andas y te diré de quién eres».

94 1 Corintios 2:14; Judas 19.

95 Hemos traducido literalmente. Aunque la cita original al parecer procede de una carta de MARTÍN LUTERO [1483-546] a FELIPE MELANCHTHON [1602-1673] fechada a 27 de Junio de 1503, pero no exactamente en este sentido sino a la inversa. Melanchthon tenía un carácter mucho más débil y andaba siempre preocupado por todo, y Lutero le escribe diciéndole: «Ciertamente, oro con diligencia por ti; pero me duele que estés constantemente chupando ansiedad y preocupaciones como las sanguijuelas chupan sangre, ya que con ello neutralizas la eficacia de mis oraciones». Probablemente la frase fue de boca en boca y derivó en todo tipo de versiones, como la versión que aquí transcribe Trapp.

96 Se refiere a BERNARDO DE CLARAVAL [1091-1153], doctor de la Iglesia, abad del monasterio de Claraval y reformador monástico francés, impulsor del estilo que pronto se extendería a toda la Orden del Císter: disciplina, austeridad, oración y simplicidad. Tales ideales lo enfrentaron con PEDRO EL VENERABLE [1092-1156], abad de Cluny, pues suponían un ataque directo contra la riqueza de los monasterios, la pompa de la liturgia y el lujo de las iglesias cluniacienses. Luchó contra las incipientes tendencias laicistas de su tiempo, haciendo condenar el racionalismo de Pedro Abelardo, quien mantenía que se debían buscar los fundamentos de la fe con similitudes basadas en la razón humana. Creía en la revelación verbal del texto bíblico, y se declaró fiel discípulo de san Ambrosio y de san Agustín, a quienes llamó “las dos columnas de la Iglesia”. Rebatió también las propuestas de Arnaldo de Brescia y dejó tras su muerte numerosos escritos.

97 1 Samuel 22:9.

98 2 Samuel 16:5-10.

99 Mateo 27:23.

100 Hemos traducido literalmente el original inglés: “music upon the water sounds farther and more harmoniously than upon the land”. No hay certeza científica alguna de que esto sea así. Una explicación podría ser que las ondas sonoras se propagan en el agua con mayor rapidez y menor pérdida de energía que en el aire, puesto que en el agua se transmiten a una velocidad de 1400 a 1600 metros por segundo, cuando en la atmósfera terrestre lo hacen a 340. Si introdujéramos la cabeza en el agua del mar comprobaríamos que el ruido de los motores de las embarcaciones se escucha de muy lejos.

101 Se refiere a ANTÍPATRO DE MACEDONIA [397-319 a.C.] último general superviviente de entre los nombrados por FILIPO II DE MACEDONIA [382-336 a.C.], padre de ALEJANDRO MAGNO [356-323a. C.] y que nombrado por este general en jefe en Europa y gobernador en Grecia durante sus campañas en Asia y mientras gobernaba en Babilonia.

102 Se refiere a ALEJANDRO III DE MACEDONIA, más conocido como ALEJANDRO MAGNO [356-323 a.C.], considerado como uno de los más hábiles generales y grandes conquistadores de la Historia por su conquista del Imperio Persa.

103 Se refiere a OLIMPIA DE EPIRO [375-315 a. C.], madre de ALEJANDRO MAGNO [356-323a. C.]. Desde la partida de Alejandro mantuvo unas relaciones fatales con ANTÍPATRO DE MACEDONIA [397-319 a. C.], hasta el punto de mandar misivas a su hijo denunciando la deslealtad del General, que este contestó con otras tantas. Antípatro la obligó a exilarse al Épiro en el 331 a. C., y Alejandro, que no dudaba de la lealtad del General pero amaba a su madre, se vio envuelto en mitad del conflicto. Trató de resolverlo mediando de la mejor manera posible, hasta que finalmente decidió destituir a Antípatro, pero la muerte le sorprendió antes, en junio del 323 a. C.

104 Uno de los principios básicos de navegación en la antigüedad era el aprovechamiento de las mareas, en especial cuando muchos puertos estaban tierra adentro y las embarcaciones tenían que ser remontadas para entrar y salir de puerto, como era el caso de Londres. Pero incluso en puertos costeros hay zonas en las que las mareas son tan fuertes que la navegación está condicionada a al ritmo de las mismas, hasta tal punto que los barcos solo pueden entrar cuando sube la marea y salir cuando baja. Desde antiguo existían tablas y cartas marinas explicado las mareas a lo largo del año, y aún hoy en día los pescadores y embarcaciones pequeñas de recreo las tienen muy en cuenta.

105 Salmo 34:18; 51:17; 147:3, Isaías 61:1.

106 Isaías 38:5.

107 Romanos 8:26.

108 En el texto original aparece en latín “Gemitibus inenarrabilibus”, cita del texto en latín de la Vulgata de Romanos 8:26: “sed ipse Spiritus postulat pro nobis gemitibus inenarrabilibus”.

109 En latín en el texto original: “ineloquacibus”, “inexpresables, indecibles”.

110 Se refiere a QUINTO SEPTIMIO FLORENTE TERTULIANO, más comúnmente conocido como TERTULIANO [160-220], escritor y apologista cristiano cuya obra, escrita en latín, destaca por su vigor, suave sarcasmo, expresión epigramática y espíritu aguerrido. Escribió numerosas obras de apologética (la mayoría publicadas por CLIE) y son suyas diversas frases famosas como la conocida: “Sanguis martyrum semen christianorum est”, “La sangre de los mártires es semilla de cristianos”.

111 Hace referencia al contraste entre los verbos uno en pasado y el otro en futuro que plantea en este versículo la versión inglesa KJV. Ver al respecto las notas 115 y 116.

112 Santiago 5:15

113 La cita procede del historiador luxemburgués y analista de la reforma JOHANNES SLEIDANUS [1506-1556] en su obra “Commentariorum de statu religionis et reipublicae” (1555). El motivo de las oraciones de Lutero eran falta de interés de la gente en el mensaje de la Reforma y las numerosas deserciones a causa de las fuertes presiones políticas. Poco tiempo después de que Lutero gritara “Vicimus, vicimus”, tuvo lugar una proclama del Emperador Carlos V estableciendo que nadie fuera molestado por sus ideas religiosas.

114 Génesis 32:28.

115 KRAUS hace esta interesante reflexión al respecto: «Pero ¿cómo habrá que imaginarse el cambio repentino que se ha producido entre los v. 8 y 9? En los versículos 9 y 10 nos enteramos por el clamor שָׁמַ֣ע יְ֭הוָה šāma‘ Yahweh “¡Yahvé ha oído!” que el cantor que se lamentaba ha sido escuchado. Esto quiere decir: Yahvé ha apartado de él su ira y ha sanado al enfermo. Evidentemente, en el lugar santo se ha pronunciado la palabra que aguardan los orantes del Salmo 130:5: “Espero yo en Jehová, espera mi alma; pendiente estoy de su palabra”. En el Salmo 107:20 se dice: יִשְׁלַ֣ח דְּ֭בָרֹו וְיִרְפָּאֵ֑ם yišlaḥ dəḇārōw wəyirpā’êm (“envió su palabra y los sanó”). Este mismo acontecimiento debe presuponerse también antes de los v. 9-11, pues el envío del דָּבָר dabar (de la “palabra”) trasmite la seguridad de que שָׁמַ֣ע יְ֭הוָה šāma‘ Yahweh “Yahvé ha escuchado”. Por consiguiente, no debemos pensar en un oráculo o en el presagio obtenido mediante un sacrificio, al estilo de las prácticas de culto corrientes en Mesopotamia. El cambio en la suerte, producido por el דָּבָר dabar (trasmitido por los sacerdotes), se expresa en muchos salmos mediante la fórmula שָׁמַ֣ע šāma: Salmo 22:24; 28:6; 34:6; 66:18 (d. también los Samos 10:17; 31:22; 40:1). El orante ha escuchado el “¡No temas!”. Ha recibido la seguridad de que Yahvé no va a abandonarle. Yahvé estará con él; lo ayudará y lo curará. Tal promesa trasmite la certidumbre de ser oído. Da motivo para la confianza y la esperanza. La oración ha sido aceptada por Yahvé (v. 10)». [“Los Salmos, V. I” Hans-Joachim Kraus; Ediciones Sígueme, Salamanca 1993]

116 Este contraste entre pasado y futuro se pierde en las versiones españolas donde ambos verbos están en pasado. Pero la versión inglesa KJV traduce: “The Lord hath heard my supplication; the Lord will receive my prayer”, y Spurgeon se agarra en su comentario al contraste de la KJV entre pasado y futuro: “He hath – he will”. En hebreo שָׁמַ֣ע יְ֭הוָה תְּחִנָּתִ֑י šāma‘ Yahweh təḥinnāṯî; – יְ֝הוָ֗ה תְּֽפִלָּתִ֥י יִקָּֽח Yahweh təp̄illāṯî yiqqāḥ. KRAUS traduce: “Ha escuchado Yahvé mi súplica; Yahvé acepta mi oración” SCHÖKEL: “el Señor ha escuchado mi súplica, el Señor ha acogido mi petición”.

117 En hebreo שָׁמַ֣ע יְ֭הוָה šāma‘ Yahweh (6:8); שָׁמַ֣ע יְ֭הוָה šāma‘ Yahweh (6:9); יְ֝הוָ֗ה תְּֽפִלָּתִ֥י יִקָּֽח Yahweh təp̄illāṯî yiqqāḥ (6:9).

118 2 Corintios 12: 8

119 Mateo 26:39, 42, 44.

120 La versión inglesa KJV lo traduce como un imperativo: “Let all mine enemies be ashamed”, que se pierde en las versiones españolas. De ahí la mención, tanto de Spurgeon como de otros comentaristas, respecto a si se trata de una imprecación o de una profecía. Todas las versiones españolas traducen directamente el verbo en futuro, asumiendo que se trata de una profecía.

121 Este proverbio latino que encontramos en “El Satiricón” atribuido al escritor y político romano PETRONIO [14-65], tiene distintas versiones: “Di lanatos pedes habent”, “Di irati laneos pedes habent”, y “Deus habet laneos pedes, plumbeas manus”. Aunque al parecer su origen está en otro proverbio griego más antiguo, y así lo mencionan Jamieson, Fausset & Brown en su comentario citando a su vez a RICHARD CHENEVIX TRENCH [1807-1886], en su interesante obra “Proverbs and Their Lessons”. Sea cual sea el caso la idea es la misma: los castigos divinos llegan de repente, sin avisar y sin hacer ruido alguno que pueda alertar a su destinatario.

122 Mateo 5:44; Lucas 6:27-35.

123 Concepto muy utilizado por los teólogos escolásticos, de manera especial por TOMÁS DE AQUINO [1224-1274].

124 Ver al respecto las notas 115 y 116.

125 En hebreo עֲצָמָֽי niḇhălū de בָּהַל bahal; y נִבְהֲלָ֣ה niḇhălāh de בָּהַל bahal; el verbo que utiliza el salmista para referirse a cómo siente sus huesos y el estado en que se encuentra su alma es exactamente el mismo.

126 Apocalipsis 21:4; 22:3-5.

El Tesoro de David: la revelación Escritural a la luz de los Salmos

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