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Marzo 6
Nunca estás solo/a

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“Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo y si por los ríos no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti” (Isaías 43:2)

Es posible que en ocasiones vengan a tu mente situaciones difíciles que has afrontado.

Piensa por un momento lo peor que te llegó a suceder. En ese momento te lamentaste y lloraste, quizás gritaste y dijiste por qué a mí, por qué a mí.

Parecía que no había esperanza y el silencio de Dios era demasiado duro para ti. Y tú decías, dónde está mi Dios, por qué no ha venido, por qué no me escucha, mira mi condición, no puedo estar peor.

Pero Dios no se había ido, ni se había distraído. Él estaba ahí, aunque no te diste cuenta, Él te confortó, aunque no lo notaste, Él te susurró al oído palabras de consuelo, aunque no podías verlo, Él no se apartó de tu lado.

En ese momento de gravedad en el hospital o en aquel momento en que tu familiar se fue para siempre y tú solo tenías lágrimas en tu rostro, en ese momento cuando te dijeron que ya no te necesitaban más en el trabajo, cuando tu hijo se fue de la casa, o cuando caminabas solo y pensabas que no eras importante para nadie, o cuando tu esposa te miró con desprecio y te dijo: me voy para siempre.

Pero Él nunca te abandonó.

Ese es el verdadero milagro de este mundo. Un Dios tan grande y majestuoso que colocó con sus manos las estrellas, los astros, los planetas y que tiene el poder sobre todas las cosas, es el mismo que camina de tu lado, te cuida, te protege y te libra de tu condición perdida y te lleva hacia el camino de salvación eterna.

En medio de una generación maligna, perversa, fría, egoísta e individualista somos cuidados por las manos de nuestro Señor.

El enemigo acecha pero no tiene nada que hacer con los hijos de Dios.

Por eso en este día tú caminas con seguridad. Tus pasos son firmes, estás siempre protegido/a por la diestra del Señor.

Por eso puedes reafirmar hoy con total certeza: yo sé que aunque pase por aguas profundas no voy a perecer, yo sé que aunque los tiempos sean malos, Él no me soltará de su mano, yo sé que aunque la tristeza me domine, Él enjugará toda lagrima de sus hijos, yo sé que aunque pase por el fuego, no me voy a quemar, porque Él lo dijo y eso me basta.

Nunca estás solo/a, Dios está contigo todos los días hasta el fin.

Oración:

La seguridad de tu presencia me reconforta todos los días de mi vida. Hoy elevo mi mirada al cielo dándole la gloria a mi Dios por darme el regalo maravilloso de su compañía. Aunque el mundo entero me abandone, no hay manera alguna que El Señor lo haga porque Él lo ha prometido. Camino con seguridad porque tú me has repetido una y otra vez que no tema, que no estoy a la deriva en medio de este mundo, por el contrario, la verdad más grande de mi vida es que tú estás conmigo. Amén.

Una semilla para cada día

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