Читать книгу Argumentación y pragma-dialéctica - Jesús Zamora Bonilla - Страница 25
4. Conclusión
ОглавлениеEn este artículo he indicado las maneras en las que la lógica como estudio de la validez formal de formas argumentativas juega un papel en la teoría de la argumentación; y lo he hecho indicando el papel que juega en los métodos pragma-dialéctico de análisis y evaluación. Se desprende de todo esto que el papel de la lógica en el análisis se limita a una función heurística a la hora de identificar premisas inexpresas en la argumentación. Con la identificación de premisas inexpresas vemos que el razonamiento subyacente a una argumentación en la que se ha dejado implícita una premisa se vuelve válido en un primer acercamiento al formular la más simple manera de completarlo que haga al argumento formalmente válido. Arrancando de la premisa que representa este “mínimo lógico”, tomamos en cuenta el contexto pragmático en el que tiene lugar la argumentación para determinar entonces el “óptimo pragmático” que puede considerarse como la premisa inexpresa. En la evaluación de discurso argumentativo hay una variedad funcional de normas que juega un papel, y la validez formal es solamente una de ellas si el razonamiento involucrado se hace totalmente explícito. Esto significa que el papel de la lógica se ve limitado a la etapa de argumentación y es vital solamente en ciertos casos bien definidos. En los demás casos la evaluación depende, para la etapa de argumentación, del uso correcto de esquemas argumentales que son admisibles en el contexto de marras.
Me hago cargo, por supuesto, de que este resultado depende de mi modo de ver la argumentación y de la manera en que pongo a la argumentación en una perspectiva teórica. Yo he elegido definir la argumentación como un complejo de actos comunicativos e interactivos que implican plantear una constelación de proposiciones que nos pide que seamos razonables. Mi enfoque de la argumentación implica que el tratamiento teórico del intercambio de jugadas argumentativas que tiene lugar en el discurso argumental se vuelva funcional, social, externo y dialéctico. Los resultados dependen también del modo de ver la lógica que tomé como punto de partida y el alcance teórico que he asignado al teorizar lógico. Si yo hubiese partido de un modo de ver la lógica como lógica informal, los resultados habrían sido considerablemente diferentes. No me habría entonces contentado con hablar de validez, sino que habría tenido que tomar en cuenta la relevancia, la suficiencia y la verdad o aceptabilidad. La consecuencia habría sido que la lógica (informal) se habría vuelto un tipo específico de teoría de la argumentación.
El resultado habría sido también considerablemente diferente si hubiese asignado a la lógica un alcance teórico tan amplio como el que van Benthem (2009) sugiere que soñemos. La lógica incluiría en ese caso ocuparse tanto de la validez formal como de la validez procedimental. Eso significa que la palabra “lógica” se vuelve una etiqueta que cubre una gran cantidad de importantes enfoques teóricos sobre la argumentación. Una notable desventaja de esta modo de ver las cosas, sin embargo, es que “lógica” no incluiría los enfoques retóricos que son indispensables para desarrollar una teoría de la argumentación plenamenta desarrollada. La consecuencia sería que tendríamos la misma situación previa a cuando la Sociedad Internacional para el Estudio de la Argumentación comenzó a promover una reconciliación entre las perspectivas dialéctica y retórica en la década de 1980, a saber otra vez una división entre dos paradigmas mutuamente aislados en el estudio de la argumentación. Desde la perspectiva tanto de mis intereses prácticos en el discurso argumentativo como de mi preferencia teórica a favor de una integración de las brillantes intuiciones que subyacen a las tradiciones dialéctica y retórica, esto no sería aceptable. Por tanto pienso que es mejor mantener la relación entre lógica y teoría de la argumentación que he esbozado en este artículo.