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3. ROMPER ESTEREOTIPOS EN LA FAMILIA Y COMUNIDAD GITANA

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En efecto, algo con lo que han tenido que luchar algunas de las mujeres entrevistadas ha sido la creencia de que estudiar no era para ellas. Se trata de un estereotipo presente en la propia comunidad gitana, que durante mucho tiempo ha visto el sistema educativo con desconfianza, por el peligro de asimilación que supone y también por el supuesto peligro que las niñas corren en él. Para las entrevistadas, romper con esos estereotipos ha supuesto en ocasiones toda una lucha con su familia.

Mi madre en verdad era la que no quería que estudiáramos nadie. Por el hecho de que te vas sola, de que tienes que romper mucho… O sea, te ven sola en Alicante, eh… una niña que, supuestamente, no puede hacer nada sola. Desde pequeña te enseñan a que te tienes que guardar, a que los comentarios… […] Mi hermana empezó a estudiar y mis familiares vinieron a casa y todo, como cuando haces algo malo. “Hemos visto a tu hija a las diez de la noche en un autobús y viniendo de Alicante, a ver qué estás haciendo, que se te está yendo de las manos”. (E4)

Me dijo mi suegro, “¿y vas a ir a la universidad pa qué?”, “A estudiar una carrera”, “Sí, una carrera de galgos”, así me lo dijo, no se me olvidará en la vida. (E2)

Conozco a otra chica que es madre, aquí, y me decía que su hijo se avergüenza de que vaya a la universidad. (E1)

Pero una vez en la universidad, a pesar de todas las reticencias familiares iniciales, algo que las mujeres universitarias han observado en su entorno familiar y social más cercano es un cambio de actitud respecto a la conveniencia de estudiar.

Mi padre sí que peleó para que no estudiara y demás, pero luego se ha dado cuenta de que es algo bueno. De verlo en mi casa, creo que también ha marcado un antes y un después en la comunidad gitana; dar a conocer que es algo bueno, el comunicar que estudiar, que tu hijo tenga un saber, unos conocimientos, un argumento […] eso es bueno. Mi padre lo ha hecho. (E4)

Actualmente él se siente muy orgulloso, y va diciéndoselo a todo el mundo “mi hija está en la universidad, mi hija es una ardilla estudiando”, y va presumiendo por ahí. (E2)

A mí me llama mucho la atención el que mis padres no me dejaban estudiar… pero están súper orgullosos ahora. Y les digo, “¿pero por qué?”. Y dicen que sí, que lo entienden, pero que antes las cosas eran así, sin más. Y ahora sin embargo… Ahora nos miran y dicen “qué listas son”. (E1)

Los tímidos avances son muestra de que algo está cambiando en la comunidad gitana, pero no debemos perder de vista que aún persisten muchos estereotipos entre los propios gitanos respecto a la conveniencia de que las niñas estudien. Las que son madres viven esta cuestión con especial ansiedad, especialmente si tienen hijas, pues quieren que el camino que ellas han tomado esté disponible también para ellas.

Yo tengo dos hijas, y me ha costado muchísimo… y [mi marido] tiene esa educación que le han inculcado sus padres que es de esa forma, que “ya hay que sacar a la niña cuando ya es mujer y no puede seguir estudiando por-que ya tiene que quedarse en casa haciendo las labores de…”. […] Entonces imagínate, yo estoy aquí en la universidad, y entonces mis suegros… no es que me critiquen… pero no ven normal el que yo esté aquí. […] Entonces el trabajo que yo he hecho con él… un trabajo de manera sutil, pero le he inculcado poco a poco que esto es bueno, tu hija el día de mañana tiene que tener algo. Sí quiero que se case y tenga su vida, pero también quiero que tenga algo, que no tenga que depender de nadie. (E2)

Yo creo que va habiendo cambios, que van viendo que tampoco es malo… Cómo te explico… Es como pensar que lo de ahí es malo, pero hasta que nadie entra y dice “no es malo, es bueno”, pues nadie se atreve, cuesta cambiar. Pero en el caso de las niñas sigue siendo más complicado. El otro día hablando del futuro con mi marido, le dije que quería que los niños estudiaran la universidad fuera, y su reacción fue decir que menos mal que no tenemos niñas, porque no les habría dejado. Y ya empezamos el debate de toda la vida. O sea, lo de siempre, si es niña menos. (E1)

Pero la propia figura de estas mujeres universitarias puede contribuir de forma importante a cambios en el corto plazo. En el marco de sus propias familias, las mujeres entrevistadas afirman que sus hijos e hijas quieren seguir formándose, y las toman como modelo a seguir:

De cara al futuro, a los más pequeños, pues se contamina. Yo estoy contaminando a mi hija. Mi hija dice que quiere ser maestra, y que quiere ser escritora. Eso se va transmitiendo, y no solo a mi hija, también a mis sobrinas… a quien me ve. (E2)

Un día paso por delante de la habitación de mi hijo y le oigo que estaba hablando con sus amigos, y decía “Joder, mi madre, qué notas saca”. Que mi hijo vea eso… (E1)

Son muy conscientes de que la importancia que los padres den a la educación es un elemento clave para que los hijos continúen estudiando, y ellas transmiten ese mensaje de palabra pero también predicando con el ejemplo.

Estoy segura de que en 3 o 4 años mi hijo va a estar aquí. En la mayoría de casos de madres que ya tenemos niños más mayores ya hablamos con naturalidad de la universidad… Es verdad que muchos aún no, pero los que estamos más normalizados hablamos de la universidad, de los hijos, sin miedo. (E1)

Yo quiero dar ejemplo a mis hijas, poner el listón alto para que ellas se motiven de alguna manera y digan, “pues si mi madre lo ha podido hacer, encargándose de nosotros, ¿por qué yo no voy a llegar ahí?”. (E2)

Hacia afuera del círculo familiar, también se han convertido en un ejemplo a imitar. Son conscientes de que muchas otras mujeres, niñas y adultas, las están mirando, de que se están convirtiendo en un modelo a seguir para muchas, y que además proyectan sobre la comunidad gitana, pero también sobre la sociedad en general, un nuevo modelo de gitanidad: con estudios, con iniciativa, empoderadas, con fuerza para negociar y llevar adelante un proyecto personal basado en la formación académica.

Yo me siento orgullosa de poder influir […] yo sé que influyo a la gente que viene detrás de mí, y además que no lo digo yo, me lo dicen ellas. Entonces eso es lo que… al final es mi objetivo. […] Y desde mi asociación, […] mi función es esa, ser la cara visible, que me vean, que me vean como ejemplo, igual que cuando voy a los institutos a hablar a los niños y las niñas y vienen: “Ay, yo quiero ser como tú”, pues eso es lo que yo quiero llevarme, y esa es mi función en este trabajo, es transmitir eso. (E5)

Me doy cuenta de que puedo servir de ejemplo a la gente que está a mi alrededor… Yo tengo amigas, primas… “Cómo lo haces?”. Con el ejemplo ellas ven que lo voy haciendo, y entonces llegan a sentirse capaces. Porque ya más de una me ha dicho “¿Eso cómo lo puedo hacer yo?”. Y entonces yo les cuento mi historia. (E2)

Finalmente, hay que destacar la contribución de estas estudiantes a desmontar los estereotipos que la sociedad española tiene de las personas gitanas, y especialmente de la mujer gitana, como un ser pasivo y sumiso relegado al ámbito doméstico:

En la Universidad [quiero] que vean que las gitanas… el rol ese de que la mujer solo tiene que cuidar a los hijos, solo tiene que cuidar de la casa, a merced del marido, pues no, también tenemos carácter, también sabemos decir… Tenemos nuestras propias decisiones, también tenemos mandato en casa, aunque esa no es la fama, sí tenemos nuestro mandato. (E5)

Mujer, inclusión social y Derechos Humanos

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