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DOMINGO 6º
Оглавление«Dijo Jesús a sus discípulos: “Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos”. Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: ‘No matarás, y el que mata será condenado por el tribunal’. Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano será condenado por el tribunal. Ustedes han oído que se dijo: ‘No cometerás adulterio’. Pero yo les digo: El que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón. Ustedes han oído también que se dijo a los antepasados: ‘No jurarás falsamente, y cumplirás los juramentos hechos al Señor’. Pero yo les digo que no juren de ningún modo. Usen este lenguaje: ‘Sí, sí’. ‘No, no’. Todo lo que se dice de más viene del maligno”» Mt 5,20-22a. 27-28. 33-34a. 37
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“… Esto es lo que me entristece: que, viviendo entre hermanos, sintamos la necesidad de estar en guardia para que no se nos perjudique, y que tengamos que tomar tantas precauciones. La razón de todo esto es la frecuencia de la mentira y del engaño, la gran disminución de la caridad, las querellas sin tregua. Encontrarán muchas personas que tienen más confianza con los paganos que con los cristianos. Esto es un motivo de confusión, de lágrimas y de gemidos...
Respeten, por tanto, respeten esta mesa en la cual comulgamos todos; respeten a Cristo inmolado por nosotros; respeten el sacrificio que se ofrece... Después de haber participado de tal mesa y de haber comulgado con el mismo alimento, ¿vamos a empuñar las armas unos contra otros cuando deberíamos armarnos todos juntos contra el demonio? Esto es lo que nos hace débiles. En vez de juntar nuestros escudos en un solo frente contra él, nos unimos a él para combatir a nuestros hermanos; nos ponemos bajo sus órdenes en vez de hacerle la guerra. Repitámoslo: estamos dirigiendo nuestros tiros contra nuestros mismos hermanos. ¿Qué tiros?, me dirán. Los que lanzan las lenguas y los labios. No solamente hieren las flechas y las lanzas: algunas palabras producen profundas heridas.
¿Cómo poner fin a esta guerra? Pensando que una palabra pronunciada contra tu hermano es un veneno que vierte tu boca, y que tus calumnias afectan a un miembro de Cristo. Me dirás que te han ultrajado. Si tu prójimo te ha injuriado, pídele a Dios que tenga misericordia de él. Es tu hermano, uno de tus miembros; está llamado a la misma mesa que tú»33.
LAS VERDADERAS INTENCIONES
El hombre para luchar contra sus limitaciones conscientes o inconscientes, recurre a estructuras de apoyo puramente formales, para poder así disimular la ambigüedad de sus intenciones profundas.
Con actos o actitudes meramente exteriores, cree erradicar ese gran dilema existencial, tan bien expresado por el apóstol Pablo cuando dice: “Ni siquiera entiendo lo que hago, porque no hago lo que quiero sino lo que aborrezco” (Rm 7,15)
A esta dualidad tan vieja como el hombre, se la ha pretendido combatir recurriendo a conductas represivas meramente externas, como las que practicaban asiduamente los escribas y los fariseos.
Para no caer en la trampa de un fariseísmo cristiano, de la estricta observancia por fuera, pero profundamente incoherente por dentro, tendremos que aprender a transitar por la senda estrecha pero liberadora del Espíritu, en la verdad del autoconocimiento y del sinceramiento interior.
Purificando nuestra mirada interior, y siendo conscientes de nuestra doble realidad carnal y espiritual, trataremos de enfrentar y combatir con el poder del Resucitado, nuestras frecuentes incoherencias. Procurando revertir ese divorcio que existe entre nuestro verdadero ser y lo que aparentamos ser.
“Porque es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones” (Mc 7,20-21).
33. San Juan Crisóstomo, Homilía 8 sobre la epístola a los Romanos, 8; PG 60,464-466. (trad. en: Lecturas cristianas para nuestro tiempo, Madrid, Ed. Apostolado de la Prensa, 1973, W 36).