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C. Antecedentes

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En otros capítulos y apartados de esta monografía se abordan en detalle aspectos y temáticas que inciden de manera directa e inmediata en la regulación de la comunicación audiovisual referida a niños y adolescentes. Nosotros, en este epígrafe, plantearemos el asunto desde una perspectiva más general y previa, alineada con las condiciones que van a posibilitar en un futuro muy inmediato una comunicación audiovisual evolucionada, en la que se vean implementados algunos de los avances tecnológicos que están posibilitando la emergencia de la denominada Cuarta Revolución Industrial (Schwab, 2017).

Buscamos, en concreto, exponer con cierto orden el estado de la cuestión y los retos derivados del papel que podrían acabar desempeñando, así como de lo que podrían llegar a significar los algoritmos y la minería de datos en las empresas, en general; y de las empresas de comunicación, en particular. Se trata, pues, de tomar en consideración algunos los desafíos éticos que las nuevas tecnologías pudieran llegar a plantear en el ámbito de la comunicación audiovisual en general; y, más en concreto, en el caso particular de la comunicación orientada a la infancia y la adolescencia.

En un apartado ulterior llevaremos a cabo una propuesta de mínimos éticos que habrían de ser tomados en consideración, de una parte, a la hora de regular los aspectos conexos con el diseño, el entrenamiento, la implementación y la subsiguiente evolución de los algoritmos, supuesta la virtualidad del aprendizaje automático y profundo –Deep Learning– que en ellos se produce y que ellos mismos son capaces de llevar a efecto por su cuenta. Y ello, al margen y con independencia de quienes hayan puesto en marcha el proceso y la dinámica algorítmica: tanto si pensamos en los profesionales de la informática, de la ingeniería, de la Inteligencia Artificial, de la robótica o de cualquier otra rama conexa con la tecnologías propias del contexto digital que está dando lugar al despliegue de una verdadera cíber sociedad; cuanto si nos referimos a las empresas tecnológicas en cuyo marco organizativo cobran vida y dinamismo esas herramientas y los nuevos modelos de negocio.

Por otro lado, habremos también de incidir en ciertas exigencias éticas correlativas, e igualmente básicas e innegociables, en lo referente a la adquisición, almacenamiento, acceso y utilización de la ingente cantidad de datos –Big Data, macro datos– a disposición de los algoritmos y de la Inteligencia Artificial. Desde unos y otra se está configurando un nuevo mundo, donde lo que procedería sería tratar de aprovechar a favor de lo humano y la humanidad las posibilidades que las nuevas tecnologías están en condiciones de ofrecer a la humanidad en su conjunto. Como primera providencia indiscutible, habría que situar la voluntad firme por preservar ciertos bienes éticos que, emergidos al hilo del progreso moral que el dinamismo histórico evidencia, resultan ya innegociables; y por consiguiente, elementos cuasi axiomáticos de los que partir para crear las condiciones objetivas del despliegue y el florecer de toda la persona –y de todas las personas– en el contexto de la digitalización y en el marco de referencia que representa la ciber sociedad.

Si hay algo que debe estar cada día más claro es el hecho de que, si bien con momentos de mayor entusiasmo y otros de más escepticismo, lo cierto es que estamos avanzando hacia una circunstancia donde la Inteligencia Artificial y la digitalización están adquiriendo un papel cada vez más determinante en la configuración de la vida personal y colectiva (Haenlein & Kaplan, 2019).

Las condiciones que posibilitaron el desarrollo y el despliegue de la nueva realidad pueden sintetizarse en las cuatro siguientes: el aumento del poder de computación; la creciente ampliación de la capacidad de almacenamiento; la proliferación de datos –Big Data–; y, como condición de posibilidad para el análisis y la identificación de patrones de comportamiento, el avance en el desarrollo de los algoritmos.

El hecho es que, en plena Cuarta Revolución Industrial, con el desarrollo extraordinario de la Inteligencia Artificial, el Deep Learning, la Cloud Computing, la tecnología 3D, el despliegue de la robótica, la generalización, no sólo del Internet de las Cosas –IoT–, sino incluso del Internet of Everything –IoE–, las perspectivas de cara al futuro no dejan de presentarse con un tono de ambigüedad. Porque, si bien, son muchas las posibilidades y expectativas que se abren ante nosotros en los más variados contextos –mejora de la medicina, incremento del desarrollo y el bienestar, etc.–, no son menores los riesgos y las amenazas que también se ciernen sobre nosotros, derivadas de la propia dinámica tecnológica de la digitalización.

Guía de mínimos necesarios para la regulación de la comunicación audiovisual en la infancia y la adolescencia

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