Читать книгу La casa de la deuda - Amir Sufi - Страница 13

LA CRUELDAD DE LA DEUDA

Оглавление

La deuda desempeña una función tan habitual en la economía que a menudo olvidamos lo severa que es. La característica fundamental de la deuda es que el prestatario debe asumir las pérdidas asociadas a una caída del precio del activo. Por ejemplo, si un propietario adquiere una casa valorada en 100.000 dólares utilizando una hipoteca de 80.000, entonces el patrimonio neto del propietario es de 20.000. Si los precios caen un 20%, el propietario pierde 20.000 dólares —toda su inversión—, mientras que el prestamista de la hipoteca sale ileso. Si el propietario vende la casa por el nuevo precio de 80.000 dólares, debe emplear todo ese dinero para amortizar la hipoteca. No se lleva absolutamente nada. En la jerga de las finanzas, el prestamista de la hipoteca tiene un derecho preferente sobre la vivienda y, por tanto, está protegido ante una caída de los precios. El propietario tiene un derecho subordinado en la liquidación de las deudas y sufre unas pérdidas enormes si cae el precio de la vivienda.

Sin embargo, en este ejemplo no deberíamos considerar al prestamista de la hipoteca como una entidad independiente. El prestamista de la hipoteca utiliza dinero de los ahorradores de la economía. Estos le entregan el dinero al banco en forma de depósitos, deuda o capital y son, por tanto, los propietarios últimos del banco hipotecario. Cuando decimos que el prestamista de la hipoteca tiene un derecho preferente sobre la vivienda, lo que realmente queremos decir es que los ahorradores de la economía tienen un derecho preferente sobre la vivienda. Los ahorradores, que poseen un elevado patrimonio neto, están mucho más protegidos que los prestatarios frente a las caídas de los precios de la vivienda.

Vayamos ahora un paso atrás y examinemos toda la economía de los prestatarios y los ahorradores. Cuando los precios de la vivienda caen en conjunto un 20%, las pérdidas se concentran en los prestatarios de la economía. Teniendo en cuenta que los prestatarios ya tenían un menor patrimonio neto antes de la crisis (razón por la que debían tomar dinero prestado), la concentración de las pérdidas en ellos devasta su situación financiera. Ya tenían un patrimonio neto muy bajo, y ahora tienen incluso menos. Por el contrario, los ahorradores, que suelen tener muchos activos financieros y poca deuda hipotecaria, sufren una caída mucho menos grave en su patrimonio neto cuando los precios de la vivienda caen. Esto se debe a que en el fondo poseen —a través de sus depósitos, bonos y propiedades— un derecho preferente sobre las casas de la economía. Los precios pueden caer lo suficiente como para que incluso los derechos preferentes sufran pérdidas, pero serán mucho menos graves que la devastación que causan a los prestatarios.

Por tanto, la concentración de pérdidas sobre los deudores está relacionada de una manera inextricable con la desigualdad en la riqueza. Cuando se hunden los precios de la vivienda en una economía con un elevado nivel de deuda, la caída amplifica la desigualdad en la distribución de la riqueza, porque los propietarios con un patrimonio bajo sufren la mayor parte de las pérdidas. A pesar de que los ahorradores también se ven afectados de un modo negativo, lo cierto es que su posición relativa mejora. En el ejemplo anterior, antes de la crisis los ahorradores poseían el 80% del valor de la casa, mientras que el propietario contaba con el 20%. Después de la crisis, el propietario se queda sin nada y los ahorradores poseen el cien por cien de la casa.

La casa de la deuda

Подняться наверх