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GALENO Y EL CUERPO HUMANO

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Galeno concibe el cuerpo humano como la suprema manifestación de armonía, belleza y justa distribución de la naturaleza. Evidentemente, estos atributos se encuentran también en su concepción del cosmos, de la arquitectura y de un arte en que los griegos fueron maestros: la escultura. Belleza y justicia, nos dice, se basan en una armónica distribución. Con el sentido de la belleza de los griegos afirma que «la verdadera belleza, no es otra cosa que la excelencia de la estructura (I 9, III 24K)», y trae a colación el arte de Policleto que desveló el canon del cuerpo externo. Al médico le incumbe desvelar la armonía y la perfección del cuerpo interno. Y ese canon sólo es posible encontrarlo aislando y estudiando las diferentes partes y estudiando la relación entre su estructura y su acción, pues sólo eso es «canon, medida y criterio de una buena forma natural y una belleza verdadera (ibid.) ».

Reconoce, no obstante, Galeno, que nuestro cuerpo es de material perecedero, y por eso dice que somos como «estatuas de arcilla (III 10, III 240K)», pero también reconoce que Fidias trabajó con igual arte el barro que el oro o el marfil e insiste en que lo que importa no es el material sino el arte del escultor. Afirma que «el hombre vulgar se deja sorprender por la belleza del material, el artista, en cambio, por el arte (íd . 239K)». La medicina de Galeno, como ha señalado García Ballester 5 , «tiene que ver con la salud y belleza del cuerpo y éstas no se realizan plenamente sin el adecuado funcionamiento de las partes del cuerpo». El mensaje de Galeno es que hay que esforzarse por descubrir el arte incluso en las partes más insignificantes, pues todas están coordinadas para contribuir a una acción común, la del órgano del que forman parte, si bien cada una de ellas tiene una función o finalidad específica. Afirma el Pergameno que el demiurgo conectó todas las partes del cuerpo «y se las ingenió para que se escucharan unas a otras (IV 9, III 310K)», pues todas deben contribuir a que el hombre llegue a realizar la función para la que fue creado. Pero para conocer bien las partes se debe conocer primero la acción del órgano que constituyen y, una vez conocida, será más fácil descubrir cuál es la función de cada una de las partes integrantes. Galeno justifica su estudio del cuerpo y de sus partes por el hecho de que ni siquiera Aristóteles ni Hipócrates hablaron de todas las acciones de todos los órganos, pues les faltaba práctica en el método del descubrimiento y a veces hablaban de un modo oscuro (I 8, III 20-21 K). En otro lugar dice que va a explicar «lo que aparece en las disecciones, pues ninguno de mis predecesores lo ha explicado con rigor (II 3, III 98K)». Vemos, pues, la importancia que concede a seguir un método riguroso y de conjunto en la investigación. Estudia cómo las partes del cuerpo contribuyen sinérgicamente y en armonía para que el hombre viva y además viva bien y continúe su especie sobre la faz de la Tierra. Considera un deber casi religioso hacia la divinidad dar a conocer lo que va descubriendo, pues afirma que «la verdadera piedad no consiste en sacrificar infinitas hecatombes ni en quemar miles de talentos de casia sino en conocer la obra del creador y transmitírsela a los demás» (III 10, III 237-238K).

Del uso de las partes

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