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3.4. LA SOCIEDAD DEL DINÁSTICO ARCAICO

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Para el estudio de la historia social en el Período Dinástico Arcaico debemos confiar principalmente en los documentos administrativos. La organización de la sociedad en «casas» era una característica del período y de todo el tercer milenio. Se trataba de entidades cuyos miembros residían juntos, incluidas varias generaciones de una familia, así como las personas dependientes, como los sirvientes. Las casas se originaron en grupos de parentesco económicamente independientes, pero el concepto se expandió como la estructura de grandes instituciones centradas en torno a los dioses y los reyes. Por ello, la palabra sumeria para palacio era é-gal, «gran casa», y para templo era é seguido del nombre de un dios, como, por ejemplo, «casa del dios Ningirsu». Todos los archivos importantes de tablillas derivan de estas unidades y retratan un mundo con la casa como el centro, dejando sin documentar otras actividades. Cada casa se puede considerar una unidad autónoma y autosuficiente: poseía tierras, ganado, herramientas y barcos de pesca, e incluía agricultores, pastores, pescadores y personas que producían y preparaban alimentos y fabricaban bienes. Las casas más grandes incorporaron varios departamentos con tareas distintas, que a menudo fueron designados por el término é. A finales del Período Dinástico Arcaico, los miembros individuales de las élites también tenían sus propias casas. En Lagash, por ejemplo, la reina tenía una, llamada «casa de la mujer» (en sumerio é-mí), que ella dirigía de forma independiente. Su propiedad era más pequeña que la del rey, pero era autosuficiente y parece que las mujeres administraban el hogar de la reina. No podemos documentar esto en el Período Dinástico Arcaico, pero en el período posterior de Ur III sus funcionarios eran en su mayoría mujeres.

Internamente, el personal de cada hogar estaba organizado jerárquicamente. Los trabajadores y trabajadoras (gurush y géme sumerios) se encontraban en la parte inferior de esta jerarquía y eran, con mucho, los más numerosos de sus miembros. Aunque no carecían de libertad, en el sentido de esclavos, eran trabajadores dependientes que podían vivir con sus familias o en alojamientos institucionales proporcionados por la organización para la que trabajaban. Se les recompensaba con raciones: las cantidades estándar de cebada, contabilizadas mensualmente, y de aceite y lana, que se contabilizan anualmente (documento 3.2). Las personas que recibían estos bienes eran principalmente hombres y mujeres activos, pero también incluían a niños y ancianos. Es evidente que las raciones constituían el apoyo que se daba a todos los dependientes del hogar, fueran o no productivos. Las cantidades se calculaban según el sexo y la condición del trabajador: un hombre recibía regularmente el doble de la cantidad de grano que se le daba a una mujer, los supervisores recibían más que sus subordinados, los artesanos especializados más que los obreros no cualificados, etc. Este patrón por el cual el hogar proveía a sus dependientes mediante la provisión de necesidades básicas de alimentos y ropa siguió siendo una característica fundamental de la sociedad del Próximo Oriente a lo largo del tercer milenio. Dado que los bienes entregados no constituían una dieta completa, debemos concluir que estas personas tenían acceso a otros alimentos a través de canales ajenos al sistema de raciones. Las verduras y el pescado eran probablemente cultivados en casa o recogidos por miembros de la familia; o quizás los trabajadores cambiaban parte de sus raciones por esos alimentos.

Historia del Próximo Oriente antiguo

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