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Dimensión social del síntoma y síntoma social

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Conviene diferenciar la presencia de lo social en el síntoma –la dimensión social del síntoma– de lo que llamamos síntoma social. La presencia de lo social en el síntoma la pensamos cuando en él se hacen presentes los significantes provenientes del Otro, que evocábamos antes. Y es también cuando abordamos al síntoma creado en el dispositivo analítico, constituido como un mensaje dirigido al Otro. Es el síntoma que despliega la enseñanza clásica de Lacan, incluyendo los años ´70 con la teoría de los discursos, cuando el síntoma es aquello alrededor del cual se ordena y sitúa el discurso de la histérica. Es una presencia de lo social porque aquí el síntoma hace lazo.

El síntoma social es otra cosa. En “La Tercera” Lacan lo define así: “Sólo hay un síntoma social: cada individuo es realmente un proletario, es decir, no tiene ningún discurso con qué hacer lazo social, dicho con otro término, semblante”42. Es el Lacan de 1975, ya pos-estructuralista. Cuando se produce un síntoma social el individuo no cuenta con el recurso de poder decirle algo al otro, de dirigir su mensaje al otro, porque no tiene ningún discurso que le permita crear un vínculo con él, que le permita hacer un lazo social.

Desde esta perspectiva se puede considerar que, paradójicamente, un síntoma social implica esa presencia de lo “asocial” que no permite la estabilización ni el establecimiento del lazo social. Siguiendo esta idea constatamos que conviene abordarlo desde la última enseñanza de Lacan, a partir del Uno solo, donde el sujeto también queda confinado a su propio goce, sin Otro con quien vincularse. En este sentido se verifica la aparente paradoja que contradice el sentido común, puesto que el síntoma social, al no permitir el lazo, se pone en cruz con lo social implicado en el lazo social.

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