Читать книгу Gente de tango - Carlos Federico Torres - Страница 9
Оглавление208. Nijenson, Miguel
Su verdadero apellido era Nijenshon y había nacido en Buenos Aires el 1º de diciembre de 1911, hijo de un matrimonio de inmigrantes letones provenientes de Riga, capital de esa república báltica.
Luego de iniciar sus estudios de piano en un conservatorio de su barrio natal, perfeccionó los mismos con el maestro Vicente Scaramuzza, el mismo profesor de Osvaldo Pugliese y tantos otros pianistas del tango y otros géneros musicales. Estudió además armonía con otro reconocido docente, el profesor Gilardo Girlardi.
A los 14 años, se incorporó a la orquesta de Roberto Firpo, con la que realizó una gira por Sudamérica, para la que debió contar con la autorización expresa de sus padres.
En 1927, formó un trío con Aníbal Troilo y el violinista Domingo Zapia, para tocar en el café Río de la Plata; luego en 1928 integró el sexteto del violinista Roberto Dimas y, desde 1935, integró el quinteto Los Poetas del Tango, con Francisco Fiorentino y Héctor Artola, en bandoneón, y Antonio Rodio y José Bonano, en violines.
En 1936, ingresó por primera vez la orquesta de Miguel Caló, en la que fue reemplazado, en 1939, por Héctor Stamponi, reemplazado a su vez en 1940, por Osmar Maderna.
Desde 1943 hasta mayo de 1945, Nijenson dirigió la orquesta que acompañó a la cancionista Tania en grabaciones para el sello Odeon, quedando entre otras, muy buenas versiones de los tangos Otra noche, Yuyo verde y Ya estamos iguales.
En este último año, cuando Maderna se alejó de la orquesta de Caló para formar su propia agrupación, Nijenson reingresó a ella, encargándose además de los arreglos, para los que Caló le solicitó que siguiese el estilo que había impuesto Maderna.
Su segunda etapa con Caló se prolongó ahora hasta el año 1955, cuando fue designado director de una orquesta que en el Luna Park acompañó a cantores que se presentaron en un concurso realizado en ese estadio.
Los ganadores fueron Jorge Budini y Mario Bonet, y Nijenson formó entonces su propia agrupación, incorporando a ambos ganadores como vocalistas.
Los bandoneonistas de la nueva agrupación eran Víctor Lavallén, Manuel Daponte, Ángel Álvarez y Eduardo Conti, luego reemplazado por Osvaldo Montes, mientras que en los violines se desempeñaban Emilio González, Raúl Domínguez, Pedro Saporchnik y Milo Dojman. En 1956, acompañó con este mismo conjunto al cantor Ernesto Herrera, quien registró así para el sello Odeon su primer disco simple como solista, luego de ganar un certamen organizado por la revista Radiofilm en dicho año. Integraban el disco los temas Vamos, vamos,
zaino viejo y Fogón de huella.
La orquesta grabó para el sello Odeon entre los años 1957 y 1958 un total de once temas, cuyo detalle es el siguiente: Tres esperanzas, Mi incertidumbre, Zorro gris y Medias de seda —cantados por Carlos Budini—; Espérame en el cielo, Casi caminando y Que seas muy feliz —cantados por Mario Bonet—; Lonjazos —con la participación a dúo de Budini y Bonet—; Anastacio, el pollo —único registro instrumental—; Patoteros —con la voz de Jorge Garré, futuro cantor de Fulvio Salamanca— y Me la nombra el viento, vocalizado por José Berón.
En 1958, Nijenson incorporó a su orquesta al cantor Alberto Chino Hidalgo y en ese mismo año asumió la dirección artística de Radio del Pueblo.
Al año siguiente, formó el llamado Cuarteto de Oro, que él mismo dirigía desde el piano y completaban Milo Dojman, en violín, junto con Mauricio Chulman y Ángel Álvarez, en bandoneones. Sin embargo, la excesiva retribución que solicitaba para las actuaciones del conjunto frustró todas las posibilidades del mismo, al punto tal que el cuarteto no llegó a concretar ninguna presentación.
También creó un quinteto de cuatro bandoneones (Chulman, Daponte, Montes y Álvarez) y piano para actuar como número vivo en el cine teatro Ópera. Para estas actuaciones, adaptaba obras clásicas de modo que fueran ejecutadas por esa formación de raigambre tanguera. Las presentaciones se extendieron sólo por dos meses, pero representaron para el director y los músicos que lo acompañaban una experiencia valiosa que capitalizaron durante el resto de sus respectivas trayectorias.
En 1961, participó al frente de su orquesta en una gira de cuatro meses de duración por Francia, Suiza, Alemania e Italia junto con una delegación artística que completaban Argentino Ledesma, Chola Luna, Fernando Ochoa, Carlos Acuña y el Trío Los Santos.
Luego de varias experiencias fallidas con cuarteros y quintetos, en 1969 creó con el bandoneonista Juan Carlos Bera el cuarteto A Puro Tango del que quedó un interesante disco larga duración y con el que también, en ese mismo año, acompañó al cantor Enrique Campos en la grabación de veinticinco temas para el sello Magenta, incluyendo entre ellos dos con la participación de Carlos Cristal formando dúo con el recordado ex cantor de Tanturi.
Estás en Buenos Aires, Discos de Gardel, Buenos Aires del cuarenta Por eso canto yo, Cuando seas mayorcito, Andate con ella, Nada más que un corazón y El viejo vals, este último en uno de los aludidos dúos con Cristal, son algunas de los más difundidas de esas versiones discográficas.
A esas versiones, cabe agregar en ese mismo año una más —Un vals para mamá— que Campos con el acompañamiento del mencionado cuarteto realizó para el sello Alondra.
Estas veintiséis grabaciones fueron, por otra parte, los últimos registros grabados por Campos, fallecido el 13 de marzo del año siguiente.
En los inicios de la década del setenta la actividad de Nijenson se circunscribió a actuaciones individuales en locales nocturnos y confiterías, hasta que en 1973 brindó marco musical al frente de un cuarteto al cantor Horacio Casares para la grabación de un disco larga duración integrado por doce temas, entre ellos los tangos No la traiga, perteneciente a Héctor Gentile y Reinaldo Yiso que Alfredo Gobbi había grabado con la voz de Ángel el Paya Díaz, y Un desolado corazón, cuya música le pertenecía en colaboración con José Niesso.
En 1974, se trasladó a la ciudad norteamericana de Chicago, donde vivió en casa de uno de sus hijos, destacado médico cardiólogo en esa ciudad. Allí, subsistió actuando como pianista en presentaciones similares a las que realizara en Buenos Aires durante los años previos a su viaje a Estados Unidos.
A instancias de su esposa, regresó a la Argentina en 1979, radicándose junto con ella en Mar del Plata, ciudad en la que ambos fallecieron el 9 de mayo de 1983, como consecuencia de un escape de gas en el departamento que ocupaban.
Según ha escrito Julio Nudler, «nunca quedó definitivamente dilucidado si el suceso fue producto de un accidente o de un pacto suicida entre ambos cónyuges». De todos modos, las crónicas de la época no dejaron dudas acerca de la primera alternativa, dado que se trataba de un gélido amanecer y el sistema de calefacción que el matrimonio empleó, según las pericias realizadas presentaba peligrosas fallas.
Como compositor Nijenson dejó además algunas obras que obtuvieron trascendencia.
Una de ellas, escrita en colaboración con el violinista José Nieso y con letra de Roberto Miró, fue el ya mencionado Un desolado corazón, tango que además de la grabación del cantor Horacio Casares ya recordada, registra la de la orquesta de Carlos Di Sarli con la voz de Oscar Serpa en 1954. Además, con versos de José María Suñé, quien se desempeñaba como representante de la orquesta de Miguel Caló, compuso la música de los tangos Yo quiero cantar un tango, Viento malo, Castigo, Sol y Decime qué pasó.
Con letra de Carlos Bahr compuso Sin comprender, hermosa melodía que Miguel Caló grabó con su orquesta y la voz de Roberto Arrieta el 25 de abril de 1947, con la participación de Nijenson como pianista de la agrupación.
También con versos de Bahr, compuso los menos difundidos tangos Siempre, Quise ser un Dios y La vendedora.
En colaboración con el bandoneonista Alberto Di Paulo compuso la melodía de los tangos Buenos Aires ciudad tango y Muchacha esperada, a los que pusieron letra H. Onega y J. Digorado, respectivamente.
También pertenecen a Nijenson los instrumentales Tango compadrón y Disco rayado, tema este último de curiosa melodía escrita en colaboración con Miguel Caló, en la que se intercala efectivamente el sonido de un disco rayado.
La orquesta de Caló lo grabó el 27 de octubre de 1950, nuevamente con la participación de Nijenson como pianista.