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¿UNA NOVELA DE MISTERIO?

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En «Escándalo en Bohemia», Sherlock Holmes realiza la famosa observación de que «constituye un craso error el teorizar sin poseer datos. Uno empieza de manera insensible a retorcer los hechos para acomodarlos a sus hipótesis, en vez de acomodar las hipótesis a los hechos».6 El misterio de los desastres económicos presenta un reto comparable a los que afrontó el gran detective. A los economistas les resulta tentador caer en la trampa de teorizar antes de comprender los datos empíricos en su justa medida, pero nuestro enfoque debe parecerse al de Sherlock Holmes. Empecemos por recopilar tantos hechos como sea posible.


Gráfico 1.1. Ratio deuda / renta de las familias de Estados Unidos

Cabe destacar un hecho importante relacionado con la Gran Recesión: entre 2000 y 2007, Estados Unidos experimentó un incremento espectacular de la deuda de las familias. Durante estos siete años, la cantidad total de deuda se duplicó hasta llegar a los 14 billones de dólares, y la ratio deuda/renta se disparó de 1,4 a 2,1. Para contextualizar estos datos, el gráfico 1.1 muestra la ratio deuda/renta de las familias estadounidenses desde 1950 hasta 2010. La deuda se incrementó de forma continuada hasta el año 2000, momento en que se produjo un cambio de tendencia drástico.

Utilizando una serie histórica más larga (basada en el cociente entre la deuda de las familias y el PIB [Producto Interior Bruto]), el economista David Beim demostró que el incremento de la deuda familiar anterior a la Gran Recesión solo es comparable al de otro episodio del último siglo de la historia de Estados Unidos: los años anteriores a la Gran Depresión.7 Entre 1920 y 1929 se produjo una explosión tanto de la deuda hipotecaria como de la financiación a plazos para comprar automóviles y bienes muebles. Los datos son menos precisos, pero los cálculos que el economista Charles Persons realizó en 1930 sugieren que la deuda hipotecaria relativa a propiedades urbanas no agrícolas se triplicó entre 1920 y 1929.8 Este enorme incremento de la deuda hipotecaria supera incluso al del boom inmobiliario de los años 2000 a 2007.

El incremento de la financiación a plazos durante los años veinte revolucionó la forma en que las familias adquirían bienes de consumo duradero, artículos tales como lavadoras, automóviles y mobiliario. Martha Olney, una gran experta en la historia del crédito al consumo, explica que «los años veinte marcan el punto de inflexión crucial en la historia del crédito al consumo».9 Por primera vez en la historia de Estados Unidos, los comerciantes que vendían bienes duraderos empezaron a dar por sentado que los compradores potenciales que entraban por la puerta iban a recurrir a los créditos para financiar sus compras. Las actitudes de la sociedad con respecto al préstamo habían cambiado, y comprar a crédito era una práctica más aceptable.

Con esta creciente disposición a prestar a los consumidores, el gasto de las familias durante los años veinte aumentó de manera más rápida que la renta.10 La deuda de los consumidores, expresada en porcentaje de la renta familiar, creció más del doble en los diez años previos a la Gran Depresión. Los expertos han documentado una «acumulación de deudas de las familias inusualmente elevada en 1929».11 En 1930, Persons fue cualquier cosa menos ambiguo al enunciar sus conclusiones relativas a la deuda durante los años veinte: «La pasada década ha sido testigo de una gran inflación del crédito. Nuestro período de prosperidad no se ha basado, en parte, en otra cosa que en una ampliación de la deuda».12 Las familias ahorraban menos, ya que se limitaban a acumular más deudas para comprar nuevos productos. Olney estima que la tasa de ahorro personal de Estados Unidos cayó del 7,1%, entre 1898 y 1916, al 4,4%, entre 1922 y 1929.

Por tanto, observamos el hecho de que un gran aumento de la deuda de las familias precedió tanto a la Gran Recesión como a la Gran Depresión. Pero existe otra sorprendente característica común: ambas crisis empezaron con una misteriosa y drástica caída del gasto de las familias. Los trabajadores de Monaco Coach Corporation fueron perfectamente conscientes de ello. Los despidieron, en gran medida, a causa de la fuerte reducción de las compras de autocaravanas que se produjo en 2007 y 2008. Esta tendencia se generalizó. Las compras de bienes duraderos como automóviles, mobiliario y electrodomésticos se desplomaron al principio de la Gran Recesión, antes del desastre de la crisis financiera de septiembre de 2008. Entre enero y agosto de 2008, las ventas de automóviles fueron casi un 10% inferiores a las de 2007, también antes de que empezara la parte más dura de la recesión o la crisis financiera.

La Gran Depresión también empezó con una fuerte caída del gasto de las familias. El historiador económico Peter Temin afirma que «la Depresión fue severa porque la caída del gasto autónomo fue elevada y sostenida», y destaca además que el hundimiento del consumo en los años treinta fue «verdaderamente autónomo», o demasiado elevado como para que lo explicaran la caída de la renta y los precios. Igual que durante la Gran Recesión, la reducción del gasto que inició la Gran Depresión fue misteriosamente elevada.13

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