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El despertar

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Ha pasado más de un año, retorna de nuevo el otoño y mi joven guerrero pervive en mí, como si no hubiese trascendido el tiempo. Desde nuestra separación he carecido de noticias suyas, aunque en sueños aún puedo evocar su imagen montado sobre Dulzura.

Sucedió en ese otoño, en una noche de borrasca y tempestad, durante la luna del Cazador[27] , que el cielo se colmara de tormentas y la inquietud se estableciera en el Valle. En sueños pude percibir a Ixhian, sumergido bajo el agua, atrapado en el interior de una fortificación cilíndrica. Le observaba a través de una de sus ventanas, sin poder acceder a él. Mi guerrero se hallaba tumbado, yaciente sobre el suelo y junto a él un pájaro oscuro le picotea los ojos. Fue una noche muy extraña en Casalún, pues madre pidió encender el gran fuego y la torre de la Atalaya vertió dulces fragancias e inciensos, reuniéndonos a todas en el Oasis, como se le llama a la planta baja de la torre; rezando todas juntas, apaciguando al viento impetuoso que bramaba desesperado.

A la mañana siguiente, nadie mencionó palabra alguna sobre lo acaecido, como si todo el mundo en Casalún quisiese olvidarse y dejar pasar lo ocurrido. Aunque a ninguna de nosotras, se nos pasara desapercibida la inmediata partida de la Sunma, nada más salir el sol. Tras varios días de ausencia, la Sunma vuelve a solicitar mi presencia, en la Atalaya.

—A partir de la próxima luna comenzarás un ciclo de aprendizaje más profundo. Se ha decidido que inicies, junto a Eleonora, una parte del proceso y aprendizaje llamado los códigos Originarios. Han pasado casi dos años desde que estas con nosotras, y hemos pensado que ha llegado el momento de enfrentarte contigo misma y dar un paso decisorio en tu formación.

Junto al Claro de Transparencia se abre un sendero llamado el Sendero Nardo de Senett, que te lleva directamente a una zona cavernosa, conocida como el Collado de Campanas. Allí vivirás y quedarás en soledad, hasta llegado el día de la Issantia[28] en invierno, entonces será cuando se dé por concluido tu período de aislamiento. Existirás solo con ella y para ella, la diosa que ya te fue presentada, no habiendo nada más importante en el mundo para ti. Alguien te acercará todos los días un cesto con comida y enseres destinados al cuidado personal y te he de advertir que mientras se mantenga este tiempo de reclusión, no verás a nadie salvo que enfermaras. Cerca de ti se halla una fuente, es este el lugar más sagrado del Powa y puede que de toda la isla de Erde. Una fuente de piedra de cuyas aguas ya has bebido. Conocida entre nosotras como «la fuente del agua que nunca cae» —me habla con tremenda seriedad, por lo que no me atrevo a replicarle ni preguntarle. Tan solo me limito a oír con atención, asintiendo con la cabeza e intentando entender sus palabras.

Aprovecho a la mañana siguiente para despedirme de madre Latia que aún se encuentra convaleciente, costándole más de lo debido recuperarse. Sus palabras despiertan cierta inquietud en mí, su imagen parece consumirse y envejecer por días. Aunque aún conserve esa mirada notable, capaz de escudriñar y transmitir paz a cualquier espíritu atormentado.

—Me quedé ahí Thyrsá, me quedé en el espejo de la luna grande y no supe salir. Es tanto el dolor y apego que produce una separación…

Tú debes completar aquello que yo no hice. Así está escrito y predispuesto, mi niña. ¡Ojalá que la vida sea loada y generosa contigo! Nadie debe de sufrir tanto; las ausencias absorben y crean un vacío que sepulta a una de por vida. Pero tú mi niña… tú completarás los ciclos y llegarás a ser una la luna grande; “La Inda Onmarisán[29] ” por ti misma. Reza por mí en el Collado y no olvides a esta sencilla mujer que no supo dar otra respuesta ante lo encrespado y retorcido de su destino. Mis votos y compromiso han sido mi tesoro, recuérdalo, ya que ellos serán tu fortuna y garantía. Yo también sufrí mucho dejándolo partir… vete ya niña, se te hace tarde. Vete en paz y cuida de mi recuerdo. Me aferro a su mano emocionada sin poder evitar las lágrimas, pues si bien soy novel en el mundo de la premonición, sé interpretar un mensaje desesperado de alguien que se aferra con todas sus fuerzas a la vida. Besando su frente, me despido de quién más quería. Luego, en la tarde me acompañan Asia y Eleonora hasta el Claro de Transparencia y de allí a la entrada del Collado.

—Ya te tocará a el turno a ti —digo a la mudita Eleonora besándola en los labios—. Espérame como yo te esperaré a ti.

Asia me mira con esos ojos negros que parecen no decir nada y dicen tanto. Esos ojos que han aprendido a hablar por si solos y a componer sus propias canciones.

—No estarás sola, nunca estarás sola, entiéndelo. Aunque no veas a nadie, ni percibas sonido alguno que te acompañe, no estarás sola. No existe lugar alguno más seguro en esta tierra. El mismo Miryad[30] junto con la Sunma, se han encargado de disponer el lugar, para que te mantengas siempre protegida. Nada fuera de ti te puede dañar en Campanas —me dice Asia, abrazándome.

Me volví y penetré decididamente en el Collado, cientos de lamparillas iluminaban la entrada a una de sus cuevas. Dando la sensación de no ser demasiado profunda, presentando una pieza sencilla, pero bastante acogedora.

Comenzaba el ciclo de la luna Sangrienta, hacía bastantes días que había entrado el otoño, aunque las hojas aún resistían en los árboles y el viento soplaba suavemente, entonando sencillas baladas. Este año se retrasaban las lluvias, estaba a punto de cumplir dieciocho años y ciertas evocaciones intimidaban mi alma.

[27] Primera luna de otoño y décima del año.

[28] Festividad a principios de Febrero, conocida como “el Día del Buen Fuego o de la Issantia”.

[29] La elegida para renovar la vieja ley de la Ben Ziryhab. Gran madre de Erde y del Powa.

[30] Nombre por el que se conoce al abuelo Arón, entre los más versados.

Cartas a Thyrsá. La isla

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