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IV. LA CREACIÓN DEL EURO Y LA CRISIS ECONÓMICA DE 2008

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Dando por supuesto lo anterior, la idea de la creación de la Unión Europea, que sería un Estado que, en lo geográfico, se extendería desde Escandinavia hasta las fronteras que Turquía tiene con los demás países asiáticos, no hay que olvidar que una parte de este Estado está localizada en Europa y por el otro lado, desde la Península Ibérica, o todavía más al Oeste, incluso Islandia ha sido invitada, y no digamos Groenlandia, que tras haberse integrado se marchó por su propia decisión, hasta las fronteras de Rusia, e incluso hasta los Urales, según el sueño de los europeístas más optimistas y radicales. Actualmente, el realismo les hace retroceder hasta las fronteras actuales de Ucrania, a poder ser las nominales, y siempre pensando en la reintegración del Donbar y de la Península de Crimea.

Pero con ser importante la vertiente geográfica de la Unión Europea, la que de verdad es sustancial es su vertiente funcional. En realidad, lo que conforma el proyecto de la Unión Política Europea es la creación de un Estado único, federal, más descentralizado que el de los Estados Unidos de América, al que no puede dejar de mirar con envidia, nunca se fija en su Guerra civil que tuvo lugar entre 1.864 y 1868. Al fin y al cabo los europeos hemos sufrido otras dos, y con posterioridad, si es que queremos dejar de contar las que tuvieron lugar en el centro de Europa, particularmente en el Rhin, a propósito de la lucha de religiones, y que finalizó con la Paz de Westfalia en 1648, no muy bien comprendida por los historiadores proeuropeos, aunque sí por los geopolitólogos. Tampoco la guerra de todos los europeos contra todos, con ocasión de la sucesión a la Corona española de principios del siglo XVIII. Se sacan de contexto las Guerras Napoleónicas, a las que se atribuye un choque de ideologías que las diferenciarían drásticamente de las anteriores, y por fin las Guerras ocasionadas por Napoleón III, que culminaron con la conquista de París por parte de las tropas prusianas, vencedoras en Sedán, y que provocaron un nuevo reparto del poder y de la influencia, tanto política como económica, en el centro del continente, y dieron lugar al estallido de la Guerra que comenzó en 1914, que tanta trascendencia ha tenido en todas las sociedades de los países considerados desarrollados y de los que no pueden ser considerados como tales.

Porque las guerras del siglo XIX causaron un reparto de poder y de influencia estable, que se reconoce como el equilibrio entre las Potencias, y que se alteraba periódicamente, provocando una serie de guerras localizadas, que determinaban victorias parciales en cada uno de los campos de batalla, y que daban lugar a una gran Conferencia Internacional, que redibujaba las fronteras entre los Imperios y las monarquías, y creaba una situación de estabilidad pasajera, que duraba una generación. Si hubiera que compararla con una enfermedad, ésta sería sin ningún tipo de dudas la malaria.

Pero no todo fue negativo en este período. También fue capaz de una institución imaginativa que se instauró en el centro de Alemania, y que se denominó unión aduanera, o Zollverein. La Zollverein tuvo éxito al promover el progreso económico de sus miembros y su alejamiento de la guerra, y su ejemplo es que influiría de manera decisiva en la creación de la Comunidad Económica Europea.

Esto sucedió porque estaba en la mente de Robert Schuman , que era alsaciano. También en la de Jean Monnet , que era bordelés. En la de Konrad Adenauer , renano, y en la de Walter Halstein . Y por fin, en la de Alcide de Gasperi , y en la de Henri Spaak . La Unión Aduanera alemana alejaría a Europa de las guerras civiles, sobre todo si era capaz de crear una Autoridad común que administrara el Carbón y el Acero. Ellos eran pacifistas. Por encima de todo, pacifistas. Se creían y se sentían iguales. Y cuanto más Alta, mejor. Y crearon la Comunidad Europea del Carbón y el Acero, que entró en funcionamiento en el año 1950.

La Comunidad Económica Europea del Carbón y el Acero enseguida se quedó pequeña, y evolución en una hermana grande y una chica. La grande fue la Comunidad Económica Europea, y la pequeña, la Comunidad Europea de la Energía Atómica, más conocida como Euratom. Los Padres fundadores, que se sintieron herederos de los Pilgrim Fathers norteamericanos, y así lo manifestaron, comprendieron que era la Comunidad Económica Europea la que debía llevar adelante el proyecto de Unión, y fue esta comunidad la que se propuso llevar a cabo la formación del Mercado Común, que debía ser único, y tuvieron un gran éxito. Creció la riqueza, derrotó a la EFTA, European Free Trade Association, consiguió fomentar el deseo de cada vez más países de unirse a ese club que tan bien funcionaba, y eso propició la expansión geográfica aun hoy inconclusa, y la funcional.

La expansión funcional fue acometida a impulso de la Institución comunitaria encargada de ello, la Comisión Europea, y su gran objetivo fue la creación de la Unión Económica y Monetaria. A través de mecanismos muy complicados, que luego pasarían factura al modelo, se creó lo que en primer lugar se conoció como la serpiente monetaria. Cuando aparecieron las dificultades, creadas en una primera instancia por Italia, se encerró a la Serpiente Monetaria en un túnel, y cuando a la serpiente ese túnel se le quedó estrecho, no hay que olvidar que las serpientes han de mudar la piel cada cierto tiempo, la serpiente salió del túnel, y se hizo patente que el mecanismo no podía superar sus imperfecciones. La disyuntiva era abandonar el control de la política monetaria de los Estados miembros, o avanzar hasta crear una moneda única y común. La mayoría de los Estados miembros de aquella época optó por crear la moneda única. Y la minoría, por no hacerlo. Estos serían los que más tarde propiciarían el opting out.

Tras innumerables discusiones que siempre acababan a altas horas de la madrugada, se llegó al acuerdo de modificar los Tratados Constitutivos, de descartar el proyecto de Unión Europea más ambicioso, promovido por el Parlamento Europeo, cuyo motor estaba formado por el grupo del Crocodile, liderado por Altiero Spinelli, y se permitió al Reino Unido y a los dos países nórdicos más reticentes quedar al margen del proyecto común, cada uno con unas cláusulas de garantía. Y la moneda común inició su andadura, y acabó en los bolsillos y en las carteras de los ciudadanos de los países incluidos en la zona Euros con una serie de promesas genéricas, de aumento de la riqueza de todas las capas sociales, de competitividad de las empresas que formaran parte de esos países, y de mejora de las sociedades que sustentan los Estado de la zona Euro en todos los sentidos.

También había una medida específica. Una vez dentro del Euro, y a diferencia de lo que prevé el Tratado Fundacional de la Unión Europea para la pertenencia a la misma, no se prevé salida. Ni siquiera, de emergencia.

El establecimiento de la moneda única tuvo como efecto el fin de las comisiones bancarias y pérdidas de valor por cambio de moneda en el interior de la Zona Euro, lo que es de gran importancia. Pero también tuvo un efecto inflacionista dentro de cada país, que fue más agudo en los periféricos. Y se basaba en una promesa implícita. La creación de la moneda única iba a propiciar la superación definitiva de las crisis económicas cíclicas, o al menos iba a amortiguarlas de manera considerable, ya que la unión de tantos estados miembros dentro de la Zona Euro haría que la capacidad untaría para combatirlas fuera muy superior, y por ello las Instituciones comunes, y en particular el Banco Central Europeo, podrían encauzarlas adecuadamente. Ello era así porque la capacidad monetaria, actuando de manera común, diluiría sus efectos nocivos.

El estallido de la crisis económica global, cuyos efectos comenzaron a hacerse evidentes a partir de julio de 2008, demostró sin paliativos la equivocación de este planteamiento, y tras una serie de medidas económicas y financieras que no tuvieron el efecto deseado hicieron que los Estados más débiles de la Zona Euro, que coincidían con los más pequeños y periféricos, dejaran de estar en condiciones de atender los vencimientos de sus deudas públicas, y los bancos privados que formaban su sistema financiero dejaron de presentar balances reales positivos. El Banco Central, que es el cierre del Sistema de la Eurozona, delegó en las Autoridades de los Estados miembros para que acudieran en su ayuda, y éstas lo hicieron mediante rescates que hicieron recaer las insolvencias virtuales de las entidades privadas más afectadas sobre los presupuestos generales, que es lo mismo que decir sobre los contribuyentes. Esos a los que los anglosajones denominan con más propiedad taxpayers. En eso consistió el rescate bancario, que, para ser justos, no afectó a todas las entidades de los países periféricos de la Eurozona. Tan sólo a las que presentaban balances que ponía en seria duda su solvencia.

Pero como la política de fijación de tipos de cambio, así como la posibilidad de crear moneda, había sido transferida desde los Estados miembros, y más concretamente desde sus bancos Centrales, al Banco Central Europeo, la única posibilidad que restaba a estas economías desequilibradas era la de la devaluación interna. Y esto, como se vio inmediatamente, suponía un ajuste interno inusual, desconocido, similar al sufrido por países externos a la OCDE que deben someterse a un plan de ajuste. Y por ello la contestación popular ha sido tan amplia. Y, como no podía ser de otro modo, ha tenido consecuencias electorales muy importantes.

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