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PRÓLOGO

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Yolanda González ha escrito este libro con lucidez y claridad. Es un libro sobre el cuidado del bienestar emocional de los niños, fundamentalmente dirigido a los padres, educadores y profesionales. Es un texto educativo que ayuda a pensar.

Las ideas y los conocimientos de Yolanda González se basan en su rica experiencia como psicoterapeuta individual y grupal y también como especialista y formadora en prevención y promoción de la salud mental infanto-juvenil. Tiene además un anclaje teórico en la psicología evolutiva, el psicoanálisis y avances en otras disciplinas contemporáneas cuyos objetivos son el estudio de las condiciones familiares y sociales que contribuyen al equilibrio psicosomático óptimo, a lo largo del ciclo vital y aun en condiciones vitales adversas.

Yolanda González ha encontrado en la terapia reichiana una fuente de inspiración. Esta es una línea de abordaje del trabajo clínico desarrollada por el neuropsiquiatra y psicoanalista austríaco Wilhelm Reich (1897–1957) y que implica una visión integradora de lo mental y lo corporal en la comprensión del individuo, su estructura de carácter, su historia personal y las secuelas emocionales de los traumas que pueda haber vivido.

Por otra parte, Yolanda incorpora a su esquema referencial la teoría del apego, desarrollada por el psiquiatra y psicoanalista británico John Bowlby (1907-1990), la psicóloga estadounidense Mary Ainsworth (1913-1999) y sus discípulos La tesis fundamental de la teoría del apego es que el estado de seguridad, ansiedad o zozobra de un niño o un adulto está determinado en gran medida por el grado de accesibilidad y capacidad de respuesta empática de sus padres o principales figuras de afecto. Las figuras de apego no sólo deben estar accesibles y proveer suministros básicos (como alimentación y cuidados prácticos), sino también responder de manera apropiada dando protección y apoyo emocional. Por otra parte, la protección y el apoyo emocional son inminentemente compatibles con el desarrollo de los sentidos de autonomía e identidad personal.

A pesar de que muchos de los temas que trata Yolanda González en este libro son hoy en día conocidos por psicólogos, psicoterapeutas y educadores, también los profesionales informados pueden encontrar en estas páginas ideas y datos que los ayuden a reflexionar sobre estos temas y a actualizarse. Lamentablemente, también es cierto que muchos profesionales de la salud, la educación y el trabajo social no han despertado aún al enorme potencial que tiene la teoría del apego para orientar su trabajo profesional. Dado el hecho de que este libro está escrito con claridad, puede ser de utilidad tanto para los lectores legos (particularmente aquellos que cumplen una función parental y quieren mejorarla) como para los profesionales con grados diferentes de formación e información en este campo del conocimiento.

Como bien lo sabemos, la infancia es un período crucial del desarrollo emocional del individuo. Sin embargo, sectores importantes de la población en general y de los profesionales que trabajan con niños y familias no han logrado ubicar este principio en el núcleo de sus esquemas referenciales. Yolanda González incorpora a sus exploraciones las dimensiones socio-política, socio-económica y socio-cultural. No olvida que la función paterna ocurre en un contexto lleno de obstáculos y desafíos. Las exigencias laborales y económicas a las que se ven sometidos los padres y las condiciones cambiantes de la estructura de la familia en nuestra sociedad dan a esta problemática una enorme complejidad. Un porcentaje importante de niños crece en familias monoparentales, familias reconstituidas, con padres divorciados, padres homosexuales y otras variantes de la estructura familiar clásica. Los factores económicos facilitan o dificultan las condiciones de crianza. Tanto la pobreza como la opulencia desprovista de amor parental son factores adversos para el desarrollo infantil.

Nadie nace con condiciones innatas para cumplir la función parental óptima. No se puede aprender a desarrollar mejor la función parental de manera teórica. La capacidad de responder de manera empática, sensible y reflexiva a los niños depende en gran parte de las experiencias infantiles. Para utilizar un término propuesto por el psicoanalista británico Donald Winnicott, las personas que han tenido padres suficientemente buenos estarán mejor capacitadas para cumplir una función parental suficientemente buena con sus hijos. Desarrollos recientes en psicoanálisis y psicología evolutiva hablan de un conocimiento implícito relacional (véanse, por ejemplo las contribuciones de Daniel Stern). Este conocimiento es implícito en el sentido de que actúa fuera de la atención y de la experiencia consciente y verbal. Por lo tanto no es explícito, no está representado simbólicamente y no puede descubrirse, analizarse o enseñarse de manera intelectual o teórica. Las personas que han tenido déficit de cuidado en su propia infancia probablemente van a tener fallas a nivel de su conocimiento implícito relacional que sólo podrán ser potencialmente reparadas o modificadas a través de instrumentos adecuados de intervención terapéutica.

Sin embargo, otros padres, quienes afortunadamente en su infancia se han beneficiado de mejores condiciones de crianza, también pueden beneficiarse del apoyo e intercambio de ideas y experiencias con otros padres y especialistas en promoción de la salud mental infanto-juvenil, en el contexto de grupos de discusión y escuelas de padres, ya que los desafíos que surgen de las condiciones socioculturales cambiantes actuales requieren nuevas estrategias. Las pautas del proceso de socialización, la forma de relacionarse con amigos, Internet y las estructuras familiares cambiantes constituyen nuevos modelos a los cuales responder con un grado adecuado de efectividad y flexibilidad. En este contexto, en sus respuestas personales, los padres se debaten entre a) el control rígido o la liberalidad extrema y b) la elaboración de actitudes coherentes y constantes o los cambios continuos que resultan del desconcierto.

En este libro, Yolanda no omite un tópico que tiene gran relevancia clínica y actualidad: la transmisión intergeneracional del trauma en las relaciones parento-filiales, tales como el abuso sexual y otras formas de maltrato. Las investigaciones clínicas de las últimas décadas establecen una clara correlación entre relaciones parento-filiales abusivas y psicopatología grave en la edad adulta. Está claro entonces que las intervenciones para reducir el índice de abuso y maltrato infantil constituyen la manera más efectiva de prevención psiquiátrica.

En línea con desarrollos recientes en psicología, psicoanálisis y filosofía de la ciencia, Yolanda ubica sus ideas en un marco intersubjetivo e interaccional. Esto quiere decir que el desarrollo de la personalidad, de la estructura de carácter y las conductas en las relaciones íntimas y sociales es en gran parte el resultado de fuerzas y factores interactivos. En este sentido se aparta de los dualismos cartesianos: interno y externo, mente y cuerpo, razón y emoción, ya que estas entidades son aspectos de un todo indivisible.

El modelo intersubjetivo, más allá de sus connotaciones teóricas, debe orientar el estilo de intervención preventiva y clínica. Por ejemplo, cuando un padre se queja de aspectos problemáticos de la conducta y carácter de su hijo, es función del terapeuta o educador ayudar a ese padre a explorar cómo las reacciones de su hijo pueden resultar de interacciones en las cuales el padre está directamente implicado. Ningún padre que no se mire a sí mismo puede cambiar la conducta de su hijo.

La historia de apego de cada individuo influye tanto sobre las relaciones parento-filiales posteriores como sobre la relación de pareja y, cuando las parejas llegan a ser padres, su propia relación ha de tener influencia sobre la crianza de sus hijos. En este contexto, la reconstrucción histórica (recordar la propia infancia) es crucial para entenderse a sí mismo y mejorar la función parental. Como dice Yolanda, «tender una mano a nuestra infancia nos ayuda a mirarnos desde otro lugar».

La interacción con los hijos puede reactivar a nivel consciente, inconsciente o preconsciente recuerdos de la propia infancia y las emociones y ansiedades asociadas. Si las ansiedades no han sido trabajadas en un proceso personal de búsqueda de insight las propias defensas contra el dolor psíquico han de generar respuestas carentes de empatía y capacidad reflexiva en relación con los hijos. Sin embargo, como dice Yolanda, no se trata de mantener a los niños en una burbuja de cristal protegida. Estudios recientes sobre resiliencia y vulnerabilidad muestran que la vida está llena de adversidades y no se puede esperar que un hijo o una hija estén totalmente protegidos, sino que desarrollen recursos internos para manejar las adversidades. La resiliencia es un término tomado de la física con referencia a materiales que bajo el efecto de la presión se tuercen pero no se quiebran. El término fue adaptado a las ciencias sociales y a la psicología para caracterizar a aquellas personas que, a pesar de nacer y vivir en situaciones de alto riesgo, logran mantener el equilibrio emocional y el sentido de competencia. Implica la habilidad para superar la adversidad, adaptarse, recuperarse y acceder a una vida significativa y productiva. Sabemos hoy que la resiliencia es parte del proceso evolutivo y debe ser promovida desde la niñez.

Otro mérito de este libro es que nos ayuda a pensar en las necesidades y conductas del niño según su edad, deseos de exploración y momento del desarrollo. La comprensión y atribución de intencionalidad por parte de los adultos depende de una capacidad de comprensión empática que tenga en cuenta el momento evolutivo por el que está pasando el niño.

Yolanda subraya la importancia de lograr una complicidad lúdica entre padres y niños como base del aprendizaje y la maduración. Desde luego, en esa constelación de apegos fundamentales, no están ausentes el padre, los hermanos y otras figuras del entorno familiar. De esta manera, Yolanda explica cómo la capacidad de jugar y de entretejer un simbolismo compartido es un elemento importante para gozar y crear. Leyendo este manuscrito yo también sentí esa complicidad lúdica entre Yolanda y yo. La fluidez de sus ideas, la claridad con que las expresa y los ejemplos de la vida cotidiana con que las ilustra me involucraron en lo que parece eso mismo: una complicidad lúdica. Ciencia, sabiduría de vida, experiencia clínica y poesía conforman una narrativa que es poco común en libros de este tipo. Esto se hace notorio, por ejemplo, cuando Yolanda habla de la experiencia de estar embarazada y todo lo que eso significa. Creo que los lectores de este libro sentirán algo parecido a lo que yo he sentido y espero que juntos podamos celebrar este nuevo nacimiento: este libro de Yolanda González.

MARIO MARRONE

Psiquiatra. Psicoanalista.

Miembro fundador y

ex presidente de

la International Attachment Network (Teoría del Apego)

Amar sin miedo a malcriar

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