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1 ESCÁNDALO EN BOHEMIA

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Vender autocaravanas era fácil en Estados Unidos. Como afirmaba la chapa que Bob Olson, el director ejecutivo de Winnebago, llevaba en la solapa: «No les puedes quitar a los estadounidenses ni el sexo, ni la bebida ni los fines de semana». Pero las cosas se torcieron en gran medida en 2008, año en que las ventas de Monaco Coach Corporation, un gigante de la industria de las caravanas, cayeron casi un 30%. Esto les dejó pocas opciones a los directivos de Monaco. Craig Wanichek, su portavoz, se lamentaba en los siguientes términos: «Sentimos mucho que el entorno económico, que obviamente escapa a nuestro control, nos haya obligado a tomar [...] decisiones difíciles».

Monaco era la marca líder en la fabricación de autocaravanas de motor diésel. La compañía tenía una larga tradición como productora de vehículos en el norte del estado de Indiana, que después se vendían en todo Estados Unidos. En el año 2005, la empresa vendió más de quince mil vehículos y empleaba a unos treinta mil trabajadores en los condados de Wakarusa, Nappanee y Elkhart, en este estado. En julio de 2008 se despidió a 1.430 empleados de dos plantas de Monaco Coach Corporation en Indiana. Los trabajadores no se lo podían creer. Jennifer Eiler, una empleada de la planta del condado de Wakarusa, le contó a un periodista en un restaurante: «Me quedé totalmente perpleja. Pensábamos que podía haber más despidos, pero no nos esperábamos esto». Karen Hundt, la propietaria del bar de un hotel de Wakarusa, resumía la situación a la que se enfrentaban los trabajadores que habían perdido sus empleos: «Esto es todo lo que estas personas han hecho durante toda su vida. ¿Quién los va a contratar ahora que tienen cincuenta años? Están en estado de shock. Y lo peor todavía está por llegar».

En 2008, este doloroso episodio se repitió por todo el norte de Indiana. A finales de ese año, la tasa de desempleo en Elkhart aumentó del 4,9 al 16,2%. Se perdieron casi veinte mil puestos de trabajo y las consecuencias del desempleo se manifestaron en las escuelas y las organizaciones benéficas de toda la región. Se duplicó el número de usuarios de los comedores benéficos de Elkhart, y el Ejército de Salvación experimentó un gran aumento en la demanda de alimentos y juguetes durante las Navidades. Alrededor del 60% de las rentas familiares de los alumnos del sistema educativo público de Elkhart eran lo suficientemente bajas como para tener derecho a becas de comedor.1

El norte de Indiana fue una de las primeras regiones que experimentaron problemas económicos, pero ciertamente no fue la única. Entre 2007 y 2009, la Gran Recesión de Estados Unidos destruyó ocho millones de puestos de trabajo. Se ejecutaron más de cuatro millones de hipotecas. De no haber sido por la Gran Recesión, la renta nacional de Estados Unidos habría sido dos billones de dólares más elevada, alrededor de 17.000 dólares por familia.2 Los costes humanos son todavía más graves. Diversos estudios destacan los significativos efectos psicológicos negativos que provoca el desempleo, que incluyen la depresión e incluso el suicidio. Los trabajadores a quienes se despide de sus trabajos durante las recesiones pierden en promedio tres años completos de renta potencial para toda su vida.3 Franklin D. Roosevelt describió de forma acertada esta desolación calificando el desempleo como «la mayor amenaza a nuestro orden social».4

Igual que les sucedió a los trabajadores de las plantas de Monaco en Indiana, las inocentes personas normales y corrientes que pierden sus empleos durante las recesiones a menudo están sorprendidas, estupefactas y confundidas. Y por una buena razón. Las crisis económicas severas son, en muchos sentidos, un misterio. Casi nunca las provoca una reducción evidente de la capacidad productiva de la economía. Durante la Gran Recesión, por ejemplo, no se produjeron ni desastres naturales ni guerras que destruyeran edificios, maquinaria o las innovaciones tecnológicas más recientes. Los trabajadores de Monaco no perdieron de un día para otro los amplios conocimientos que habían adquirido gracias a muchos años de formación. La economía renqueó, el gasto se desplomó y se perdieron millones de puestos de trabajo. Los costes humanos de las crisis económicas graves son, sin lugar a dudas, enormes. Pero no hay ninguna razón evidente que explique por qué se producen.

El dolor intenso hace que la gente acuda al médico para buscar respuestas. ¿Por qué padezco este dolor? ¿Qué puedo hacer para aliviarlo? Estamos dispuestos a tomar medicamentos o a cambiar nuestro estilo de vida para sentirnos mejor. Pero cuando se trata del dolor económico, ¿a quién hay que dirigirse para obtener respuestas? ¿Cómo mejoramos? Por desgracia, la gente no siente por los economistas tanta estima como por los médicos. En sus escritos de los años treinta, durante la Gran Depresión, John Maynard Keynes criticó a sus colegas economistas por permanecer «impasibles entre la falta de concordancia entre los resultados de su teoría y los hechos observados». Como consecuencia, el hombre corriente muestra una «creciente renuncia a conceder a los economistas esta manifestación de respeto que da a otros grupos científicos cuyas conclusiones teóricas son confirmadas por la observación cuando se aplican a los hechos».5

Ha habido una gran explosión de datos relativos a la actividad económica y un avance de las técnicas que podemos emplear para evaluarlos. Todo ello nos permite contar con una gran ventaja con respecto a Keynes y a sus contemporáneos. Por ello, el objetivo que nos hemos trazado con este libro es ambicioso. Queremos utilizar datos y métodos científicos para responder a algunas de las preguntas más importantes a las que se enfrenta la economía actual: ¿Por qué se producen las recesiones severas? ¿Podríamos haber evitado la Gran Recesión y sus consecuencias? ¿Cómo podemos prevenir estas crisis? Este libro da respuestas a estas preguntas a partir de la evidencia empírica. Los trabajadores de Monaco a quienes se despidió, igual que millones de estadounidenses que perdieron sus empleos, se merecen una explicación basada en pruebas sólidas de por qué se produjo la Gran Recesión y qué puede hacerse para evitar que haya otras en el futuro.

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