Читать книгу Introducción a la historia económica mundial (2ª ed.) - Carles Sudrià Triay - Страница 57
3.3 La máquina de vapor
ОглавлениеA pesar de la importancia de los cambios en el sector textil, en la maquinaria y en la siderurgia, la innovación más determinante de la Revolución Industrial es sin lugar a dudas la máquina de vapor de James Watt, patentada en 1769 y mejorada repetidamente. La máquina de vapor permitía producir energía a partir de la potencia calorífica del carbón y de la fuerza de expansión del agua transformada en vapor. Esta energía producida era mucho más potente, segura y versátil que el anterior aprovechamiento de las energías naturales: Mokyr (1990) no duda en calificar la energía de vapor como la quintaesencia de la Revolución Industrial.
A partir de unas primeras máquinas rudimentarias, útiles solo para extraer agua de las minas (Savery, 1698; Newcomen, 1711), James Watt (1769) introdujo el condensador separado (que aumentaba la velocidad del proceso y ahorraba carbón) y los mecanismos para pasar del movimiento lineal al rotativo. Posteriormente, las máquinas de alta presión, que Watt consideraba demasiado peligrosas, permitieron abaratar el funcionamiento y fabricar máquinas de vapor más compactas, incluso trasladables.
La máquina de vapor permitió cambiar la localización de gran parte de la industria, en especial la textil: de las orillas de los ríos, en las que se aprovechaba la energía hidráulica, se pasó a las zonas próximas a las minas y a los puertos por los que llegaba el algodón. Pese a ello, la máquina de vapor no fue el único motor energético de la Revolución Industrial: hasta 1830, el coste de obtener energía hidráulica o de vapor, considerando las ventajas y los inconvenientes de cada una, era muy parecido. Sin embargo, no habría habido suficientes sitios útiles para instalar las fábricas de la Revolución Industrial si solo se hubiera dispuesto de la energía hidráulica. Por otro lado, la máquina de vapor era más potente, permitía construir fábricas más grandes y evitaba los peligros de estiaje o inundación que podían detener la producción movida por energía hidráulica. No obstante, hasta el año 1870 la potencia de vapor instalada no superó a la potencia hidráulica, la cual se vio también beneficiada en el siglo XIX por importantes mejoras en su eficiencia.
Además de proporcionar la energía necesaria para la Revolución Industrial, la máquina de vapor también proporcionó medios de transporte nuevos e igualmente revolucionarios: el barco de vapor y el ferrocarril, de los que hablaremos en el capítulo 5. Ahora solo adelantaremos que con la aplicación del vapor al transporte se completa la serie de grandes inventos de la Revolución Industrial. A partir de 1830 se abre una nueva etapa, caracterizada por la difusión de la industrialización hacia otros países, la mejora de la maquinaria y la aparición de máquinas y procesos nuevos. Una etapa que, sin embargo, no tendría el carácter de ruptura con respecto a la situación anterior que supuso la Revolución Industrial.