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Debate 2.1. ¿POR QUÉ CIUDADES?

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¿Qué inspiró a los pueblos a moverse en grandes cantidades para vivir en pequeños espacios con mucho ruido, suciedad y enfermedades? Las ciudades antiguas eran trampas mortales con tasas de mortalidad tan altas que muchos estudiosos creen que no podrían haber mantenido sus niveles de población sin una inmigración constante. Si en el período de Uruk los habitantes de toda Babilonia, si no más lejos de hecho, se trasladaron a Uruk y sus alrededores, debió de haber algo que los animara a hacerlo —a menos que aceptemos que fue un resultado accidental de muchas personas haciendo lo mismo (Ur, 2014)—.

Los especialistas modernos tienden a no plantearse la pregunta en estos términos, sino que se centran en los procesos que dieron origen a las sociedades urbanas, que también fueron los primeros estados en la historia del mundo (ver Rothman, 2004 y Ur, 2014, para estudios sobre el tema). El breve libro de Robert Mc. Adams, The evolution of urban society (1966), en el que comparó la Mesopotamia más antigua con México en el primer milenio e.c., fue pionero. Vio el desarrollo de las ciudades como resultado de la diversidad ecológica, que alentaba la especialización de la producción agrícola y hacía necesario el intercambio. La variedad ambiental se acentúa aún más en investigaciones muy recientes que muestran como las primeras ciudades de Babilonia se insertaron en un paisaje pantanoso y dependieron en gran medida de sus recursos (Pournelle, 2013). La especialización de la mano de obra en la agricultura, la manufactura y la administración llevó a que estos trabajadores se apegaran más a sus compañeros profesionales que a los miembros de su familia y a una sociedad verdaderamente urbana, que era muy diferente de las comunidades de las aldeas anteriores.

Mientras que otros especialistas reconocen la importancia del medio ambiente, se centran, sin embargo, en diferentes elementos como motores principales hacia el urbanismo. Algunos ven un desarrollo universal de la regulación burocrática y enfatizan la proliferación de herramientas de administración (Wright y Johnson, 1975). Otros ven el intercambio a larga distancia como fundamental y enfatizan las interacciones de Uruk con áreas distantes. El control del acceso a la madera, las piedras semipreciosas, etc., proporcionó a las élites urbanas su legitimidad (Algaze, 2005). El estudio más reciente y extenso utiliza una perspectiva más local y considera fundamental el aumento de la productividad de la mano de obra especializada y la necesidad de intercambio, así como la presencia de una excelente infraestructura para ello en las vías fluviales (Algaze, 2008). La mayoría de los especialistas piensan que un pequeño segmento de la sociedad, la élite, se benefició de las nuevas condiciones. Algunos retratan la ciudad como un medio para dominar y explotar al pueblo (Pollock, 1999). Pero no todos están de acuerdo; también se ha sugerido que la sociedad de Uruk era muy igualitaria e intentaba distribuir la riqueza de la manera más democrática posible (Charvát, 2002). ¿Fueron las raciones un servicio social para todos o un medio para vincular a los trabajadores con quienes les daban trabajo?

También hay voces que nos advierten de que no debemos ver a la sociedad urbana como el resultado necesario de una mayor complejidad social. Siempre hubo personas que vivían fuera del alcance de las instituciones urbanas y estas no buscaban hacer las cosas más complejas, sino más bien más sencillas (Yoffee, 2005). Es notable, sin embargo, cómo en las fuentes disponibles para nosotros a través de la historia de Mesopotamia se veía a la ciudad como el centro estándar de la actividad política, económica y religiosa, de modo que no se aprecia una alternativa a la misma o nostalgia hacia la vida no urbana.

Para volver a la pregunta de por qué los grupos habían preferido vivir en las ciudades, podemos trazar un paralelo con la historia posterior. Durante la Revolución Industrial del siglo XIX e.c., la vida en las ciudades inglesas era verdaderamente miserable, como demuestran los escritos de Friedrich Engels y Charles Dickens. Sin embargo, la gente acudía a ellas porque había más oportunidades de trabajo allí que en el campo. Quizás la situación habría sido similar en la Babilonia del cuarto milenio a.C.

1.Algaze, 2013: 78-79.

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