Читать книгу Bar - Caiman Montalbán - Страница 25
ОглавлениеHugo estaba en la puerta. Yo como siempre en la barra, y como casi siempre estaba aburrido. Primera hora, el bar vacío. Llamé a Hugo.
—¡Eeeh, Hugo! —No me oyó.
—¡HUGO! —Le vi darse la vuelta a través del cristal de la puerta. Hizo un gesto con la cabeza preguntando: ¿qué?. Yo hice otro gesto con la mano diciéndole que pasara. Entró.
—¿Qué pasa?
—Nada, que si te apetece tomar algo.
—Bueno... ponme una cerveza —Se la puse y dio un trago. Yo di un trago de la mía.
—Oye, la pantera rosa ¿es macho o hembra? —Le pregunté.
—Macho... creo... Desde luego si es hembra es un marimacho... ¿no?
—Eso me parece a mí, no le vas a llamar el pantera, parece ser que es una pantera macho. Aun así me tiene mosqueado. Y eso de rosa, el rosa es un color afeminado, todo el mundo lo sabe... parece mas bien de sexo indefinido, o quizá la pantera rosa sea gay...
—Pues no lo había pensado... ¿A qué viene ese interés por la pantera rosa?
—Es que mi tele tiene la voz rota. Es de lo poco que puedo pillar. Eso y los documentales.
—Ah.
—Y el enano que putea es como el símbolo del empecinamiento y la idiotez masculina. ¿No te parece?.
—Joder, no sé.
—Yo conozco a un par de homosexuales con un sentido del humor cojonudo. Lo han tenido que desarrollar, si no se mueren de asco. Son panteras rosas.
—Así que la pantera rosa es maricón.
—Eso creo. O si no, se trata de una reivindicación de la parte femenina que todos llevamos dentro.
—¿Me estas llamando maricón?
—Ves... te pones a la defensiva, tu parte de enano esta saliendo.
—Venga ya, hombre... que tu tengas dudas no significa que yo las tenga.
—Sigo diciendo que te estas poniendo de parte del enano.
—Bien, ¿Y qué?. La pantera rosa es una hija de puta. Siempre le está buscando las cosquillas al pobre enano.
—Pero así el enano tiene algo que hacer. Intenta cazar a la pantera con una violencia desproporcionada. Él ansía matar a la pantera porque en el fondo la ama...
—Yo no soy maricón.
—Mira... yo tampoco lo conseguiría con un hombre, lo podría intentar y puede que el primer beso no se notase, pero después de eso tendría que desembarazarme y quedaría fatal, claro. No estoy hablando de eso. Estoy hablando de cualidades...
—Eres un MARICÓN. —Nos reímos, puse otro par de cervezas y cuando íbamos por la mitad, empezó a llegar gente. Hugo volvió a la puerta y yo le di la vuelta a un disco de Guana Batz.