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TEORÍA DE LOS TELÓMEROS

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Esta teoría goza de amplia aceptación en la actualidad. Preconiza que el envejecimiento celular estaría condicionado por la pérdida progresiva con la edad de material genético en los extremos de los cromosomas: los telómeros.

Los telómeros son complejos de proteínas y ácidos nucleicos que están enrollados en los extremos de los cromosomas, a modo de capucha, para proteger al ADN de la degradación enzimática y preservar su integridad. Antes de la división celular, la célula duplica su ADN, incluida la secuencia de bases de los telómeros, pero no copia esta última totalmente. Como resultado, en cada división celular, los telómeros se desgastan o acortan. Así, los telómeros funcionan como un reloj biológico o un temporizador, que cuenta cada replicación. Cuando se agota, la célula se vuelve inestable, incapaz de reproducirse, originando anomalías y errores. Entonces se activa la apoptosis o muerte celular programada. Acaba el ciclo vital de la célula.

En los seres humanos el ADN telomérico está compuesto por la secuencia TTAGGG, que se repite miles de veces y es sintetizado por la enzima telomerasa, que desempeña un papel clave en el mantenimiento y la reparación de los telómeros. Esta enzima es muy activa en las células germinales embrionarias y en las cancerosas, pero es suprimida en las células somáticas del organismo después del nacimiento. Por eso se produce el desgaste. En las células tumorales la telomerasa se reactiva, contribuyendo a la proliferación de clones malignos y a las metástasis.

Hace mucho tiempo que los biólogos saben que esta sección terminal de los cromosomas se acorta cada vez que la célula se reproduce. Cuando aquélla pierde alrededor del 20% de su longitud, cesa la capacidad reproductora de la célula y ésta muere. Reavivar la actividad de la telomerasa en las células adultas e inhibirla en las células cancerosas es una de las vías de investigación en la terapéutica del cáncer y en la búsqueda de la longevidad.

La exposición excesiva al sol, las infecciones y las heridas, el efecto de las radiaciones, el estrés y el tabaquismo precisan una replicación celular más rápida, por lo que se acelera, a su vez, la pérdida de los telómeros. El acortamiento telomérico limita la capacidad de proliferación celular y, como consecuencia, el número de divisiones posibles, condicionando así la duración de la vida. Cuando estos remates degeneran o desaparecen, las cadenas de genes se parten. Los huesos, el hígado, la piel, los ojos..., todos los tejidos envejecen irremediablemente. Este fenómeno se ha convenido en denominar el reloj telomérico.

La enzima específica telomerasa, descubierta en 1985, puede reconstruir el telómero por completo, lo que permite a la célula continuar dividiéndose. En la mayoría de células, esta enzima se halla reprimida e inactiva; no obstante, se ha conseguido introducir con éxito en algunas células, lo que las ha hecho crecer y dividirse más de lo que se esperaba. La telomerasa es capaz de compensar la pérdida del ADN telomérico reconstruyendo su secuencia. Se ha comprobado que inhibiendo esta enzima en ratones, la vida de éstos se ha acortado de tres años a cinco meses. Los partidarios de la teoría de la telomerasa creen que suministrando esta enzima oralmente, o mediante otro mecanismo, se podría alargar considerablemente la vida.

El centro de investigación Geron Corporation es una de las primeras compañías de biotecnología dedicada exclusivamente al desarrollo de terapias que puedan acabar con la vejez y conseguir prolongar indefinidamente la vida humana. Cuenta con el apoyo financiero de Miller Quarles, un excéntrico multimillonario tejano de 82 años de edad que no tiene (o no tenía en el momento de tomar esta referencia) gana alguna de dejar este mundo y que incluso ha ofrecido una recompensa de 100.000 dólares a la primera persona que descubra alguna forma definitiva de terminar con la vejez. Jerry Shay y Woodring Wright, científicos de Geron, ya han conseguido demostrar in vitro que las células pueden vivir más tiempo si se les alargan artificialmente los telómeros de sus cromosomas. Sin embargo, todavía queda por ver si un organismo completo podría disfrutar de una vida más larga por medio de la misma técnica.

La telomerasa se encuentra principalmente en las células sexuales y cancerosas y no la podemos considerar inofensiva, ya que al impedir que una célula deje de reproducirse, puede desencadenar la expansión de un tumor cancerígeno. Lo más probable es que cualquier terapia que manipule artificialmente el mecanismo de la división celular conlleve un alto riesgo de cáncer. Por lo tanto, será muy difícil encontrar alguna forma de retrasar el envejecimiento con una técnica de estas características, sin que al mismo tiempo puedan desencadenarse tumores malignos.

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