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3. Innovaciones técnicas y transformaciones económicas

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Las mejoras en la producción agraria e industrial, el tamaño y la organización del mercado y la ayuda estatal forman, en conjunto, el terreno abonado para la aparición y la consolidación de la Revolución Industrial. Los inventos se produjeron, y sobre todo se aplicaron, donde y cuando las condiciones económicas eran favorables. Pero la existencia de estas condiciones favorables no prejuzga la adopción de las innovaciones: el núcleo de la Revolución Industrial es la innovación tecnológica. Según Allen (2009), las innovaciones se aplicaron porque en Gran Bretaña la mano de obra era comparativamente cara y las fuentes de energía y el capital relativamente baratos: la Revolución Industrial solo arraiga cuando se dan estas condiciones, razón que explica la lentitud de su difusión.

El hecho clave de la Revolución Industrial es el proceso de cambio técnico acelerado y sin precedentes (Mokyr, 1990). El progreso técnico tiende a producirse en los sectores más activos de la producción y suele ser al mismo tiempo discontinuo y arracimado. Normalmente, las innovaciones no aparecen en cualquier sector, sino en los sectores más activos, de modo que el progreso tiende a ser autocorrelacionado: nada genera más innovación que el progreso técnico anterior. Por lo tanto, las innovaciones tienden a concentrarse en momentos y sectores determinados, normalmente cuando el aumento de la demanda de un producto incita a la búsqueda de innovaciones que permitan mejorar la rapidez y la productividad del proceso y aumentar los beneficios.

El progreso técnico se produce por la aparición de un conjunto de macroinventos que, una vez aplicados, originan un flujo de microinventos. Los macroinventos son ideas radicalmente nuevas que aparecen muy de tarde en tarde, producen un fuerte impacto en la producción y estimulan la inversión por los beneficios que proporcionan, pero tienen un rendimiento económico progresivamente decreciente (Crafts, 1995). Los microinventos son las mejoras que se añaden a un macroinvento para obtener aumentos en la producción, disminución de costes o comodidad y seguridad en el proceso, o para adaptar el macroinvento a otro sector productivo. La combinación de macroinventos y microinventos provoca una disminución del coste del producto y un crecimiento autosostenido de la renta per cápita que hacen posibles mercados cada vez mayores y, por lo tanto, un crecimiento acelerado.

Los macroinventos, al tiempo que generan incrementos de la productividad en un proceso determinado, provocan también fácilmente cuellos de botella en otros procesos relacionados. Por ejemplo, un aumento de la capacidad de producción de hilo provoca un cuello de botella, un exceso de oferta de hilo que los tejedores no pueden absorber; a la inversa, una mejora en el tejido provoca un cuello de botella por la falta de hilo suficiente. Estas disfunciones estimulan la investigación de soluciones, y por lo tanto de nuevos inventos. En consecuencia, cada macroinvento estimula a la vez microinventos sobre sí mismo y la investigación de macroinventos complementarios, cuyo resultado puede ser la superación con creces del cuello de botella presente, y por lo tanto la aparición de nuevos cuellos de botella en otros puntos del proceso de producción. En todo caso, macroinventos y microinventos requieren un detallado conocimiento del proceso que se quiere mecanizar o mejorar, de forma que cuanto más se difunda el uso de una máquina, más posibilidades hay de que genere innovaciones.

Existen tres formas principales de generar innovaciones (von Tunzelmann, 1993):

Learning by doing (aprender haciendo): los constructores de máquinas van introduciendo pequeñas innovaciones, especialmente para adaptar las máquinas a las necesidades o los requerimientos de cada empresa concreta. Cuantas más máquinas de un tipo determinado se fabriquen y durante más tiempo, más fácil es que aparezcan mejoras (microinventos).

Learning by using (aprender por el uso): los obreros que manejan una máquina introducen pequeños cambios que mejoran o facilitan su funcionamiento y que pueden ser incorporados en nuevas versiones de la máquina. También en este caso, cuanto más utilizada sea una máquina, más posibilidades de mejora tendrá.

Learning by learning (aprender aprendiendo): cuantas más máquinas se diseñan y fabrican, más se aprende a hacer máquinas, a resolver de una manera sistemática los problemas técnicos planteados y a adaptar mecanismos o partes de una máquina a otras máquinas que pueden tener funciones muy distintas.

Las principales innovaciones que conforman la Revolución Industrial tuvieron lugar en los campos de la producción, las materias primas utilizadas, la organización de la producción y el transporte. Estos dos últimos aspectos son importantes sobre todo en el momento de la difusión de la industrialización, de forma que hablaremos de ellos en el capítulo 5.

Los cambios en la producción consisten en la sustitución de la actividad del hombre por la de la máquina en la fabricación de los productos (maquinismo), en la aplicación masiva de energía producida para mover las máquinas y para el transporte y en la utilización de materias primas. Sin abandonar el uso de materias primas orgánicas (madera, fibras vegetales o animales), la industrialización se caracteriza por el predominio de las materias primas inorgánicas (Wrigley, 1989), que permiten asegurar un flujo mucho más constante tanto de productos como de energía y, al mismo tiempo, descargar a la tierra de la necesidad de producir todo lo necesario para la vida humana. Esta serie de cambios exigieron muy a menudo la concentración de la actividad industrial en la fábrica (factory system).

El cambio en el uso de la energía es a la vez cuantitativo y cualitativo: se utiliza mucha más energía en los procesos productivos, pero sobre todo la energía utilizada es cualitativamente diferente. Antes de la Revolución Industrial se trataba de energía muscular (humana o animal), cara y limitada, de energía natural aprovechada (eólica, hidráulica) o de energía de procedencia orgánica (leña, carbón vegetal). Con la Revolución Industrial la energía característica es generada por el hombre donde quiere, cuando quiere y, dentro de ciertos límites, en la cantidad y potencia que quiere, en primer lugar a partir de la transformación de la energía calorífica del carbón, de origen inorgánico, en la energía cinética del vapor.

El conjunto de cambios en el uso de la energía a consecuencia de la Revolución Industrial (hasta nuestros días) puede esquematizarse del siguiente modo:

–-Fuentes de energía: carbón (s. XVIII), gas (~ 1810), petróleo (~ 1860), gas natural (~ 1960), fusión del átomo (~ 1965), energías renovables (~ 1980).

–-Formas de energía: vapor, electricidad, explosión.

–-Motores: máquina de vapor (~ 1770), motor eléctrico (~ 1870), motor de explosión interna (~ 1880).

Los sectores afectados por estos cambios en el momento de la Revolución Industrial fueron básicamente tres: el sector textil algodonero, el siderúrgico y el energético. En ninguno de ellos se partía de cero, pero los cambios experimentados en pocos años fueron revolucionarios en el sentido de que transformaron su manera y su capacidad de producir y, a la larga, toda la economía. Hay dos sectores más que suelen ser olvidados pero que son también importantes, aunque sus transformaciones o el volumen de su producción no sean tan revolucionarios: la minería y la industria química.

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