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CONCEPTOS FUNDAMENTALES

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Galeno se propone en De usu partium escribir una monografía científica sobre el funcionamiento de las partes del cuerpo humano, que sea a la vez un discurso con mayores garantías que el filosófico, que «reconozca la posibilidad de la hegemonía cultural de la medicina» pero que como aquél reconozca las leyes de la naturaleza y el orden teleológico que la rige 8 . Lógos , experimentación práctica e investigación son los principios que legitiman su discurso 9 .

Nuestro autor, que cuenta con un buen bagaje científico y filosófico, quiere presentar el estudio del cuerpo de acuerdo con los principios de la lógica y la demostración filosófica e intenta descubrir cómo el lógos de la naturaleza se manifiesta en el cuerpo humano. Opera con una concepción tripartita del cuerpo que es reflejo de la que Platón expone en el Timeo . Con ello se aparta del cardiocentrismo aristotélico e instaura una nueva antropología, en la que los órganos principales están al servicio de la vida del hombre. Distingue las tres vísceras, hígado, corazón y cerebro como sedes de la vida vegetativa o natural, de la volitiva y de la racional respectivamente. Afirma que el hígado es el origen de las venas; el corazón, de las arterias, y el cerebro, de los nervios. En el hígado, dice, se actualizan las facultades naturales o vegetativas, por las que crecemos y nos desarrollamos; en el corazón, las facultades vitales, que cumplen con las funciones cardiorrespiratorias de mantener todo el organismo a la temperatura adecuada, y en el cerebro, las facultades psíquicas o racionales del hombre, que rigen la sensibilidad, el movimiento autónomo y la vida de relación. En estas tres vísceras se concluirá la elaboración del pneuma natural, del pneûma vital y del pneûma psíquico, respectivamente.

El criterio aplicado por Galeno para el estudio de las partes del cuerpo es el de las categorías aristotélicas. Describe la posición de cada parte, su cantidad, esto es, su número y volumen, su sustancia o composición elemental, su complexión o estructura, su forma y sus cualidades como color o textura, además de su acción y afecciones así como su relación con otras partes. En su tratado de Las doctrinas de Hipócrates y Platón (VII 2, 491L) explica que cada parte pertenece a la categoría de la relación y tiene una forma adecuada a su función (chreía ), que se muestra en su acción (enérgeia ), lo que también afirma en el capítulo XV (1, 218) de nuestra obra. Asegura que hay partes activas y partes pasivas y que otras tienen ambas cualidades, como, por ejemplo, el músculo, que mueve al hueso pero es movido, en cambio, por los nervios. El criterio para discernir la importancia de una parte es la importancia de su función (VI 7, III 435-436K).

De influencia platónica es la figura del demiurgo. La teoría galénica de las causas y su teleología, así como la teoría lógica y el arte de la demostración muestran el influjo de Aristóteles. Galeno en De usu (VI 12) desarrolla su teoría de las causas y menciona la causa primera como objetivo de la acción pero también se ocupa de la eficiente, de la material, de la instrumental, por supuesto, de la causa final y también de la formal con referencia a la forma inmanente aristotélica o al alma del cuerpo. Todas contribuyen a la perfección de la parte con vistas a la realización de su función. Para examinar cualquier parte del cuerpo, el filósofo de la naturaleza deberá encontrar respuesta a todo este tipo de causas y critica a Erasístrato y a Asclepíades por no haber obrado así. Los cuatro modos de movimiento que admite Galeno son también aristotélicos, pues además del movimiento local, como cambio de lugar, habla del movimiento sustancial o conversión (el quilo se convierte en sangre; la sangre, en leche o en esperma), del cuantitativo (crecimiento y disminución) y del cualitativo (esto es, el grado de una cualidad). La deuda del de Pérgamo con el Estagirita es también evidente en su concepción teleológica de la naturaleza, que aún encontramos, aunque matizada, en Vesalio, que en el prefacio de su Fabrica dice que la anatomía se caracteriza iucundissima hominis cognitione, inmensi rerum Conditoris sapientiam (si quid aliud) attestante .

Otro axioma de Galeno, consecuencia de su teleología, es el principio aristotélico de que la naturaleza no hace nada en vano. Pero Galeno va más allá de Aristóteles, pues el Estagirita admite excepciones, mientras que el Pergameno cree que las consideradas excepciones son producto de nuestra ignorancia. Para él son un reto para seguir investigando con el fin de entender el propósito de la naturaleza en cada parte. Anatomía y fisiología son dos vías que llevan a descubrir la sabiduría de la naturaleza en la organización del hombre. Galeno toma como base para su investigación de las partes del cuerpo humano el tratado del Estagirita sobre las partes de los animales. El influjo de Aristóteles es evidente no sólo en su concepción teleológica de la naturaleza y en su modo causal de razonar, sino también en sus estudios biológicos.

Que la estructura del cuerpo es la mejor de las posibles, es otro principio que está en la base del sistema galénico. Para demostrarlo, Galeno propone un método: cambiar con la imaginación la posición de cada parte o su textura o su número o su tamaño o su forma. Y, si no encontramos nada mejor, debemos declarar que la estructura actual es perfecta y absolutamente correcta (III 11, III 249-250K). Con este procedimiento, Galeno alterna la observación racional con la imaginación en un juego de creación de hipótesis contrarias a la realidad, que confirman la perfección y la belleza de lo real. Por ejemplo, la acción de la mano está al servicio de la aprehensión, por lo que la estructura de la mano y la topografía de sus partes debe ser la óptima para la función prensil. Galeno apela a nuestra imaginación y nos invita a pensar cómo sería si nuestras manos no fueran articuladas o si el pulgar no se opusiera a los otros dedos o si ocupara una posición diferente a la que ahora tiene o si no pudiera realizar los amplios movimientos de aducción y abducción que ahora realiza, o si no tuviéramos la posibilidad de sujetar con las dos manos objetos de gran volumen o si gracias al índice y el pulgar y al concurso de las uñas no pudiéramos agarrar con precisión las cosas más pequeñas. Siempre invita a oyentes y a lectores a imaginar otra solución mejor para cada una de las partes y como nadie le ofrece ninguna solución mejor concluye que la estructura actual de cada parte es la mejor de las posibles, lo que se debe a la inteligencia de la naturaleza creadora, a la que no cesa de admirar y alabar. Debe decirse que en De usu hay 293 entradas de la familia thaûma , término que expresa admiración o sorpresa ante un hecho maravilloso, muchas para un tratado científico, pero también hay que aclarar que en Galeno, como ha visto bien J. Jouanna 10 , el sentimiento de admiración no es producto de la ignorancia, sino resultado de una toma de conciencia, consecuencia de la observación y de la reflexión sobre las obras de la naturaleza.

El sistema fisiológico galénico es humoral y pneumático. De Hipócrates toma su patología humoral, su clínica, la idea de que en el cuerpo todo está en simpatía y de que todas las partes cooperan en la acción del órgano (I 9, III 23-24K). De Erasístrato y de Herófilo, su interés por el sistema vascular, el pneûma y el sistema nervioso. Afirma Galeno que la correcta mezcla de las cualidades, que el hombre puede controlar mediante la regulación de su forma de vida, aporta salud al cuerpo y virtud al alma. La elaboración en el pulmón, en el corazón, tal vez también en el hígado 11 , y en el cerebro, del aire (aér ) que respiramos le convierte finalmente en spiritus animi , esto es, aire inspirado, que se distribuye y da vida a todas las partes del cuerpo (cf. De usu partium , VII 8).

El calor innato, otro concepto importante dentro de la fisiología galénica, es responsable de la nutrición y de las transformaciones que sufre el aire inspirado (pneûma o spiritus animi) y está muy presente en el corazón y en las venas. Desde el pulmón, el pneûma es atraído al ventrículo izquierdo del corazón. Su función ahí es atemperar el calor natural que se origina en ese ventrículo, donde, a su vez, por la acción del calor natural se transforma en pneûma zotikón o «espíritu vital», que, unido a la sangre del ventrículo derecho, vaporizada por el calor natural del corazón, proporciona a las arterias una sangre muy sutil cargada de espíritu vital, que se reparte por todo el cuerpo. Parte de ella llega a través de las carótidas al cerebro, después de su elaboración en el plexo de arterias de debajo del cerebelo, y termina su elaboración en los ventrículos cerebrales. Ahí acaba por convertirse en pneûma psychikón o «espíritu anímico», que se difundirá por la sustancia cerebral, y a través del cerebelo y la médula espinal por todos los nervios y aportará al cuerpo la capacidad de recordar, proyectar, reflexionar y representar, esto es, aquellas «actividades autónomas» del alma racional, que están encomendadas al sistema nervioso central o autónomo. Capacitará también para la percepción de sensaciones y para el movimiento voluntario, que corresponden a las «actividades relacionales» del alma, encomendadas al sistema nervioso periférico, como pudo demostrar con sus experimentos 12 . Cuanto mayor sea el tiempo que una sustancia está expuesta al calor innato, mayor será su transformación. Además de las transformaciones, que, según Galeno, suceden en la rete mirabile , él admite otras transformaciones, como las que se producen, en su opinión, en los conductos varicosos de los testículos, en los que la sangre se convertiría en esperma, o la que tiene lugar en los vasos que en las mujeres van a los pechos, en los que la sangre se convertiría en leche. Añadamos que para el Pergameno el calor innato, que es instrumento primordial de la naturaleza (XIV 6), tiene su sede en el corazón, y que necesita también del pneûma y de la sangre para su nutrición y de la respiración para su refrigeración, ya que el calor innato debe ser temperado. También la transformación del alimento que ingerimos en quilo se produce en el estómago por el calor innato, y cuando ese quilo llega al hígado, por el calor innato se transforma en sangre. Ese calor innato es el que hace bombear el corazón y pulsar las arterias.

La naturaleza es para Galeno el principio generador de todo lo que brota y viene a la vida. La define como «esencia primordial, fundamento de todos los cuerpos que nacen y perecen» 13 y afirma que «los efectos de la naturaleza son la nutrición y el crecimiento» 14 . La naturaleza con su sabiduría, justicia y previsión es la que ha dispuesto que cada parte del cuerpo esté estructurada de la mejor manera posible, esté situada en el lugar adecuado, que sea de la sustancia más conveniente para su función y que su relación con las partes adyacentes sea la óptima. Tarea del fisiólogo es desvelar el lógos ínsito en ella. La naturaleza es también, como ha señalado F. Kovacic 15 , fundamento de la actitud religiosa de Galeno, pues los dioses tradicionales a los que se venera no son sino manifestaciones de lo divino, cuya expresión más elevada es la naturaleza (physis ) inteligente, esto es, la inteligencia (noûs ) que todo lo rige y ordena.

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