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Marzo 16
Nacer de nuevo

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“No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo” (Juan 3:5)

En medio de la oscuridad de la noche un hombre judío fue a buscar a Jesús para hacerle algunas preguntas porque estaba muy inquieto por lo que Él estaba haciendo.

Nicodemo era un miembro muy conocido y muy respetado del Sanedrín. Como fariseo conocía perfectamente la ley y la teología de su pueblo, por eso Jesús lo llamó maestro de Israel.

Nicodemo le dice a Jesús: “Sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él” (Juan 3:2)

Es decir él estaba ponderando las obras milagrosas. Estaba reconociendo que Jesús era diferente y que las obras que hacia no podían ser hechas por alguien a menos que hubiese sido un enviado del cielo.

Pero el Señor le contesta que lo importante no son las señales y los milagros, sino el cambio radical en la vida de una persona. Es decir, algo que solo se puede describir como un nuevo nacimiento.

¿Qué es eso? ¿Qué significa nacer de nuevo? Nicodemo siendo maestro de la ley, conocedor y sabio en las cosas de la Escritura no entendía nada de lo que Jesús le estaba diciendo.

Lo único que se le ocurrió decir a este hombre, lo único que se le vino a la mente fue la idea del nacimiento físico que todos tenemos. Volver a entrar en el vientre, pero esto es imposible.

El nacer de nuevo no es el resultado del esfuerzo humano, sino el resultado de la gracia y el poder de Dios. El que ha nacido de nuevo tiene a Cristo, la fuente inagotable, tiene la vida.

La experiencia del nuevo nacimiento no es una religión, no es una lista de actos morales, no es un movimiento al que te unes, no, nada de eso. Es en realidad una experiencia diaria, una vivencia continua con Cristo el autor de esa vida nueva.

El nuevo nacimiento te hace participante de esa naturaleza divina que antes no tenías.

Si antes eras incapaz de amar a alguien, ahora desbordas de amor por los demás.

Si antes eras incapaz de perdonar, ahora vas donde aquel que te ofendió y extiendes tu perdón.

Si antes solo pensabas en ti, ahora vives para servir, vives para dar, vives para ofrecer tu vida para ayudar al que lo necesita.

A través del nuevo nacimiento, eres participante de la naturaleza divina y estás capacitado/a para hacer lo que antes era imposible para ti.

Por eso la pregunta fundamental para saber si eres un/a convertido/a es: ¿Has nacido de nuevo del agua y del Espíritu? Si aún no lo has hecho, Jesús te llama para que abras tu corazón a Él.

Lo que es nacido de la carne sigue siendo carne, pero lo que es nacido del Espíritu te une, te hace partícipe de la naturaleza divina.

Oración:

Señor, hoy te doy gracias por haber abierto las puertas del cielo para mí. Soy participante de ese reino desde cuando abrí mi corazón para que tú habitaras en Él y ahora sé que nada ni nadie me podrán separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús. Por eso en este día, al agradecerte por mi nuevo nacimiento, te pido que me ayudes a consagrarme enteramente para hacer tu voluntad de aquí en adelante, como un compromiso real hasta que me llames a tu divina presencia. Amén.

Una semilla para cada día

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