Читать книгу Amar sin miedo a malcriar - Yolanda Gónzalez Vara - Страница 12
¿QUÉ HAGO? Y EL SENTIMIENTO DE CULPA
ОглавлениеA medida que vamos comprendiendo las implicaciones de nuestra maternidad/paternidad es frecuente que emerja la siguiente reflexión: si lo hubiera sabido… Y con ella el incómodo e improductivo sentimiento de culpa. La culpa es una losa en la consciencia que nos muerde y no ayuda a crecer. Somos responsables, pero nunca culpables de lo que ignorábamos. A medida que los padres y profesores van cambiando la mirada con respecto a los peques, expresiones como «sí, es verdad, pero qué haces si…» se vuelven habituales y reflejan la ansiedad ante el «qué hacer» en cada situación. Llegados a este punto, resulta fácil deducir que esa pregunta directa no tiene una respuesta única.
Una de las primeras cosas que anticipo en mis conferencias, y ahora en este libro, ante la inevitable pregunta que surge en los coloquios de «¿qué hago ante esto?» es: «No lo sé». Hay cien mil respuestas posibles. Quizá podríamos preguntarnos: ¿realmente queremos una de esas respuestas que puede dar otra persona, sea padre, profesor o experto en la materia? ¿O deseamos comprender qué le pasa en concreto a mi hijo/a, o a este alumno concreto?, pero sobre todo, ¿por qué le pasa eso?
Está claro que todas estas preguntas son insuficientes si ignoramos nuestro propio sentir: ¿qué siento yo ante lo que me llega de él/ella? Cuando seguimos este proceso, descubrimos que el «qué hacer» es el último paso del recorrido y habitualmente la respuesta emerge con facilidad cuando comprendemos «qué le pasa y por qué». Además evitaremos un problema habitual que aparece tras una respuesta experta: creer o no creer en el consejo.
En este libro no hay respuestas rápidas y mágicas porque no se trata de QUÉ hacer sin antes comprender las causas de cualquier situación en la interacción con ese bebé o ese niño/a. No se trata de aplicar métodos y más métodos para ver si alguno funciona, pues lo que funciona en un caso fracasará en otro como si fuéramos en un tiovivo de un lado a otro, mientras crece el sentimiento de fracaso. Se trata de saber, de comprender y de contactar con lo que le ocurre al otro, ese pequeño otro, que es nuestro hijo o alumno y no nuestra prolongación. Es decir, se trata de llegar al porqué de su llanto, de su rabieta, de su supuesta desobediencia, de su miedo, de su agresividad, sus celos, en definitiva, se trata de comprender el origen de su emoción y su sentido en esa criatura concreta que vive en un sistema familiar concreto. Y para ello, es necesario parar un poco antes de dar respuestas automáticas que responden a nuestra manera de ser y, por tanto, a nuestro carácter.
Se trata de mirar con «ojos de niño», como menciona Tonucci, desde abajo y desde su sentir. Sólo habiendo contactado con su sentir, podremos dar una respuesta sensitiva, en términos de la teoría del apego. Es decir, intentaremos dar la respuesta adecuada a su demanda emocional, sin mandatos educativos previos.
Y desde ahí, vamos a intentar profundizar en cada tema de este libro. Juntos vamos a intentar crear un puente de conexión y empatía desde el universo adulto hacia el universo infantil, puente necesario para superar las lagunas y las interferencias a veces demasiado dolorosas, por disfuncionales e innecesarias, en la relación con los pequeños. Ese lugar es, por excelencia, el mejor donde puede expandirse la experiencia del amor incondicional. Vamos a ser conscientes de que, cuando reflexionamos sobre nuestra relación con nuestros hijos/as, es probable que sobrevenga un sentimiento amargo y poco saludable: el sentimiento de culpa.
No se trata de fustigarnos ni castigarnos, por lo que hice supuestamente mal cuando funcionábamos sin espacios reflexivos y sin la elección consciente del modelo de crianza que considerábamos más apropiado. Hicimos lo que pudimos, desde el primer momento que dimos a nuestro hijo la bienvenida a la vida, pero ahora tenemos la oportunidad de retomar el hilo de la relación y mejorarlo. Por tanto, se trata de tomar conciencia y de asumir la responsabilidad del cambio. Porque nunca es tarde.