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CÓMO LOS POBRES SE VOLVIERON MÁS POBRES

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Entre 2006 y 2009 los precios de los inmuebles de Estados Unidos cayeron en conjunto un 30%. Se mantuvieron bajos, y solo sufrieron una ligera recuperación a finales de 2012. El S&P 500, un índice de los precios de las acciones, cayó de manera drástica durante 2008 y a principios de 2009, pero después rebotó de forma contundente. Los precios de los bonos, medidos con el índice Vanguard Total Bond Market Index, experimentaron una fuerte recuperación durante la recesión a medida que los tipos de interés del mercado bajaban: entre 2007 y 2012, los precios de los bonos aumentaron más del 30%. Cualquier familia que tuviera bonos al empezar la Gran Recesión tenía una cobertura fantástica contra la crisis económica. Pero, tal como hemos mostrado antes, solo las familias más ricas poseían bonos.

El hundimiento de los precios de la vivienda afectó más a las familias que tenían patrimonios netos bajos, porque su riqueza estaba vinculada exclusivamente al patrimonio inmobiliario. Pero esto es solo una parte de la historia. El hecho de que las familias con patrimonios netos bajos tuvieran un nivel elevado de deuda aumentó la destrucción de sus patrimonios netos. Esta amplificación se conoce como el multiplicador del apalancamiento. Este describe en términos matemáticos cómo una caída de los precios de la vivienda conduce a un descenso todavía mayor del patrimonio neto en el caso de las familias con elevado nivel de apalancamiento.

Para ver cómo funciona, retomemos el ejemplo de un propietario que tiene un patrimonio del 20% de una casa valorada en 100.000 dólares y, por tanto, una ratio del valor del préstamo en relación con el valor de la vivienda (PRV: Préstamo-Relación-Valor) del 80% (y, por tanto, una hipoteca de 80.000 dólares). Si los precios de la vivienda caen un 20%, ¿cuál es la reducción de patrimonio como porcentaje del valor de la vivienda que sufre el propietario? Una pista: ¡es mucho mayor que el 20%! El propietario tenía un patrimonio de 20.000 dólares antes de la caída de los precios. Cuando estos caen, la casa vale solo 80.000 dólares. Pero la hipoteca es todavía de 80.000 dólares, lo que significa que el patrimonio del propietario ha desaparecido por completo (una caída del cien por cien). En este ejemplo, el multiplicador de apalancamiento es de 5. Una caída del 20% de los precios de la vivienda trae consigo un descenso del patrimonio del propietario del cien por cien, cinco veces mayor.2

Entre 2006 y 2009, los precios de la vivienda en todo el país cayeron un 30%. Pero puesto que los propietarios pobres estaban más apalancados, su patrimonio neto cayó mucho más. De hecho, como los propietarios con un bajo patrimonio neto tenían una ratio de apalancamiento del 80%, una caída del 30% de los precios de la vivienda destruyó por completo su patrimonio neto. Este es un hecho que a menudo se pasa por alto: cuando decimos que los precios de la vivienda cayeron un 30%, el descenso del patrimonio neto de los propietarios endeudados fue mucho mayor, debido al multiplicador de apalancamiento.

Tomados en su conjunto, estos hechos nos explican con exactitud qué propietarios se vieron más afectados por la Gran Recesión. Los propietarios de inmuebles más pobres prácticamente no tenían activos financieros; su riqueza consistía casi por completo en patrimonio inmobiliario. Además, sus derechos sobre ese patrimonio era un derecho subordinado. Por tanto, el efecto de la caída de los precios de la vivienda se vio amplificado por un elevado multiplicador del apalancamiento. Cuando se recuperaron los activos financieros, las familias pobres no percibieron ninguna de estas ganancias.

El gráfico 2.2 recoge todos estos hechos y muestra una de las pautas más importantes de la Gran Recesión. Ilustra la evolución del patrimonio neto de las familias del quintil inferior, el quintil central y el quintil superior de la distribución de la riqueza de los propietarios de inmuebles. El patrimonio de los propietarios pobres fue totalmente destruido durante la Gran Recesión. Entre 2007 y 2010, su patrimonio se redujo de 30.000 dólares a casi cero. Este es el efecto del multiplicador del apalancamiento. La caída del patrimonio neto durante la Gran Recesión eliminó por completo todas las ganancias acumuladas entre 1992 y 2007. Esto es justo lo que habríamos predicho a partir de la gran dependencia con respecto al patrimonio inmobiliario y la enorme cantidad de deuda. El patrimonio neto de los propietarios ricos cayó de 3,2 millones a 2,9 millones de dólares. A pesar de que el volumen de pérdidas fue considerable, el porcentaje de caída era insignificante: prácticamente no se vieron afectados. La caída no fue lo suficientemente elevada como para eliminar ninguna de las ganancias acumuladas entre 1992 y 2004. Los ricos salieron bien parados porque poseían activos financieros que tuvieron una evolución mucho mejor que los inmuebles durante la recesión. Y muchos de estos activos financieros eran derechos preferentes sobre inmuebles.


Gráfico 2.2. Patrimonio neto de los propietarios de vivienda, quintiles más pobre, central y más rico

La combinación de una deuda elevada y una caída drástica en los precios de las viviendas aumentó la diferencia, ya grande, entre ricos y pobres en Estados Unidos. Cierto, los pobres ya eran pobres al principio, pero lo perdieron prácticamente todo debido a que la deuda concentró la caída global de los precios de la vivienda directamente en su patrimonio neto. Esta es una característica fundamental de la deuda: impone enormes pérdidas justo a aquellas familias que tienen menos. Aquellos que tienen más terminan en una posición relativa mucho mejor, debido a que tienen un derecho preferente de cobro sobre los activos de la economía. En Estados Unidos la desigualdad ya era elevada antes de la recesión. En 2007, el 10% de los norteamericanos con mayor patrimonio neto poseía un 71% de la riqueza de la economía. Este porcentaje había aumentado con respecto a 1992, cuando era el 66%. En 2010, la participación del 10% más rico aumentó al 74%, valor que es consistente con la pauta planteada. Los ricos siguieron siendo ricos, mientras que los pobres se volvieron más pobres.

Muchos autores han examinado las tendencias en la desigualdad de la renta y la riqueza, pero por lo general han obviado el papel de la deuda. Un sistema financiero que se basa en muy gran medida en la deuda amplifica la desigualdad de la riqueza. A pesar de que se puede aprender mucho acerca de las causas de la desigualdad examinando el papel de la deuda, nuestro análisis se centra en la manera en que la distribución desigual de las pérdidas afecta al conjunto de la economía.

La casa de la deuda

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