Читать книгу Contra la política criminal de tolerancia cero - María Isabel Pérez Machío - Страница 123
VI. LA SEGURIDAD NO EXISTE Y, EN TODO CASO, ¿QUÉ SEGURIDAD?
ОглавлениеLas políticas criminales actuales punitivistas han permitido que, bajo el paraguas genérico y ambiguo de la seguridad, se esconda el carácter selectivo del sistema penal. El dominio durante décadas de la seguridad ciudadana, como orden público en las calles, ha acentuado el control social dirigido hacia determinadas formas de criminalidad, de carácter violento, de delitos de sangre, como el homicidio, los delitos contra la propiedad, libertad sexual, el terrorismo y los relacionados con el tráfico de drogas, principalmente; mientras que la criminalidad de los negocios, de los políticos, como los relacionados con la corrupción (pública y privada), o la criminalidad organizada de cuello blanco, resultaban menos visible.
Esta especial orientación de la seguridad como “seguridad ciudadana” responde a lo que Pitch (2016) considera como propio de la Sociedad de la prevención, una definición que resume otras: sociedad de la información, sociedad del riesgo, sociedad de la vigilancia, sociedad de la inseguridad. Los imperativos de prevención y seguridad se configuran como justificación de los métodos de represión, segregación, exclusión de determinados grupos sociales (marginales/inmigrantes), en suma, del control social moderno, centrando normalmente en la consideración de desviación social de los sectores excluidos del Estado del Bienestar. Efectivamente, el desmoronamiento del Estado social nos aboca a un maniqueísmo que implica “la calificación de las personas criminales/ excluidas como seres invisibles portadores de un estigma que los convierte en desviados sociales; entes con una identidad deteriorada. Es, precisamente, esta mirada la que hace de la desigualdad y de los procesos de exclusión un factor muy poderoso para la producción de la criminalidad” (MARTÍNEZ DE BRINGAS, 2020, 36).
En este contexto de conflictividad social, de sociedades con gran carga de expectativas sociales, de la incertidumbre y de la desigualdad, parece difícil postular la seguridad y si ésta es postulada por los gobernantes, simplemente es mero simbolismo, sino manipulación. El concepto de seguridad se entiende asociado al hecho de estar protegido y libre de peligro, según la definición de la Real Academia de la Lengua Española, pero esta definición resulta en realidad una indefinición, pues no se establece estar protegido de qué y libre de qué peligro. RUIZ/MURRAÍN (2012, 24) apuntan que, tanto en la lengua castellana como en la inglesa, la palabra seguridad tiene una misma raíz latina, securitas, que significa a salvo de peligro. Por tanto, alude a vivir libre de violencia (física, psíquica, estructural), libre de vulnerabilidad, libre de riesgos, libre de amenazas. Todos estos conceptos son relativos, dependen de las expectativas sociales y de las posibilidades de cohesión social de cada Sociedad. En los últimos tiempos, en general, se está produciendo un aumento de la demanda de seguridad y calidad de vida, por tanto, mayor exigencia de eficacia de los cuerpos de seguridad (TORRENTE, 2001, 167).
Para soslayar la indefinición del concepto de seguridad BALDWIN (1997, 12) propone siete pautas o preguntas, cuyas respuestas realizan la tarea de especificarla. Con estas preguntas se pretende determinar el contenido de siete aspectos, que a modo de atributos concretan la definición ofrecida. Estas preguntas son las siguientes:
1. ¿Quiénes son los destinatarios de la seguridad? ¿Seguridad para quién?
2. ¿Cuáles son los valores de cuya baja probabilidad de afectación se trata? ¿Seguridad para qué valores o bienes jurídicos?
3. ¿Cuáles son las amenazas para considerar en relación con los valores? ¿Seguridad frente a qué amenazas?
4. ¿Cuáles son los medios para la protección frente a dichas amenazas? ¿Seguridad con qué medios?
5. ¿Cuánta seguridad se pretende? ¿Cuánta seguridad?
6. ¿Cuál es el costo que implica la seguridad? ¿Seguridad a qué coste?
7. ¿Durante qué tiempo se aspira seguridad? ¿Seguridad en qué período de tiempo?
Las tres primeras cuestiones se refieren a la dimensión de la seguridad y las cuatro últimas se refieren a las estrategias, esto es a las políticas públicas (entre ellas, la Política Criminal) frente a la seguridad. El orden lógico es esclarecer primero de qué seguridad estamos tratando, para seguidamente establecer el cómo lograr esa seguridad. Por supuesto no es posible analizar cada pregunta y brindar posibles respuestas en este trabajo, pues excedería de sus objetivos. Pero sí conviene sacar a la luz todas las aristas de un concepto tan vago e impreciso.
En suma, la seguridad como concepto, como valor ideal sólo existe como desiderátum, orientación, objetivo, finalidad. En el mundo terrenal ¿a qué seguridad se puede aspirar?