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210. Ortiz, Ciriaco

Bandoneonista, director y compositor nacido en Córdoba el 5 de agosto de 1905. Su nombre completo era Ángel Ciriaco Ortiz y en el ambiente del tango era conocido con el cariñoso apodo de Ciriaquito.

Desde niño, vivió en su Córdoba natal en el ambiente musical del boliche Don Ciriaco, propiedad de su padre, buen ejecutante del bandoneón y compositor del vals Viaje a Argüello, comenzando así desde sus primeros años el aprendizaje de ese instrumento, familiarizándose a través de él con el género musical al que posteriormente dedicaría su actividad como músico.

Fue precisamente en el local de su padre, fallecido en el año 1942, donde conoció a Gardel, visitante infaltable del lugar cuando se presentaba en Córdoba.

El Zorzal grabó luego dos temas compuestos por Ciriaquito: Sueños, con letra de Eugenio Cárdenas, llevado a un disco del sello Odeon el 26 de diciembre de 1925, acompañado sólo por la guitarra de José Ricardo, y Nena, con letra de Juan Carlos Bazán, registrado para el mismo sello al año siguiente, ahora con las guitarras de Guillermo Desiderio Barbieri y el mencionado Ricardo.

También se ha comentado que alrededor de 1920, estando Roberto Firpo con su orquesta de gira por la provincia de Córdoba, Ciriaquito con apenas quince años, reemplazó a Pedro Maffia quien se vio afectado por una indisposición.

De todos modos, oficialmente su trayectoria profesional se inició en el año 1923, cuando otro visitante al local de su padre, el pianista Nicolás Vacaro, tuvo la oportunidad de escucharlo, y le propuso entonces que viajara con él a Buenos Aires, alojándolo en su casa y presentándolo al flautista Juan Carlos Bazán, director de la orquesta donde Vacaro estaba tocando.

Al poco tiempo, el joven bandoneonista debutó en el club Pueyrredón de Mar del Plata.

Ya en 1925, fue contratado para actuar en el cine Gaumont, formando a tal fin un conjunto que inicialmente lo integraron el bandoneonista Nicolás Di Massi, los violinistas Marcos Larrosa y Juan Ríos, y el pianista Eliseo Ruiz.

En ese mismo año, ingresó al sello Victor formando parte de la Orquesta Típica Victor, creación que en esa compañía se estaba gestando y cuyo responsable era el director artístico de la misma, el maestro Adolfo Carabelli. Ortiz permaneció en ella cerca de veinte años, tomando parte por lo tanto de esta recordada agrupación durante casi toda su trayectoria.

La misma, creada sólo para grabar, efectuó sus primeros registros discográficos el 9 de noviembre de 1925, día en el que editaron los tangos Olvido, de Ángel D’Agostino, y Sarandí, de Juan Bauer.

Ese día, junto con Ciriaquito estaban los bandoneones de Luis Petrucelli y Nicolás Primiani; los violines de Manlio Francia, Agresilao Ferrazano y Eugenio Romero; el piano de Vicente Gorrese y el contrabajo de Humberto Costanzo.

Su vinculación se extendió a todas las agrupaciones creadas por el «sello del perrito», formando parte también de la Orquesta Típica Porteña, la orquesta típica de Adolfo Carabelli; el conjunto Los Provincianos, cuya dirección ejerció; la Orquesta Victor Popular; el Cuarteto Victor de la Guardia Vieja y el grupo Los Virtuosos, entre otros, finalizando su vinculación con la mencionada casa grabadora casi treinta años más tarde de esas primeras grabaciones.

En 1927, Ortiz actuó en radio Cultura y luego pasó a radio El Mundo emisora en la que se presentó integrando distintas formaciones durante veinte años.

En 1929, integró su recordado trío, cuya extensa vinculación con el sello rca Victor se prolongó hasta el año 1955. Esta formación, que completó inicialmente y durante mucho tiempo con los guitarristas Ramón Andrés Menéndez y Vicente Spina —este último recordado compositor del vals Tu olvido y los tangos Me quedé mirándola y Loco turbión y otros exitosos temas—, comenzó a grabar el 20 de marzo de 1929, registrando dos temas compuestos por Ciriaquito: el gato Campero y la chacarera Rancho viejo.

El último disco del trío para este sello fue grabado el 15 de septiembre de 1955, completando así el conjunto durante todo ese extenso lapso doscientos sesenta registros para dicha compañía discográfica, registrando luego doce temas más para el sello tk.

Acompañaron a Ortiz en la formación del trío, luego de los dos primeros guitarristas mencionados, Jaime Vila, Reinaldo Baudino, Roberto Grela, Tito Francia, Ubaldo De Lío y Edmundo Zaldívar, ex integrante de la orquesta de Ricardo Tanturi en 1938 y del Cuarteto Troilo–Grela a partir de 1953. Zaldívar posteriormente acompañó a Ortiz ya en los últimos años de la vida de éste, cuando a fines de los sesenta se presentaron en el escenario de El Viejo Almacén.

Simultáneamente a las actuaciones en las formaciones mencionadas con anterioridad, a fines de los años veinte y durante parte de la década siguiente, también actuó en las orquestas de Vardaro–Pugliese, Francisco Canaro y Julio de Caro y acompañó al cantor Antonio Rodríguez Lesende, integrando un trío con Juan Carlos Cobián, en piano, y Cayetano Puglisi, en violín.

Entre su nutrida agenda de actuaciones de esos años, no puede tampoco dejar de recordarse su participación en los carnavales del teatro Politeama con la orquesta gigante que dirigió Juan Carlos Cobián.

Asimismo, al frente de una orquesta de corta duración, Ciriaquito grabó cuatro temas entre 1931 y 1932: un fox–trot, dos tangos y una chacarera. Por otra parte, como director del conjunto Los Provincianos, siempre para el mismo sello, grabó seis temas entre el 7 de marzo de 1931 y el 30 de enero de 1934. Ellos fueron los tangos La cumparsita, con la voz de Roberto Díaz; El distinguido ciudadano y Pico blanco, ambos instrumentales, y los valses Volvió la princesita y Un placer, contando en este último con la voz de Carlos Lafuente, y A tu memoria, madrecita, el que al igual que Volvió la princesita, fue vocalizado por Luis Díaz.

En 1934, participó en un concurso organizado por la revista Sintonía para elegir los músicos más populares, con los que se formaría un conjunto musical para actuar en radio El Mundo. Resultaron ganadores mediante el voto de los lectores, Ortiz junto a Pedro Maffia, Elvino Vardaro y los hermanos Julio y Francisco De Caro.

Maffia no pudo participar en el conjunto a formarse, por lo que fue reemplazado por quien seguía en número de votos entre los bandoneonistas, el talentoso Carlos Marcucci.

Este conjunto de intérpretes de primerísima línea, al que se denominó Los Virtuosos se presentó en la mencionada emisora y grabó cuatro tangos para el sello rca Victor: Un lamento, Tierra querida, El tirabuzón y Chiclana.

En 1935, Homero Manzi propuso formar otro grupo integrado por los bandoneonistas más reconocidos del momento, surgiendo así Los Cinco Ases Peteco, denominación que aludía a la marca de un producto que auspiciaba las audiciones de la agrupación en radio Stentor, en la que desarrollaron toda su actividad.

Integraron esa formación los bandoneones de Ciriaco Ortiz, Carlos Marcucci, Pedro Maffia y Pedro Laurenz y el piano de Sebastián Piana. El propio Manzi se encargaba de las presentaciones del conjunto en cada audición, recitando glosas que eran obviamente de su propia producción.

En 1950, simultáneamente con la continuidad de sus actuaciones con el trío y con la orquesta de Julio De Caro que un año antes había regresado a la actividad, formó parte de la orquesta de Mariano Mores en el teatro Alvear, como asimismo de la formación de Horacio Salgán y se presentó además a dúo en un ciclo radial con el pianista Lucio Demare.

En 1952, siendo aún parte del catálogo de rca Victor, formó nuevamente un sexteto para registrar cuatro tangos: Recuerdos de la pampa, El verde, Canaro y Una noche de garufa, grabando los dos primeros el 10 de diciembre de ese año y los dos últimos el 29 de septiembre del año siguiente.

Formaban esta excelente agrupación, a la que se conoció como Sexteto Ciriaco Ortiz, el director y Federico Storticatti, en bandoneones; Elvino Vardaro y Hugo Baralis, en violines; Jaime Gosis, en piano, y Alfredo Sciaterra, en contrabajo.

Considerando los registros discográficos realizados para rca Victor por las distintas agrupaciones que integró, el total de sus participaciones en ellos asciende a trescientos.

En la década del sesenta, actuó en El Viejo Almacén y en el local nocturno Jamaica adonde también se presentaba el dúo conformado por Horacio Salgán y Ubaldo De Lío.

En el mes de mayo de 1965, formando un dúo con este último guitarrista grabó quince temas, registros que se efectuaron en el Auditorium de Radio Municipal de la ciudad de Buenos Aires bajo idea y dirección de Julio Álvarez Vieyra, los que sin embargo quedaron inéditos hasta su publicación en un disco compacto editado por el sello Melopea en mayo de 1999. El trabajo incluyó quince temas, todos ellos clásicos del género como por ejemplo El motivo, Ninguna, Viejo rincón, El abrojito, Caminito y De vuelta al bulín, a los que Ortiz y De Lío supieron imprimirles su personal estilo interpretativo.

Entre las composiciones de Ortiz se destaca como la más exitosa el tango Atenti pebeta con letra de Celedonio Flores, el que entre sus muchas grabaciones cuenta con una del trío dirigido por Ortiz realizada en octubre de 1952, y con otra, ya clásica, de Edmundo Rivero.

Lobo, otro de sus tangos con letra de Luis Rubistein, fue grabado en Estados Unidos por Carlos Viván el 20 de abril de 1937, acompañado por la orquesta dirigida por Tierig Tucci.

Además de sus composiciones ya mencionadas, se pueden citar: Sueños y Nena, ambas grabadas por Gardel; Juro, tango con letra de Luis Rubistein que Ciriaquito llevó al disco con su trío en agosto de 1936; los temas Desengaños, Entre copa y copa, No me preguntes nada, No digas nunca; el vals Perdóname —que lleva letra de Enrique Cadícamo y que también grabó con su trío en enero de 1935—; Valsecito de antaño, Te quiero más, Tu retrato, Muñequita gaucha, Acordate, Tus ojos serenos, Bonita, Lo mismo que antes y Otros tiempos y otros hombres, nuevamente con versos de Enrique Cadícamo, tango del que existe una impecable grabación de Francisco Fiorentino con la orquesta dirigida por Astor Piazzolla, realizada en el año 1946.

A las virtudes de Ortiz como músico, se agrega su permanente contribución al anecdotario más jocoso del tango, dado que se recuerdan numerosas circunstancias generadas por su permanente buen humor e ingenio, del que fluían todo tipo de ocurrencias.

Varios autores, como Outeda y Casinelli, Héctor López Ruiz y Néstor Pinsó, lo destacan como un ser muy especial, digno de ser incluido en toda publicación que refiera a los auténticos personajes del tango.

Falleció el 9 de julio de 1970, a poco menos de un mes de cumplir 65 años de edad.

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