Читать книгу Más patatas y menos prozac - Kathleen DesMaisons - Страница 7
ОглавлениеINTRODUCCIÓN
Antes que nada, permíteme ponerte en antecedentes en cuanto a mi programa destinado a curar la sensibilidad al azúcar. A la hora de decidir si confiar o no en un programa terapéutico, es útil conocer el contexto. ¿Cómo puedes saber si este programa funciona? La ciencia, así como veinte años de experiencia directa, tienen la respuesta. Es un programa fiable, maduro y probado, y funciona como ningún otro.
La ciencia
La ciencia es una herramienta emocionante y valiosa para ayudarte a comprender el cuerpo humano. Miles de hombres y mujeres trabajan en laboratorios de todo el mundo para responder preguntas sobre cómo funciona. Cada conjunto de experimentos requiere una cuidadosa reflexión, ya que los científicos deben diseñar estudios para evaluar claramente las hipótesis y elaborar respuestas fiables. Cada vez que se publica un resultado en una revista profesional se añade una pequeña pieza al puzle de la historia que explica cómo funciona tu cuerpo.
El punto fuerte de este proceso reside en las pruebas rigurosas y el diálogo científico que tienen lugar a lo largo del tiempo. Sin embargo, una de las limitaciones que presenta es que se basa en datos más que en personas reales que viven vidas complejas y desordenadas. Los científicos a menudo examinan un solo aspecto en cada ocasión, mientras que los médicos que atienden a pacientes trabajan con el «caos» de la vida cotidiana.
Cuando inicié este programa, estaba dedicada al ejercicio práctico de la medicina en el terreno de la adicción. Puse años de escucha sobre la mesa. Había trabajado en los campos de la salud mental, la nutrición y las políticas públicas. Había puesto en marcha y administrado un centro de tratamiento para las adicciones y había trabajado con varios miles de pacientes.
Luego, empecé a investigar los aspectos científicos que hay detrás de la adicción al azúcar. Fue todo un proceso.
Mi formación no era tradicional; era interdisciplinaria. En lugar de entrar en un campo, quería crear uno. En lugar de limitar mi trabajo académico a responder una pregunta, quería encontrar la respuesta a varias. Abordé la literatura científica desde una perspectiva no ortodoxa y comencé a leer la que se publicaba en varios campos: las adicciones, la psicología, la nutrición y la neurociencia. Aquí están los hechos que reuní y sobre los que comencé a escribir en la primera edición de este libro:
El cerebro de los alcohólicos es diferente de otros cerebros. Esta configuración especial se hereda.
Hay personas que son sensibles a los carbohidratos y pasan a tener más azúcar en sangre de lo normal al comerlos.
Cuando es necesario, el cerebro libera opioides, y estos pueden afectar a nuestras elecciones alimentarias.
El azúcar actúa como una droga opioide (como la morfina y la heroína) en el cerebro.
Los tipos de alimentos que comemos y el momento en que los comemos pueden influir en nuestro estado de ánimo.
En 1996 todos estos hechos ya habían sido establecidos por la literatura científica, pero la naturaleza misma de la investigación científica, que analiza un solo aspecto en cada ocasión, implicaba que quienes realizaban los estudios sobre el alcohol no miraban los hallazgos obtenidos en el campo de la nutrición, y que quienes investigaban sobre nutrición no atendían a las cuestiones genéticas. Nadie había dado el salto de considerar que el azúcar era la droga de entrada para otras sustancias adictivas.
Debido a que mi experiencia clínica se basaba en escuchar las historias de los pacientes sobre sus vidas complejas y desordenadas, que no se podían dividir claramente en categorías científicas separadas, pude concebir una teoría que tuviese en cuenta todas las disciplinas relevantes. Mi hipótesis de trabajo era esta:
Existe una afección bioquímica hereditaria llamada sensibilidad al azúcar que tiene unos efectos predecibles y específicos sobre el cerebro y el comportamiento de la persona. Qué alimentos come un individuo sensible al azúcar y cuándo los come lo afecta profundamente.
El azúcar tiene, en el cuerpo humano, el mismo efecto analgésico y euforizante que los medicamentos opioides. Estos efectos farmacológicos del azúcar son mayores en las personas sensibles al azúcar. La adicción al azúcar, como la adicción a las drogas, es real y puede abrir la puerta a otras adicciones.
Cambiar lo que come una persona sensible al azúcar y cuándo lo come puede tener un gran efecto en su bienestar y su comportamiento.
Usando este modelo de trabajo, escribí Potatoes Not Prozac, cuyo tema, a pesar del título, era el tratamiento de la adicción al azúcar y curar la sensibilidad al azúcar. Desde la primera edición del libro en inglés, en 1998, han cambiado muchas cosas. La ciencia continuó haciendo preguntas y encontrando respuestas. A principios del año 2000, Bartley G. Hoebel, investigador jefe en la Universidad de Princeton, se enteró de la hipótesis que yo había desarrollado sobre la sensibilidad al azúcar y decidió ponerla a prueba en su laboratorio. En 2002, Carlo Colantuoni, alumno universitario de Hoebel, publicó un artículo en el que confirmaba que un conjunto de ratas se habían vuelto adictas al azúcar. Lo tituló «Pruebas de que la ingesta intermitente y excesiva de azúcar causa dependencia endógena respecto de los opioides». Al año siguiente, Nicole Avena, una de las alumnas de Hoebel recién licenciadas, empezó su carrera profesional centrándose en la adicción al azúcar. Desde entonces ha publicado más de setenta artículos sobre el tema y está a la vanguardia del planteamiento de preguntas clave sobre neurociencia nutricional.
Y se siguieron realizando estudios. En 2005, Cyrilla Wideman, profesora de la Universidad John Carroll, publicó los resultados de un estudio que demostraban que los efectos de la adicción al azúcar, su abstinencia y su recaída son similares a la adicción a las drogas, su abstinencia y su recaída. (El artículo se tituló «Implicaciones en la salud humana de un modelo animal de adicción al azúcar, abstinencia y recaída»). Actualmente no solo se usa la denominación adicción al azúcar en revistas científicas revisadas por pares, sino que se usa sin problema con los humanos. Una revisión actual de la literatura habla de la adicción al azúcar como un hecho conocido en las investigaciones realizadas con animales y humanos; además, explora el impacto de la adicción al azúcar en el comportamiento.
En 2015, los científicos mapearon las variaciones genéticas en los receptores opioides mu y su relación con la adicción a la heroína. Resulta que la heroína y el azúcar afectan a los mismos neurotransmisores.
El azúcar afecta al sistema opioide endógeno, los analgésicos propios del cerebro que mencioné en la primera edición de este libro. Candace Pert, la mujer que identificó por primera vez esos receptores, escribe en el prólogo de esta obra: «El impacto diario de Más patatas y menos Prozac se comprobará en los corazones y los cuerpos de aquellos que responden al perfil que la doctora DesMaisons ha descrito tan bien». Acuñé la denominación sensibilidad al azúcar en la primera edición de este libro para referirme a los humanos que son especialmente sensibles a los efectos del azúcar. Esta sustancia es una droga, y para quienes son sensibles a ella, la adicción al azúcar puede ser mortal.
Mientras la ciencia se ponía al día, la primera edición ofreció a sus lectores una forma de comprender lo que estaba sucediendo en su cuerpo sensible al azúcar y una manera de curarse a sí mismos. La gente encontró el libro y empezó a conectar conmigo y entre sí a través de mi sitio web Radiant Recovery ® (‘recuperación radiante’). El gran éxito que había visto con los alcohólicos en mi clínica lo estaba viendo ahora con adictos al azúcar, individuos que comían compulsivamente, personas que padecían el efecto yoyó al hacer dieta o pacientes con trastornos alimentarios, que sufrían depresión o que habían recibido muchos otros diagnósticos. Todos ellos se sintieron enormemente aliviados al descubrir que su adicción al azúcar era real, que no eran solo «golosos». Igual que ocurrió cuando Alcohólicos Anónimos redefinió el alcoholismo como una enfermedad, cuando expliqué que la adicción al azúcar es causada por un desequilibrio químico, y no tiene nada que ver con un defecto del carácter, los individuos sensibles al azúcar quedaron repentinamente libres de la condena social (y la autocondena). Pero los aspectos científicos solamente eran una parte de la historia.
La experiencia
La experiencia de las personas que han seguido mi programa ha demostrado que la adicción al azúcar no es solo un problema de nutrición, también tiene un impacto profundo en el comportamiento. Los siete pasos del programa no inciden tan solo en el cambio de dieta (como comer suficientes proteínas en cada comida), sino que implican participar en un proceso que convierte los comportamientos adictivos en habilidades de recuperación. Al seguir el programa curarás tu cerebro desequilibrado, sensible al azúcar, y lograrás más, mucho más que esto: sanarás tu comportamiento adictivo y empezarás a manifestar una recuperación radiante.
Nacer sensible al azúcar significa estar «chiflado» desde una edad temprana. Ya en la niñez puede ser que te muestres malhumorado, impulsivo, callado, retraído, terco, dramático o reactivo. Al mantenerse una alimentación inapropiada, estas respuestas tempranas se establecen como patrones de comportamiento. La gente piensa que eso es tu personalidad. Tú te lo crees, y a medida que te vas haciendo mayor, estos comportamientos van incluyendo también el pensamiento en términos de todo o nada, el ensimismamiento, la grandiosidad, la impotencia y un profundo sentimiento de inferioridad, a pesar de las apariencias externas. Desarrollas la dicotomía del doctor Jekyll y el señor Hyde de la que hablaré en el capítulo uno.
Seguir los pasos que se exponen en Más patatas y menos Prozac lentamente, en orden y como se describe, significa seguir un proceso que propicia el cambio de comportamiento y la curación bioquímica. Este es el camino hacia la recuperación. Aprenderás a escucharte a ti mismo y escuchar a los demás. Aprenderás a esperar, a tener paciencia, a planificar y a ir despacio, todo lo cual es posible que te resulte odioso ahora mismo. Aprenderás a ver las consecuencias de tus elecciones; podrás ver la conexión que hay entre lo que comes y lo que sientes. Aprenderás a pedir ayuda y a dejar que otros te guíen. Saldrás del aislamiento y descubrirás que no eres el único que tiene este problema, y que el cambio es posible. Lo que pensabas que era tu personalidad no es quien eres en absoluto. Era el resultado de tu funcionamiento bioquímico sensible al azúcar, tu desequilibrio orgánico y la forma que tenías de comer.
Cada uno de los siete pasos se basa en el anterior. El proceso es gradual. Nunca se te da más de lo que puedes hacer. A medida que trabajas con los pasos, el proceso te cura. Tu «personalidad» cambia. Disfrutarás de ser alguien inteligente, intuitivo, compasivo, tenaz, divertido, reflexivo y muy muy hábil. Te gustarás mucho a ti mismo. Y sin contrapartes negativas. Tu vida será cada vez mejor, simplemente.
Lo maravilloso es que no tienes que trabajar en todos estos aspectos del comportamiento uno por uno. No tienes que dominar tu nivel de azúcar en sangre, tu serotonina y tu betaendorfina; solamente debes «hacer la comida». Cuando «haces la comida», tu cuerpo se encarga del resto. En la primera edición original del libro, el paso 7 se presentaba como una «promesa»; ahora, es una realidad documentada. Lo que comenzó siendo una creencia intuitiva acerca de lo que podría aportar la recuperación ahora está totalmente demostrado por los años de experiencia que atesoran los miembros de la comunidad. «Hicieron la comida», permanecieron en contacto y no dejaron de hablar sobre cómo cambió su vida.
Originalmente, definimos el paso 7 como «crear una nueva vida». Hemos aprendido que la trayectoria de desarrollo sigue expandiéndose. Curamos la vieja y profunda vergüenza, así como viejas heridas y traumas. Aprendimos a vivir con alegría y a jugar. Lo que consideramos que era nuestro defecto más grande, nuestra adicción al azúcar incontrolada, se convirtió en la inspiración que ahora nos permite regirnos por nuestros puntos fuertes.
Esta edición (tercera en inglés, primera en castellano) contiene unas recomendaciones más específicas, y se ha ampliado para reflejar otros diez años de experiencia con personas sensibles al azúcar que «han hecho la comida» y han seguido el programa. Ya no estamos abriendo un nuevo camino: estamos en un camino claramente definido hacia el éxito.