Читать книгу Sociedad Plural y nuevos retos del Derecho - Nuria Belloso Martín - Страница 9

II. La práctica deportiva y el cuidado y el aseo personal de las mujeres en Roma

Оглавление

La natación como especialidad deportiva estaba muy arraigada en la cultura romana. Numerosos ejemplos han llegado hasta nuestros días en forma de manifestaciones artísticas tales como bajorrelieves, frescos, vasos y en mosaicos que decoran termas, con escenas de personas que nadan en piscinas, en ríos o en el mar.

Que la mujer romana nadaba está probado en relatos como el de Clelia, una de las rehenes que los romanos enviaron a Porsena a cambio de levantar el asedio de Roma. Clelia huye cruzando el Tíber a nado, encabezando a un grupo de jóvenes mujeres que escaparon del campamento donde permanecían secuestradas. Huyen bajo el fuego de las flechas y llegan a Roma sanas y salvas1.

Pero la práctica deportiva de la mujer no se reducía a la natación. En la isla de Sicilia, a poca distancia de la Piazza Armerina se encuentra la Villa Romana de Casale2 (siglo IV). Posiblemente perteneciente a la familia del gobernador o a miembros de la clase senatorial3. Sus restos fueron redescubiertos en los siglos XIX y XX. Una avalancha de barro y lodo cubrieron los restos y curiosamente fue la causante de la conservación de los mosaicos que permanecieron prácticamente intactos. Los restos llevaban ocultos desde el año 1200.

En un pasillo de la villa, existen mosaicos con escenas de cazadores romanos en África capturando leones, elefantes, rinocerontes y tigres y cargándolos en barcos para llevarlos a los espectáculos del Coliseo. En otras dependencias, como los dormitorios, se muestran mosaicos con escenas mitológicas, mientras monstruos marinos adornan los suelos de los baños4.

La estancia que probablemente se dedicara a gimnasio está decorada con mosaicos que representan a jóvenes mujeres practicando diferentes deportes, o recibiendo las coronas de laurel como campeonas de alguna competición o alguna prueba deportiva o sencillamente aparecen entrenando. Cuando se descubrieron allá por 1950 se dieron a conocer como “Las jóvenes del bikini”, debido a que quizá las relacionaron más con la belleza que con el deporte. No se habían descubierto hasta la fecha representaciones con mujeres levantando pesas o llevando sujetadores deportivos. Debido a los estudios realizados durante los siguientes años se cambió el texto del rótulo del museo por el de “Las jóvenes deportistas”.

Aparecen en estos mosaicos jóvenes mujeres que lanzan el disco, saltan longitud y corren. Algunos autores han sugerido la idea de que se tratara de la representación iconográfica de un pentatlón femenino5. Para demostrar su tesis se refiere que el juego de pelota habría sustituido la prueba de lucha, quizá por considerarla violenta. En cuanto a la quinta disciplina, el lanzamiento de jabalina, podría haber estado representada en el mosaico perdido a la izquierda de la saltadora de longitud. El hecho de que aparezca una juez-árbitro con la palma y la corona de la victoria parece indicar que estamos contemplando una competición deportiva, aunque nada puede decirse sobre el contexto en el que tenía lugar6.

La Villa Romana de Casale fue declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en el año 1977. Un año después, la propia UNESCO determinó en la Carta Internacional de la Educación Física de 21 de noviembre de 1978, artículo primero lo siguiente:

Todo ser humano tiene el derecho fundamental de acceder a la educación física y al deporte, que son indispensables para el pleno desarrollo de su personalidad. El derecho a desarrollar las facultades físicas, intelectuales y morales por medio de la educación física y el deporte deberá garantizarse tanto dentro del marco del sistema educativo como en el de los demás aspectos de la vida social.

Pero volviendo a nuestro contexto histórico de la antigua Roma debemos señalar que, para algunos sectores de la sociedad, como comentaremos más adelante, no estaba bien visto que las mujeres acudieran a los baños públicos, pero está más que probado que utilizaban estas instalaciones en la época imperial y que, fue al final de la República cuando empezaron a construirse este tipo de edificios, de tal manera, que pudiesen ser utilizados por las féminas7.

Previamente al baño en sí, se practicaban una serie de ejercicios de calentamiento, que realizaban tanto hombres como mujeres, de toda edad y condición social8.

Estos ejercicios eran parte de una rutina asociada a la práctica natatoria posterior. Las mujeres, concretamente, realizaban parte de ese calentamiento jugando a la pelota, ejercicio que las fortalecía y las preparaba para el esfuerzo que iba a tener lugar a continuación. También algunas mujeres acudían, dentro de los complejos termales, a especialistas, para realizar una especie de gimnasia con fines terapéuticos y poder tratar sus dolencias9. Todo este tipo de ejercicios físicos se podían enmarcar dentro de una tendencia social a la búsqueda de un bienestar físico que perfectamente se refleja en nuestra sociedad actual.

En relación a los establecimientos termales, los baños públicos, debemos decir que coexistían de dos tipos. Se puede hablar de baños públicos construidos por particulares para su explotación (balnea meritoria), y de otros, promovidos por personajes ricos y con gran poder y luego por los emperadores denominados termas10. Hasta que la República llega a su fin existe un rechazo social al hecho de desnudarse unos hombres delante de otros hombres y mucho menos a bañarse juntos. Y así lo argumenta Cicerón en De officiis, Libro I, 129:

Quibus in rebus duo maxime sunt fugienda, ne quid effeminatum aut molle et ne quid durum aut rusticum sit. Nec vero histrionibus oratoribusque concedendum est, ut is haec apta sint, nobis dissoluta. Scaenicorum quidem mos tantam habet vetere disciplina verecundiam, ut in scaenam sine subligaculo prodeat nemo; verentur enim, ne, si quo casu evenerit, ut corporis partes quaedam aperiantur, aspiciantur non decore. Nostro quidem more cum parentibus puberes filii, cum soceris generi non lavantur. Retinenda igitur est huius generis verecundia, praesertim natura ipsa magistra et duce.

Las partes principales de un establecimiento termal eran: El apodyterium, dependencia próxima a la entrada para dejar la ropa y las pertenencias al cuidado de los empleados y desde donde se llegaba a los baños, el frigidarium o habitación de tamaño reducido que contenía la piscina de agua fría y diversos baptisteria o pilas redondas, el tepidarium dependencia que albergaba una pileta con agua tibia que preparaba para los baños de agua caliente o fría y el caldarium o dependencia donde se conseguían altas temperaturas dotada de bañeras y depósitos de agua caliente y las más grandes con piscinas donde se podía nadar11. En el caldarium los visitantes permanecían mucho tiempo, rodeados de agua caliente y vapor. Además, como ya se ha comentado, existían locales para practicar gimnasia o para el juego de pelota, sphaeristerium y palestra.

Para algunos autores, a finales de la República los baños públicos constaban de dos edificios, uno para los hombres y otro para las mujeres12. Pero analizando los planos de planta de los restos de numerosos establecimientos termales de época romana, como por ejemplo las Termas de Pompeya, se comprueba que no había una duplicidad de salas para que existiera la posibilidad de un uso separado por sexos. Esto lleva a los investigadores a pensar que la realidad, por lo menos en un primer momento y quizá por influencia de Grecia, sería la utilización conjunta de estas instalaciones por hombres y mujeres.

Y parece ser que para la sociedad romana de la época este hecho de compartir el lugar del baño llevaba a producir situaciones indecorosas y comportamientos faltos de moral, así lo atestiguan los escritos de Marcial (Epigramas, 3. 51-72), Juvenal (Sátiras, 6.421), Quintiliano (Institutio Oratoria, 10.9.14) y Plinio (Historia Natural, 33.153).

Durante los reinados de Domiciano y Trajano no existía prohibición formal que impidiera utilizar juntos las instalaciones termales, a los hombres y a las mujeres, aunque existían balnae, baños de uso exclusivo para las féminas13. La sucesión de escándalos en las termas mixtas provocó la regulación de su uso, y ya el emperador Adriano dictó un decreto separando los baños por sexos, H. A., Adr. 18, Dio C., 68, 8, C.I.L. 6, 579: Lavacra pro sexibus separavit.

Debido a la falta de dependencias, ya que harían falta el doble, o dos edificios distintos, se decidió realizar la separación de hombres y mujeres asignando diferentes horarios de uso. Parece ser que las termas abrían al mediodía, cuando las instalaciones estaban preparadas y se había alcanzado la temperatura necesaria para poner en funcionamiento el complejo mecanismo calefactor de las aguas, y cerraban con la puesta de sol, con lo que entre estos dos puntos horarios se establecerían los turnos de baño.

En los conocidos como Bronces de Vipasca se recogen los distintos horarios de uso de las instalaciones para hombres y mujeres14 y aparecen las funciones del conductor (encargado de las termas, y muchas veces empresario) que debía encender las calderas desde la primera hora del día hasta la séptima para las mujeres y desde la octava hasta la duodécima para los hombres, CIL 2.5.181, 1, 19 ss.

Omnibus diebus calefacere et praestare debito a prima luce in horam septimam diei mulieribus et ab hora octava in hora secundam noctis viris.

El emperador Marco Aurelio tomó decisiones similares que fueron derogadas por Heliogábalo y posteriormente puestas en vigor por Septimio Severo, hasta que en el Concilio de Laodicea, en el año 320 d.C., se prohibió la entrada de mujeres a las termas15.

Por lo tanto, independientemente de la clase social, la cultura romana propiciaba el bienestar de sus ciudadanos mediante la práctica deportiva y la higiene personal, por esa razón las autoridades fomentaron la construcción de baños públicos, en ocasiones de acceso gratuito.

A las termas acudían hombres y mujeres que usaban los mismos espacios, pero en horas diferentes: las mujeres acudían por la mañana mientras los hombres lo hacían al atardecer.

Estos hábitos saludables, fomentados indudablemente por la intervención femenina, a pesar de los inconvenientes anteriormente expuestos, han llegado hasta nuestros días en forma de actividades Salus per aqua (SPA) a través de instalaciones termales, de piscinas para nadar y de la práctica de todo tipo de actividades deportivas al aire libre o en gimnasios tipo fitness.

En cuanto al aseo personal, y citando a Séneca, debemos decir que los romanos y las romanas eran sumamente pulcros ya que “se lavaban todos los días la cara, los brazos y las piernas y además tomaban un baño completo cada nueve días”16.

En las casas, una de las dependencias se destinaba al baño, donde se instalaba una bañera o un gran barreño y según Ulpiano, (Ulp. D. 34. 2. 25): “se llama ajuar femenino –mundus muliebris– todo lo que necesita la mujer para asearse. Comprende: los espejos, vasos, ungüentos, frascos de ungüentos y perfumes, y todo lo demás de ese estilo, como la bañera (lavatio)”.

La domus romana contaba con dependencias propias de la señora donde además del citado baño, en sus aposentos se contaba con una habitación para estos menesteres relacionados con el cuidado y la belleza personal.

Y esto era así porque no era solamente el aseo lo que preocupaba a la mujer romana si no también, como ya hemos comentado, el culto a la belleza y la preocupación por la estética y la imagen personal17, de tal manera que han aparecido en excavaciones arqueológicas utensilios tales como espejos y paletas de maquillaje realizados con plata, que probablemente formaran parte de equipos de tocador.

Así se puede citar como ejemplo los maravillosos utensilios aparecidos en la excavación realizada por Ramos Folqués, de la Alcudia (1952-54) en los pozos manantiales que abastecían a los habitantes de la Colonia Iulia Ilici Augusta. Además de un speculum apareció una paleta de maquillaje, en forma de águila, posiblemente perteneciente a una mujer habitante de la citada colonia romana, con un alto estatus social, donde se mezclarían los pigmentos para elaborar los maquillajes (quedan restos de blanco, verde, azul y rosado)18.

Cada día la mujer romana comenzaba su jornada con el aseo personal, lavando cara, brazos y manos, además de realizar prácticas de higiene bucal e incluso auricular. Tras esto, se pasaba al maquillaje, donde las más pudientes eran auxiliadas por ornatrix (asistente especializada en el cuidado de la belleza que ayudaba a la señora a peinarse, a maquillarse o a depilarse) que comenzaba por utilizar pigmentos como el albayalde (que contenía plomo, de alto contenido tóxico) para conseguir una piel blanquecina y se aplicaba en cara, escote y brazos. En labios y mejillas se utilizaban pigmentos obtenidos a partir de algas o de los posos del vino y para conseguir resaltar los ojos y las pestañas utilizaban cenizas u hollines, además de marcar las sombras de ojos con coloraciones amarillas, verdes o azules.

También señalar que las mujeres utilizaban aceites para untar la piel y fragancias que procuraban buen olor y que se preocupaban mucho de lucir bellos peinados.

La mujer, sobre todo en el caso de las que pertenecían a familias acaudaladas, debido a que contaban con grandes recursos, tanto materiales como personales, siempre conservaron unas costumbres saludables, unas pautas de vida ordenadas, disciplinadas y completas.

Estos beneficiosos hábitos de vida comenzaban por la forma, la apariencia, dando importancia a la buena presencia, a tener un aspecto saludable, y se acompañaban de actividades de ocio, entre las que se encontraban las deportivas, tales como la natación y la gimnasia, además de tomar el sol y de frecuentar establecimientos termales, lo cual se parece en gran medida a lo que en la actualidad la organización Mundial de la Salud pública como Recomendaciones Mundiales sobre Actividad Física para la Salud19.

Las citadas Recomendaciones Mundiales sobre Actividad Física para la Salud sobre la realización de actividad física son fundamentales para para mantener y mejorar la salud de las personas. El ejercicio físico, practicado de forma habitual, mejora la salud, al menos en estos aspectos: En la salud cardiorrespiratoria (evita: cardiopatía coronaria, enfermedad cardiovascular, accidente cerebrovascular, hipertensión), en la salud metabólica (evita: diabetes y obesidad), en la salud del aparato locomotor (mejora la salud ósea, evita osteoporosis), en relación a algunos tipos de cáncer (evita: cáncer de mama, cáncer de colon), en la salud funcional (prevención de caídas) y evita la depresión.

Sociedad Plural y nuevos retos del Derecho

Подняться наверх