Читать книгу Te vi pasar - Guillermo Fárber - Страница 9
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Con esa absurda idea, con esa loca esperanza en mente, moviéndose a velocidades desusadas en él, Martín se puso su mejor chaqueta de gamuza, sirvió en el patio la copiosa ración para el fiel de Schopenhauer, llamó por teléfono a Robelo para avisarle que una vez más lo iba a usar de tapadera con Gabriela, con quien era miembro fundador y presidente vitalicio de ammasijos: Asociación Méxicana de Matrimonios Sin Hijos, y garrapateó con su lasallista caligrafía de rasgos arcaicos una nota que fijó con un imán en forma de fresa en la puerta del refrigerador: “Fui con Robelo. Un enredo. Me tardo”.
Nunca pudo imaginarse Martín cuán proféticas iban a resultar esas palabras, mientras cerraba con llave la puerta de la calle y tarareaba una deliciosa samba argentina que le enseñaron con aceptable puntualidad dos desinhibidas azafatas con las que había pasado hacía poco un alucinante fin de semana en ménage à trois:
No tengo miedo al invierno,
con tu recuerdo lleno de sol.