Читать книгу Introducción a la historia económica mundial (2ª ed.) - Carles Sudrià Triay - Страница 63
5.2 El factor capital
ОглавлениеTampoco era escaso el factor capital: en el siglo XVIII, la tasa de interés en Gran Bretaña (3%) era la más baja de Europa después de la holandesa. La acumulación de capital provenía básicamente de las rentas agrarias, del comercio exterior y de la explotación colonial, incluyendo el comercio de esclavos. Las características del factor capital durante la Revolución Industrial pueden reducirse a los siguientes puntos:
1 Directamente, la Revolución Industrial se inició con poco capital. Las primeras máquinas eran relativamente baratas y la expansión posterior se hizo más con reinversión de beneficios que con recursos en los mercados de capitales. Cuando el capital personal no era suficiente, se obtenía mayoritariamente de parientes, amigos y conocidos. Solo para el capital circulante se recurría ampliamente a la banca. Esta situación variaría rápidamente con la construcción de líneas ferroviarias, ya fuera de la etapa que ahora estudiamos.
2 Durante la Revolución Industrial, la tasa de inversión (inversión/PIB) se duplicó aproximadamente. Según Feinstein (1978), pasó del 8% anual en 1760-1770 al 14% en 1780-1800, tasa que se mantendría hasta mediados del siglo XIX. Según Crafts (1995), las tasas eran más bajas: 5,7% en 1760, 11,7% en 1830. Resulta más interesante el hecho de que la tasa de inversión en el sector algodonero triplicó la media de la tasa de inversión industrial (Pearson, 1993).
3 La relación entre capital fijo y capital circulante varió notablemente. Así, en la economía preindustrial la mayor parte del capital era capital circulante; con la Revolución Industrial crecieron ambas formas de capital, aunque mucho más el capital fijo, de modo que hacia el año 1830 este superaba ampliamente al capital circulante.
4 Para todo proceso de industrialización o de crecimiento económico son muy importantes el capital humano y el capital social acumulado (caminos, puertos, escuelas, hospitales...). Gran Bretaña disponía de todo ello al nivel de los países más avanzados.
Sea como fuere, el capital fue un factor secundario de la Revolución Industrial: al parecer, menos de una cuarta parte del crecimiento de la producción por trabajador entre 1760 y 1830 puede ser atribuible al factor capital. En definitiva, el capital no fue un obstáculo, pero tampoco un gran estímulo para la industrialización de Gran Bretaña: el mercado de capitales funcionó durante la Revolución Industrial de la misma manera que durante la etapa preindustrial. Sin embargo, no hay que olvidar que pequeños aumentos en la inversión de capital son compatibles con avances tecnológicos y organizativos importantes.