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5.3 El papel del empresariado

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Tanto las innovaciones técnicas como el trabajo y el capital son factores de producción, pero solo son activos si un empresario toma la decisión de invertir capital y tiempo en la organización y comercialización de la producción. Se suele definir al empresario como un maximizador de beneficios en un contexto (económico, sectorial, etc.) determinado, pero, en realidad, un buen empresario va más allá, modifica a su favor el contexto, las limitaciones de partida.

Sobre el papel de los empresarios en la Revolución Industrial (y en el crecimiento económico en su conjunto) existen dos opiniones: los que consideran al empresario como primer motor, como factor principal del desarrollo económico (Schumpeter), y aquellos que opinan que en cualquier sociedad existe la proporción correspondiente de empresarios e incluso que, si dicha proporción es baja, se puede importar al empresariado del mismo modo que se importan las materias primas o la fuerza de trabajo. Ambas afirmaciones no son contradictorias, pero indican valoraciones diferentes del empresario en el crecimiento económico.

A nuestro entender, el empresario es un elemento esencial del progreso económico, que se encuentra siempre presente en todas las sociedades mínimamente avanzadas. Sin embargo, para que una sociedad disponga de un empresariado suficiente y de calidad tiene que disponer de una mínima capacidad de ahorro repartida de forma no excesivamente desigual y, además, la actividad empresarial debe ser socialmente aceptada y reconocida. Sin capacidad de ahorro, muchos empresarios virtuales se ven ahogados por la falta de capitales. Por otro lado, si el ambiente social no es favorable, los talentos empresariales se pueden desviar hacia otras actividades socialmente mejor consideradas. Cualquiera de las dos limitaciones puede provocar que el número o la calidad de los empresarios resulte insuficiente para aprovechar al máximo las oportunidades de crecimiento económico. Por lo tanto, la situación económica y social condiciona la cantidad y la calidad de la empresariado (Mokyr, 1985).

Estudios comparativos de los comportamientos empresariales francés y británico en el siglo XVIII demuestran que los empresarios británicos eran más audaces y emprendedores que los franceses. Las innovaciones francesas o continentales se difundían con mayor rapidez en Gran Bretaña que en Francia. La explicación se puede buscar en el tamaño de los mercados respectivos, pero también en la mayor consideración social del empresariado en Gran Bretaña con respecto a Francia.

Los grandes empresarios de la Revolución Industrial procedían en parte del empresariado protoindustrial, mientras que otros tenían unos orígenes muy diversos: como clase no podían ser definidos ni por nacimiento, ni por la fortuna ni por el oficio anterior. Aunque la mayor parte tenía alguna relación con el sector en el que harían fortuna, otros no disponían de los conocimientos técnicos ni de los capitales necesarios.

Sus características comunes eran el conocimiento del mercado, el instinto de negocio, el atrevimiento para invertir en innovaciones, la moral del enriquecimiento (todo lo que ayuda a ganar dinero es bueno) y la suerte. Porque no se debe olvidar que solo pasan a la historia los empresarios que triunfan; los fracasados son siempre mucho más numerosos, pero olvidados.

Introducción a la historia económica mundial (2ª ed.)

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