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UNA FORMA DE PENSAR
Y UN ESTILO DE VIDA

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Muchas personas han oído hablar de la Macrobiótica como un sistema de alimentación, pero no todas saben en qué con­siste y, sobre todo, qué beneficios puede aportar a nues­tra sa­lud y a nuestra armonía interior.

No se trata de un vegetarianismo extremo, que está tan de moda, ni de una dieta para adelgazar. En realidad, la Macrobiótica es una síntesis práctica de la filosofía y la medici­na oriental que incluye la terapia dietética o alimentación equilibrada y que se presenta como el camino ideal para ob­tener el equilibrio físico, mental, emocional y espiritual. estos objetivos y conceptos, aunque parecen inalcanzables, son po­sibles aplicando correctamente las leyes universales, ya que, según demuestra la medicina oriental, unos dependen de otros, están unidos y son interdependientes.

El conjunto de métodos de la filosofía oriental macrobió­tica actual nació a principios del siglo XX en Japón y preten­de prevenir y resolver un buen número de síntomas a través de la nutrición según diagnóstico previo de la consti­tución y la condición de cada persona. Durante estos cien años de práctica de la dieta estándar por parte de sus numerosos se­guidores han quedado demostrados los beneficios que pue­de aportar a la salud. Actualmente mantiene sus características curativas si se aplica con conocimiento profundo del yin y el yang en el diagnóstico de los excesos y deficiencias, así como en la selección de los alimentos apropiados para contra­rrestar esos excesos y deficiencias, junto con un dominio de las técnicas de cocción y preparación de los alimentos en la misma línea equilibradora. Siempre tiene como objetivo al­canzar un nivel máximo de salud en todos los campos. Hay muchas personas que, sin padecer ninguna patología concreta, la adoptan como la manera habitual de alimentarse, bus­cando así el equilibrio que necesita el organismo. Es similar a practicar un método, una medicina preventiva o, mejor aún, una sana y armónica forma de pensar y comprender nuestra existencia dentro del proceso universal, así como un estilo de vida y nutrición.

La Macrobiótica es una síntesis que engloba varios mé­todos: la filosofía oriental, la medicina oriental, el yin y el yang, los cinco elementos, el diagnostico morfológico, téc­nicas de ejercicio y respiración como do-in y shiatsu, y la die­tética oriental o la alimentación equilibrada. Esto último hace mención a si entendemos como equilibrio el justo ba­lan­ce entre el ácido y alcalino en el pH de la sangre, como diríamos en Occidente, o en el concepto oriental el ying y el yang de la energía. La cocina equilibrada está basada en to­dos los criterios anteriores unificados y llevados a la practica en tres áreas:

a) El conocimiento de la constitución original de cada persona, es decir, la herencia genética que marca la dinámica de sus estructuras.

b) La condición adquirida por la climatología del lugar más la alimentación llevada a cabo hasta el momento presente.

c) La dieta que compensa y mantiene los excesos y deficien­cias producidos en nuestro sistema anterior hasta el mo­mento de iniciar el cambio propuesto aquí.

Muchos de los problemas de salud que padecemos tienen su origen en la errónea selección, combinación, procesos de elaboración y cocción/preparación de los alimentos que uti­li­zamos, así como en la pobre digestión y no absorción o asi­milación de los alimentos, además de los procesados y adi­tivos químicos, tóxicos, que suelen llevar incorporados sin que nos demos cuenta. Como puedes ver, la cadena de erro­res que podemos llegar a cometer por desconocimiento es muy larga.

Nuestro organismo desarrolla mecanismos y procesos para compensar esta mala nutrición, que conocemos como «enfermedades» o desequilibrios. Por tanto, cualquier medi­camento o producto, sea cual sea su origen, poco puede hacer contra ellas si no se soluciona el problema de base, es decir, la «causa» que los produce y que inicia todos esos procesos en negativo, en contracorriente de la bioenergía que circula por todos nuestros canales o Qi. Lo que comemos es, de he­cho, la fuente y el origen de la energía que hace mover todas las áreas de nuestro cuerpo, nuestras emociones, nuestra men­te y la totalidad de nuestro ser. El combustible del cuerpo es el Qi.

Para la medicina oriental tradicional, la enfermedad fí­si­ca es la última manifestación sintomática de antiguos desequilibrios, deficiencias, estancamientos o bloqueos y otras dis­funciones crónicas en el sistema o mapa energético que recorre el organismo humano. Solo se resuelven restauran­do el fluir de la energía por la red de canales, como si de un sistema eléctrico se tratara, de acuerdo con el entorno electromagnético que dinamiza la energía.

Es importante saber que al hablar de desequilibrios no solo nos referimos a aquellos elementos que afectan físicamente al cuerpo, pues según este concepto taoísta, el cuerpo físico es el vehículo que aglomera varias estructuras energé­ticas que llamamos pensamientos o cuerpo mental, emocio­nal o astral, espiritual…

Todos los niveles o cuerpos, de abajo arriba o a la inver­sa, están interconectados, unidos por puntos de fusión que los vinculan, y se autorregulan, retroalimentan y dependen unos de otros, aunque no seamos conscientes.

Macrobiótica I

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