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Los machos proveedores entre animales no humanos

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¿Cuál es el origen de la figura del “macho proveedor”? ¿Es un invento del patriarcado? ¿Hay “machos proveedores” entre los animales? ¿Existe alguna relación entre este fenómeno y cuestiones que parecen tan desvinculadas de él como la representación de hombres en los puestos de mayor jerarquía de las empresas o la omnipresencia de la guerra en la historia de la humanidad?

Un hombre lleva a cenar a una mujer con la intención de seducirla o, si es más pobre, la invita a tomar un helado con el mismo propósito. Elige un buen restaurante o una heladería especial, y paga. Las siguientes citas, también paga él. ¿Estamos ante un caso de machismo? La respuesta a esta pregunta no pueden darla la estadística ni la biología, pero ambas ofrecen valiosa información para ser tenida en cuenta a la hora de comprender si esas escenas tan familiares expresan algo más que lo que parece ser evidente a primera vista.

Dado que hoy las mujeres trabajan y poseen sus propios recursos, ¿seguirán buscando un “macho proveedor” tal como lo hacían por lo menos hasta la primera mitad del siglo XX? ¿Qué pasa con las más jóvenes? ¿Siguen priorizando el estatus económico masculino a la hora de buscar pareja, tal como ocurrió con sus tatarabuelas? Un reciente estudio realizado con 2500 personas solteras mostró que el 80 % de las mujeres españolas de 26 a 35 años no saldría con un desempleado, mientras que un 68 % de hombres respondió que no tendrían ningún problema en salir con una desocupada, dando más importancia al amor y al deseo de ambos por estar juntos (Agencia Parship, 2017). Numerosos estudios muestran que, cuando buscan pareja, las mujeres en promedio dan más importancia a la posición económica de los hombres. Por ejemplo, el que realizaron Buss y Angleitner en 37 culturas (1990), y el que realizaron en tres docenas de países Shackelford y colegas en el 2005. Cuando se incrementa el desempleo, también aumentan los divorcios (Amato y Beattie, 2011).

Usar un presente o el denominado “regalo nupcial” para aumentar las chances de tener un intercambio sexual es una práctica común en todo el reino animal. El pájaro correcaminos persigue a la hembra con un bocado que le ofrece a modo de “regalo nupcial”. La araña Pisaura mirabilis macho ofrece insectos, usualmente una mosca envuelta en seda. Sin embargo, a veces entrega regalos inútiles que contienen artículos no comestibles. Cuando la hembra muerde el bocado, se distrae y el macho aprovecha para aparearse. En un contexto experimental se observó que en este último caso la hembra acepta aparearse por menos tiempo, reduciendo las posibilidades de éxito reproductivo del macho (Albo y otros, 2011). Otra araña, la Pisaura mirabilis, también envuelve las ofrendas en seda, y si se encuentra con una hembra receptiva y no tiene ningún regalo para ofrecer, envuelve cualquier cosa que tenga a mano, desde una planta hasta un pedazo reseco de hormiga muerta. La mosca de la fruta es mucho más directa: simplemente regurgita un líquido nutritivo en sus potenciales parejas, lo que vuelve mucho más arduo el engaño.

Los invertebrados tienen una fascinante variedad de regalos de cortejo. Karim Vahed (1998) los estudia en la Universidad de Derby y cree que los grillos son los más fascinantes de todos. Ofrecen a la hembra una sustancia gelatinosa que viene adosada al esperma y, aunque no suele ser muy nutritivo para ella, probándola se distrae mientras el esperma es transferido a su cuerpo. Este tipo de animal suele ofrecer regalos nupciales de bajo valor disimulados con aromas que seducen a la hembra. Producir un regalo de alto valor puede ser muy costoso para los machos, que pierden así nuevas posibilidades de apareamiento. El pájaro Martín Pescador ofrece pequeños peces para seducir a la hembra, pero es impaciente, y si ella no lo acepta rápido, a los diez segundos él mismo se los come. A veces ella pide que le convide parte de su presa, pero a esa altura ya prefiere comérsela solo.

Los zorros rojos salen a buscar alimentos para las crías mientras las hembras permanecen en las guaridas cuidándolas. Cuando el cachorro cumple tres meses, el macho le enseña a buscar comida y a conservarla bajo tierra.

Jill Pruetz, un antropólogo de la Iowa State University, observó que entre los chimpancés, nuestros primos evolutivos, el macho puede ofrecer plantas y carne a una hembra que no pertenece a su grupo, pero ese gesto no precede a una cópula, al menos no de manera inmediata, lo que para algunos investigadores podría implicar que están “jugando a largo plazo” (Bogart y Pruetz, 2011). En el Parque Nacional de Tai, en Costa de Marfil, observaron que si un macho comparte carne con una hembra durante un largo período, incrementa sus chances de aparearse con ella.

El pájaro tejedor africano construye un nido y, si a la hembra le gusta, se aparean. Cuando ella se avecina, él se cuelga del nido patas para arriba y cuando ella ingresa para inspeccionarlo cuidadosamente durante diez minutos, él se aleja y canta en las cercanías. Si a la hembra no le gusta el nido, se va. Si ninguna hembra es seducida de esa manera, el macho destruye el nido. (Collias y Collias, 1970) El ñandú macho también construye el nido para la cría. El pájaro gray shrike, del Negev, junta presas y objetos útiles como plumas y los ofrece en el cortejo. Los machos forman el nido o encuentran un buen lugar para que las hembras pongan sus huevos en algunas especies de pájaros y peces (von Haartman, 1957). También pueden ayudar a alimentar y a proteger a la cría, tal como ocurre entre los lobos y los pájaros monógamos.

En muchas comunidades originarias, entre 30 y 50 % de los hombres mueren compitiendo por el acceso a las hembras. Entre los yanomamis, el hombre que asesinó a otro tiene mayor estatus y más esposas, es decir, más atractivo en el mercado sexual. En Botsuana, donde vive uno de los pueblos más pacíficos de la tierra, los índices de asesinatos son superiores a los de Nueva York. Un estudio mostró que en las ciudades de Estados Unidos con menos mujeres, los hombres gastan más para competir (y no para entretenerse) (Buss, 1998).

Gracias a este mecanismo adaptativo de las hembras es que estamos vivos. Las que no eran tan cuidadosas seleccionando hombres dejaron menos descendencia porque sus hijos tenían más posibilidad de morir por falta de alimento o de protección. ¿Pero por qué quien parece más deseoso de convencer al otro sexo para aparearse es el macho? ¿Por qué no es la hembra la que ofrece comida? Como hemos visto, la teoría de la selección sexual de Darwin primero y la de la inversión parental de Trivers más tarde brindaron una explicación consistente para estos fenómenos que presentan un aire de familia entre sí: el sexo que invierte menos tiempo y energía en la crianza es más competitivo con los de su mismo sexo y busca de formas directas e indirectas aumentar su éxito reproductivo.

El patriarcado no existe más

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