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218. Pereyra, Eduardo (el Chon Pereyra)

Pianista y excelente compositor nacido en Rosario el 13 de octubre de 1900.

Pertenecía a una familia de desahogada posición económica, lo que le permitió iniciar sin inconvenientes sus estudios de piano en el conservatorio Beethoven de su ciudad natal, para continuarlos, años después, ya radicado en Buenos Aires, con los maestros Scaramuzza y Drangoch.

Al fallecer su madre en 1915, decidió alejarse del hogar paterno, ingresando como maestro director de la orquesta de la compañía teatral Roma–Marchesi, la que en el transcurso de una gira por el interior del país, había llegado a Rosario. Con ella, participó en la continuidad de la gira, presentándose en Santa Fe, Rafaela, Córdoba, La Rioja, San Juan y Mendoza.

Finalizado este periplo, al regresar la compañía a Buenos Aires se desvinculó de ella para formar un quinteto con Abel Bedrune y Chirino, como bandoneonistas; el Paraguayo Ríos y el Tano Di Paulo, en violines, y el propio Chon, en el piano.

En 1918, debía cumplir con el servicio militar obligatorio pero tomó la insensata decisión de desertar de esa obligación, refugiándose en el Uruguay, donde formó una compañía que bajo su dirección se presentó en Montevideo y luego en Punta Arenas, en el sur de Chile, país donde luego de desvincularse de la compañía con la que había arribado al mismo, permaneció hasta 1922, ganándose la vida realizando presentaciones como solista de piano.

Solucionado legalmente el conflicto desatado por su deserción, en ese año regresó a Buenos Aires, incorporándose a la Casa Victor como asesor musical. Formó entonces una orquesta para actuar en la incipiente radiofonía argentina, primero en la radio loy y luego, hasta 1925, prácticamente en todas las emisoras pioneras de aquellos años.

Simultáneamente, en 1923 integró con Pedro Maffia y Luis Petrucelli, en bandoneones, y los violinistas Emilio Ferrer y Fernando Franco, un quinteto que actuaba en las noches del café Los Andes.

En 1926, viajó a España, presentándose, primero, en Madrid y luego, en Barcelona, ciudad ésta en la que formó un trío con Juan Bachicha Deambroggio y Mario Melfi, para actuar en el cabaret Alcázar.

Luego de estas presentaciones regresó a Buenos Aires junto con una delegación de jugadores de Boca Juniors, que había realizado una gira por tierras españolas y con la que se había vinculado durante su estada en Barcelona.

Sin embargo, ya de vuelta en Buenos Aires, experimentó algunos síntomas de deterioro en su salud que lo indujeron a radicarse las sierras cordobesas, en las que permaneció durante los cuatro años siguientes.

Recuperado totalmente al cabo de esos años, retornó plenamente a la actividad artística en 1930, formando entonces nuevamente su orquesta con el fin de presentarse en radios y espectáculos teatrales.

Al año siguiente, partió de gira a Brasil, país en el que permaneció durante ocho meses, prolongando luego su actuación por un lapso similar en Montevideo.

Nuevamente en Buenos Aires, grabó algunos discos con solos de piano para el sello Brunskick y a partir de entonces su actividad se desarrolló fundamentalmente en el exterior.

Así, buena parte del resto de su vida privada y profesional transcurrió en América y en Europa. De todos modos, en un fugaz retorno al país en 1937 dirigió una nueva orquesta propia en Buenos Aires, la que si bien tuvo efímera duración, alcanzó a desarrollar grandes espectáculos con dos pianos, junto con Osvaldo Pugliese, quien ya estaba próximo a formar su célebre agrupación.

La actividad de Pereyra como compositor comenzó en 1916 con el tango El africano, grabado en general en forma instrumental por muchas orquestas, si bien existe una versión de Nelly Omar, en la cual canta los versos escritos por Francisco Lío.

A ese exitoso tema, le siguieron Los cisnes —tema instrumental grabado por las orquestas de Juan D’Arienzo y de Roberto Firpo—, Gorriones y Viejo coche, estos dos últimos con letra de Celedonio Esteban Flores, registrados en el disco por Ángel Vargas, el primero como cantor de la orquesta de Ángel D’Agostino y el segundo en su etapa de solista, junto a la orquesta dirigida por el pianista Armando Lacava.

Gorriones había tenido su primera grabación a cargo de Gardel, quien lo llevó al disco el 3 de febrero de 1927, acompañado por las guitarras de José Ricardo y Guillermo Barbieri.

Otro de sus grandes temas es Pan, en cuya letra, también perteneciente a Celedonio Flores, se refleja crudamente la dura realidad de la clase obrera en los años treinta, siendo considerado por muchos como el primer tango de protesta. La cruda descripción del personaje que para alimentar a su familia se ve obligado a robar no podía por supuesto eludir la censura de esa época, por lo que hubo que esperar hasta comienzos de los años cincuenta para escuchar un registro discográfico del tema. El mismo fue realizado por la orquesta de Horacio Salgán con la voz del Polaco Goyeneche, y a partir de entonces ha sido sumamente difundido, salvo, obviamente, en los períodos de gobierno militar.

No le fueron en zaga al anterior en cuanto a difusión otras composiciones de Pereyra, como La uruguayita Lucía, en colaboración con el también pianista Daniel López Barreto, del que existen excelentes grabaciones de Ricardo Tanturi con el cantor Enrique Campos y de Roberto Goyeneche, ya en su etapa de solista, acompañado por la orquesta dirigida por Raúl Garello; Madame Ivonne, cuyos versos pertenecen a Enrique Cadícamo, también grabado por el Polaco, en este caso acompañado por la orquesta de Armando Pontier, y por Julio Sosa con el marco de la orquesta dirigida por Leopoldo Federico, versión en la que el Varón del Tango agrega una glosa introductoria impecablemente recitada, y Todavía estás a tiempo —subtitulado Nunca es tarde—, con letra de Celedonio Flores, del que existen versiones discográficas de Francisco Rotundo con la voz de Alfredo del Río y nuevamente de Julio Sosa con la orquesta de Leopoldo Federico.

Otros exitosos temas pertenecientes a Pereyra fueron El as de los ases, también con letra de su asiduo colaborador; el Negro Cele, tango del que existe una recordada grabación de la orquesta de Héctor Varela con el cantor Rodolfo Lesica realizada el 7 de mayo de 1952, y Poema en gris, con versos de Manuel Ferradás Campos, incluido en un disco simple que en 1971 grabó Edmundo Rivero acompañado por la orquesta de Héctor Stamponi.

Arrullo de bandoneón, Es mejor separarnos, Y te fuiste a París, Cuando llegue otro cariño y Loria son otras de sus composiciones, que aunque menos difundidas que las anteriores, tienen también muy buena factura musical.

No puede dejar de mencionarse además el tango El Ruiseñor, cuya melodía le pertenece en colaboración con Ángel D’Agostino, con letra de Enrique Cadícamo. Este sentido homenaje a Ángel Vargas escrito poco después del fallecimiento del Ruiseñor, fue grabado por la orquesta de D’Agostino con el cantor Roberto Alvar, el 15 de septiembre de 1959, es decir a sólo poco más de dos meses de ese lamentado deceso.

Ya de regreso de su eterno peregrinar por el mundo, el Chon falleció en Buenos Aires, el 21 de febrero de 1973, a los 72 años de edad.

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