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CAPÍTULO 2

CAMBIOS FISIOLÓGICOS ASOCIADOS AL ENVEJECIMIENTO

CÉLULAS, TEJIDOS Y ÓRGANOS

Las células tienden a agrandarse –hipertrofia– y pierden la capacidad de dividirse y reproducirse. Se produce un incremento de pigmentos y sustancias grasas en el interior celular, con pérdida o disminución de la funcionalidad. Las membranas celulares cambian y los tejidos tienen más dificultad para la obtención de oxígeno y nutrientes, y de la misma manera, se hace más difícil eliminar el CO2 y los desechos. A nivel tisular, los cambios incluyen una acumulación de productos de desecho –subproductos del metabolismo– y de un pigmento graso pardo –lipofucsina–.

El tejido conectivo se hace menos flexible, lo que produce una rigidez en vasos sanguíneos, vías respiratorias y órganos. Muchos tejidos pierden masa –atrofia–, otros se vuelven nodulares –hiperplasia– o rígidos. Por otra parte, debido a los cambios celulares y tisulares, los órganos pierden progresiva y lentamente su funcionalidad. Los más afectados son el corazón, los pulmones y los riñones.

HUESOS, MÚSCULOS Y ARTICULACIONES

Los huesos se vuelven más frágiles, debido a la disminución de masa ósea por la pérdida de calcio y otros minerales. Este hecho se acentúa en las mujeres a partir de la menopausia. El tronco se acorta y los discos intervertebrales pierden líquido de forma gradual, aplastándose. Así, la columna se encorva y comprime, pudiéndose formar espolones. La pelvis se agranda, los hombros se vuelven más estrechos y el cuello se inclina.

Existe una mengua de la masa corporal, las fibras musculares se encogen y el tejido muscular es reemplazado de forma más lenta. Los músculos reducen su tono y contractilidad, con el consiguiente debilitamiento y pérdida de fuerza muscular. Las articulaciones se hacen menos flexibles y más rígidas. El líquido articular y el cartílago disminuyen. Puede haber calcificaciones y los huesos de las articulaciones pueden volverse más gruesos.

CORAZÓN, VASOS SANGUÍNEOS Y SANGRE

En el corazón aparecen depósitos de lipofucsina –el pigmento del envejecimiento–, y se produce un engrosamiento y rigidez de las válvulas –soplos–. Disminuye la frecuencia cardiaca o existen alteraciones del ritmo. Es común un aumento del tamaño del corazón –más en el ventrículo izquierdo–, la pared cardiaca se hace más gruesa, de forma que la cantidad de sangre que entra disminuye y el corazón se llena más lentamente. Esta mengua del bombeo contribuye a sentir un mayor cansancio.

La aorta incrementa su grosor, se vuelve rígida y menos elástica –tejido conectivo–, produciendo un aumento moderado de la presión arterial y una sobrecarga del corazón. La pared de los capilares, levemente engrosada, produce un intercambio más lento de nutrientes y desechos. Disminuye el volumen sanguíneo debido a la reducción total de agua en el organismo. Por el mismo motivo, se reducen los hematíes y, por consiguiente, la hemoglobina y el hematocrito, hecho que contribuye a que se presente fatiga más fácilmente. Los glóbulos blancos se mantienen, excepto los linfocitos, que se reducen, lo que ocasiona una disminución de la funcionalidad del sistema inmunológico.

APARATO GENITOURINARIO

En el riñón se produce una reducción de unidades filtrantes –nefronas–, así como de tejido renal, lo que ocasiona un menor filtraje de material de desecho y una respuesta más lenta a los cambios de ingesta de líquidos y electrolitos. Por este motivo, las personas ancianas son más sensibles a la deshidratación y además tienen menor sensación de sed.

El tejido elástico de la vejiga es reemplazado por tejido fibroso, lo que puede ocasionar un vaciado insuficiente y/o una distensión o prolapso. Por su parte, los cambios urinarios están directamente relacionados con el sistema reproductor. En los hombres es frecuente un aumento del tamaño de la próstata o hipertrofia prostática benigna, y en las mujeres, distensión útero-vaginal, lo que puede conllevar vaginitis e infecciones urinarias.

PULMONES

Disminuye el número de alveolos pulmonares junto a los vasos sanguíneos que llegan a los pulmones. El diafragma se debilita. Debido a los cambios óseos, tendinosos y musculares, el tórax tiene una menor capacidad de expansión, por lo que puede variar el patrón respiratorio. La respiración se hace más profunda para compensar esta pérdida de capacidad o VO2 máximo. Además, se produce un incremento del aire remanente que no es expulsado en la espiración.

LA PIEL

El espesor de la epidermis se reduce, los melanocitos disminuyen, pero aumentan de tamaño. La piel envejecida se torna más delgada, pálida y traslúcida. Las manchas oscuras o manchas hepáticas aparecen en las zonas expuestas al sol. Los cambios del tejido conectivo reducen la resistencia y la elasticidad.

En la dermis –capa intermedia– los vasos sanguíneos se vuelven frágiles, lo que provoca equimosis, angiomas, etc. Las glándulas sebáceas producen menos aceite –se nota más en las mujeres a partir de la menopausia–, por lo que se mantiene menos la humedad y la piel se reseca.

Existe menos resistencia a los cambios de temperatura: la capa grasa subcutánea reduce su espesor, produciéndose pérdida de la resistencia al frío, mientras que las glándulas sudoríparas pierden funcionalidad, hecho que hace que se soporte peor el calor.

APARATO DIGESTIVO

Se producen atrofias y fibrosis glandulares y, por tanto, una disminución de las secreciones y de la capacidad de detoxificación hepática, mientras que la digestión se hace más lenta. Existe una alteración de la motilidad intestinal y variaciones en la absorción de los principales nutrientes. Se presenta una progresiva disminución del gusto, a causa de las alteraciones que experimentan las papilas gustativas, motivo por el que las personas mayores suelen buscar sabores extremos. También disminuye el apetito.

SISTEMA NERVIOSO

Disminuye el número de neuronas, que pierden dendritas (algunas se desmielinizan). Esto ocasiona una mengua en la transmisión y descoordinación neuromuscular –temblor–. Los materiales de desecho y la lipofucsina se acumulan en el tejido nervioso y en el cerebro, ocasionando placas y nudos. Estos cambios pueden, o no, afectar a la función cerebral. Con el envejecimiento se produce una ligera disminución de la memoria, de los reflejos y de la percepción, aunque no tiene por qué alterarse la capacidad cognitiva. También se alteran los órganos de los sentidos, que presentan principalmente trastornos visuales y auditivos.

SISTEMA INMUNOLÓGICO

El timo se atrofia después de la adolescencia y hacia los 40 años tiene un 15% de su tamaño máximo. Se produce una disminución de los linfocitos T y un aumento de la producción de anticuerpos. Con la edad avanzada el sistema inmune parece volverse menos tolerante y confunde tejido normal por tejido extraño –enfermedades autoinmunes–, se muestra menos capaz de hacer frente a partículas extrañas y de detectar células malignas, con lo que aumenta el riesgo de padecer infecciones y de la aparición de cáncer.

SISTEMA ENDOCRINO: HORMONAS

La secreción reguladora en el eje hipófisis-hipotálamo presenta poca variación, pero se reduce la respuesta al estímulo de las glándulas endocrinas. Sin entrar a detallar sus funciones, durante el envejecimiento unas hormonas disminuyen, otras aumentan y otras permanecen casi invariables. Entre las que disminuyen, cabe citar la melatonina, la aldosterona, la renina, los estrógenos, la calcitonina, la prolactina, la DHEA y la hormona del crecimiento (GH). Presentan menor variación, aunque muestran tendencia a la baja las hormonas tiroideas, la insulina, la testosterona, la epinefrina, la hormona paratiroidea y la hidroxivitamina D-25. Pueden incrementar su producción la hormona foliculoestimulante (FSH), la hormona luteinizante (LH), la norepinefrina y el cortisol.

METABOLISMO

Disminuye el metabolismo basal, por lo que existe tendencia al incremento de peso y cuesta más perderlo. Se manifiesta una disminución de la tolerancia a la glucosa, con aumento de la glucemia. También se presenta intolerancia a la lactosa por la disminución de la actividad enzimática de la lactasa. Existe asimismo tendencia a hipovitaminosis D. Se produce un aumento inicial del colesterol, que en las mujeres se nota más a partir de la menopausia por la disminución de estrógenos. El colesterol vuelve a estabilizarse a partir de los 70 años.

CAMBIOS EN EL SUEÑO

Los patrones de sueño tienden a cambiar. El tiempo destinado al mismo permanece igual o a la baja –6,5 a 7 horas–, pero suele existir dificultad para conciliar el sueño y se presentan despertares frecuentes, a menudo ligados a la nicturia u otras molestias. Se permanece menos tiempo en la fase de sueño profundo y la transición entre dormir y despertar es más abrupta, lo que proporciona la sensación de tener el sueño más ligero.

Evidentemente, no todas las personas están abocadas, por el hecho de envejecer, a experimentar todos los cambios que hemos detallado, aunque lo más habitual es que sea así, sobre todo en los países industrializados. En los capítulos siguientes, al analizar los factores que promueven el envejecimiento, veremos cómo en diferentes zonas geográficas del mundo, poblaciones «no industrializadas» ven envejecer a sus mayores sin presentar muchos de los síntomas relacionados. Entre ellos, encontramos a los habitantes de algunos valles de los Alpes, los Cárpatos (cordillera central de Europa), los Balcanes, el Cáucaso, Afganistán, Himalaya (antiguo pueblo hunza), Okinawa, Vilcabamba, en los Andes peruanos, así como varios pueblos de países árabes y de la India. Muchas personas mayores de estas regiones permanecen erguidas y manteniendo una actividad física diaria intensa hasta los cien años o más. También es posible encontrar en casi todos los países regiones donde la media de vida es superior a lo normal, razón por la que conviene analizar los factores medioambientales comunes a todos ellos.

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