Читать книгу Bar - Caiman Montalbán - Страница 12

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En un bar cuando nadie entra, las horas son largas, jodidamente largas, quiero decir, más de lo habitual. Puede que sea porque un bar está concebido para que el tiempo pase liviano. Pero si estoy solo, el bar se venga de mí y me azota con su tiempo por haber hecho de él lo que es, por haber permitido que existiera; y su tiempo se estira por todo lo que le hemos hecho encoger y endulzar, como un látigo de domador cobarde.

Ayer me dijo un borracho que la tortuga no sabe de la existencia de su caparazón protector. Luego blasfemó y se fue. Le vi alejarse con un tambaleante paso, como el paso lento de la tortuga. Luego me dije que quizás fuesen las copas. Pera fue una salida fácil. Lo sé. Yo ni borracho me tambaleo de esa manera. Sí, tengo fe, y ese hijoputa tenía más.

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