Читать книгу La ternura de caníbal - Víctor Álamo de la Rosa - Страница 15

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OCHO

No llamé a Melany. Ella tampoco a mí. ¿Habría tenido ella el mismo deseo, acaso parecida curiosidad? Pronto pasará el domingo, esos días siempre con un poso de hálito extraño, como de nostalgia por lo que pudo ser y no fue. Los domingos, el día más temido por solteros y solteras. Los domingos, fúnebres días del Señor. Los domingos, onírica ampliación de los callejones sin salida.

Por fin lunes.

Por fin cita en la oficina de mi compañía de seguros. Por fin paso por el mostrador de ventanilla y expongo mi caso, es decir, el aplastamiento involuntario de la bici de Melany. Fui sincero y cometí un error. A menudo la mentira es más sabia. Al confesar que no había sido yo el culpable, sino un conductor que se había dado a la fuga sin dejar su número de seguro, la compañía vio los cielos abiertos, un agujero más a través del cual estafar gozosamente al consumidor. Conclusión: nosotros no tenemos por qué pagar.

La ternura de caníbal

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